domingo, 19 de abril de 2015

Se acerca el Otoño...¡No...ya llegóóó!

   Hoy sentimos los primeros fríos  en nuestra ciudad, absolutamente otoñales. ¡Felizmente, por un lado! La tierra, dirían los ecologistas, "clama" por agua... o humedad, más que sea. Necesita renovarse, nutrirse nuevamente, para reiniciar el ciclo.
   ¿Y qué pasa con nosotros, los humanos de este rincón del mundo?
   Necesitamos también un cambio de estación, humedad para nuestra piel (¡¡las arrugas ya van apareciendo!!), menos temperatura que nos permita trabajar más despiertos y animados y también, ...¡la renovación de nuestro clóset!  ¡Sobre todo lo último! (jajaja)
   Pensar que antes el mundo estaba polarizado y lo sigue estando en ciertos sectores (bien sabemos del Polo Ártico y del Polo Antártico...¡Humm! Brillante deducción).


   Sucede que hay muchas verdades, aseveraciones o no, que de tan sabidas, a veces no se tiene conciencia de ellas. 

   Decía que este espacio en el que vivimos estaba como dividido en dos, en  tiempos pretéritos: entre el bien y el mal, entre lo blanco y lo negro, entre la civilización y la barbarie; indudablemente teníamos una visión maniqueísta del mundo.
   Estos extremos también se reproducían en el ámbito climático: había  algunos territorios muy helados (¡brrrr!) y otros extremadamente calurosos. Las estaciones, prácticamente sólo dos, duraban años cada una. De ahí que una de las clásicas expresiones de gran preocupación de Ned Stark  "Se acerca el Invierno" se debe entender en ese contexto, pues ellos, por vivir en un territorio cercano a uno de los Polos (no tengo idea a cuál) conocían los sutiles cambios que iban produciéndose en el medio ambiente y que anunciaban el cambio de estación.
   Investigando la cercanía a la verdad de esta información literaria, doña recurrió a sus habilidades quirománticas, a la observación de las nubes y palomas, al examen de las hojas de té (jajaja, casi como un personaje de García Márquez), escudriñó cómo se amontonaban las motas de polvo en cada esquina de su palacio y en los muebles  estilo Luis XV, para encontrar la inspiración necesaria que le permita ver en lo profundo. 
  Pero, a pesar de encomendarse a todos los Santos habidos y por haber (¡son harrrrtossss!), no pudo ver a través de la oscuridad (requería una linterna potente que no tenía).
  Por ello, recurrió a la Nube virtual (cloud) para encontrar la respuesta a las preguntas fundamentales y prioritarias. 
  "Y la montaña me habló" diría alguien (jajaja), pues a mí la nube me habló
   Me dijo que hubo un período que comenzó en la Edad Media, llamado "Pequeña Edad del Hielo", que se extendió desde el siglo XIV hasta mediados del siglo XIX, con una baja importante de la temperatura en toda la Tierra. En esa "pequeña" época es en la cual está ambientada temporalmente Juego de Tronos.

  (De pronto uno se da cuenta cuánto se aprende cuando hay motivación! Sin duda, es la mejor estrategia para lograr el aprendizaje: la motivación y el interés.  Despertar en los discentes estos impulsos y fuerzas energéticas son claves para lograr éxito docente)

   Decía que en aquella época distante, los veranos o los inviernos duraban años. El mundo parecía más fácil, más estable, menos cambiante; parece también que más entretenido (aunque también peligroso, al parecer). 
- ¡Hablando de "entretenidos"!
- ¡Hello, amiga mía!
- Hola. ¿Apareciste?
- ¡Yes! ¿Qué se cuenta?
- Estaba haciendo unas averiguaciones interesantes...
- ¡Humm! ¿Algún problema? ¡Aquí estoy...para ayudarte!
-¡Ja! ¡No necesito consejera ni psicóloga, muchas gracias,... ...ni siquiera un "paño de lágrimas"!
- ¡Paño de lágrimas! ...Pensar que antes se usaban "paños" o "pañuelos" para enjugar la lluvia de los eyes.
- ¡Jajaja! ¡Los Pañuelos! ¡Pasaron a la historia! Yo tengo varios (contabilicé 16), pero guardados ya como verdaderas antigüedades; incluso encontré dos sin usar, nuevitos, de paquete...
- ¡No me extraña! En este mundo de lo desechable y de lo fácil, los pañuelos son sólo recuerdos de un tiempo ya dejado atrás ...y víctimas de la globalización
- ¡Cierto! ¡Y tanto que los cuidábamos nosotros! Te cuento que cuando pequeños nuestra madre nos enseñó a marcar nuestros pañuelos con el cuesco de una palta (para recuperarlos si se extraviaban; no se podían comprar cada mes).

- ¿Cómo los "marcaban"?
- Poníamos el pañuelo sobre el cuesco (así como para zurcir calcetines, otra actividad que en la actualidad sólo deben hacer algunas madres y abuelitas) y con la punta de una aguja íbamos dibujando nuestras iniciales con puntitos, pinchando el pañuelo, atravesándolo y llegando al cuesco con la aguja. La tela del pañuelo se iba manchando inmediatamente, como si fuera tinta indeleble. ¡Casi como un tatuaje! 
- ¡Lindo recuerdo! ¡Recuerdo también qué, además, tenía una connotación muy romántica aquella prenda!
- ¡Sí!, desde las épocas en que las damas dejaban caer o le entregaban su pañuelo al caballero que les quitaba el sueño, y aquel gentleman favorecido lo guardaba como un preciado tesoro! (suspirossss).
- ¡Jajaja! Te surgió la veta romanticona...
- Eran otros tiempos, sin duda...Los jóvenes de hoy, en cambio, ya no usan este adminículo tan útil en el pasado; quizás ni siquiera lo conocen.
- ¡Es que todo ha evolucionado! No puedes dejar de reconocer que era un verdadero "cacho" tener que lavarlos, especialmente cuando uno se resfriaba...
- ¡Huácala! ¡Cierto, ahí no servía la lavadora automática; no quedaba otra que escobillar...y escobillar...!¡Qué tiempos aquellos!
- Oye...¿Qué se habrán hecho las fábricas de pañuelos? ¿Se habrán declarado en quiebra o cambiarían de rubro?
- De todo un poco, creo yo...

  Con ellas (las fábricas) y hasta con las personas ha pasado lo mismo. Los más antiguos saben que antes (no yo precisamente, jajaja) ,por ejemplo, era muy bien visto trabajar toda la vida en una misma institución y cumpliendo el mismo cargo o función (¡uyy, me salió verso!). Era motivo de orgullo para muchos haberse mantenido durante toda su vida laboral en un mismo puesto. En la actualidad, aquello se considera más bien nefasto. Supone inmovilidad, escaso afán de superación, conformismo, nula capacidad de emprendimiento, baja competitividad. "los tiempos cambian", dirán algunos, pero no es así. No es el tiempo el que cambia: es la historia y la intrahistoria; son las costumbres, los valores y las actitudes las que van variando. 
   El cambio es parte de nuestra vida cotidiana y se nota. El mundo actual, con todas sus ventajas y desventajas, nos exige un ritmo de vida más rápido y, nos guste o no, debemos adaptarnos, tanto a las transformaciones sutiles, como a las violentas a veces, a las externas y concretas como a las interiores y muy personales. 

   El verano ya es un recuerdo; las temperaturas superiores a 30 grados han quedado atrás por el momento, un nuevo ciclo comienza y habrá que abrigarse y gozar de lo hermoso que también nos trae. Así que, bienvenuti , Sr. Otoño, pase usted...

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