jueves, 10 de septiembre de 2015

Ya no quedan príncipes....

   ¡Antes era posible amar...!
   Esos eran otros tiempos, tiempos en que el corazón bullía y anhelaba ese poderoso sentimiento, no le encontraba el sentido a la vida si no era "sintiendo" por alguien esa atracción, ese llamado, ese entregarse... Eran otros tiempos...

   Tiempos que ya no son... Ya no es el momento, el corazón se estancó, sigue respirando pero ya no duerme ni sueña, ya no vibra, ya no espera, ya no anhela... El hombre perfecto es una utopía, es sólo el compendio de todos los anhelos de una mujer perfecta (jajaja), que ha asumido que la otra cara de la medalla refleja también su cara y no la de un congénere del sexo opuesto. El perfect-man no existe, es sólo una quimera, una  proyección, un holograma (hablando en terminología tecnológica),  un fuego fatuo...Otras dirán que el hombre perfecto es el hombre dormido, el hombre callado, el que abre la billetera y no exige explicaciones... No es mi caso, esos hombres pseudo-perfectos no me interesan ni ahora ni antes. 
    Antes era posible amar o creer que uno amaba. Ahora ya no. Antes había Príncipes, ahora, al igual que el Viejo Pascuero, han desaparecido... Además, ahora los ojos están bien abiertos (la Bella ya no duerme): viene de vuelta de todo, la mirada es más inquisitiva, ya no hay asombro en ella. Son muchas las  cosas y personas vistas de diferente procedencia y forma durante el decurso de la vida, así que  ya es más difícil equivocarse. Ya no mira con los ojos y la boca abierta (jajaja), a la manera ingenua y esperanzada. Ahora mira con la boca muy cerrada y con los ojos medianamente abiertos, pues no necesita más: los otros sentidos le ayudan a complementar el escaneo del posible-príncipe. 
   Por ejemplo, puede complementar su mirada con  el olfato, a través del cual no sólo captará los malos olores del aseo a medias, de las frituras, del humo del cigarrillo, de la humedad en la ropa, de la halitosis, sino también los aromas gratos: el olor a limpio, a afeitado, a ropa aireada, a no fumador ni bebedor. 
   Sus oídos también le ayudan, indudablemente. Oye la palabra bien pronunciada, los términos bien utilizados, vocabulario de uso poco común, todo lo cual  le permite darse cuenta si aquel especimen lee algo más que la portada de La Cuarta, si ve algo más que el Canal del Fútbol, si revisa alguna otra página que no sea Faceboock. Al contrario, también podrá,  a través de sus expresiones,  detectar, tal vez, que no pronuncia las "eses", que utiliza erróneamente un verbo o alguna otra palabra, que se le sale más de un "ón" en la conversación, que repite frases clichés, que hace abuso el doble sentido,  que usa un vocabulario reducido a la mínima expresión y que sus temas de conversación son más bien de la farándula o del balón-pie.
    El tacto y el gusto ya son más difíciles de utilizar con una persona que uno recién comienza a conocer (jajaja), menos si parece más sapo que príncipe.  A lo mucho,  entrará en contacto con él en el momento del saludo o presentación, si acaso este rito de las buenas costumbres aún se utiliza en su ambiente y según el contexto en que se produzca el primer encuentro o contacto. No obstante, con los anteriores sentidos (la vista, la audición y el olfato, además del sexto sentido que tienen las Principessas, la intuición femenina) ya es suficiente para "calar" al prospecto y darse cuenta que no tiene nada de perfecto, no es príncipe sino batracio, o, si tal vez se acerca a la perfección, deja de serlo cuando se entera que no es un hombre libre, es decir, ya es un rey con un kingdom en que ya no hay cabida. 
    En conclusión, Principessa Durmiente, es hora de la vigilia, no para esperar pues ya no tiene sentido, sino para ver el mundo pasar, simplemente. Para observar y darte cuenta de qué manera la fiesta de disfraces sigue desarrollándose y hay que seguir jugando si no quieres perder contacto con la realidad. 
- ¡Es tiempo de vals, tiempo para soñarrrrr! , como canta Chayanne o, "¡A otra cosa, Mariposa!", como dijo alguien que no es Chayanne, jajaja. 

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