lunes, 14 de septiembre de 2015

Cuando las historias no tienen fin...

 
  Mientras mis discípulos desarrollaban una guía que yo ya conocía de memoria y que no era necesario repasar para corregirla posteriormente, me dediqué a terminar las últimas páginas de una novela que había estado leyendo por curiosidad. No son tan de mi gusto estas historias de elfos y esos seres maravillosos (salvo Harry Potter) pero quise saber de qué se trataba. Estuve a punto de dejar abandonada la novela en la mitad, pero tuve un sentimiento de culpa muy profundo, que es el mismo que me ha  perseguido desde cuando era niña, adolescente y, posteriormente,  adulta : una vez que comienzo a leer un libro, no puedo abandonarlo. ¡Aunque no lo crean, me invade un tremendo sentimiento de culpabilidad y me obligo a terminarlo! Así leí muchos libros que me prestaron en alguna ocasión (una profesora que tuve y que fue mi mentora para elegir mi profesión) o los que tenía que leer por exigencia académica.  Logré retomar La sangre de los Elfos y, habiendo recuperado el entusiasmo lector gracias a la continuidad de la lectura, me encontré leyendo las últimas páginas el sábado como a mediodía. Sin embargo, ocurrió lo peor que podía pasarle a una lectora como yo:  la historia quedaba inconclusa. ¡Nooooo!, me dije internamente, al estilo Pamela. ¡No puede ser! ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo recupero la normalidad de mi vida, si no me entero del final de la historia? 
    A la fecha no he tenido tiempo de buscar en san google. Preparar la estadía de mi hermano, compartir con él en estos escasos dos días (más  bien día y medio, por mi trabajo) han sido prioridades insoslayables. Junto con ello, la graciosa compañía telefónica  que me provee de acceso a internet me avisó a comienzos de semana que ya había gastado toda mi capacidad de datos, por lo que la velocidad bajó como quien dice al equivalente  al paso de una tortuga. Hay que rezar varios Padres Nuestros y no sé cuántos Ave Marías esperando que se abra una página. ¡Jummm! ¡Y por ese servicio pago casi 40 lucas! 

    Así que hoy he decidido comprar un turbo por tres días y buscar hasta debajo de las piedras (en internet se entiende) hasta encontrar la continuación de la historia. 
   Lástima que no se pueda hacer esto con todas las historias...Definitivamente hay historias que no tienen fin, que han quedado inconclusas y que no es posible cerrarlas... Simplemente quedarán per secula seculorum de esa manera. ¡A veces, tal vez sea mejor!


"...ya eché abajo mis puertas..

Ya no te espero
ya estoy regresando sola
de los tiempos venideros...
Ya sé bien cuándo y cómo...
Ya no te espero...
Ya no te espero..."

   Sin duda, ya no lo espero.
- ¡Humm! Principessa,  ¿ése es un mensaje subliminal,  jajaja?

- Sí,  de mi parte, cariñosamente, para alguien, jajaja
- ¿Se podrá saber para quién? 
- ¡La curiosidad mató al gato!
- ...y al ratón, y a todos los animales de este mundo...! 
   ¡Imposible! 
   Esta historia y otras  se quedaron sin final. Algunas, por desgaste y empobrecimiento naturales de las relaciones que no son cuidadas o tratadas descuidadamente; otras, porque uno de los dos prefirió mantener el status quo paralelo. 
   Hay momentos en que el hombre o la mujer se ponen flojos, se resignan, pierden la esperanza y el deseo de salvar una relación. En casos como éste, por mucho esfuerzo que haga el otro, el final es el término del lazo afectivo. Y así, nos encontramos nuevamente con una historia sin fin, inconclusa, que pudo ser y no fue. 
   Y a veces, uno se pregunta, como en una especie de Ucronía: ¿qué habría pasado si yo hubiera hecho esto y no aquello? ¿Si él hubiera actuado de esa manera y no de ésta? 
   Recuerdo que cuando adolescente solía soñar despierta, inventando toda una historia amorosa sobre una base tan débil como el intercambio de miradas. Y aquello, junto a las lecturas que realizaba, poblaban mi mundo de felicidad. ¡A veces se es feliz con tan poco! Pero más adelante, se impuso la realidad y las ensoñaciones ya no fueron posibles ni tampoco recomendables. ¿Para qué? Había que pisar tierra firme y seguir adelante...
   Son los aprendizajes que la vida te entrega o que tú le quitas a la vida...o ambos...

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