jueves, 17 de diciembre de 2015

Entre gallos y medianoche...


  Eran las cuatro de la madrugada del miércoles cuando  le cantó el gallo a doña Principessa (una suave canción romántica, como ella se merece, jajaja). El sueño había sido muy inquieto, no por problemas personales de ningún  tipo (ella es una muchacha sin problemas) , sino porque algunas otras pasajeras del 5 estrellas no se habían portado muy bien la noche anterior,  llegando de madrugada, absolutamente ebrias y ruidosas, sin poder abrir una puerta y una de ellas no aguantó más lo ingerido y lo expulsó quién sabe dónde (por lo que fueron invitadas a irse al día siguiente, según supieron por el correo de las brujas, es decir, de unas parientes lejanas, jajaja). El incidente las desveló, de manera que a las 4, cuando debieron levantarse, no lo hicieron demasiado contentas. En fin, la juventud tiene sus bemoles...
   Les habían dicho que había que abrigarse bastante, pero como el día anterior les indicaron lo mismo y no fue necesario, esta vez no agregaron más y siendo las 4,35, casi puntualmente, abandonaron la suite y se fueron al lobby del hostal, a esperar la limusina que las llevaría de paseo ese día, junto a otras ...¡22 personas! Unos 5 minutos antes de las 5 de la mañana las pasaron a buscar: un buenmozo guía llamado Nicolás, al parecer chileno (no se lo preguntaron pues no les simpatizó a nuestras amigas) y muy "pintamonos",  hablaba un inglés bastante fluido (eso opinan ellas, aunque si mal no recuerdo apenas saben decir "yes", "hello", "window", "oh, mai gash" , "ok" y otras parecidas, pero no en mayor número), aunque lo encontraron  medio pesado ( en lo que coincido con mis amigas). 
- ¡Principessa atacameña, hello!
- ¡Oh, apareciste!
- Una preguntiña curiosa: ¿Por qué tan temprano la salida? ¿A dónde iban? ¿A la China, jajaja?
- Nooo, un poco más acá, aunque con hartos chinos, jajaja.
   El viaje era a los famosos Geysers del Tatio, que a  veces han sido más conocidos por alguna desgracia que por la belleza de su existencia. El lugar está a 95 kms. de San Pedro, de manera que el guía les explicó cuál era el panorama del tour y luego recomendó dormir pues no se estaría allá sino hasta una hora y media más. Sin embargo, nuestras amigas, aún cuando habían dormido un mínimo, no quisieron irse a los brazos de Morfeo ( la experiencia les ha enseñado que no se pueden ir a los brazos de especímenes masculinos así como así), por lo que se dedicaron a conversar y mirar por la ventana. 
   Se sintieron felices de haber elegido esa alternativa, pues pudieron apreciar el cielo estrellado: parte de la Vía Láctea, las tres Marías, el lucero del amanecer y se quedaron extasiadas viendo este último sobre un cerro o montaña (esto es absolutamente comprensible porque hacía tiempo que ellas no veían estrellas, jajaja, además que un cielo tan límpido como éste , dicen, es difícil de encontrar en otra parte del mundo). Mientras sus compañeros dormían, ellas iban tratando de adivinar el significado de las sombras que veían pasar. De lo que se dieron cuenta claramente, a pesar de la oscuridad, es que el trayecto, además de tener muchas subidas y bajadas, tenía bastantes curvas. Pronto comenzó a amanecer y alcanzaron a tomar unas fotografías cuyas características muestran los indicios de la pronta aparición del dios Sol. 
    Llegaron a la entrada del Complejo Turístico  Tatio Mallku a las 6,30 de la mañana, enorme campo geotérmico conocido mundialmente ¡Hacía un frío que ni les cuento! ¡Brrr! ¡Temperatura cercana a  cero, que pudieron corroborar mientras recorrían el extenso terreno en donde se ubican los Geysers (a 4.300 metros de altura) pues sus zapatos sonaban sobre la escarcha. ¡Una verdadera paradoja de la Pachamama: el agua de los geysers  hirviendo a 800 grados C. y la tierra alrededor de ellos a menos o igual cero grado!!!
    Las patitas y manitos de nuestras viajeras estaban casi congeladas. Sólo en ese momento entendieron la razón por la cual les recomendaron llevar guantes y gorro...¡Brrr! En el recorrido (todo absolutamente demarcado ) conocieron de la explicación científica de este fenómeno natural, aprendieron de su clasificación (de chorro continuo y cíclicos) y de la extensión enorme que ocupan en este sector. Además de geysers, en el lugar habitan gaviotas andinas, "cometocinos" (unas pequeñas aves que se alimentan con los restos de los alimentos de los visitantes quienes reciben desayuno por parte de la agencia en el lugar) y vizcachas ( roedor herbívoro, propio del lugar, muy difícil de fotografiar por la rapidez con la que se desplazan). Vieron también un par de flamencos (que seguro deben haber terminado cocidos con la aventura de visitar el lugar, jajaja)   y unas vicuñas. 
    Al interior del Complejo hay un Pozón de aguas termales de forma rústica a la que los llevaron. Doña Principessa introdujo su hermosa humanidad en el agua unos minutos. Cabe señalar que a esa hora ya había salido el sol y a pesar de lo temprano del día, alumbraba con fuerza, de manera que no era tan descabellado bañarse en una "piscina" termal a esa hora (9 de la mañana). El desayuno había sido servido antes, al aire libre y había sido abundante. Alli fue grato capear el frío de las 8 y  tanto de la mañana, después de estar cercanos a cero grado, con un rico y caliente café. 
    La vegetación cercana al Pozón es de Coirón y Llareta, esta última recuperándose después de haber casi extinguida por su excesivo uso como combustible. En ese paisaje, doñas estuvieron presentando su performance arriba de una roca (cada loca con su tema)
    El Bofedal de Putana fue una verdadera sorpresa para las Srtas. Viajeras. Encontrar en pleno altiplano, un humedal con variedad de  aves silvestres como taguas, gansos caiquenes, cometocinos y otras aves, no deja de admirar. Pudieron observar en vivo y en directo  cómo las taguas hacían los nidos para sus polluelos, defendiendo su territorio de los gansos silvestres, a pesar de su tamaño menor. 
    El encuentro con una manada de Llamas pastando  en un sector húmedo y bajo, fue extraordinario, un poco antes de llegar a un pueblo llamado Machuca en el que viven en la actualidad solamente dos familias, que sobreviven del turismo, del tejido, artesanía y de la ganadería. Allí se detuvieron a visitar el lugar, hablaron con algunas habitantes y miraron sus tejidos, subieron hasta la Iglesia, ubicada en un alto desde donde se divisa todo el pequeño pueblo. Muchas casas estaban cerradas con candado. Les llamó la atención que el material de los  techos de las casas es el coirón, techos que aparecían adornados con una pequeña cruz, a manera de protección frente al "Malulo". Pero no todo es tradición y cultura ancestral, pues también  vieron  placas solares instaladas en  varios techos. 
- Ver muchas casas cerradas de pronto me trajo el recuerdo de las oficinas salitreras, además de estar todas las casas pintadas del color café característico de las localidades que hemos visitado en este viaje. 
   Ya en el  camino de regreso tuvieron un encuentro con una  pastora con un rebaño de ovejas y chivos, mientras más adelante, en una laguna pudieron observar una cantidad numerosa de bellos flamencos. También, desde lejos, divisaron vicuñas (sólo en las alturas), asnos y unas alpacas, todo lo cual lograron dejar registrado en sus cámaras. 
    Nuevamente fue una jornada redonda para nuestras "patiperras", aunque el regreso fue a las 12,30 horas. Una vez en el Hostal procedieron  a ducharse, a preparar su almuerzo y a descansar, para salir a caminar un poco ya al atardecer, momento en que la vida en las calles de San Pedro bullía cual geysers, por la cantidad y el sonido de las diferentes voces en diversos idiomas.

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