sábado, 11 de noviembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra... Quince...(Ayer )

Quince....                                                                  [Ayer]
    Despertó desorientada e inquieta. Aún era de noche y algo la había sacado de su descanso nocturno. Dudó si levantarse o no. ¡Se estaba tan bien entre las pieles! Se dio un par de vueltas y, aunque quiso recuperar el sueño, le resultó imposible. Decidió, por tanto, levantarse, revisar los alrededores y aprovechar de avivar el fuego. 

  (Esas son las desventajas de vivir sola, pues, querida Maui, sin un cavernícola que te defienda, que salga a cazar, que provea y que te acompañe. Ya con que haga eso solamente, valdría la pena cederle un lado de tus pieles, jajaja). 
   Abandonó su lugar para dormir con sigilo, mirando hacia ambos lados una vez estuvo en la entrada de la cueva. Esperó unos momentos mientras habituaba sus ojos a la oscuridad del espacio externo. La luna, si bien estaba más pequeña, hacía menos amenazadora la noche. Pudo orientarse gracias a sus rayos que, aunque escasos, eran suficientes para captar el contorno de las cosas. De pronto, escuchó un ruido similar a cuando se aproximada una gran caída de agua del cielo, pero no pudo reconocer su origen. "Extraño, muy extraño", se dijo. Se detuvo. Observó unos momentos más y siguió sin ver nada. Continuó el recorrido, aunque seguía percibiendo un ruido, indefinible, como en sordina. Se detuvo nuevamente. El sonido parecía irse acercando. Le recordó el mar. "¡¡El mar!!" No, no podía ser, estaba muy lejos de él. 
   De pronto, sintió moverse la tierra bajo sus pies, primero levemente y, luego, cada vez más fuerte. El miedo comenzó a reptar desde su estómago a la garganta... Por un instante, todo desapareció de su vista. Se sintió trasladada a otro lugar, en pleno día, con todo cayendo a su alrededor, mientras el terror la invadía, sin lograr entender qué pasaba...
    Volvió al presente. La imagen desapareció, pero no el temor, que  iba aumentando al darse cuenta que el ruido y el movimiento la rodeaban y ocupaban, allí y en ese instante, todo su mundo. Cuando escuchó el ruido de las rocas al desprenderse y rodar cerca de ella salió de su estado de estupor y reaccionó instintivamente, recobrando el movimiento para alejarse: ¡su vida estaba en peligro! La reacción fue atávica. En ese momento lo más importante era salvarse. Después vería qué había sucedido con la caverna. 
Mientras se alejaba perdió el equilibrio un par de veces, pero, a duras penas, logró recuperarlo para seguir distanciándose del sector rocoso. Cansada, se detuvo, cuando tomó conciencia de que el movimiento sísmico había disminuido su intensidad hasta casi desaparecer. Acezante, miró alrededor y, en la lejanía, vio en el cielo los primeros sectores más claros, signo evidente de que pronto amanecería. Decidió esperar, entonces,  a que el día se hiciera presente para inspeccionar el lugar. En tanto aquello ocurría, se sentaría en el suelo, apoyándose en un pequeño promontorio existente allí cerca, y trataría de dormir un poco, si es que podía...
    Ya estaba alto el sol en el cielo cuando abrió los ojos. No sabía dónde estaba. La desorientación era total, hasta que... recordó. Se levantó rápidamente examinando, con la vista,  los alrededores. A lo lejos se veía bruma a pesar de estar despejado. Tal vez era humo o polvo en suspensión... Cerca suyo, un pequeño bosquecillo estaba casi devastado: muchos árboles con sus raíces al descubierto, mientras otros se afirmaban con sus vecinos para no perder el equilibrio. El suelo estaba lleno de ganchos quebrados. Se decidió: era hora de saber cuál había sido la magnitud del desastre. 
    Comenzó a caminar lenta y pausadamente en dirección a "su hogar", aumentando la velocidad hasta la carrera. Al acercarse disminuyó el paso sin darse cuenta... ¡No podía creerlo!... Se dejó caer instintivamente, sin dejar de mirar. ¡Su habitáculo ya no existía! ¡La caverna ya no existía! ¡No era más que un amontonamiento de rocas!
   El abatimiento inicial desapareció instantáneamente cuando cobró razón de que ella podría haber estado debajo de todo aquel promontorio, ya sin vida, si no hubiera "obedecido" a su sexto sentido... Darse cuenta de aquello le hizo temblar involuntariamente. Se sentó en una roca próxima, completamente aturdida por la situación...
    (¡Tranquila, Maui! Tu pequeño mundo se ha venido abajo, la Tierra se ha detenido para ti, como pasará con tantas de tus descendientes en el futuro, pero no ha desaparecido. Allí está, frente a ti.  ¡Calma, no hay apuro! ¡Tienes tiempo, éste es tu aliado! Asimila lo sucedido y una vez lo hayas hecho, toma una decisión. La misma vida te exigirá actuar: continuar o detenerte. Conociéndote, apuesto por lo primero. Mientras tanto, te acompaño a la distancia...) 

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