sábado, 27 de febrero de 2016

A través de la Claraboya...


    
Ni siquiera veo en Abel (personaje de la novela Claraboya de José Saramago) esa desesperación calderoniana, transmitida a través de Segismundo, quien pregunta y se pregunta, angustiado, "¿Qué es la vida?" Y frente a las-no respuestas de la vida, de Dios, del Destino o de lo que sea, se contesta solo (Segismundo), buscando la mejor respuesta, la respuesta "verdadera", hasta, para suavizar la nada (La Noia, novela de Alberto Moravia, escritor italiano de entre-guerras), asumir la "razón-de-la-sin-razón" y resignarse, conformarse; prosternarse,  intelectual y emocionalmente, ante el Bien
    ¿Habrá sido creyente, verdaderamente, don Pedro Calderón de la Barca, autor de La vida es sueño? ¡Quién sabe! Puede que no, y tal como lo dice, en su obra El gran teatro del mundo, sólo  jugó su rol,  cumplió con su papel, actuó como se esperaba que lo hiciera en este gran teatro del mundo y de la vida. Además, en su tiempo, no era cosa de andar diciendo no creo, no estoy ni ahí con Dios, no hay vida eterna o una cosa parecida, ni siquiera se podía sugerir. 
Si no, pregúntenle a Giordano Bruno (y a miles más) que,a pesar de ser miembro privilegiado de la Iglesia, terminó en una pira...¡por hereje! ¡Eran, sin duda, tiempos difíciles! 
   Abel me recuerda mi adolescencia y los tiempos de mi primera juventud (ahora estoy en la tercera, un dato para ubicarles en el contexto, jajaja). Esa etapa en que me sentí diferente de todos y todas, en que me sentí  viviendo una vida sin ton ni son, sin un fin determinado, a la que no le encontraba ningún sentido, en que daba lo mismo hacer que no-hacer, daba lo mismo levantarse que quedarse en cama, daba exactamente lo mismo abrir los ojos y simplemente mantenerlos cerrados (no confundir "Con los ojos bien cerrados"  con "El secreto de sus ojos", ¡nooooooo!; después les explico, aunque puede haber alguien que ya entendió)...
En el relato está presente ese aburrimiento existencial que nos ataca y casi nos voltea (a muchos...¿o a pocos?¿?) mientras empezamos a pensar independientes (o en diferentes momentos de nuestras vidas). La futilidad de todo lo que rodea aplasta, como un pesado manto que por ser tan pesado cuesta levantar para poder respirar ...descansar...en los brazos del sueño y de la inconsciencia. 
   Veo una diferencia entre estos personajes de Saramago. Lógicamente no debemos olvidar que ésta es la novela "perdida", la que quedó olvidada en una editorial por 47 años. Veo que lo leído de él con anterioridad presenta mayor madurez y una actitud de aceptación y conformismo frente a la realidad, que no sólo se nota en los personajes sino también en "la voz" del narrador-autor, que aparece subrepticiamente en sus novelas posteriores.  En esta novela, todavía no aparece esa  "voz".
   No obstante, disfruto en su narración de la extraordinaria capacidad de darle vueltas a las cosas, a las ideas, como si dentro de tu cabeza tuvieras la posibilidad de poner un plato giratorio y pudieras ir viendo las cosas desde todas las perspectivas, con la agudeza de un investigador o cirujano.
....
   Antes de que se acallen los sonidos de las últimas palabras leídas, emprendo la relectura de lo escrito, continúo y remato lo iniciado. 
  La vida, para muchos, no es más que una marcha obligada. Te dieron las instrucciones -o no te las dieron- y te encontraste, de pronto, que eras parte de una masa que camina siguiendo a otros. Como el tamaño de la columna te impide ver a los que van adelante -llámense dirigentes, caudillos, líderes, portaestandartes, jefes de escuadrón - simplemente te dedicas a cumplir con tu tarea, con lo que  se espera de ti: caminar detrás de los demás, ojalá siguiendo el mismo ritmo y la línea, para no transformarte en un problema a resolver o enderezar; eres parte del engranaje total. Es probable que en algún momento de tu vida, tengas la lucidez suficiente para darte cuenta de aquello y tomar una decisión, pero también puede darse la situación que nunca te des cuenta ni conozcas tu número de serie. 
   Es la sensación que me deja la lectura de Claraboya, cuyo título alude a la acción de asomarse a ese intersticio que te permitirá vislumbrar parte de la verdadera realidad (acépteseme la redundancia), a la cual se "asoman" (figuradamente hablando) también varios de los personajes del relato. Sólo hay uno que, en uso del ejercicio  de su libre albedrío (¿¿??jajaja),  toma conciencia de su realidad y no se deja estar, sino que actúa. No le es fácil, pero lo hace, a pesar del cariño surgido con sus arrendadores. En palabras de él, logra "cortar ese tentáculo" surgido (principescamente hablando, logra cortar los lazos; no, más bien, se sustrae de la atracción irresistible que supone  el surgimiento de un lazo de amistad y hace primar la razón). Los demás, son víctimas (la verdad, no sé si realmente son víctimas o no, no sé si hay que compadecerlas o no) de las circunstancias, del ambiente, de sus carencias, de su pusilanimidad, pues, aún teniendo conciencia de una verdad al menos (aunque sea pequeñita; la claraboya no permite tener una clara y amplia visión) no toman decisiones, no gobiernan parte de su vida, simplemente siguen al que va delante, al mismo ritmo, tratando de no entrar en colisión con el de al lado siempre que aquél no "le pise los callos".
   Y de ese momento clave, de ese punto jonbar que decide tu vida futura, tuve un clarísimo ejemplo anoche, cuando casualmente (¿?) vi una película por segunda vezEl secreto de sus ojos. Sólo al llegar al final del film recordé que la escena de la estación, en que Irene corre tras el tren en que se va Benjamín, era la película que tenía esa escena digna del mármol de los enamorados pusilánimes. 
- ¡Guau! ¿Un mármol digno de enamorados "cobardes"?
- ¡Claro! ¡Debiera haberlo! ¡Conozco a varios!
- ¿No estará tu nombre para el mármol?
- ¡No! ¡Debiera estar en el mármol para los valientes!
- ¡Jajaja! Muy autocomplaciente, ¿no crees?
- ¡Creo que no! ¡Me identifiqué con Irene y me dio mucha rrrrabia con Benjamín y pena por ella!
 
 No era esa pena de "pobrecita, no es correspondida, se equivocó, leyó mal las señales"; ¡no! Era esa pena solidaria, de quien ve algo que ha vivido, de alguien que luchó contra las normas, contra el bien hacer y el bien decir, se atrevió y, finalmente, su atrevimiento
(de "atreverse", no de "insolencia") no fue valorado ni entendido por quien debiera. Fue la pena surgida de una empatía que da la experiencia y que, en último término, te permite la tranquilidad de haber actuado, en el verdadero sentido de la palabra. 
   En fin, de la falta de actuación está llena la vida de muchos, se califique como cobardía, indecisión, inseguridad, duda, apatía, indiferencia... "moralidad". 
- A propósito de "falta de actuación"...
- ¡¿Qué!?
- No has actuado mucho hoy día.
- ¿?
- Has estado todo el día en palacio y no has tendido ni tu cama; ¡para qué decir el lavado de loza!
- ¡He estado leyendo y escribiendo! Además, no me refería a esa "actuación"...
 ¡Claro! Tender una cama, lavar la loza, comer, hacer el aseo, no es "actuar". Es simplemente cumplir mecánicamente con lo básico que te permite seguir considerándote, si estás en
tus cabales, un ser humano "civilizado". Junto con ello, es una cuestión de estética. 
¡Obvio! Ofende la vista encontrarte con una cama deshecha, con una pila de loza sucia, con la falta de aseo. Lo reconozco, hoy me ha fallado un poco la "estética", pero como soy "demasiado" humana, me perdono este desliz. Y perdonándome yo, está todo bien. ¿No les parece?

miércoles, 24 de febrero de 2016

En estos días...

   En estos días he estado atenta a la Luna. ¡La he estado vigilando! Con la mirada, con la cámara, con el celular. Pareciera que ella está consciente de la observación y vigilancia. Ha tratado de mostrar su mejor cara. Bueno, la única "cara" que nos muestra, más luminosa que de costumbre. El lunes  quiso engañarme.
El domingo se apareció a las  20,15 horas, mientras que anteayer, lo hizo un buen rato más tarde y estuvo unos minutos jugando conmigo a las escondidas, mientras dejaba ver sus rayos  a través del follaje del árbol gigante ubicado en el centro del grupo de edificios en que vivo. Y yo la vislumbraba pero no podía hacer nada por delatarla.
 En cambio, debí esperar largos minutos que se asomara, lo que hizo sonriente y burlesca. No obstante todas las fintas y elusiones, no pudo escapar de mi cámara, sólo que el contexto no era el mismo (ya estaba oscuro) de manera que su imagen no resultó lo nítida que yo deseaba.
   ¿Era la misma o era otra? Me surge la duda.
Martes 23
  Hace un par de horas terminé de leer la tercera parte -segundo tomo y final- de la novela 19Q4 de Haruki Murakami. ¿Cómo? ¿Recién lo hiciste?, diría mi amiga y con un tonillo un tanto irónico, como dando a entender que estoy perdiendo habilidades para la lectura. Pero no es así. Cuando se trata de un libro que no es digerible y uno está abocada a otras actividades insoslayables, no resulta fácil retomar estas lecturas, pues no basta un "ratito" con ellas. Te exigen un proceso calmado de "inmersión", por lo que no puedes andar con apuros y a la rápida, a medias tintas. Son novelas que te exigen el 100% de tu atención y de involucramiento.
Por ello, aunque anduve portando el kindle con ella, opté por leer otro relato, uno muy digerible: La chica del tren de Paula Hawkins, de la cual, una vez leída, destaco dos cosas (nada más) , no necesariamente positivas las dos: su protagonista y su desenlace. ¿Por qué? Porque  es la primera vez que me encuentro con una  protagonista alcohólica y no deja de ser interesante conocer la perspectiva de un personaje con esta adicción, mientras que el desenlace, resulta  inesperado hasta más o menos los dos tercios de la lectura, por lo se logra darle un aire de suspenso y misterio, que invita a terminar su lectura.

    Sucede que cuando uno viaja en compañía, hay lujos que uno no puede darse. Uno de ellos dice relación con el tiempo personal, del que debe ceder  para compartir con el compañero o compañera; de otra forma, pierde sentido el viaje en compañía.
Así que dejé a mis amigos Aomame y Tengo en stanbyte, congelados, en espera hasta  que estuviera en condiciones de ofrecerles de mi mejor tiempo.
 Por ello, en estos días, ya en mi mansión secreta, pude continuar con el seguimiento de sus vidas, cual dedicado espía.
   Lo anterior me llevó a vigilar la Luna. No quería encontrarme de pronto en un mundo alternativo de dos lunas en el firmamento, como les ocurrió a Aomame y Tengo. Ellos pudieron volver a su mundo original luego de encontrarse a pesar de todo y todos.
- Acuérdate que no hay completa seguridad.
- ¿De qué?
- De que hayan regresado a su mundo  de origen. No te olvides del Tigre de Esso. - ¡Ah! ¡De veras! Queda claro que lograron "escapar" del  mundo alternativo, pero al parecer,  el mundo al que regresan no es exactamente el mismo. Al menos, Aomame observa  un mínimo cambio.
   Me parecieron geniales estas novelas de Haruki Murakami. La presencia de lo fantástico resulta muy interesante, pues uno no puede negarse a la posibilidad de la existencia de un mundo paralelo, independiente de los detalles, toda vez que es una dimensión muy parecida a la nuestra pero no la misma, siendo la clave más concreta la cantidad de lunas.
- ¡Ahora entiendo por qué tanto escándalo con aquella foto de dos "lunas" de anoche! - ¡Jajaja!


   ¡Es verdad! No eran DOS lunas las que fotografié anoche, sino la Luna y Júpiter. Recién hoy me enteré, gracias al aporte de mi amiga Marcela, Profesora de Historia, y de Felipe, el más guapo de mis sobrinos, quien seguramente se lo consultó a Google. Por tanto, y aunque me pese,  anoche no estuve en un mundo alternativo. ¡Sin embargo, no dejó de provocarme inquietud cada vez que observé la luna (lo que hice en varias oportunidades),  verla acompañada siempre, a pesar de seguir avanzando en su órbita! Aquello me hizo pensar que estaba siendo testigo de un fenómeno fuera de lo común.Y no dejaba de tener razón;  yo no estaba "viendo" mal, sino que efectivamente capté un evento astronómico extraordinario; no único, pero tampoco habitual: la conjunción de la Luna con Júpiter.
 
   Y mientras la Luna, a escondidas, orbitaba fuera de mi vista, aproveché mi tiempo para iniciar la lectura  de la última novela que adquirí de Hernán Rivera Letelier- en Tacna-, El vendedor de pájaros. Miércoles 24
   Hoy, al desayuno, al terminar de leerla,  me sorprendió el desenlace. Lo habitual en los relatos de Rivera Letelier es encontrar personajes y acciones transcurridas en el contexto de una Oficina Salitrera (en este caso, DESOLACIÓN), lo que nuevamente vemos aquí, pero todos los acontecimientos, al finalizar la narración, quedan en la bruma de  lo posible, de lo probable, de ser sólo producto de un sueño o "deja vú". Me gustó este cambio, marca una diferencia con sus narraciones anteriores.

   Ya preparada para algo más sustancioso, después tomé la novela Claraboya, de mi ídolo, José Saramago. Fue publicada en forma póstuma, sin ser su última novela. Al contrario, la creó hace más de  62 años, pero sólo en 1989 le fue devuelta por la Editorial a la cual la había enviado cuando tenía menos de 30 años. Le avisaron con 47 años de retraso que podían publicársela. ¡Qué ironía! Sin duda, una respuesta un tanto lenta. Saramago no quiso publicarla en vida, lo que,  finalmente, sus herederos sí optaron por hacer, de lo cual me alegro muchísimo. Espero reencontrarme con su especial mundo narrativo, que he disfrutado en cada una de las 14 novelas que he leído. Ya les contaré. En todo caso, además de leer, seguiré espiando a la Luna, esta noche desde otro punto del planeta, aunque dentro de este mismo mundo.
- ¡Amiga mía! ¡Una pregunta antes del cierre, plis! - ¡Qué sea rápido, por favor!
- ¡Uff! ¡Qué pesada! Aquí va la pregunta: si existiera un mundo alternativo, ¿dejarías éste? - Creo que si tuviera la probabilidad de un reencuentro en ese otro mundo, me arriesgaría.
- ¿Y si el resultado es negativo? - Sólo la esperanza de la posibilidad ya valdría la pena. Total, tarde o temprano, mi-ser-biológico-y-pensante terminará su funcionamiento. Sería un "viaje" voluntario y en posesión de todas mis facultades.
- ¿Estás segura de aquello? - ¿Aquello? ¿Te refieres  a la decisón personal de adelantar el "viaje" o a la posesión de todas mis "facultades"?
- Jajaja. ¡Elige tú!
  

martes, 23 de febrero de 2016

Ofertas de...engaños...


  ¡Ufff! ¡La rabia me sobrepasa, tanto a ratos que me cuesta cambiar los gestos de mi rostro para lograr, con esfuerzo, dibujar una sonrisa. Todo se me ha atravesado hoy lunes (jajaja).
   Partí con unas poquísimas ganas de levantarme, después de haber dejado prendido y abandonado el TV hasta las tantas la noche anterior, luego que mi plan de ver la película "La memoria del agua" se frustró al atascarse el aparato de video y no andar ni para atrás ni para adelante, empacado como una mula (ahora que lo pienso, "empacarse" , sinónimo de taimarse, ¿provendrá de "paco", el apodo de los Sres. Carabineros? Voy a preguntarle a la Real Academia....¡Albricias! Efectivamente proviene de "paco", una palabra quechua, que significa "rojizo" y que alude a la "llama"= animal, no de  fuego ni flama. Ahora, si los Sres. Carabineros son apodados "pacos" porque son parecidos a la "llama-animal", no lo sé, al menos en cuanto al color, ¡de ninguna manera!, salvo que haya por allí un cuidador de llamas daltónico o algo así; entonces podría ser por lo porfiados que sean estos representantes del orden ciudadano, pero tampoco me consta. Además, de acuerdo a lo que cuenta la historia carabinerística, el primero de ellos se llamaba Francisco, cuyo apócope era "Paco" - al estilo español; es decir, todo sería simple coincidencia). Como decía, desenchufé y enchufé el aparato incontables veces, hasta que me aburrí y me dio rabia.  Luego, como no tenía ganas de leer y aún me faltaba sueño, prendí el TV y, a qué hora no me acuerdo, me quedé dormida, apagándolo de manera medio mecánica  tiempo después. 
  Así es que en la mañana aún me duraba el malestar por el impasse del video, porque era un problema  que debería solucionar, más temprano que tarde. Me fui a la ducha y allí pude calmar en algo otro malestar:  la picazón de mis brazos que se han transformado en presas predilectas de algún insecto desconocido (no creo que sea el zika ni el dengue, pues en Rancagua no hay pantanos y no he ido últimamente ni a Brasil ni a Isla de Pascua, ni siquiera a la Avda. Brasil, jajaja) . Una vez vestida y antes de bajar a desayunar, probé un par de veces más con el video. ¡Nada de nada! Lo desconecté y lo llevé, junto con mi bello cuerpo al piso inferior. Lo dejé a mano y me dispuse a desayunar antes de que se me nuble la mente. Luego de hacer unos papeleos necesarios relacionados con las cuentas del edificio, me puse a examinar el artefacto. Como no respondía aunque le apretara todas las teclas habidas y por haber, abrí manualmente el cd room, moví el aparato y de pronto, ¡click!, se abrió el dispositivo, pero, ¡sorprise! : ¡¡¡sin cd!!! Con los sacudones que le di al artefacto el cd había escapado "como alma que se lleva el diablo"(interesante expresión, en otra ocasión la analizaré) hacia una zona de seguridad (jajaja) que no estaba a mi alcance, salvo que decidiera desarmar el video-grabador. Una vez despejado el cd-room, instalé otro cd en la bandeja y probé su funcionamiento. ¡Perfecto! Claro que no lo alcancé a probarlo conectado al Tv. Eso sería tarea  post almuerzo. 
   Con aquel problema solucionado a lo maestro chasquilla (porque no sé qué efecto o consecuencia pueda traer que haga funcionar el aparato con un cuerpo extraño al interior, puede haber un recalentamiento o algo parecido), me preparé para salir a realizar  un trámite, pero antes me comuniqué con el Conserje para entregar algunos documentos. Éste llegó a los minutos con tantas malas vibras por unos perros incivilizados de unos residentes, que me traspasó un poco de su mala onda, lamentablemente. 
   Por ello, cuando fui donde el Corredor de Propiedades, no iba con el alma llena de paz, como hubiera preferido. En todo caso, no hay mal que por bien no venga. Le sirvió al caballero aquel, para que entendiera definitivamente que yo también me enojo por su ineficiencia y que su cuenteo mensual no me lo trago. Le di plazo hasta la próxima semana para que  se pusiera o hiciera ponerse al día al arrendatario. 
  Una vez abandoné la oficina, respiré profundo. No quise volver a casa con aquella carga, preferí vitrinear un poco. Eso es un remedio infalible para cualquier mala onda. Pasé a una tienda y descubrí ya dispuestos y a buen precio unos vestidos, de aquellos que a mí me gustan. Tomé dos para probármelos. ¡Mejor no lo hubiera hecho! 
- ¿Por qué? ¿Te equivocaste de talla?
- ¡No! Eran de mi talla pero de material elasticado...
- ¡Jajaja! ¡Apuesto que te veías como arrollado de huaso!
- ¡Jajaja! Algo así, aunque ambos me cupieron...
- ¡Para qué más, poh! jajaja
   Salí del local, echando pericos contra los diseñadores que usan esas telas (jajaja, es broma). La verdad, tomé conciencia que el kilo y fracción que subí durante este verano, debo bajarlo con urgencia. De otra manera, la ropa que tengo me va a quedar demasiado ceñida. Con esa idea en la mente, pasé al Súper Sta. Isabel que,  en estos días, ha estado promocionando su baja de precios. Frutas y verduras: caras; salmón, caro;..¡uyyy! ¡Tienen pan chilote! ¡Humm, me encanta, pero...! ¡Debes dejar de comer pan!, me dijo mi buena conciencia, pero ¡sólo dos!,  rogó la conciencia traviesa y gozadora. ¡Está bien!, sólo dos, accedió la bondadosa y...permisiva. Pesé mis pancitos y seguí revisando precios. ¡Papel higiénico! Más económico que en Tottus. ¡Bien! Pero, ¡cuidado! Hay que revisar el kilometraje, pardón, el metraje (los metros que mide cada rollo, que ahí suele estar la diferencia) ¡Y claro! Tenían el mismo color, el mismo logo y todo, pero uno tenía dos metros más que el otro y a eso se debía una diferencia de precio que al comienzo no entendía. Elegí el más barato. Cuando en la caja el producto marcó un precio distinto, intermedio entre los vistos, me subió de nuevo la bilirrubina y le señalé a la cajera la diferencia. "Tiene que ir a reclamar a..."¡Nooo! ¡Siempre lo mismo, tienen un valor y cobran otro!", contesté con mucha rabia, que, seguramente no era culpa de la cajera, una tuerca más del engranaje. ¡Ufff! Salí echando humo por las fauces, cual toro de lidia. 
   Sumando y restando, decidí regresar de inmediato a la tranquilidad de palacio. Ya estaba bueno de rabias. 
    Llegué y, luego de ordenar las compras, me dispuse a saborear uno de los  panes chilotes que había comprado. En los días que estuve en Valdivia, había degustado de este mismo pan, absolutamente delicioso, con unos sabrosos chicharrones en su interior y una masa exquisita, que me recordó mi niñez en el campo. Mordí mi pancito: no estaba mal la masa, pero no capté sabor ni aroma a chicharrones. Para salir de la duda, lo desmenucé y nada. No había ni una mísera ni minúscula miga de chicharrón y aunque hice la prueba de ponerle un gorrito chilote, la verdad, NO era pan chilote, aunque lo vendían como tal. 
...
  Hoy es otro día. Estoy en paz (no en La Paz, por suerte, aunque me hubiera gustado ver en terreno todo lo sucedido y lo que está sucediendo en aquel lugar, donde el Evo sigue con la esperanza de ganar, actitud típica de los caudillos  populistas). Para vuestra tranquilidad también, el día de ayer, luego de regresar a palacio, terminó muy bien: leyendo, escribiendo, compartiendo con mi amiga Anita un par de horas y, luego, de corolario, viendo la actuación de Edo Caroe. ¡Guau!
-  ¿Arriesgará demanda con todo lo que dijo? ¿Qué opinas?
- Creo que en la actualidad, así como están los medios, dudo que alguien se atreva. Sería como tratar de apagar el fuego o fueguito, con bencina.
- Yo también me reí bastante, pero hubo momentos en que mis labios pronunciaron más de un "¡Oh!" de asombro. 
- ¡Chócale! Indudablemente no pueden acusarlo de mentiroso, pero, para mi fino gusto, abusó de la chabacanería y de los gestos obscenos. Claro que hay mucha gente a la que le gusta eso.
- ¡Claro que sí! Además, hay que entenderlo como un recurso que pretende también provocar una reacción en el espectador, ya sea a favor o en contra, pero una reacción. Claramente lo dijo el mismo Edo. 
- Para mi gusto, se le anduvo pasando la mano con dos personas: con Marcelo Lagos y con la Presidenta. Las autoridades hay que respetarlas, aunque uno no esté de acuerdo con ellos. Eso me enseñaron desde chiquita y lo mantengo como principio. Lo digo por la Presidenta. ¡Ah! Y eché de menos que no mencionara al MEO.
- ¿A Marco Enríquez-Ominami?
- ¡Exacto! Sííí, quien vendió su alma al diablo y ahí está, "piolita", haciéndose el "cucho". 
- O sea, ¿se transformó en un nuevo Fausto?
- ¡Metafóricamente hablando pues! Acuérdate que aceptó -¿o pidió?- para su candidatura, aportes de SQM, a cargo de Ponce Lerou, yerno de Pinochet, máximo enemigo de su familia. 
  En fin, a Edo le faltó tiempo ... o es "progresista". Más de algún comentario habrá en los canales, pues harto material les dio, aunque, la verdad, no creo que profundicen mucho, no les conviene. 
   Así pues, después de un pésimo inicio de día lunes, en que la mala onda, la negligencia y el engaño estuvieron a la orden del día, resulta gratificante terminar con la grata conversación y la confirmación de que no son ideas de uno nada más; efectivamente en nuestro mundo hay cosas que han cambiado para mal. Por ello, tendré que estar atenta, para no caer en la desesperanza ni en la imitación, así como tampoco en la resignación ni el desaliento. No soy oveja, ni ave de corral. Soy persona, aún pensante  y con decisiones propias...¡Así que puedo elegir qué matinal ver! (Jajaja, es broma, los detesto,...pacíficamente, se entiende).

sábado, 20 de febrero de 2016

Entre gallos y chilcos...


   Puede no haber mucha gente en Bahía Murta, ni malls, centros comerciales ni galerías artesanales, pero que hay gallos (y bien "agallaos") los hay,  y chilcos  y más chilcos, plantas de mosqueta, además de chaura y otras, pero no de murta. Alguien se equivocó, pero ya no importa. Total, la chaura se parece a la murta y "errare humanum est".  

   Resultó curioso escuchar el canto de los gallos en cualquier momento del día, y verlos, al recorrer el lugar, como si fueran guardianes de cada casa, a la entrada de los cercos de las viviendas, casi en lugar de los canes. Y fue allí donde nos enteramos que los pavos y los gallos "no se pueden ver" (jajaja), a pesar del todo el espacio existente, que permitiría que cada cual pudiera tener su propia parcela. 
A pesar de ello, vimos una escaramuza en toda regla entre ambas especies en que el Sr. Gallo ganó por puntos. Otro día, el enfrentamiento tuvo un resultado absolutamente distinto, pues el gallo, que no era el mismo ya mencionado, optó por escapar, con la premisa de que soldado que huye sirve para dos guerras (¡qué cobarde!, jajaja) . En fin, cada loco con su tema...
  En cuanto a la flora, nunca habíamos visto tanto chilco junto, lo  que le daba colorido al camino, en toda la región, aunque en Bahía Murta, esto resulta elevado a la potencia "n". Y aprendimos a que también era posible alimentarse de esta planta, pues los frutos son comestibles y, además de parecerse a unos minúsculos pepinos, tienen el sabor de tales. La verdad no son muy sabrosos, pero en caso de hambre, alimentan. 

  Las plantas de mosqueta son también numerosas, lo que teóricamente hace pensar que las murtinas (mujeres habitantes de Murta) deben ser expertas en mermelada de mosqueta, una de las más difíciles de elaborar, pero también una de las más ricas. Recuerdo haber ayudado a mi madre en la fabricación de esta mermelada cuando era adolescente, pero no dejo de pensar en que no me gustaba para nada, pues las manos quedaban llenas de espinas, que por lo finísimas no resultaban fáciles de extraer. 
Último día en Bahía Murta
  El último día que estuvimos a orillas del Lago G.Carrera felizmente no llovió. Las actividades fueron esencialmente dos: asistir a un almuerzo en casa de un familiar de Ruth (es decir comer  carne de diferentes tipos, hasta de chivo; estaba sabrosa) y hacer trekking.
- ¡Jajaja! ¡Trekking! ¡Ja! 
- ¡De verdad!
- ¡Qué chistosa!
- ¡No, para nada! Hicimos trekking para ascender a una meseta cercana a la localidad, con el correspondiente equipamiento y , luego, al regreso, bajamos por el medio de bosque; todos, unos verdaderos deportistas extremos, jajaja. 
  Fuera de bromas, fue un buen ejercicio, toda vez que lo que habíamos comido no dejaba de ser contundente y abundante. ¡Hasta postre de casatta habíamos degustado!¡Ufff!  Así que fuimos provistas de bastones para trekking y nos dirigimos camino a la Meseta de Bahía Murta. Iniciamos la aventura  por la parte fácil, es decir, por el camino ya existente, seguramente construido por diferentes personas con la misma idea nuestra u otras, que lo hicieron por necesidad o, tal vez, fue tarea de animales con sus guías (¿o es al revés y son los murtinos los que se aprovecharon del sendero creado por los animales? La verdad, no es relevante y no me dediqué a averiguarlo. ¡Es que sólo estoy para las grandes cosas, jajaja!)
   A pesar de que el trayecto tenía la pendiente adecuada igual debimos ir subiendo por tramos, aprovechando las detenciones para tomar fotografías del lugar y para examinar la flora. Fue así como nos encontramos con algunas plantas de calafate aunque sus frutos  ya estaban secándose. ¡Tate!, me dije (rima con "calafate", jajaja). Pasaré al regreso a buscar estos frutos para llevar a palacio y hacer alguna preparación gourmet. Lo dejé anotado en mi memoria ram y continué caminando con los demás expedicionarios. Una vez en la meseta, había que cruzarla y bajar por el lado contrario, en medio de un bosque, con mucho menos inclinación que lo ya realizado.
Pasamos cerca de unos novillos, lo más respetuosamente posible, para no despertar el animal que llevan dentro, nos topamos con unos bandurrias que nos miraron con sospecha pero no levantaron el vuelo, con un pequeño rebaño caprino, que arrancó a perderse apenas nos vieron, apresurándose en bajar la meseta a velocidad casi supersónica (jajaja)
Estábamos descansando de nuestra caminata y ya eligiendo el lugar del descenso cuando escuchamos unos balidos desgarradores.
 "¡¡Beeeeeé, beeeeeé!!"   ¡Era una chivita que había perdido su rebaño y que corrió hasta nosotros buscando su familia! Nos impresionó su desesperación, que no sólo se tradujo en balidos, sino también en carreras y saltos dirigidos a nuestras personas. Le hicimos saber por donde habían bajado sus parientes, le reprochamos su descuido, pero, al parecer, no nos entendió; seguía balando desgarradoramente.

 Aprovechamos que  se alejó un momento y comenzamos a bajar, pero de un par de saltos, estuvo cerca. Rápidamente comenzamos a bajar, "no vaya a ser cosa que a esta cabrita le dé por atacarnos!", nos dijimos. Pero ella, con un par de brincos, comenzó también el descenso y, en tres tiempos, ya había desaparecido de nuestra vista.

   No fue muy fácil el recorrido. El sendero, si se puede llamar así a aquello, estaba un tanto resbaladizo y más de un traspié sufrimos, pero logramos llegar al plano, que nos llevó al lado de  una antigua pasarela, ya deteriorada, sobre el Río Resbalón.
 De allí pasamos a la carretera, por lo que el resto del camino de regreso fue miel sobre hojuelas. Pero, como el trayectos era distinto al de la subida, ya no pasamos por las plantas de calafate que vimos al inicio. No obstante, como esta Principessa es de ideas firmes y decisiones permanentes, llegó a su lugar de hospedaje, buscó un envase y ...¡partió, cual cazadora a un safari, a cosechar calafates! (Jajaja).
     Logré un buen resultado, lo que justifica todos los rasmilladuras en las manos y brazos, para quitarle a la planta  sus frutos, luchando también contra unas abejas que habían pensado lo mismo que yo (o casi lo mismo, jajaja)
  Día lunes 15
  El Día de los Enamorados ya había terminado, el lunes había llegado y era hora de abandonar nuestro lugar de estadía y a los amables anfitriones murtinos. Iniciábamos el trayecto hacia la ciudad de Coyhaique 
   El camino se desarrolló sin mayores novedades (hasta Balmaceda ya lo conocíamos), salvo varias detenciones en el camino por los arreglos que en la Carretera Austral se están llevando a cabo, un furgón utilitario volcado  y muchos ciclistas haciendo eco-turismo en el camino. Tuvimos una gratísima sorpresa  cuando nos encontramos con una pareja casi octogenaria realizando el recorrido en ese camino de ripio, con innumerables curvas, subidas y bajadas. ¡Guau!, nos dijimos, ¡qué lección de vida!
    Casi después de 4 horas de camino, llegamos a Coyhaique, lugar donde ya había comenzado a caer algo de lluvia. Luego de quedar instaladas en un Hostal bastante céntrico, nos despedimos de nuestros compañeros de viaje -Juan Carlos, Ruth y Diego-  y nos hicimos nuevamente únicas responsables de nuestras vidas (jajaja)
   Lo primero era la primero: instalarnos, pero como la habitación aún no estaba preparada, pasamos al servicio higiénico (¡espectacular!),  dejamos nuestros equipajes y salimos a recorrer la  ciudad. Aunque yo no la conocía, mi hermana la había visitado en una ocasión pasada, así que algo recordaba de sus características.
 La verdad, la ciudad de Coyhaique no me atrajo mayormente, aunque el Paseo Peatonal y la Plaza aparecían como sus mayores atractivos (en lo que pudimos recorrer, que no fue mucho). Luego de recorrer una Feria Artesanal y comprar algunos pequeños recuerdos, nos dimos a la tarea de buscar un restaurant. Sólo habíamos tomado café al desayuno y el hambre "arreciaba". No son muy baratos los locales, así que buscamos uno mediano y nos servimos un rico chacarero con shop (lástima que no era kunstmann; era casi aguado, peto a falta de pan....). 
   Terminamos el día sin pena ni gloria, madrugamos al día siguiente, desayunamos servidas como principessas por un joven buenmozo y nos subimos al transfer a la hora señalada, para llegar hasta el Aeropuerto Balmaceda, donde llegamos sin novedad, nos embarcamos, volamos (el avión voló, nosotras íbamos dentro, jajaja), llegamos al Tepual, un bus nos llevó al Terminal de Buses Puerto Montt y emprendimos el regreso en menos de media hora, para llegar hasta La Unión, lugar de residencia de mi hermana, a las 16 horas.  
   El miércoles viajé a Valdivia, junto a mi hermano menor con su familia, con quienes compartimos una rica parrillada unionina ese mismo mediodía, en la mansión de my sister, en un lluvioso pero alegre día familiar. 
El jueves pasó "volando", entre la visita a mis padres y un viaje familiar a Niebla con un rico almuerzo en la Feria Gastronómica de ese balneario  
y una visita al Fuerte de Niebla, llamado Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus (jajaja, ¡el nombrecito!), el que fue remodelado con unas escaleras y pasillos metálicos, que logran su objetivo de preservar el valioso monumento histórico de la dañina acción humana, pero que resulta un atentado contra la armonía del lugar y del tipo de monumento (los pasillos debieron ser de madera, aunque su durabilidad fuera inferior). 
El viernes (último día de esta hija ilustre de Valdivia en dicha ciudad) nos juntamos los hermanos que pudimos (cuatro de los seis) y compartimos un almuerzo con productos del mar  encontrados en la Feria Fluvial Valdiviana: caldillo de mariscos y salmón a la sartén con verduras salteadas, todo muy rico, como que lo preparé con ayuda de my síster.
   Hoy es sábado 20. Ya estoy en palacio. Llegó el momento de volver a la normalidad, a la pausa, a la vida hogareña individual. Estoy contenta de regresar y también feliz por todo lo compartido, por la experiencia adquirida, por las personas y los lugares conocidos. Guardo en la retina maravillosos y coloridos paisajes color turquesa, verde, azul y de distintas tonalidades de café y amarillo; guardo en mis oídos el sonido de la lluvia, de los torrentes de agua, del canto de las aves, de la música andina así como de los chamamé, de los bocinazos de los vehículos de Tacna, La Paz y Copacabana; siento en mi mente y en la yema de mis dedos el ritmo  del baile y la música frenética como de la vida tranquila y pausada de zona austral. Vuelvo a mi vida  enriquecida, más sabia si es posible (jajaja), a este mundo construido con mis seres más queridos, que a pesar de la ausencia, los tengo conmigo. Es hora de degustar lo vivido, de evaluarlo y prepararse para el invierno que está a la vuelta del siguiente día.