martes, 10 de marzo de 2020

Algeciras, antesala al continente africano...

 
    Cuando leí lo que google me tenía  que decir de Algeciras me hice grandes expectativas,  por la importancia que esta ciudad portuaria  tiene en la actualidad en todo el tráfico comercial entre ambos continentes.  Sin embargo, la realidad rápidamente  me trajo a tierra, aunque debo señalar que un gran porcentaje de responsabilidad de lo imaginado no es "culpa" de internet, sino mía. 
   
  Habitualmente,  cuando se habla de "puerto", algunos tenemos la visión romántica  de una ciudad bella con embarcaciones, mar, arena y gaviotas  por doquier. Sin embargo,  olvidamos que la actividad portuaria  gruesa no tiene que ver con esa imagen idealizada,  sino con trabajo, estibadores,  contenedores, grúas  y todo lo que conlleva (otra belleza,  en todo caso). No grandes restaurantes de lujo, sino "chiringuitos" y locales populares, donde bebe y come (más  bebe que come,  jajaja) esa gente trabajadora.  Y en este caso, se "enriquece" la situación con la presencia de integrantes de culturas distintas.  
 
 El alojamiento reservado,  por ejemplo, de acuerdo a lo informado estaba a unos metros del centro urbano y así era, en efecto, sólo  que este centro urbano era más de segunda o tercera categoría,  si se compara con otras ciudades con mar, como Benidorm, Peñíscola o Marbella (y no se trata de discriminación,  sino de diferente tipo de vida).
   Al llegar a la Plaza en la que está  el hospedaje, me encontré  con una Feria de frutas y verduras en pleno funcionamiento (de muy buena calidad ambos tipos de productos). Al frente estaba el Mercado de Abastos. ¡Facilísima tarea ir de compras! Y para mi grata sorpresa,  a las 15 horas, todo el espacio estaba desocupado y limpio.  
   No sé  si el vehículo con el que lavan las calles a presión  es un tema permanente o eventual por esto del Corona virus, pero está  funcionando mañana y tarde. Es decir, es gente humilde pero limpia. 
 
 De acuerdo a los antecedentes históricos,  los primeros asentamientos verificables por estos lares, son de origen romano, bajo el nombre de Iulia Traducta (siglo I d.C.). Durante el siglo V d.C. se tiene antecedentes del paso del pueblo de los Vándalos por el  Campo de Gibraltar  hacia Cartago.
 
  Cuando los árabes  llegaron a la península la primera ciudad que fundaron  fue Algeciras, bajo el nombre de Al-Yazirat Al-Hadra, en el año 711, que se convertiría en la principal vía de comunicación entre Europa y África en ese tiempo, lo que se mantiene hasta nuestros días.  

 Luego de una larga lucha entre distintas dinastías, que va pasando la ciudad de unas manos  musulmanas a otras, ésta  es reconquistada, luego de muchos intentos,  por el Reino de Castilla, en 1344. Sin embargo, unos años después,  en 1369, Muhammed V de Granada la reconquista, pero al ver que no podrá  mantenerla por mucho tiempo,  en 1379 decide destruirla  para evitar que vuelva a caer en  manos cristianas,  siendo  arrasada, mientras sus habitantes deben emigrar. 
   Sólo en 1704, se establece un nuevo asentamiento y, posteriormente, su refundación.  Los acontecimientos históricos relevantes no permitieron la vida pacífica en Algeciras  por mucho tiempo, pues tanto en la Invasión Napoleónica como en la propia Guerra Civil Española,  se ve participante e involucrada. 
 
 Desde mediados del siglo XX, el crecimiento  industrial y portuario han traído  consigo una rápida expansión  demográfica,  transformándose en la ciudad más  poblada del Campo de Gibraltar ( 121 mil algecireños). 
 
 Si bien Algeciras  ha sido protagonista en toda la costa sur de la Península  durante su historia, son pocos los vestigios   que se conservan de su antiguo  pasado y los que hay, se ven descuidados. Sin duda,  el mismo  hecho de haber sido arrasada más de una vez, marcó  la manera de  valorar el pasado material. 
 
 De lo poco encontrado, puedo mencionar  Restos  de Murallas Medievales Meriníes (siglo XIII),  Ruinas de unos Baños Andalucíes (siglos XIII y XIV) y Restos de un Acueducto, llamado de Los Arcos, construido el siglo XVIII, todo en mediano o mal estado de cuidado y mantenimiento. 
   
Mientras uno camina por las calles de la ciudad o por su extenso y amplio Paseo  Marítimo,  puede observar una población  mixta, con porcentaje mayor de inmigrantes o ya residentes que en otras ciudades y que hablan árabe.  Incluso,  hay varios locales  de comida que se anuncian en ambos idiomas,  frente al Puerto, cuyas funciones se realizan  con un gran equipamiento. Casi en uno de los extremos de la ciudad, se ubican un par de playas, las que no visité por la lejanía. 

 La vida en Algeciras, sin lugar a dudas, es más económica  que en las otras ciudades en que he estado. En cambio, su comida,  la peor que he comido,  lo que sucedió ayer. 
  Historia de una comida mala
  Ingreso al Casino de Algeciras y pido un menú. 
 
 Me inclino por una "Sopa de picadillo", típica del lugar, porque no quería tortilla de papas ni una carne estofada con papas, que era un revoltijo poco grato a la vista. La mentada sopa era una cosa aguada, con unos 4 crutones, arroz, huevo  duro molido y unos  trocillos de jamón  (como si le hubieran echado ese arroz que hacen los chinos y que siempre sirven en unos pocillos).¡Desabrida y sin gracia! ("una sopa "lavada", habría dicho mi madre). La novedad para mí  resultó ser la hoja de menta que tenía   y que le daba un gusto diferente (a menta, claro).
 
 Desde el momento en que el garzón fue a tomar el pedido se me "atravesó ". Me hablaba muy fuerte, así  que le dije que no me gritara. "No", me dijo, "si hablo así para que se me entienda" (¡seguro!). La sopa estaba tibia cuando me la llevó.  Después de probarla, como ya no podía cambiar el pedido  al darme cuenta de lo poco "agraciada " que era  (la sopa; bueno, el camarero  también), le pedí que la  calentaran más.  Me la comí toda, para aprovechar los euros.  Plato principal: bacalao con ensalada.  La cantidad de trozos de pescado frito era aceptable, pero la  cantidad de ensalada era minúscula.  Me llevó  un "gajo" de limón; obvio, le pedí  más.  El pescado sólo lo habían aliñado con sal. ¡Diablos! ¡Qué  comida más mala! Hasta el vino tenía  un  gusto raro (gusto a  poco, jajaja). Postre: macedonia. 
   Luego de haber elegido un postre que sabía iba a dejarme conforme, pues no confiaba de los postres caseros,  el bendito camarero  cambió de turno y  se fue. Al parecer no avisó de mi postre (¡se vengó!) y debí pedirlo de nuevo,  al ver que no llegaba. Sin duda, fue lo mejor: era macedonia en conserva,  jajaja. 
  Aún estoy  en Algeciras, gozando de su gastronomía (no, jajaja, es broma).  Se ha transformado  en Cuartel  General para hoy y mañana. Ya les contaré dónde  me ha llevado esta vida, mi vida. ¡Hasta pronto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario