miércoles, 22 de noviembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra... Diecinueve...[Mañana]

Diecinueve....                                                         [Mañana]
  Un quejido la despertó. Se movió bruscamente, asustada, sin saber dónde estaba, en un primer instante. Un maullido molesto le trajo a la realidad. La Bella Durmiente, al parecer se estaba despertando, sin necesidad de beso principesco. Se acercó rápidamente a ella. La luz aumentó su intensidad al detectar movimiento. La joven estaba tratando de levantarse, aunque el dolor le hizo desistir de su propósito. Al darse cuenta de que no estaba sola, el terror se reflejó en sus ojos. 
  -¡Tranquila! No pretendemos hacerte ningún daño -le dijo, tocándole el brazo-.¿Cómo te sientes?, inquirió, con el objeto de averiguar si podía levantarla del piso.
  Luego que Ami (así se llamaba la Bella Durmiente) corroboró que no tenía ninguna fractura, le ayudó a ponerse de pie y la acercó al sofá. Allí examinó la herida de su cabeza, comprobando que el corte era pequeño, aunque la protuberancia no era menor. Siguiendo las indicaciones de Ami, encontró los elementos de primeros auxilios y se dispuso a realizar una limpieza y curación de la herida. 
   Limpió y aplicó cicatrizante instantáneo. Una vez terminada su labor de enfermera 6.0, fue a buscar lo necesario para desayunar. Ya era de día. Dejó a cargo del cuidado de la convalesciente a Liu. Ésta sonrió agradecida. Liu, entendiendo la importancia de su rol de macho-protector, se instaló a los pies de Ami, ronroneando suavemente.
   Se alimentaron en silencio. Ya vendría el momento de conversar, indagar, planificar y decidir. Por el momento, la prioridad era recuperar las fuerzas físicas y anímicas.
   Mientras cada uno daba cuenta de su ración, Maui observó a la joven. Era la típica adolescente japonesa. Le pareció ver en ella su reflejo de hace algunos años, con unas diferencias: melena blanca, estrellas rojas tatuadas en el rostro (desde la sien derecha hasta la mejilla, las que sólo pudo detectar cuando le limpió la herida), delgadísima y de una estatura de uno sesenta y cinco, aproximadamente. Vestía un conjunto deportivo dérmico de color plomo, con unas zapatilla kinésicas negras. Bastante discreta, pensó, seguro, signo de madurez, ¡ojalá!
 Una vez que terminaron el alimento, llevó las bandejas al sector alimentación y regresó, disponiéndose enfrentar la situación.
   Maui comenzó su relato haciendo una breve síntesis de su vida y familia, deteniéndose más en la situación actual, explicándole lo que sabía, mientras Ami hacía lo propio. Tenía 16 años, cumplidos recientemente, por lo que hacía muy poco vivía en su domo. No trabajaba pues había obtenido una beca deportiva, lo que la obligaba a un estricto régimen de ejercicios diarios. Esa mañana no había ido al centro de entrenamiento, debido a un compromiso familiar, al que ni siquiera logró llegar. 
   No terminaba su relato cuando Maui le interrumpió para inquirir acerca de los que sabía acerca de lo sucedido. 
   No fue mucho lo que pudieron sacar en limpio. Ninguna de las dos había sido testigo presencial de la hecatombe, sino que habían sufrido sus efectos inmediatos y éstos las habían dejado inconscientes. Tal vez Liu pudiera aclarar sus dudas, pero había un ´pequeño problema: no entendían el lenguaje gatuno.
    Maui le expuso su teoría y aunque analizaron con todos los antecedentes que tenían, que no eran muchos, no pudieron avanzar mucho. La única solución que tenían era salir a investigar la verdad, buscar otros sobrevivientes y, lo más importante, encontrar a sus familiares. 
   Se dispusieron a salir. Ami buscó una mochila en la que guardó alimentos, unas botellas de agua y varias unidades de energía para aparatos tecnológicos. Maui se alegró de haberla encontrado y darse cuenta que, a pesar de menor que ella, estaba bien preparada para las emergencias.
   Al verla salir del cubículo del servicio, el asombro la dejó muda. La hermosa bella durmiente se había transformado: su perfecta cabellera alba había desaparecido para ser reemplazada por una cabellera desordenada, entre blanca y amarilla, que le daba una aspecto de adolescente rebelde y peligrosa. Así y todo, le gustó más esta Ami. Liu maulló desconcertado.  
  -Estamos listos.  Volvamos al mundo exterior.  Uno...
- Dos...
- Miau... 

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