A las 4,30 de la madrugada del sábado 12 fue despertada doña Principessa de su angélico sueño; su celular no dejó de molestarla sino hasta que ya consciente de lo que significaba el sonido, estiró su manita para apagar el aparato. Se levantó prestamente, se dio una rápida ducha y fue a la suite de su hermana a despertarla. Ésta ya lo estaba (bueno, siempre ha sido bien despierta, jajaja) . Confesó, muy preocupada que no había podido dormir bien, mejor dicho, había dormido pésimo, casi nada, no tanto por el acaloramiento (del clima, se entiende) . Es que se le había olvidado algo importantísimo y vital ( y no era lo primero que se le olvidaba, pues estaba segura, cuando fue a La Unión a buscar sus cosas, que había echado su camarita viajera y al llegar a Rancagua se dio cuenta que no, jajaja, pero ese problema lo solucionaron con un celular transformado en cámara). Esta vez, el problema también tenía solución, pero no era cómodo lo ocurrido. ¡Nones! Sucede que andaba con unos cuantos "turros" de dólares y para evitar cargarlos sobre su personilla "todo el rato", los dejó, apenas llegó a Rancagua, en un escondite, jajaja. Pero al venirse a Santiago, se olvidó de sacarlos. ¡Que quedaron a buen resguardo, no cabe duda! El problema es que ella andaba en la cartera sólo con un Arturo y una Gabriela...
En todo caso, doña Princess la tranquilizó, ella tenía dinero plástico suficiente (incluso le sobraba, jajaja, no hallaba en qué gastarlo) para "auspiciarla" , de manera que no había dificultades.
Estaban terminando su frugal desayuno, cuando el celular comienza a reclamar: es para avisarles que pasarán a buscar a "las señoritas" en unos veinte minutos. Uff, tiempo suficiente, piensa doña, para terminar de ordenar todo.
Llega la hora y el transfer las pasa a buscar, es un TransVip, obvio, no podía ser de otra manera (jajaja). Un poco antes de las 7 ya están en el Aeropuerto, a ponerse a la cola para entregar el equipaje, a la PDI para que las examinen, a esperar en el sector cercano a la puerta de embarque. Es temprano, sólo ven a una persona estirada sobre los asientos, durmiendo. Eligen sin dificultades donde esperar. Pasa el rato y empiezan a llegar personas. Se ubican a su lado unos jóvenes extranjeros. Doña Gladys le comenta a la Principessa, para "callao", que "¡Puchas que están hediondos estos tipos!" (eran franceses, lo que descubrieron al escucharlos, ahí entendieron el por qué de su "bouquet", es costumbre que sea así, según les han contado). Pronto deben hacer la fila para abordar el avión: una cantidad impresionante e interminable de gente sube y sube.
No hay manga que las acerque al avión, deben abordar un bus que las acercará al aparato. Suben al avión como verdaderas autoridades. Cuando van en mitad de la escalerilla, miran hacia tierra para permitir que las fotografíen. ¡Nadda! No hay fotógrafos. ¡Claro, iban de incógnito! (Jajaja).
Una vez adentro del avión la temperatura es ideal, casi hace calor, deben sacarse parca y chaleco, afuera, el cielo está amenazante, lo que corroboran en el momento en que el avión inicia la subida porque se mueve con entusiasmo; se nota que el viento es fuerte al exterior, se miran asustadas (es primera vez que en sus viajes interplanetarios se ven sacudidas así, jajaja). Pronto llega el alimento: café Juan Valdez (qué riccooo!) , agua mineral y jugo, frutos secos y grisines salados (todo ricco!!!). Doña Gladys trata de tomar fotografías del paisaje desde las alturas, obtiene unas excelentes instantáneas del ala izquierda del avión, cercana a su ventana (jajaja).
¡Abrocharse los cinturones! ¡Se inicia el descenso sobre Calama!
¡Bravo!, piensan las hermanitas Álvarez. Ya van a cumplir la primera etapa de su aventura.
Aterrizan en Calama. ¡A bajarse y a esperar su equipaje en la cinta transportadora! Esperan, esperan, esperan... Llevan casi media hora, cuando ven asomarse los lunares blancos en fondo rojo de la maleta de doña Gladys. Cercana a ella, hace su aparición la maleta azul-desteñido de doña Princess. Ahora, a buscar taxi. Se les presenta una disyuntiva: está la posibilidad que las lleven directo a San Pedro de Atacama. Sin embargo, quieren conocer Calama y el plan es estar el resto del día allí, para conocer la ciudad, e irse al día siguiente a San Pedro. Un taxi las lleva a la ciudad y les indica un hospedaje. El lugar no parece muy elegante y cuando preguntan el costo les señalan que son 40 lucrecias por la habitación para dos. El taxista, que estaba en espera, les señala y le reclama a la mujer que es demasiado. Así que las conduce a otro sector, más cercano al centro, donde hay varios hospedajes. Ingresan al más cercano, la diferencia de precio es notoria y deciden quedarse. Cuando llegan a la "suite", sólo al mirar el servicio higiénico, se sienten disconformes. Solicitan cambio, pero no hay ninguna dispuesta por el momento. Ya han pagado, optan por quedarse. Hay UNA toalla, piden otra. La "suite" no tiene ventanas (puff, así que optan por gastar toda la energía eléctrica que pueden, jajaja). No hay lámpara en el único velador. Doña Gladys señala que pedirá una; sin embargo, al darse cuenta que no hay enchufes cercanos, se anula la intención. Una rica ducha y ya es hora de salir a recorrer el mundo para conocer la ciudad.
El sol arde, así que los sombreros se convierten en objetos de primera necesidad. Como hay tiempo suficiente (aún no es mediodía), vitrinean en todos los locales que van encontrando a su paso. Se encuentran con numerosas galerías, con muchos locales de ventas de chucherías, joyas de diferente tipo y calidad, objetos de artesanía, ...¡peluquerías al por mayor!, lo que les llama profundamente la atención. Pronto llegan al Paseo Peatonal de calle Ramírez, donde están ubicadas las diferentes tiendas del retail (las más populares, claro está). Ubican un restaurant acorde a sus personas e ingresan para alimentar sus bellos cuerpos. Ya son cerca de las 14 horas y las respectivas solitarias le han estado reclamando. Lo que les llama profundamente la atención es que el cocinero de carnes estaba instalado en la entrada del local, con un disco, asando los productos cárneos a la vista de todos los paseantes, sin duda, una estrategia publicitaria muy convincente. El almuerzo estuvo rico y abundante.
Al salir del restaurante "El encuentro de todos", caminaron otro poco para cuidar la dieta y llegaron, sin querer queriendo, a un lugar donde estaba instalado una Feria Artesanal Internacional Peruana. Había muchos productos bonitos, la verdad, pero no podían entusiasmarse demasiado. Como doña Princess ya había comprado un anillo artesa de cobre, buscó aritos para hacer el juego y ...¡eureka!, tuvo éxito. Aprovechó también de comprarle un pequeño recuerdo del viaje a su Infanta. Luego, se dedicaron a buscar oficinas de Buses para comprar sus pasajes del día siguiente, caminaron, caminaron, caminaron...Luego de ello, investigaron en terreno el lugar desde donde partiría el bus y casi se achicharraron bajo el inclemente sol. En su recorrido pasaron por el Mercado Municipal, por una Feria Artesanal establecida (como Feria Persa), por cuadras de vendedoras de productos en la vereda, etc.
La verdad, lo que aprendieron de Calama fue lo siguiente:
& Su población es variopinta, compuesta mayoritariamente por peruanos, bolivianos, colombianos, extranjeros de paso y uno que otro chileno (jajaja, es posible, en todo caso, que debido al clima, los pocos chilenos existentes se hayan mimetizado con los peruanos y bolivianos residentes). A muchos de los locales a los que pasaron los que atendían eran peruanos.
& La gente, en la ciudad misma, vive principalmente del turismo (hospedaje, alimentación, artesanía), del comercio y de las...¡peluquerías!
& El nivel sociocultural de sus habitantes es medio a bajo, al menos lo que pudieron observar. No hay tiendas top ni vip, los locales no se ven muy elegantes, las calles le recordaron a doña Principessa lo visto por la Estación Central, por Meigs o algo parecido.
A lo anterior, cabe agregar, eso sí, que lo que les llamó profunda y positivamente la atención fue una experiencia casual que les tocó experimentar antes de que decidieran almorzar. Iban pasando por un local cerrado, cuando vieron un hall con varios telas de aguayo instalados en forma de pinturas. Ingresaron y una persona les invitó a pasar por una puerta. No sabían a qué estaban expuestas, pero como iban juntas no se hicieron problemas, además de estar en pleno sector céntrico y escuchar música andina. Lo que les esperaba al interior era un Teatro, en donde estaba, en ese momento, actuando una orquesta de jóvenes tocando unos temas andinos de Illapu. Tomaron asiento al final del local. Les llamó la atención que la orquesta juvenil no estuviera en el escenario, el que tenía el telón bajado y se veía algo de luz bajo las cortinas. Una participación de una locutora (encargada de I. Mucipalidad), un pequeño discurso de la encargada de cultura y luego la presentación de la Leyenda del Cóndor y la Pastora, interpretado por instrumentistas, un coro, actores y bailarinas. Una obra realmente preciosa, de muy buena calidad y digna de aplauso. Se quedaron hasta el término del espectáculo, agradecidas de todas las deidades de las turistas sureñas que las habían guiado a ese lugar.
Luego de ubicar el lugar de donde saldrían al día siguiente volvieron al hospedaje, descansaron, vieron un poco de tv, dormitaron otro tanto y cuando ya eran las 20,20 decidieron salir a tomar onces.
En el Paseo, la cantidad de vendedores había aumentado (ya no estaba el molestoso sol impidiendo permanecer ). Se entretuvieron mirando algunos puestos, mientras buscaban un lugar "decente" para comerse unos "sanguchotes". Optaron por la cadena Shopdog, donde pidieron un "canasto máster" con sendas tazas de café. Pasadas las 21 horas iniciaron el regreso a su 5 estrellas. Justo se encontraron con un orfebre a la salida, donde doña Princess rápidamente descubrió una pulsera que le hacía juego a su anillo y a sus aros de mismo material. Feliz se sintió con todo aquello que, en total, le había costado la astronómica suma de 5 lukas (jajaja, con tan poco se puede ser feliz).
Ya en el cuchitril en que se hospedaban (jajaja) vino la rica ducha, mirar un poco tv (Primer Plano, una bazofia, puajj), leer otro tanto y luego a tratar de dormir, acaloradas en grado sumo y despertadas a saltos, cada vez que alguien tocaba el timbre de entrada y luego cerraban "a todo chancho" la puerta con cerradura electrónica. Y a ellas, por más elegantes y delicadas que son, más de algún improperio se les escapó ante esos bruscos despertares.
Bien, bien, ya llega el día domingo, día de oración, de ayuno y reflexión. Sus planes, obviamente levantarse, ducharse, ir a servirse un opíparo desayuno, vover al 5 estrellas, entregar la suite y partir calmadamente al Terminal de Buses Atacama.
Hasta aquí les dejo, estimadas peregrinas, deseándoles un extraodinario, místico e inolvidable viaje. Au voir!
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