No todos los regresos son promisorios. Algunos suponen una o más derrotas. Otros, esperanzas sin fundamentos. Uno, como éste, es una simple vuelta a la vida y actividad habitual, interrumpida por un viaje especial o programado. Ha sido un regreso en escalas, durante dos días, aunque ya había comenzado desde el mismo momento de iniciado el viaje, hace 29 días. Un regreso incómodo, aquejada por la tos que no me ha abandonado en varios días, como le ha sucedido a muchos de los dos grupos, que, mayoritariamente, se resfriaron. Junto a la incomodidad física y biológica, está la incomodidad del cansancio de horas de espera en aeropuertos y terminal de buses, teniendo como colofón un taco gigantesco en la Carretera 5 Sur a la altura de Buin debido a un accidente de tránsito (uno de los protagonistas, un bus Ruta H), lo que, además de perjudicar a los directamente involucrados, afectó a todo vehículo que circulaba a esa hora la misma vía. A mí y los que venían hasta Rancagua, nos significó una hora de retraso. Terminé llegando a palacio a después de las 15,30 hrs.
La verdad es que pude haber llegado antes, pero me vi impedida a cambiar mi pasaje de bus debida a la gran afluencia de interesados en viajar, gracias al fin de semana XL como le llamaron los periodistas. Así que tuve un inmediato baño de realidad mientras esperaba dos horas en el Terminal Sur. Me faltaban ojos para cuidar mi equipaje, mientras escuchaba con audífonos unos videos (escuchaba sí, porque los análisis y comentarios políticos basta con escucharlos) y el celular lo mantenía a resguardo dentro de la mochila, manteniéndome alerta de las personas que pasaban pidiendo dinero a todo quien estuviera cerca. Ni al baño pude ir pues acarrear todo el equipaje, más la bolsa con el cocaví que no consumí en el avión (aumentado por unas donaciones,😊 ) era una proeza para la que no tenía ganas. Así que me mantuve sentada en un duro asiento de tablas hasta que sólo faltó media hora para la salida del bus. Como parecía que la mala onda estaba en el aire, mi asiento de primer piso estaba ocupado por una persona más vieja que yo y con bastón, porque el conductor tomó la decisión sin consultármelo. Seguro, yo le habría cedido el asiento (estamos casi obligados a actuar de manera políticamente correcta), pero no me dejaron esa libertad. Así que tuve que irme al segundo piso. ¡Ah! Y ni siquiera el chofer tuvo la diferencia de manifestar en el tono de voz una disculpa. No, me dijo: "su asiento está ocupado por una persona minusválida así que usted debe utilizar el asiento de esa persona en el segundo piso". ¡Maravilloso! Tampoco el señor agradeció nada. Toco madera👊para no verme a futuro en tal situación. Luego vino el rodar a la vuelta de la rueda por una caletera por kilómetros y kilómetros, hasta que el taco desapareció... y, por fin, llegamos a Rancagua.
Hoy estoy más descansada y ya reacomodándome a mi espacio. Lo más satisfactorio fue encontrar mi huerto-jardín muy bien cuidado, con muchas flores (de bugambilias, cardenales, rayitos de sol y diversas plantas de ají y pimientos), en tanto los tallos del perejil parecían matas de apio, pujantes y exuberantes. ¿Para qué hablar de las rúculas, acelgas, espinacas y kales, de grandes y abundantes hojas? Tendré ensalada por lo menos para dos semanas. Y las siembras recién hechas al irme estaban ya en perfecto desarrollo de sus productos: rábanos, zanahorias, más perejil, lechugas y puerros. Había trasplantado varios matas de cardenal al eliminar los envases de plástico y me encontré con todos en flor. Aquello me alegró y eliminó la mala onda y agradecí la buena disposición de mi vecina, a quien, al día siguiente, le llevé unos recuerdos, comprados especialmente para ella. Sólo al día siguiente asomé mi bella figura fuera de palacio. Era el momento de comprar frutas y verduras necesarias, además de un buen antitusígeno. El largo fin de semana hacía imposible ir a la clínica para una consulta. Junto a ello, de nuevo mi vecina, me aportó unos remedios que tenía y espero que surtan efecto.
Ya es lunes. No he tenido ninguna noche de sueño reposado y normal desde que inicié el regreso. En los estrechos asientos del sector económico de los aviones no es fácil dormir, además de que la tos me despertaba a cada rato (¡pobres de mis vecinas! Ellas estaban también resfriadas, pero algo menos que yo). Estas noches en palacio al menos no molesto a nadie más. Junto a la tos está ese fenómeno del Jet lag, que me hace despertar todas las noches a las 2 ó 3 de la mañana y luego duermo "a saltos", 😂. Al final, aunque sólo sean las 7 me dan ganas de levantarme porque ya no aguanto en cama. ¡Rarezas de uno!
Lo que sí he hecho es aprovechar muy bien el tiempo, aunque estoy en un 70% de funcionamiento por la enfermedad y el sueño. He empezado a cocinar desde el día siguiente a mi arribo, a prepararme ensaladas verdes, verdes, muy verdes (de lo que no tuve casi nada en un mes) a elaborar pan y un queque con frutas. Aún no limpio todo el polvo acumulado sobre los muebles y los adornos, pero puede vivir con eso. Lo esencial sí lo he hecho. Tengo aún todos los recuerdos y pequeños regalitos acumulados en la mesa del comedor y en el chaise-long (¡suena top!,😅), pero sin envolver; claro que ya perfectamente asignados. No son grandes cosas (no se hagan ilusiones familiares que lean esto, 😂, pues a medio camino sufrí la pérdida o robo de la mayor parte de mi 💰). Uno de los tesoros más valiosos son unos tés frutales comprados mayoritariamente en Budapest (a 550 florines los 100 grs., siendo un euro equivalente a 400 florines). También logré ordenar todaasss las fotos (deben ser unas 4000 o más). Ya las traía ordenadas casi todas en carpetas y había traspasado vía bluetooth la mitad de ellas a un celular anterior, para ir desocupando el actual. El único problema fue que, llegado un momento, el celular antiguo se apagó y no pude volver a encenderlo,😠. Eso suponía un riesgo evidente de perder todas las fotos traspasadas (de París, Brujas, Bruselas, Praga y Budapest, ¡Imagínense!), pero yo, casi siempre optimista y con una postura de vida que me niego a angustiarme por lo que ya no tiene solución (me refiero a lo material), opté por despreocuparse del tema y volver a preocuparme cuando llegara acá. Así fue, insistí una y otra vez con el celular hasta que logré reactivarlo, cargar la batería y recuperar las imágenes.
En este aprovechamiento del tiempo ha tenido un importante porcentaje la tarea de informarme de todo lo que ha pasado en nuestro país, en los alrededores y en el mundo. Antes de partir suspendí los servicios de Netflix y Prime Vídeo. Aún no he podido reactivarlos, porque debo recuperar mis documentos perdidos. Felizmente mi pasaporte se salvó, si no aún estaría como Tom Hanks, tratando de salir de España y volver a mi país,😨. Todas las empresas a las que le debo dinero (son pocas, por suerte) deberán esperar a que recién el miércoles, luego de este larrrrgo feriado, pueda reactivar mi documentación bancaria. ¡A cruzar los dedos para que todo funcione de manera expedita, lo que no siempre sucede en nuestro país, lamentablemente! La gracia es que tengo margen para pagar, así que no quedaré sin luz, sin agua, sin teléfono ni sin Internet. ¡Pensar que todo depende de una tarjeta de plástico! (que tenga respaldo, claro, 😂).
No he leído en un buen rato. Ya será el momento de ponerme al día. ¡Piano, piano, va lontano! En un par de días, haré un resumen del viaje completo, con impresiones de los lugares y de su gente, además de agregar las imágenes más significativas de cada lugar. Lo interesante de este recorrido, a pesar de lo rápido y cansador que pudo haber sido, es que ya sabré de qué lugar están hablando cuando en las noticias aparezca, por ejemplo, Amsterdam. Será el momento de acordarme de sus canales, de su Mercado de las flores (mayoritariamente tulipanes,🌷🌷🌷), de su enorrrmeeee cantidad de bicicletas, del olor a marihuana en las calles, especialmente en el paseo peatonal principal, de la arquitectura continua de sus angostas casas y edificios de cuatro o cinco plantas, de una población variopinta, de diversas estaturas y razas, con algunas vestimentas bien alocadas algunas, de las vitrinas con mujeres sexys en exhibición... Es la virtud de haber estado allí, de recorrer sus calles, de haber oído los diversos idiomas y acentos y haber olido y sentido el ambiente, que es lo que uno busca en la visita de lugares nuevos. Así que, hasta pronto, nos leemos en un par de días.