¡Uff! No recordaba haber consumido tantas horas-vida en esperas. Entre ayer sábado y hoy domingo hemos agotado todo el tiempo de espera que teníamos en ahorro, casi igual que las millas latampass. ¡Qué manera de demorar en los aeropuertos! Sábado, Santiago, dos horas haciendo fila para entregar maleta de bodega y recibir tarjeta de embarque. Parece que a todos se les ocurrió salir de viaje y las colas eran interminables. Luego, cola para pasar Policía Internacional, por suerte más rápida y, todo, a patita, es decir, de pie. Luego hubo que caminar 12 minutos hasta la puerta E, que quedaba donde el diablo perdió el poncho.
Hoy domingo llegamos a París, aproximadamente a las 7,30. Por ser día inhábil pensamos que todo iba a estar muy expedito. ¡Craso error! Logramos abandonar el Aeropuerto Charles De Gaulle cerca de las 10 horas, asorochados al máximo, cansados, a medio dormir y despertar pues la noche de vuelo no fue muy tranquila que digamos. No se trata de que haya habido turbulencias, tormenta u otro evento extraño, sino que hubo otro fenómeno, con el que yo no me había encontrado antes, no sé si por poco avispada u otra razón. Sucede que los integrantes de ambos grupos quedamos ubicados casi en la cola de avión, con las consiguientes ventajas y desventajas. Como despegamos de Santiago a las 13 horas, nos atendieron con almuerzo a bordo a eso de las 14,30 hrs. El avión llegaría pasadas las 2 de la madrugada a París, a lo que habría que agregar las 5 horas de diferencia. No llevábamos ni la mitad del viaje y las personas prácticamente desfilaban hacia el fondo del avión ✈. Considerando que sólo había 1 servicio higiénico, la cosa parecía sospechosa. Sucede que al fondo estaba instalada una verdadera barra de bar🍸, a la cual concurrían una y otra vez muchas personas. Para ejemplo, un botón. Mis vecinos de asiento conformaban un matrimonio, él, profesor; ella, secretaria. Él, muy amable me llevó un café ☕ al asiento y fue quien nos informó que había una barra funcionando en todo su esplendor al fondo del avión. Lo vi acarrear unos cuantos vasos, galletas, quequitos y algo más. Yo, además del café, nada más. No resultaba muy cómodo seguir comiendo estando por horas sentada. No "aproveché", como me aconsejó el colega, 😂.
Hubo otros -y otras-, dijo la peladora, que pasaban a mi lado cargados con chamitos, galletas y más de un líquido espirituoso. ¡Que varios aprovecharon, claro que lo hicieron! El problema fue que su continuo "peregrinaje" poco o nada permitió el descanso y sueño de los cercanos, entre ellos yo. Así que, cuando logré cerrar por un par de horas los eyes, no me hizo tanta gracia despertar medio chueca y adolorida. Lo bueno de ese despertar fue, sí, que sólo faltaba una hora y media para llegar a la Ciudad Luz. Era la hora del desayuno, que degusté con ganas, para recuperarme. El bajón vino después, mientras, casi ensopados por el calor, esperábamos, en una fila con muchas vueltas, que la policía francesa nos diera el visto bueno del ingresó.
Una vez cumplidos los trámites, ¡ulalá!, ya estábamos en París y recorríamos sus calles, iniciando por el Río Sena, viendo a la distancia la bella y metálica Tour Eiffel, pasando a unos metros del Arco del Triunfo y llegando al Museo del Louvre y a su característica pirámide transparente e introduciéndonos, opcional y libremente, por el Jardín de las Tullerías, admirando flores, estatuas y fuentes. La lluvia ☔ no demoró en llegar, tal como estaba anunciada, pero, felizmente, nos sorprendió ya arriba del bus, camino al hotel. El Sena casi desapareció tras la intensa, aunque breve, cortina de agua.
La tercera espera fue el check in en el hotel francés: un verdadero aburrimiento, más agravado, seguro, por el hecho de las esperas anteriores. Suerte que estaremos tres noches alojando en este lugar, lo que nos permitirá pasar el mal rato y, recordar con toda la fuerza del mundo, que el viaje recién comienza, que no en todo se alcanza la perfección, que si la buena onda es absolutamente necesaria cuando se juntan dos o más personas, con mayor razón si son 44. Mañana y pasado ya tenemos casi todo el programa asegurado, con tiempos libres que utilizaremos para recorrer el cauce del Sena y disfrutar la noche parisina. À demain!
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