Fue un extenso viaje el que hicimos para llegar a Berlín. Salimos de los alrededores de Ámsterdam a las 8,15 hrs. de la mañana del viernes y llegamos a las 18,10 de la tarde. Un largo trayecto, que, por suerte, no se repetirá en el resto del programa. No todo fue viajar, claro está. Hubo también unas paradillas de descanso, algo de movimiento, alimentación e idas al baño y, ¡al fin llegamos cuando ya estaba anocheciendo, pero eso no impidió que pudiéramos ver el otoño en un avance imparable! Si bien la cantidad de tiempo en bus redundó en cansancio, el paisaje aminoró el efecto. Desde que recorrimos los alrededores de París, al inicio, pasando por Bélgica y Países Bajos, hasta llegar a Berlín, los sureños no hemos tenido nada que criticar al paisaje visto a través de la ventana. Muchos árboles, muchos pastizales verdes, plantas y flores. Me llamó la atención en el trayecto de la carretera alemana, los cierros a ambos lados de la vía, que lucían enredaderas de dos colores: verdes con flores blancas y otras, de hojas rojas. Le da al paisaje un tono muy especial. Si a eso se le agrega el otoño con los diversos tonos de amarillo de las hojas caducas, el panorama es maravilloso. Claro que no faltan los grafittis en cada puente o paso bajo nivel que pasamos.
El Hotel Leonardo nos recibió a unas cuadras de la Alexanderplazt, la principal plaza de Berlín. Nada qué decir de sus comedores y bar. Un buffet variadísimo y elegante. El único problema que tuvimos al bajar a cenar fue que ya un buen grupo lo había hecho y había actuado con la estrategia de "tierra quemada", 😱, de manera que no se podía ni descubrir a qué plato correspondían unos restos "humeantes",😠.Debimos esperar a que repongan los primeros, las ensaladas, las sopas y los postres, es decir, casi todo, 🙈. Me serví carne al jugo, ensalada de berros baby, un pocillo de verduras salteadas, un vasito con una tostada, uvas y mouse de queso de cabra, ¡delicioso! Los postres son mi debilidad, me serví dos, aunque, para ser honesta, estaban mejores los del hotel de Ámsterdam. El desayuno, ¡variadísimo! Lo que sí yo me guardo de experimentar con alimentos salados (comidas y ensaladas, yoghurt con frutas y avena), porque no quiero que mi organismo me reclame. Lo que sí consumo es harrrtoo jugo de frutas, un sandiwch, algo dulce (no frito; esos croissants fritos no me simpatizan) y un poquito de fruta picada. Lo que es digno de destacar son las variedades de té 🍵, negro, verde e infusiones. Trato de sacar, siempre que puedo, una muestra de recuerdo, 😅.
Berlín, toda una historia. Desarrollamos durante cuatro horas en la jornada matinal, la visita panorámica más extensa a la fecha. Los puntos de interés eran numerosos. El Muro de Berlín, a orillas del río Spree, donde está pintado un momento histórico: el beso 💋, que dicen que debía ser sólo un piquito, pero que duró demasiado, 😃,entre Erick Honecker y Leonid Brezhnev, en 1979. Se le ha llamado "el beso fraterno socialista". Las pinturas han sido reproducidas nuevamente, por pintores de todo el mundo. El muro que se ve en las fotografías (comenzado a construir el año 1961) no es exactamente como existió hacia el final. Primero fue simplemente una alambrada y soldados a lo largo de toda la línea en que se quiso evitar que los habitantes de la RDA, República "Democrática" Alemana, emigraran a Berlín del Oeste. La capital alemana fue dividida en cuatro al término de la guerra y el sector Este quedó en poder de la U.R.S.S. Se transformó rápidamente en una dictadura que no tenía mucho que envidiarle al período de Hitler. Por tanto, los habitantes, al ver al principio que el trámite de cruzar el Telón de Acero o Cortina de Hierro era relativamente superable, comenzaron a irse en masa al mundo "capitalista" y democrático.
A los soviéticos no les pareció nada de bien y, en lugar de rodear su sector de un muro, construyeron 155 kms. que separó Berlín Oriental del Occidental, además de cercar todo este último -según insistió el guía, un joven que vive desde 2006 en Berlín-, con el fin de estrangular la economía capitalista con esta medida e impedir que los suyos escaparan. Primero, el día 13 de agosto del '61 apareció la alambrada, para, posteriormente, construir un muro de un metro y medio, que llegó a alcanzar la altura de 3,6 metros, para evitar las fugas. En más de 40 kms. de este monumento, la barrera fue doble y entre ambos muros, existía lo que se llamó la franja de la muerte, que constaba de dos muros, un foso, alambrada electrificada, una carretera por la que circulaban vehículos policíacos, perros, torres de guardia con ametralladoras, una verdadera gynkana de la muerte.
El 9 de noviembre de 1989 comenzó la destrucción del muro y este hecho concreto hizo posible la reunificación de Alemania. En la actualidad se conservan algunos paños del muro, pero sin la franja de la muerte. En las calles, se ha mantenido, señalizado con adoquines, todo su trazado. Se nos condujo al sector en que se erige el Edificio del Ministerio del Aire y de la Gestapo, gigantesca construcción sobreviviente de la época nacionalsocialista, que no fue bombardeada y se conservó luego de terminada la guerra. A unos metros del edificio se ha levantado un Museo al aire libre denominado "Topografía del Terror", donde se conserva parte del muro original con huellas de disparos y destrozos, más fotografías y documentos de la época.
Otros lugares que pudimos apreciar en el trayecto fueron la gran Torre de Televisión, en medio de Alexanderplast, la mayor plaza de Alemania, que esta noche estaba iluminada con diversos coloridos y figuras, pues se está en pleno "Festival de la luz". Durante esta actividad y celebración se iluminan con diversidad de colorido los monumentos más importantes de Berlín y la gente lo celebra.
Museos, palacios, el Reichstag Alemán, edificios religiosos, puentes, edificios habitacionales que se conservaron (pocos, porque prácticamente el 90% fue destruido) y otros, además del "Monumento a los judíos asesinados en Europa" hasta llegar a la Puerta de Brandenburgo, una de las más conocidas postales de Berlín. Después de muchas fotografías e información, nos dejaron cerca de uno de los hoteles más altos de la capital alemana, el Park Inn (37 pisos, 125 m.de altura). Nos dieron 90 minutos para almorzar y volver al mismo lugar, ya que partiríamos -menos de la mitad del grupo, eso sí- a una visita guiada en otro sitio emblemático (que dejaré para la próxima entrada). Al darnos la partida salimos como si estuviéramos en una prueba de competencia. Yo me fui a unos locales de souvenirs que quedaban como a unos seis cuadras, mientras iba tomando algunas fotos. Recorrí dos o tres locales, bastante más caros que en otros lados, y luego regresé. Casi al llegar vi a mi compañera de habitación con sus amigas, que almorzaban en un local de kebac. Aproveché de pasar al wc y comprar jugos. Cargaba en mi bolsita matutera con un par de frutas, unas tostadas, un yoghurt, así que a los jugos los acompañé con eso y me salió más sano que las omnipresentes papas fritas y carne aceitosa. Ya satisfechas nos fuimos al punto de encuentro y nos preparamos emocionalmente para la siguiente visita.
Luego de haber terminado una verdadera "lucha" por cenar, 😂, salí a conocer parte del Festival de las luces que se celebra en estos días. Mucha gente, clima grato, tranquilidad de día domingo, muchos y diversos cantantes callejeros, cada cual, con su público, cervezas y conversaciones, juguetes luminosos para los niños completaban el panorama nocturno berlinés, mientras el metro, los buses y tranvías seguían funcionando sin cesar. Parece que pocos duermen en Berlín esta noche y yo, una de ellas, a pesar de los 16 kms. caminados, no lo hago mal tampoco. Pero lo que sucede en Berlín, se queda en Berlín, ...por suerte, 🤣.
👏👏👏👏👏 gracias por compartir con nosotros este viaje.
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