lunes, 26 de enero de 2015

De Safari...¿en Àfrica?---¡Nooo, pero cerca, jajaja!

Martes 20 
   Día de descanso, día del cuidado de la salud y del cuerpo. Tanta actividad requería un merecido descanso y la necesidad de un regalo para sí mismas. 
   Junto con ello,  tomaron la sabia decisión de cambiar de hábitat, así que ambas se fueron a otro  aposento de palacio el mismo lunes en la noche. En la variedad está el gusto, dicen..., jejeje. 
   Luego de sus abluciones matinales de purificación, jajaja, decidieron mejorar su dieta alimenticia aprovechando unas recetas, gentil auspicio del Tottus, e incursionar en la elaboración de jugos, obviamente con los productos existentes en las despensas de palacio. El primer experimento estuvo a cargo de doña Gladys Edith. Resulta que quedaba algo más de medio melón tuna, que resultaría difícil consumir entre las dos, así que se transformó en el elemento base de sus experimentos:
 Jugo N° 1 : melón tuna con frutillas. ¡Exquisito! (al anochecer del martes) 
Jugo N° 2: melón con zanahoria, con unas gotas y ralladura de limón más una pisca de pimienta y un chorrito de jugo de frutilla. ¡Delicioso! (al desayuno del día miércoles, preparado por doña Principessa)
- ¡Ella, tan gourmet! Jajaja.
Jugo N° 3: melón (lo último que quedaba, jaja) con cerezas y frutillas (miércoles en la noche, a cargo de doña Princess). En este caso, la evaluación no fue excelente, pues las cerezas, al ser congeladas, pierden el sabor natural. 
   Cabe señalar que lógicamente a cada jugo se le agrega la mitad de agua mineral sin gas o ligeramente gasificada, dependiendo de los gustos y 2 ó 3 cucharadas de azúcar. 
  Durante este par de días no tuvieron que preparar almuerzo, no porque estuvieran a dieta (¡vaya que no! ) sino porque la parrillada de finalización del Aquelarre fue tan abundante que sirvió para alimentarles tres días (ya salían caminando los últimos trozos, eso sí, jajaja).
- ¡Nooo! De verdad, la parillada quedó exquisita...Los últimos trocitos fueron rebanados y sirvieron, junto a una palta, para alegrar la once del miércoles. ¡Mmmm! 
   Pero aunque no cocinaron el principal,  sí se dedicaron a preparar las ensaladas y postres, para degustarlos con toda parsimonia en la terraza de palacio.
     ¡Ah! Casi se nos olvida : cada participante de este magno evento familiar recibió un merecido distintivo : un par de aros colgantes muy "ad hoc", del color de su preferencia. En la fotografía se ven los aros-brujilda, creación de una artesana rancagüina. ¡Lindo recuerdo!


   ¡Miércoles de Safariiii!!!

   Amaneció más tempano este día para nuestras amigas. Un par de tareas era necesario realizar antes de partir al África : un trámite bancario de doña Principessa y comprar pasajes para viajar a la séptima región al día jueves, como habían planificado. A las 11 ya estaban en el Rodoviario, encaramadas en un microbús que las llevaría al sector del Parque Safari, a la salida oriente de Rancagua (si no me falla el sentido de orientación). 
- ¡Caballero! ¿Nos puede avisar cuando lleguemos al Parque? ¡Somos turistas! Jajaja
  Unos 20 minutos habían pasado  cuando les avisaron que se acercaba su destino. Bajar del microbús no fue nada, cruzar la carretera fue lo difícil. Estuvieron como media hora tratando de hacerlo, ya pensaban que las sorprendería la noche en ese lado hasta que lo lograron. ¡Eureka! Primera prueba, ¡cumplida! 
    Una vez al interior del Parque, comenzó la aventura. Primero a adquirir las entradas y decidir qué programa de visita elegirían. Obviamente eligieron el ...¡Safari de Leonessss!
- A las 12,30 deben estar en el sector correspondiente para abordar el vehículo. Está todo señalizado (grr,  no tenían idea dónde,  ojalá no queden abajo ). Eran las 11,50. Tenían tiempo para recorrer los alrededores, pero la  emoción era grande. Iban a tener la posibilidad de estar a poco distancia del Rey de la Selva. 
-¡Espero que estos animalejos reconozcan mi calidad de Principessa!, dijo la misma. Aquí vamos a comprobar la autenticidad de estos especímenes.
    Comenzaron a recorrer los diferentes sectores y/o jaulas, entusiasmadas, cual adolescentes. Quisieron ver más de cerca los flamencos y para ello decidieron pasar por un pequeño puente colgante sobre el agua y....¡upsss! el peso de sus cuerpos, a pesar de lo gráciles que son, hundió varios tablones en el agua y estuvieron en un tris de caer; más encima, por ser colgantes, eran inestables...
- ¡Jajaja! Me imagino vuestra cara de susto...
-Sí, fue una verdadera sorpresa. Ya me veía cayendo al agua y terminando con mi regia humanidad chorreante de cabeza a pies, jajaja
- ¡Habría sido divertidísimo!
   Luego de ese pequeño percance, reiniciaron su recorrido: tortugas en un estanque, águilas, leones, un puma, un caballito falabella, un burro, una oveja de Somalía, pavos reales, bandurrias, patos, gansos, unos osos, una garza, gallinas, etc.

Fueron recorriendo todos los rincones,  valorando cada espacio y detalle, comparando con otros zoos conocidos como el de Buin y el Metropolitano. Sin duda, no hay tantas especies como en sus similares, pero el ambiente natural es superior al de los otros. 
   Y a las 12,30 ...el ¡Safari de Leones! A hacer una cola (pardón, una fila) para subirse al vehículo del safari...¡Uyyy, qué emoción!
 24 personas aprox comienzan a ser trasladadas en un vehículo con una malla de protección, mientras el guía repite instrucciones que ya habían leído en afiches. Además de ello, algunas bromas que decían relación con la necesidad de sacrificar uno de los presentes, en función de la supervivencia de los demás, jajaja. ¡Simpático! 

   Se abre la primera reja....se abre la segunda ... se cierran a espaldas de los exploradores  al terminar de pasar el vehículo... y quedan a merced de los animales salvajes...; uyuyuy! 
 Uno de los leones se acerca...el guía saca una bolsa con carne trozada... el vehículo se detiene...el chofer llama al león y le lanza al techo del vehículo un trozo de carne...
El león (llamado Tambor) se sube primero al capó del vehículo....; ayyyyyyy!  (comienza a funcionar la adrenalina en los exploradores) ...y luego a la carrocería... se escuchan algunos gritos...varias personas se levantan,  alejándose lo más posible de la bestia....se "arman" con sus cámaras fotográficas...se alejan del animal... se agachan...grititos y encogimientos (como si ello hubiera servido de algo en caso que la reja se hubiera quebrado)... mientras el guía le acerca trozos de carne a la malla protectora e invita a los adrenalínicos visitantes a acercar sus manos (no los dedos que, sin duda, serían un rico bocado para nuestro peludo y desaseado amigo, jajaja) para constatar al tacto la rugosidad de la lengua del Rey (la mano queda asquerosamente pasada a león), quien camina por toda la carrocería, persiguiendo la carne que el guía le va acercando a la malla en distintos lugares. Junto con ello, deben hacerle el quite a la saliva leonística, cuyas papilas están funcionando a mil con la carnada que le ofrecen. ¡Guácala!  Aprovechando la seguridad de la reja,  el guía le tira algunos pelos al leoncillo y éste ruge....; Brrrr!  Llega otro vehículo y, probablemente aburrido de nuestra belleza, el león decide cambiar de entretención (¡qué voluble!, se nota que es macho, jajaja), saltando al capó del otro carromato. 
   ¡Ufff! Ya ha terminado la experiencia y desde lejos, ven cómo el león realiza el mismo  rito con los exploradores del otro vehículo.
 ¿Qué diría  Pavlov frente a esta actuación o acción de Tambor? Capaz que sea la única manera de conseguir carne, jajaja, para alegría de los pseudoexploradores modernos...
- ¿Moraleja, Principessa? 
- Carne que no has de comer...
- Jajaja...na' que ver...
- A carne regalada, no se le mira la grasa..., jajaja
   El carromato se dirige al final del terreno y traspasa la cerca de seguridad. Al principio, creyeron que la función había terminado, pero en el trayecto de regreso por el camino del terreno aledaño, había dos ejemplares esperándolos bajo un árbol. Su nombre de guerra era "Sureños".
  El chofer se detuvo junto a ellos, uno de los sureños no estuvo ni ahí con los visitantes, pero el otro fue, remolonamente, a saludarlos, subiéndose al capó y a la carrocería, al igual que Tambor. En aquella ocasión, nuestras ilustres amigas ya estaban más osadas; hasta la cola le tiraron al León (¡qué abusivas! Deberían acusarlas de maltrato animal...).
   El correspondiente aplauso al finalizar el safari en agradecimiento a que volvieron todos vivos y con los diez dedos, aunque con un fantástico bouquet de león en las glándulas olfativas y en las manos,  jajaja.
    Terminaron de visitar lo que faltaba. En su recorrido, vieron kayaks con sus correspondientes navegantes en los cursos de agua existentes. En una de sus exploraciones fueron a dar a una construcción desconocida, en cuyo frontis estaba el auto de los Picapiedra, jajaja.   La curiosidad pudo más: no podían dejar de ir a "copuchentear".

 Era una especie de Museo interactivo, en el que, cual "cabras chicas", experimentaron en unos juegos digitales, grabaron símbolos africanos en unas hojas que les entregaron con unos lápices de cera,  intentaron (porque no les resultó realmente) imitar el "baile del guerrero" al ritmo de los tam-tam africanos (¿ridícula o ridículas,  jajaja?),  estuvieron probando sus aptitudes artísticas tocando el balofón, un instrumento musical africano, parecido a un xilófono, de madera y con extraordinario sonido. ¡Una experiencia diferente!
 De allí, se fueron a observar a los herbívoros desde unos miradores: jirafa, cebras, gacelas y otros cuadrúpedos ...
    ¡Ya era suficiente! Encaminaron sus patitas a la Salida e iniciaron su viaje de regreso. Al llegar al Rodoviario, no sé si para ahorrar o por su vocación de caminantes, se fueron en calidad de peatonas al palacio. De que llegaron, llegaron. Eso nos consta. Claro que las condiciones en que lo hicieron, al parecer no fueron las mejores. A duras penas subieron hasta el 5º piso del castillo y al entrar al hogar, más que sentarse en los sillones, se desparramaron en ellos, jajaja. Eran las 15 horas.
  Luego de unos minutos de recuperación, sacaron fuerzas de flaqueza y lograron preparar su almuerzo, pero luego de terminado se fueron a descansar y no despertaron sino hasta terminar la tarde, casi de noche. No obstante, estaban satisfechas: no sabían que África estaba tan al alcance de sus manos...y de sus dedos,  jajaja.
   

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