Sábado 19 diciembre: ¡¡¡último tour en San Pedro!!!
Petroglifos de Yerbas Buenas y Valle del Arco Iris
Viaje para alimento del espíritu: huellas en la Historia de la Humanidad y goce de los sentidos con la belleza de la Naturaleza.
Nuestro último guía, Marcos, un joven y apuesto español, antropólogo y periodista, con muchísimo conocimiento de los primeros habitantes de la zona. Aunque muy bueno en su oficio, no logró superar en simpatía al mejor que tuvimos.
- ¡Hummm! ¿De quién estaríamos hablando, doña?
- Del amoroso Jefferson, joven venezolano, que nos guió en el segundo tour.
- ¡Uyyy!
- En esto concordamos con my sister, un trato cordial con todos, una atención casi personalizada, que no se dio de la misma manera en Marcos, más seriote, aunque igualmente amable.
- ¿Y quién va segundo en el ranking y quién al ultimo? ¡Ah, ya sé! ¡No me lo digas, jajaja!
- Voy a escribir con la ayuda de mia fratella, en un par de días, un comentario de lo más destacable y de lo no tanto, de los simpáticos, de los pesados y otras tantas categorías, además de los chascarros y otros bemoles...
- ¡Mmmm! ¡Eso sí que estará sabroso!
- ¡Así lo esperamos!
Nos pasaron a buscar a las 8,20 aproximadamente. De allí rumbo a Yerbas Buenas, un sector a unos 40 minutos de distancia, en un lugar de la Región de Atacama (jajaja). Luego de pagar una entrada, nos dirigimos, siguiendo al guía y por un camino demarcado, a una gran roca del lugar. Debimos ascender a ella y de esa manera fuimos descubriendo, con el apoyo de Marcos, las figuras dibujadas en las rocas en tiempos prehispánicos: un mono (cuya explicación más válida, considerando que por acá no había monos en aquel período -aún no, jajaja- es que el Chamán, que se entiende era el encargado de comunicación en cada tribu, podría haber visitado el Perú y los habría visto allá, a los monos, se entiende, jajaja), un pastor y una llama, un zorro o roedor, muchas llamas y un flamenco entre otras figuras. Cabe señalar que unos dibujos contenían en su interior una réplica de ellos mismos, pero más pequeña. Con ello, se entiende la alusión al proceso de la gestación, que en los habitantes primitivos era extraordinariamente relevante.
Fue una excelente clase de antropología al aire libre y en terreno. Se nos informó también de las características del pueblo Atacameño, de las invasiones sufridas por ellos (de los Tihuanacos, Incas y Españoles, en el mismo orden), de su carácter pacífico, de su sistema de vida, de sus creencias y de como, hace ya 100 años, se perdió dialecto, el Kunza, sistema oral de comunicación, del que quedan sólo algunas palabras, sin que exista ningún hablante vivo en la actualidad ni registro escrito.
La roca en que apreciamos los petroglifos, se supone que era un lugar de descanso de las caravanas de los habitantes de esas extensas y secas tierras. Pasaban allí a protegerse del sol, a pernoctar, a descansar en sus largos viajes.
Dejamos Yerbas Buenas para emprender el trayecto al Valle del Arco Iris y cuando estábamos llegando, pasando por unos vados que nos hacían saltar de nuestos asientos, nos pudimos dar cuenta de la maravilla de colores de los cerros del valle. ¡Un verdadero regalo para la vista! Recorrerlo en toda su extensión, ver su magnificencia, los coloridos de las rocas partiendo del blanco, pasando por el celeste, al turquesa y verde, nos dejó extasiadas y como niñas pequeñas, nos dedicamos a llenarnos los bolsillos de piedrecitas de distintos colores, caminando un buen trecho a cabeza gacha, buscando tesoros para llevar de recuerdo a nuestras tierras.
El valle que es una especie de cuenca con enormes rocas en su interior, se encuentra en la Cordillera de Domeyco, ese geólogo polaco del siglo XIX, que llegó a Chile para establecerse acá y tener una fundamental participación en los estudios de los minerales en nuestro país.
Luego de caminar extensamente por el valle, tomar abundantes fotografías y recolectar piedras preciosas, llegamos hasta el furgón para descansar unos momentos y servirnos un refrigerio.
Nosotras, las hermanitas Alvarez, en el último asiento del furgón, nos mantuvimos despiertas en el camino de regreso, para seguir captando instantáneas de la zona. En el trayecto divisamos alpacas, llamas y burros, éstos últimos en lo alto de una enorme pared rocosa.
A las 12,45 horas, oficialmente terminó nuestra última salida. Nos despedimos agradecidas de Marcos y nos dirigimos hacia la Plaza, para llegar hasta nuestro Hostal. Pero, ¡oh, sorprise! había comenzado a escucharse la música de la Banda del día anterior. Nos detuvimos allí y al ver que los mismos bailarines, esta vez, vistiendo ropa de fiesta, se preparaban para realizar una procesión y homenaje a la Virgen de Guadalupe, nos quedamos un largo rato. El calor era intenso y por ello nos produjo más admiración el esfuerzo que la temperatura reinante y la vestimenta utilizada, les significaba a estos devotos de la Virgen.
La tarde se alargó con lentitud, casi como un chicle (jajaja), pero teníamos tareas qué hacer: el check-in para nuestro viaje de regreso y la presentación de una Orquesta de Cámara, evento que se realizaría a las 20 horas, en el Pueblito de Artesanos, lugar algo retirado del centro.
Lo primero costó mucho esfuerzo y supuso un alto grado de ansiedad, pues no resultaba terminar el proceso. Finalmente, con ayuda del celular, pude llevar a cabo la tarea, lo que me produjo unas cuantas rabias y una hora de mi precioso tiempo.
Salimos con anticipación a las 19 horas para cumplir con nuestro nuevo propósito, ya relajadas por haber tenido éxito con el anterior. De premio nos servimos un delicioso helado de un sabor local : de Rica-Rica, una planta que se usa como infusión medicinal y como condimento. Estaba realmente rico, rico (jajaja).
Con parsimonia y tranquilidad, mientras nos encaminamos hacia el lugar del espectáculo artístico, fuimos vitrineando. Llegamos justo a la hora y se veía que faltaba bastante para que el "shos" se inicie. Nos ubicamos igualmente en el escalón más alto de la galería con el objetivo de tener la mejor visibilidad posible. El sol ya se estaba poniendo, de manera que no había dificultad para estar a la intemperie.
La orquesta era de niños del pueblo, quienes interpretaban canciones de Navidad en violín, viola y contrabajo, un esfuerzo extraordinario, sin duda, para los creadores y ejecutores del proyecto. No obstante, a pesar de valorar, como docentes que somos, el esfuerzo que significa lograr que pequeños desde 6 años y más aprendan el uso de estos instrumentos y gusten de la música docta, nos retiramos al finalizar la Primera parte.
Llegamos sanas y salvas a nuestro hospedaje, nos preparamos una rica once y luego, a leer, escribir y descansar.
¡Qué vida!, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario