lunes, 31 de octubre de 2022

De Regresos...

   

    No todos los regresos son promisorios. Algunos suponen una o más derrotas. Otros, esperanzas sin fundamentos. Uno, como éste, es una simple vuelta a la vida y actividad habitual, interrumpida por un viaje especial o programado. Ha sido un regreso en escalas, durante dos días, aunque ya había comenzado desde el mismo momento de iniciado el viaje, hace 29 días. Un regreso incómodo,  aquejada por la tos que no me ha abandonado en varios días, como le ha sucedido a muchos de los dos grupos, que, mayoritariamente, se resfriaron. Junto a la incomodidad física y biológica, está la incomodidad del cansancio de horas de espera en aeropuertos y terminal de buses, teniendo como colofón un taco gigantesco en la Carretera 5 Sur a la altura de Buin debido a un accidente de tránsito (uno de los protagonistas, un bus Ruta H), lo que, además de perjudicar a los directamente involucrados, afectó a todo vehículo que circulaba a esa hora la misma vía. A mí y los que venían  hasta Rancagua, nos significó una hora de retraso. Terminé  llegando a palacio a después  de las 15,30  hrs.  

  La verdad es que pude haber llegado antes, pero me vi impedida a cambiar mi pasaje de bus debida a la gran afluencia de interesados en viajar, gracias al fin de semana XL como le llamaron los periodistas. Así que tuve un inmediato baño de realidad mientras esperaba dos horas en el Terminal Sur. Me faltaban ojos para cuidar mi equipaje, mientras escuchaba con audífonos unos videos (escuchaba sí, porque los análisis y comentarios políticos basta con escucharlos) y el celular lo mantenía a resguardo dentro de la mochila, manteniéndome alerta de las personas que pasaban pidiendo dinero a todo quien estuviera cerca. Ni al baño pude ir pues acarrear todo el equipaje, más la bolsa con el cocaví que no consumí en el avión (aumentado por unas donaciones,😊 ) era una proeza para la que no tenía ganas. Así que me mantuve sentada en un duro asiento de tablas hasta que sólo faltó media hora para la salida del bus. Como parecía  que la mala onda estaba en el aire, mi asiento de primer piso estaba ocupado por una persona más vieja que yo y con bastón, porque el conductor tomó la decisión sin consultármelo. Seguro, yo le habría cedido el asiento (estamos casi obligados a actuar de manera  políticamente correcta), pero no me dejaron esa libertad. Así que tuve que irme al segundo piso. ¡Ah! Y ni siquiera el chofer tuvo la diferencia de manifestar en el tono de voz una disculpa. No, me dijo: "su asiento está ocupado por una persona minusválida así que usted debe utilizar el asiento de esa persona en el segundo piso". ¡Maravilloso! Tampoco el señor agradeció nada. Toco madera👊para no verme a futuro en tal situación. Luego vino el rodar a la vuelta de la rueda por una caletera por kilómetros y kilómetros, hasta que el taco desapareció... y, por fin, llegamos a Rancagua.    

   Hoy estoy más descansada y ya reacomodándome a mi espacio. Lo más satisfactorio fue encontrar mi huerto-jardín muy bien cuidado, con muchas flores (de bugambilias, cardenales, rayitos de sol y diversas plantas de ají y pimientos), en tanto los tallos del perejil parecían matas de apio, pujantes y exuberantes. ¿Para qué hablar de las rúculas, acelgas, espinacas y kales, de grandes y abundantes hojas? Tendré ensalada por lo menos para dos semanas. Y las siembras recién hechas al irme estaban ya en perfecto desarrollo de sus productos: rábanos, zanahorias, más perejil, lechugas y puerros. Había trasplantado varios matas de cardenal al eliminar los envases de plástico y  me encontré  con todos en flor. Aquello me alegró y eliminó la mala onda y agradecí la buena disposición de mi vecina, a quien, al día siguiente, le llevé unos recuerdos, comprados especialmente para ella. Sólo al día siguiente asomé mi bella figura fuera de palacio. Era el momento de comprar frutas y verduras necesarias, además de un buen antitusígeno. El largo fin de semana hacía imposible ir a la clínica para una consulta. Junto a ello, de nuevo mi vecina, me aportó unos remedios que tenía y espero que surtan efecto.  

   Ya es lunes. No he tenido ninguna noche de sueño reposado y normal desde que inicié el regreso. En los estrechos asientos del sector económico de los aviones no es fácil dormir, además de que la tos me despertaba a cada rato (¡pobres de mis vecinas! Ellas estaban también resfriadas, pero algo menos que yo). Estas noches en palacio al menos no molesto a nadie más. Junto a la tos está ese fenómeno del Jet lag, que me hace despertar todas las noches a las 2 ó 3 de la mañana y luego duermo "a saltos", 😂. Al final, aunque sólo sean las 7 me dan ganas de levantarme porque ya no aguanto en cama. ¡Rarezas de uno!    

   Lo que sí he hecho es aprovechar muy bien el tiempo, aunque estoy en un 70% de funcionamiento por la enfermedad y el sueño. He empezado a cocinar desde el día  siguiente a mi arribo, a prepararme ensaladas verdes, verdes, muy verdes (de lo que no tuve casi nada en un mes) a elaborar pan y un queque con frutas. Aún no limpio todo el polvo acumulado sobre los muebles y los adornos, pero puede vivir con eso. Lo esencial sí lo he hecho. Tengo aún  todos los recuerdos y pequeños regalitos acumulados en la mesa del comedor y en el chaise-long (¡suena top!,😅), pero sin envolver; claro que ya perfectamente asignados. No son grandes cosas (no se hagan ilusiones familiares que lean esto, 😂, pues a medio camino sufrí la pérdida o robo de la mayor parte de mi 💰). Uno de los tesoros más valiosos son unos tés frutales comprados mayoritariamente en Budapest (a 550 florines los 100 grs., siendo un euro equivalente a 400 florines). También logré ordenar todaasss las fotos (deben ser unas 4000 o más). Ya las traía ordenadas casi todas en carpetas y había traspasado vía bluetooth la mitad de ellas a un celular anterior, para ir desocupando el actual. El único problema fue que, llegado un momento,  el celular antiguo se apagó y no pude volver a encenderlo,😠. Eso suponía un riesgo evidente de perder todas las fotos traspasadas (de París, Brujas, Bruselas, Praga y Budapest, ¡Imagínense!), pero yo, casi siempre optimista y con una postura de vida que me niego a angustiarme por lo que ya no tiene solución (me refiero a lo material), opté por despreocuparse del tema y volver a preocuparme cuando llegara acá.  Así  fue, insistí una y otra vez con el celular hasta que logré reactivarlo, cargar la batería y recuperar las imágenes.  

  En este aprovechamiento del tiempo ha tenido un importante porcentaje la tarea de informarme de todo lo que ha pasado en nuestro país,  en los alrededores y en el mundo. Antes de partir suspendí los servicios de Netflix y Prime Vídeo. Aún  no he podido reactivarlos, porque debo recuperar mis documentos perdidos. Felizmente mi pasaporte se salvó, si no aún estaría como Tom Hanks, tratando de salir de España y volver a mi país,😨. Todas las empresas a las que le debo dinero (son pocas, por suerte) deberán esperar a que recién el miércoles, luego de este larrrrgo feriado, pueda reactivar mi documentación bancaria. ¡A cruzar los dedos para que todo funcione de manera expedita, lo que no siempre sucede en nuestro país, lamentablemente! La gracia es que tengo margen para pagar, así que no quedaré sin luz, sin agua, sin teléfono ni sin Internet. ¡Pensar que todo depende de una tarjeta de plástico! (que tenga respaldo, claro, 😂)   

    No he leído en un buen rato. Ya será el momento de ponerme al día. ¡Piano, piano, va lontano! En un par de días, haré un resumen del viaje completo, con impresiones de los lugares y de su gente, además de agregar las imágenes más significativas de cada lugar. Lo interesante de este recorrido, a pesar de lo rápido y cansador que pudo haber sido, es que ya sabré de qué lugar están hablando cuando en las noticias aparezca, por ejemplo, Amsterdam. Será el momento de acordarme de sus canales, de su Mercado de las flores (mayoritariamente tulipanes,🌷🌷🌷), de su enorrrmeeee cantidad de bicicletas, del olor a marihuana en las calles, especialmente en el paseo peatonal principal, de la arquitectura continua de sus angostas casas y edificios de cuatro o cinco plantas, de una población variopinta, de diversas estaturas y razas, con algunas vestimentas bien alocadas algunas, de las vitrinas con mujeres sexys en exhibición... Es la virtud de haber estado allí, de recorrer sus calles, de haber oído los diversos idiomas y acentos y haber olido y sentido el ambiente, que es lo que uno busca en la visita de lugares nuevos. Así que, hasta pronto, nos leemos en un par de días. 






jueves, 27 de octubre de 2022

España y ¡olé!...

  

   Al fin llegamos a España, mi país favorito.  Lo hicimos por la vía  marítima,  cual descubridores y conquistadores de antaño. Después de una navegación de 25 horas por aguas mediterráneas tranquilas a bordo del Ferry Grimaldi, un transbordador de 11 plantas, desembarcamos en el Puerto de Barcelona luego de haber zarpado de Civitavecchia en Roma. No podemos decir que fue un viaje súper entretenido, pero de alguna manera nos arreglamos para pasar las horas. Por un lado durmiendo, pues contábamos con camarotes y, por otro, recorriendo el barco, visitando la tienda (¡cuándo no!), subiendo a cubierta para mirar el mar 🌊 o asistiendo, por casualidad, a una presentación en vivo de dos cantantes. Hubo un show de concursos al que pretendimos quedarnos, pero no logramos entender la dinámica del juego, una mezcla de bingo y el que lo sabe cante, todo en italiano, con dos animadores que hablaban a alta velocidad. Fue imposible seguir el ritmo. Desertamos, pero les quedaron muchos acompañantes que sí eran parte del juego además  de ser gente linda.   

    No había tenido la experiencia de viajar en camarote y con las comidas pagadas (nada extraordinario en todo caso las comidas pero suficientes para no morir de inanición como los antiguos navegantes), aunque sí lo había hecho en ese tipo de embarcación (cuando el año 2018 cruzamos desde Italia a Grecia y viceversa). El tiempo que tuvimos no pudo ser mejor. Había incluso pasajeros que aprovecharon de exponerse a los rayos solares y acumular vitamina D. Otros, ya un poco hartos de esta vitamina, preferimos lugares sombreados y con menos viento de cubierta. Las últimas horas en el Ferry no fueron muy descansadas, pues con eso de que debíamos dejar los camarotes un par de horas antes del desembarco y atender a los avisos de los parlantes, cuyo español no se entendía claramente, dormimos poco y mal. Pero, en fin, bajamos a tierra a las 5,30 aproximadamente y nos dirigimos al hotel.   

    Una vez instaladas y con wifi, pude constatar que estábamos en el sector de Barcelona llamado Poblenou, que está a su buena distancia del centro de la ciudad catalana. Una ducha y,  acordándome de mi primer viaje del año 2016, patitas para la playa. Sabía que estaba cerca. Preguntando llegué a ella, en el mismo sector de años atrás y caminé un poco a lo largo del litoral. No duró mucho mi entusiasmo, pues se apoderó de mí el cansancio y sueño, de tal manera que debí regresar y dormir un par de horas.    

   El recorrido panorámico por Barcelona fue a la rápida e insuficiente, para todo lo que tiene que ofrecer la urbe. Hubo sectores emblemáticos  que no se vieron. Yo los conocía por eso los eché en falta. De todas formas, lo recorrido a pie fue muy interesante. La guía, muy entretenida y versada en el tema. Aprendí varias cosas que ignoraba. Supe de las puertas de la antigua Barcino, del Palacio real de los Reyes de Castilla y Aragón, ahora Museo, datos de la Catedral, con sus antiguas y hermosas puertas, que suelen quedar olvidadas por la belleza y originalidad de la Basílica de la Sagrada Familia, que rompe todos los cánones conocidos. Supimos de la importancia de varios destacados arquitectos modernistas -entre ellos Gaudí- que precisamente le dieron un nuevo y floreciente aire a Barcelona durante la primera mitad del siglo XX especialmente; de pintores como Joan Miró, de cuyo genio hay un mosaico en la conocida Rambla catalana. La tarde terminó a orillas del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, maravilla arquitectónica que sigue en obras seguramente hasta el '26, pues la pandemia atrasó en casi tres años el término del diseño gaudiano.   

     Cerramos la visita a Barcelona de la mejor manera esa noche. Una cena muy gourmet, acompañada de un vino buenísimo en el mismo hotel. Al día siguiente, con camas y petacas iniciamos el último viaje al interior de España. El destino final era Madrid, pero estaba planificado hacer una escala en Zaragoza. Tampoco era novedad para mí, pero siempre uno agradece la oportunidad de una segunda mirada o una nueva visita. Fue gratificante reconocer que mi memoria estaba intacta: recordaba todos los elementos claves, con la novedad de un complejo escultórico que no estaba antes, llamado "El descubrimiento", que contempla una enorme cascada con relieves de mapa, un gran bola representando un mundo y las tres carabelas (lo más  difícil de identificar). Otra novedad: la venta-compra de la cinta de la Sra. del Pilar en la misma Catedral, con poderes curativos para los enfermos y sólo a 1euro. La cinta es del largo del manto de la imagen de la Virgen, pequeña escultura gótica de 36 cms., a quien se le atribuye varios milagros. Por tanto, comprar la cinta y regalarla es entregar protección a los enfermos.  

    Después de ingerir una ensalada mixta y una bebida, aproveché el tiempo libre que me quedaba para recorrer las calles aledañas. Me reencontré con el Mercado y su actividad tradicional, para terminar de apreciar de mejor manera esta vez los restos de la Muralla Romana construida y reconstruida en los I y III d.C., respectivamente de la ciudad de Caesaraugusta. Asimismo, comprendí de qué manera los distintos conquistadores-invasores fueron aprovechando las construcciones anteriores para erigir las propias. Es en ese mismo sector donde sobrevive el Torreón de la Zuda, parte del Palacio o alcázar musulmán encargado del gobierno de la ciudad de Saraqusta a partir del siglo VIII. El edificio actual proviene del siglo XVI en su forma, cuando ya la ciudad y toda la península había sido reconquistada por los cristianos con la consiguiente expulsión de los últimos árabes de tierras andaluzas durante el siglo XV.  

    Retomamos el trayecto y, ya pasadas las 18 horas, llegamos a Madrid, donde, luego de tomar posesión de las habitaciones,  concurrimos a cenar a un restaurante ubicado en la Gran Vía. Con el recuerdo de la última cena (la de Barcelona) esta última quedó muy al debe. Hubo vino, pero la calidad era bastante inferior. Lo mejor fue el primer plato: una crema de puerros y pollo bastante rica y gourmet. Lo demás, para el olvido. Un día completo en Madrid (por suerte no hubo más), porque la desilusión fue bien grande. En el sector céntrico, la emblemática Plaza del Sol estaba hecha pebre (en obras de reparación), de manera que los que llegaban por primera vez no lograron apreciar para nada el profundo significado que tiene este lugar para los madrileños. También nos encontramos con otro monumento en reparación: la Puerta de Alcalá, en tanto, el hermoso Templo de Devod ya no tiene el estanque de agua que le otorgaba una belleza mágica. De colofón, el hermoso edificio de Metrópoli estaba, asimismo, en reparación.¡Ufff! ¡Qué decepción! Lo novedoso es que con la guía nos enteramos de varios detalles sabrosos acerca de la monarquía y del edificio del Teatro de la Ópera. Por mi cuenta, descubrí, por pura casualidad, la Plaza Tirso de Molina y la calle Lavapiés, sector del cual me alejé con rapidez al ver el exceso de inmigrantes en las calles. Me refiero a estos lugares pues en las canciones de Joaquín Sabina aparecen mencionados. Caminé bastante (el hotel estaba un poco más  arriba de la Estación Atocha) y me acerqué al Parque del Retiro para disfrutar de las vistas del estanque, de los botecitos y de los árboles vistiéndose de otoño.  

    Hoy ya estamos en el Aeropuerto de París, esperando la conexión para llegar mañana a Santiago de Chile. Así se va cumpliendo y llegando a su fin el deseo que tenía desde hace mucho tiempo de aumentar mi visita a otros países europeos. De los cuatro que conocía (o había  visitado más  bien) ahora le sumo siete, haciendo un total de 11, un buen número  como ya estar en posición  de hablar con más conocimiento  de causa. Ha sido un programa bastante apretado, algo cansador, pero muy estimulante, o "fascinante", como le ha catalogado la empresa turística.  El grupo del que formé parte me pareció bastante distinto en su extracción (como promedio), pero con similares tipos humanos, como ya señalara en un escrito anterior. Claro que ahora, les comento, cuento con más información y detalles para un análisis  sociológico,  😂. Lo dejaré  para la próxima crónica, que irá  de resumen y evaluación.  Hasta pronto. ¡Nos vemos en Chileeee!














sábado, 22 de octubre de 2022

Bella y calurosa Italia...

 

   Dejamos la lluviosa Viena para llegar hasta Italia luego de cruzar, a través de kilómetros de bruma y de numerosos túneles, los Alpes. Fue un viaje de unas cuantas horas hasta llegar a la frontera, con detención para almorzar en el trayecto, en un restaurante ubicado al pie de unas altas montañas rocosas, con un parecido cercano a la entrada de la ciudad de Coyhaique. Al atardecer llegamos a la tibieza de Mestre, ciudad aledaña a la mágica Venecia, nuestro primer objetivo en la bella Italia, que conoceríamos al día siguiente.   
 Ya en Venecia, luego de llegar al puerto y cruzar el Gran Canal de la laguna en un troncheto, llegamos a la Plaza de San Marcos. Si bien para mí nada de aquello era desconocido, eso no disminuyó el encanto del lugar, absolutamente conquistado por los turistas. Luego de un recorrido a cargo de una guía observando los lugares más emblemáticos (Plaza de San Marcos, Catedral, Palacio Ducal, Puente de  los Suspiros, iglesias, monumentos, Puente de Rialto y una escalera con una ligera semejanza a la Torre de Pisa, que yo desconocía) tuvimos nuestro tiempo libre para vitrinear, almorzar o para lo que quisiéramos. Fue cansadora la jornada, más por el calor mezclado con humedad que por lo más o menos que caminamos. Varios que pretendían quedarse por otras horas, desistieron ante el cansancio. Volvimos felices y satisfechos al hotel, luego de ver desde el viaje en troncheto la puesta del rojizo sol. 
  Nos enteramos que, por ahora, Venecia no se inunda como sucedió en 2018, precisamente el año en que, con mi sobrino Sebastián, visité por primera vez la ciudad-isla. Aquello se debe a que se realizó un trabajo en el fondo de la laguna para impedir aquello. Resultó una interesante comparación entre la lluviosa e inundada Venecia de 2018 a la calurosa y húmeda visitada el lunes 17 octubre 2022.    

El martes 18 abandonamos Mestre para seguir nuestra ruta. Llegamos a Pisa, donde pasaríamos unas horas. Una maravilla ver de nuevo la Torre. Allí, como desde hace mucho tiempo, inclinada. Intenté ingresar a la Catedral, que forma parte del complejo arquitectónico, pero la hora factible era posterior a nuestra marcha. Tampoco pude subir a la muralla medieval; me habría gustado recorrerla, esta vez, sin luvia, pero estaba cerrado su acceso. En fin, igualmente gocé de la experiencia de volver al lugar y comprar algunas cosas.

  Seguimos la ruta. Destino, Florencia, la ciudad del arte y la cultura, cuna del Renacimiento y depositaria de innumerables obras universales en sus abundantes museos. El recorrido guiado estuvo a cargo de una simpática residente de origen cubano. Iglesias, monumentos, piazzas, estatuas, personalidades y lo más relevante y necesario de conocer lo supimos a través de ella. Fue un interesante y ameno paseo por las empedradas e irregulares calles, hasta llegar al Puente Vecchio, famoso por su antigüedad y estructura: todo un sinnúmero de pequeñas tiendas-negocios, inicialmente dedicados a la venta de carne, aunque desde hace mucho tiempo, dedicados a la venta de joyas, un cambio necesario y ajustado a la modernidad. 

 Luego de cumplir con nuestro tiempo libre para almorzar y demases, nos dirigimos hacia el bus bajo un sol impenitente. De esa manera llegamos a nuestro hotel, en que pernoctaríamos una sola noche, resultando un establecimiento de alta calidad, tanto así, que hasta el agua de la cena debimos pagarla aparte,😂.
     Día siguiente, miércoles 19, partimos  rumbo a Roma, la ciudad eterna. Arribamos en la tarde-noche, a un hotel en los alrededores de la ciudad, por lo que quedamos dependientes del bus para movilizarnos. Al otro día, el jueves, fuimos a conquistar el centro histórico romano, en un recorrido mixto: en bus primero, para terminar caminando. La guía era una italiana hablante de español. Hubo dos monumentos que yo no había conocido en mi viaje anterior: el Teatro de Marcelo y las Termas de Caracalla. El teatro tiene originalmente una estructura similar al Coliseo con la diferencia de que se le agregaron, en la parte superior, y muchos años después, un par de pisos que hacían las veces de vivienda. Su construcción fue iniciada por Julio César el año 27 a.C. y continuada por Augusto a la muerte de César. Por tanto, es más antiguo que el Gran Coliseo o Anfiteatro Flavio, construido entre los años 72 a 80 d.C., por Vespasiano y Tito, su hijo. Las Termas Romanas de Caracalla, las segundas más grandes en su tipo, datan de los años 212 a 217, bajo los reinados de Septimio Severo y Caracalla. Las ruinas de este último y gigantesco monumento serán mi objetivo el último día en Roma, hoy.

  Ayer viernes, además de conocer el famoso barrio bohemio denominado Trastévere, de ir hasta el Panteón de Marco Agripa y entrar en su interior (¡una maravilla!), de llegar hasta la Plaza de San Pedro en el Vaticano, caminé por las orillas del Tíber arrancando del bullicio urbano y pasando por debajo de distintos puentes, que me llevaron a marcar el récord de 25 kms. de caminata en el día. Quedé absolutamente satisfecha y cansada físicamente de mi itinerario.

    Hoy en la noche cerramos el ciclo romano. Me hubiera gustado ir al opcional de Pompeya, Nápoles y Capri, que dicen que fue maravilloso, pero no estaba en condiciones de sufragar el costo. Tarea pendiente por ahora. Quedará en tabla para el próximo viaje independiente. De este extraordinario tour van quedando sólo unos días y un país : España, para el cual enfilaremos hoy a bordo de un transbordador que recalará en Barcelona. De allí, partiremos a Madrid, última ciudad en que estaremos, para luego, el próximo jueves, iniciar el viaje de regreso, lleno los ojos de realidades distintas, de bellezas arquitectónicas, de cauces fluviales y aires diversos, y los oídos, con el sonido de idiomas variados y de música fantástica como la disfrutada en Viena. ¡Arrivederci, Roma!



l