Jueves 10 diciembre: voy de regreso a Rancagua luego de estar 7 días en la Ciudad de los Ríos. Voy acompañada de mi hermana.
El viaje lo estamos haciendo durante el día, aunque no es de mi gusto este horario. Yo prefiero viajar de día, pues considero que es mucho perder tiempo viajar durante el día, que podría dedicarlo a otras actividades. Pero mi hermana no puede viajar de noche, así que opté por adaptarme a su gusto (ella no puede dormir de noche y yo sé lo desesperante que resulta porque en alguna ocasión me ha sucedido). No ha comenzado muy bien el trayecto: mucha demora en las cercanías de Valdivia por los arreglos de la vía y al llegar a Victoria, un neumático pinchado. Al menos logramos llegar a Rancagua antes de que se oscurezca (Peor es nada, localidad por donde pasamos en nuestro itinerario, jajaja).
El miércoles tuve un día de Despedida, muy especial, de Valdivia, pues estuve sola la mayor parte de la jornada (jajaja). My sister había ido hasta La Unión, su lugar de residencia, a buscar su maleta de viaje (obviamente llena de ropa, jajaja). Como ratón en carnicería, aprovechando que el gato había salido, yo hice lo propio en la mañana. Luego de comprar algunos recuerdos y obsequios, además de cumplir con un trámite, me fui a la Costanera a buscar algún vehículo que me permitiera dar un paseo fluvial. Después de varias consultas, opté por los Taxis Solares. Tuve la suerte de recorrer los ríos Valdivia, Calle-Calle y Cau-Cau en un vehículo rápido, insonoro, con una Guía casi exclusivo, pues sólo éramos dos pasajeros: esta belleza (jajaja) y un joven turista de Los Ángeles. Me dediqué principalmente a gozar de la mañana-casi-mediodía, de la brisa, de la verdura, de observar los deportistas del Remo que practicaban en las aguas del Calle-Calle. Tomé tambíén numerosas fotografías del paisaje, de la actividad valdiviana en la Feria Fluvial, de las embarcaciones y sus tripulantes, de los Puentes , incluido el Puente Vasculante, orgullo y vergüenza valdiviana. Fue un recorrido y tiempo precioso que, aunque lo he realizado en distintas ocasiones y en distintas compañías, sin duda, las más preciadas son la de mi hija y la de mis padres. Les llevé conmigo en ese paseo por las aguas de los ríos de Valdivia.
El día anterior también habia sido de despedida: de nuestros hermanos Patricio y Ernesto, además de repetir el rito familiar de los 8 de diciembre: la celebración de los Cumpleaños de nuestros padres, cuyos natalicios eran muy cercanos (2 y 8) , por lo que, por tradición los celebrábamos el 8, aprovechando el feriado religioso. Temprano fuimos a despedirnos de ellos, además de llevarles adornos navideños. Luego, nos propusimos preparar la parrilla habitual de esa fecha, a la cual Patricio solicitó invitáramos a nuestro ex cuñado, C., quien nos había acompañado en las honras fúnebres de mi madre, por lo que se había ganado la invitación. Hacía "chorrocientos" años que no compartiamos con él. Llegó al rato que le avisamos, con tan buena suerte para él que hasta le correspondió el honor de preparar la carne a la parrilla (jajaja). Pasamos unas gratas horas compartiendo el el patio-jardín de la casa paterna, como acostumbrábamos a hacerlo antes. Recuerdos, anécdotas, chascarros, noticias de nuestras vidas fue el material de conversación. Fueron unas horas muy agradables.
Esa misma noche, martes 8, le correspondió a Patricio emprender la retirada. Entre tanta vuelta y vuelta, salió con el tiempo justo en dirección al Terminal de Buses (desde allí iría a Santiago y al otro día, hasta Arica), tan justo que debió contratar a Eliseo Salazar para llegar a tiempo.
- ¡Ufff, llegué jabonado! - me dijo, cuando me llamó a las 22,13 minutos, ya arriba del bus.
Hoy jueves 10 nos levantamos a las 7 de la madrugada para emprender este viaje, que nos llevará a hacer escala a Rancagua y de allí a Santiago- Calama y San Pedro de Atacama (el sábado 12).
Los días transcurridos en Valdivia fueron unos días intensos. Todos los hermanos juntos decidiendo el futuro familiar, con una acitud positiva y abierta a las posiciones de los demás. La experiencia absolutamente nueva; el aprendizaje, muy positivo; la lección para los que continúan, la mejor. Hemos completado el primer capítulo de nuestra historia familiar, ya sin padres y el ejercicio nos ha satisfecho a todos (si ellos nos vieron sin duda estarán conformes).
Por ahora, hasta pronto, Padres... Hasta pronto, Valdivia.
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