miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lo que hemos perdido...¿o ganado?

   Mientras "pegaba"  o cosía un botón en mi delantal, pensé en la cantidad de tiempo que no realizaba una actividad como aquélla. ¡Ya ni me acuerdo desde hace cuándo que no tomaba una aguja, le enhebraba el hilo, procedía a hacerle un nudo en uno de sus extremos y lo introducía en el género para lograr como resultado dejar adherido el botón a la tela, sujeto por las puntadas del hilo dados con la aguja, al traspasar  el género de lado a lado, introduciéndola, junto con el hilo, en los dos, tres o cuatro agujeros del botón (diablos, de veras que también hay botones con un agujero, jajaja). 
   Y de pronto me detuve a pensar (porque para pensar hay que detenerse, de otra manera, las neuronas no trabajan en aquella idea,  pues se distraen en otros menesteres) en la serie de acciones que eran habituales antes de esta revolución del mercado, del auge de las comunicaciones, del desarrollo casi explosivo de  la tecnología, de la globalización transformada en realidad. 

   ¿Hemos ganado o hemos perdido con todo lo anterior? 
   Creo que algo hay  algo de ambos. 
    Partamos por lo positivo. ¿Qué hemos ganado? 

   Indudablemente, hemos ganado en la menor cantidad de tiempo que usamos en realizar algunas tareas domésticas (por ejemplo, en la preparación de la comida; ahora todo viene preparado: las papas vienen peladas, cortadas y precocidas, ¿qué más podrías querer?), en el aumento de la comodidad y bienestar,  en la disminución de tareas domésticas (hay algunas que han desaparecido y otras que están por hacerlo: pasar virutilla a un piso, encerarlo y abrillantarlo es cosa del pasado),  en mayor y mejor tiempo de descanso y ocio, en el mayor acceso a bienes y servicios, en tener una mejor salud,  en la posibilidad de realizar  cosas impensadas  hasta hace algunos años...

   Hemos ganado en el acceso al conocimiento (información), en la rapidez de la comunicación con cercanos y lejanos, en la variedad de las entretenciones sanas y no tanto ....y otras tantas cosas más.
   Pero, al contrario, ¿qué hemos perdido?
  La calma, la parsimonia, la mesura, la tranquilidad para hacer las cosas y para disfrutarlas.  Todo es rápido, urgente, para ayer, no hay tiempo para pensar y sopesar las decisiones. 
  Hemos perdido el contacto con lo natural, la visión del proceso completo, una perspectiva más amplia y global de las cosas y de los fenómenos. En la actualidad los jóvenes y niños sólo conocen el resultado de muchas cosas, el producto final, sin saber ni interesarse en las etapas anteriores. 

 Hemos perdido el tiempo dedicado a la conversación personal, al intercambio de ideas, a compartir la vida cotidiana frente a frente. No deja de escucharse expresiones como :  "¡No hay tiempo! ¡No tengo tiempo! ¡Prefiero chatear y utilizar las redes sociales!"
   Hemos perdido el verdadero sentido de la amistad,  el interesarnos por el otro, por lo que está viviendo y pasando, ya sea feliz o ingrato. Tenemos cientos de amigos ...en facebock, algunos de los cuales apenas conocemos...
   En fin...
   Y así, suma y sigue...
   Por ello, el simple acto de reponer un botón en un delantal significa un quiebre en este mundo tecnológico en que casi todo es desechable. Es una oportunidad y un asomarse por ese espacio que tuvimos cuando niños y que los jóvenes de hoy prácticamente no conocen y de cuya falta dan cuenta sus actos. Es un pequeño teletransportador a ese mundo feliz, ya perdido entre tanto aparato metálico o plástico.

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