miércoles, 24 de febrero de 2016

En estos días...

   En estos días he estado atenta a la Luna. ¡La he estado vigilando! Con la mirada, con la cámara, con el celular. Pareciera que ella está consciente de la observación y vigilancia. Ha tratado de mostrar su mejor cara. Bueno, la única "cara" que nos muestra, más luminosa que de costumbre. El lunes  quiso engañarme.
El domingo se apareció a las  20,15 horas, mientras que anteayer, lo hizo un buen rato más tarde y estuvo unos minutos jugando conmigo a las escondidas, mientras dejaba ver sus rayos  a través del follaje del árbol gigante ubicado en el centro del grupo de edificios en que vivo. Y yo la vislumbraba pero no podía hacer nada por delatarla.
 En cambio, debí esperar largos minutos que se asomara, lo que hizo sonriente y burlesca. No obstante todas las fintas y elusiones, no pudo escapar de mi cámara, sólo que el contexto no era el mismo (ya estaba oscuro) de manera que su imagen no resultó lo nítida que yo deseaba.
   ¿Era la misma o era otra? Me surge la duda.
Martes 23
  Hace un par de horas terminé de leer la tercera parte -segundo tomo y final- de la novela 19Q4 de Haruki Murakami. ¿Cómo? ¿Recién lo hiciste?, diría mi amiga y con un tonillo un tanto irónico, como dando a entender que estoy perdiendo habilidades para la lectura. Pero no es así. Cuando se trata de un libro que no es digerible y uno está abocada a otras actividades insoslayables, no resulta fácil retomar estas lecturas, pues no basta un "ratito" con ellas. Te exigen un proceso calmado de "inmersión", por lo que no puedes andar con apuros y a la rápida, a medias tintas. Son novelas que te exigen el 100% de tu atención y de involucramiento.
Por ello, aunque anduve portando el kindle con ella, opté por leer otro relato, uno muy digerible: La chica del tren de Paula Hawkins, de la cual, una vez leída, destaco dos cosas (nada más) , no necesariamente positivas las dos: su protagonista y su desenlace. ¿Por qué? Porque  es la primera vez que me encuentro con una  protagonista alcohólica y no deja de ser interesante conocer la perspectiva de un personaje con esta adicción, mientras que el desenlace, resulta  inesperado hasta más o menos los dos tercios de la lectura, por lo se logra darle un aire de suspenso y misterio, que invita a terminar su lectura.

    Sucede que cuando uno viaja en compañía, hay lujos que uno no puede darse. Uno de ellos dice relación con el tiempo personal, del que debe ceder  para compartir con el compañero o compañera; de otra forma, pierde sentido el viaje en compañía.
Así que dejé a mis amigos Aomame y Tengo en stanbyte, congelados, en espera hasta  que estuviera en condiciones de ofrecerles de mi mejor tiempo.
 Por ello, en estos días, ya en mi mansión secreta, pude continuar con el seguimiento de sus vidas, cual dedicado espía.
   Lo anterior me llevó a vigilar la Luna. No quería encontrarme de pronto en un mundo alternativo de dos lunas en el firmamento, como les ocurrió a Aomame y Tengo. Ellos pudieron volver a su mundo original luego de encontrarse a pesar de todo y todos.
- Acuérdate que no hay completa seguridad.
- ¿De qué?
- De que hayan regresado a su mundo  de origen. No te olvides del Tigre de Esso. - ¡Ah! ¡De veras! Queda claro que lograron "escapar" del  mundo alternativo, pero al parecer,  el mundo al que regresan no es exactamente el mismo. Al menos, Aomame observa  un mínimo cambio.
   Me parecieron geniales estas novelas de Haruki Murakami. La presencia de lo fantástico resulta muy interesante, pues uno no puede negarse a la posibilidad de la existencia de un mundo paralelo, independiente de los detalles, toda vez que es una dimensión muy parecida a la nuestra pero no la misma, siendo la clave más concreta la cantidad de lunas.
- ¡Ahora entiendo por qué tanto escándalo con aquella foto de dos "lunas" de anoche! - ¡Jajaja!


   ¡Es verdad! No eran DOS lunas las que fotografié anoche, sino la Luna y Júpiter. Recién hoy me enteré, gracias al aporte de mi amiga Marcela, Profesora de Historia, y de Felipe, el más guapo de mis sobrinos, quien seguramente se lo consultó a Google. Por tanto, y aunque me pese,  anoche no estuve en un mundo alternativo. ¡Sin embargo, no dejó de provocarme inquietud cada vez que observé la luna (lo que hice en varias oportunidades),  verla acompañada siempre, a pesar de seguir avanzando en su órbita! Aquello me hizo pensar que estaba siendo testigo de un fenómeno fuera de lo común.Y no dejaba de tener razón;  yo no estaba "viendo" mal, sino que efectivamente capté un evento astronómico extraordinario; no único, pero tampoco habitual: la conjunción de la Luna con Júpiter.
 
   Y mientras la Luna, a escondidas, orbitaba fuera de mi vista, aproveché mi tiempo para iniciar la lectura  de la última novela que adquirí de Hernán Rivera Letelier- en Tacna-, El vendedor de pájaros. Miércoles 24
   Hoy, al desayuno, al terminar de leerla,  me sorprendió el desenlace. Lo habitual en los relatos de Rivera Letelier es encontrar personajes y acciones transcurridas en el contexto de una Oficina Salitrera (en este caso, DESOLACIÓN), lo que nuevamente vemos aquí, pero todos los acontecimientos, al finalizar la narración, quedan en la bruma de  lo posible, de lo probable, de ser sólo producto de un sueño o "deja vú". Me gustó este cambio, marca una diferencia con sus narraciones anteriores.

   Ya preparada para algo más sustancioso, después tomé la novela Claraboya, de mi ídolo, José Saramago. Fue publicada en forma póstuma, sin ser su última novela. Al contrario, la creó hace más de  62 años, pero sólo en 1989 le fue devuelta por la Editorial a la cual la había enviado cuando tenía menos de 30 años. Le avisaron con 47 años de retraso que podían publicársela. ¡Qué ironía! Sin duda, una respuesta un tanto lenta. Saramago no quiso publicarla en vida, lo que,  finalmente, sus herederos sí optaron por hacer, de lo cual me alegro muchísimo. Espero reencontrarme con su especial mundo narrativo, que he disfrutado en cada una de las 14 novelas que he leído. Ya les contaré. En todo caso, además de leer, seguiré espiando a la Luna, esta noche desde otro punto del planeta, aunque dentro de este mismo mundo.
- ¡Amiga mía! ¡Una pregunta antes del cierre, plis! - ¡Qué sea rápido, por favor!
- ¡Uff! ¡Qué pesada! Aquí va la pregunta: si existiera un mundo alternativo, ¿dejarías éste? - Creo que si tuviera la probabilidad de un reencuentro en ese otro mundo, me arriesgaría.
- ¿Y si el resultado es negativo? - Sólo la esperanza de la posibilidad ya valdría la pena. Total, tarde o temprano, mi-ser-biológico-y-pensante terminará su funcionamiento. Sería un "viaje" voluntario y en posesión de todas mis facultades.
- ¿Estás segura de aquello? - ¿Aquello? ¿Te refieres  a la decisón personal de adelantar el "viaje" o a la posesión de todas mis "facultades"?
- Jajaja. ¡Elige tú!
  

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