Un mundo distinto nos espera al final de esta pandemia. Qué tan diferente al del año pasado, no lo sabemos, pero en algo habrá cambiado. Si bien la cantidad de víctimas de esta enfermedad no es, aún, ni el 1% de los que murieron con la llamada "gripe española" de los años 1918 a 1920 (se estima que en aquellos años fueron entre 50 a 100 millones de personas), la crisis que ha traído consigo aún no muestra todo su alcance.
Es difícil que el ciudadano medio pueda vislumbrar los cambios en su verdadera dimensión. Cada uno de nosotros, en nuestros circunscritos mundos, vivimos inmersos y rodeados de muros impalpables, muy altos, que no nos permiten una visión global. Seguramente los cambios vendrán pero no tendremos la capacidad de captarlos, ni en toda su extensión ni en su total profundidad. Sería necesario la distancia temporal suficiente para tener una visión más completa, acabada y objetiva de este hito de la historia.
Aunque los cambios sean imperceptibles para la mayoría o significativos para los estudiosos, lo que no llegaremos a saber nunca será lo que habríamos seguido siendo SIN pandemia, porque aquello ya no ocurrió. Fue una posibilidad que se torció en el mismo momento en que se detectó a los primeros contagiados y se ocultó al mundo la información.
Así como no podemos imaginar un mundo actual sin las guerras mundiales y sin muchas naciones gobernadas por una determinada orientación política y no otra, desde la Era Moderna en adelante, no podemos tampoco desconocer el impacto que varias revoluciones, numerosas guerras, la aparición de gobiernos totalitarios, la existencia de importantes avances tecnológicos, han producido en el funcionamiento de nuestro mundo. Sin todo aquello, no seríamos lo que somos hoy.
No obstante, no todo es de relevancia vital para nuestro devenir global, aunque pueda no ser inocuo para una nación específica. Los eventos trascendentales para la marcha de la historia, esos puntos jombar o bisagra, de cuyo resultado depende el futuro de todos -o casi todos-, no son pocos. Ellos son la base de la que se alimenta la llamada "Historia alternativa" o Ucronía, género de historia "ficticia" que proyecta el desarrollo de la humanidad eligiendo, a partir de un hecho clave, un decurso distinto al ocurrido.
En la novela Patria, Robert Harris realiza este interesante ejercicio, aunque, debo decir, me quedé con gusto a poco.
En un equis día del año 1964, un policía de la división policial KRIPO del Imperio Alemán, se ve enfrentado a la investigación de un caso que comienza con el hallazgo de un cadáver en el lago Havel, en una zona periférica de Berlín.
Vista así la situación, pareciera el inicio de una novela de intriga y misterio, como tantas otras. Sin embargo, en el relato de los hechos comienzan a aparecer una serie de "detalles" extraños: un gigantesco Arco del Triunfo, una ciudad preparándose para vivir días de fiesta con motivo del cumpleaños N°75 del amado Padre de la Patria y Führer del Imperio, Adolf Hitler, un desconocimiento oficial de lo sucedido a los judíos, quienes desaparecieron de sus casas un determinado día y no se supo más de ellos, mientras sus viviendas fueron ocupadas posteriormente por diversos funcionarios. Al mismo tiempo, el lector se va enterando que hay naciones que han desaparecido para transformarse en provincias alemanas y la tarea de colonización del "este" es una tarea primordial para el Estado.
La aparición de este cadáver, que resulta ser un "viejo camarada" ("pez gordo" cercano a la jefatura del régimen), da inicio a un búsqueda de la verdad por parte de March, a costa de su vida.
Interesantísimo relato, que nos lleva a ponernos en el lugar de lo que sería la Historia de la Humanidad si la II Guerra Mundial hubiera tenido otros vencedores.
Junto con constituirse la novela en una Ucronía contiene en sí las características de una Distopía, con una pátina del típico "mundo feliz" de Aldous Huxley. El culto al Führer se ha transformado en una verdadera religión y los niños, en sus escuelas, al igual que pequeños robots, le rezan y agradecen al amado líder por el mundo que les ha regalado. La posverdad es la herramienta del régimen para preservar su imperio ante sus ciudadanos y el resto del mundo.
¡No te la puedes perder! (la novela). ¡Nos vemos en otra parte del globo!
P.S. de este mismo escritor he leído cuatro novelas más, la Trilogía del gran Cicerón (Imperiun, Conspiración y Dictador) y Pompeya (en julio de 2018). Todos, relatos muy recomendables e ilustrativos de un tiempo casi mágico (para mí).
Así como no podemos imaginar un mundo actual sin las guerras mundiales y sin muchas naciones gobernadas por una determinada orientación política y no otra, desde la Era Moderna en adelante, no podemos tampoco desconocer el impacto que varias revoluciones, numerosas guerras, la aparición de gobiernos totalitarios, la existencia de importantes avances tecnológicos, han producido en el funcionamiento de nuestro mundo. Sin todo aquello, no seríamos lo que somos hoy.
No obstante, no todo es de relevancia vital para nuestro devenir global, aunque pueda no ser inocuo para una nación específica. Los eventos trascendentales para la marcha de la historia, esos puntos jombar o bisagra, de cuyo resultado depende el futuro de todos -o casi todos-, no son pocos. Ellos son la base de la que se alimenta la llamada "Historia alternativa" o Ucronía, género de historia "ficticia" que proyecta el desarrollo de la humanidad eligiendo, a partir de un hecho clave, un decurso distinto al ocurrido.
En la novela Patria, Robert Harris realiza este interesante ejercicio, aunque, debo decir, me quedé con gusto a poco.
En un equis día del año 1964, un policía de la división policial KRIPO del Imperio Alemán, se ve enfrentado a la investigación de un caso que comienza con el hallazgo de un cadáver en el lago Havel, en una zona periférica de Berlín.
Vista así la situación, pareciera el inicio de una novela de intriga y misterio, como tantas otras. Sin embargo, en el relato de los hechos comienzan a aparecer una serie de "detalles" extraños: un gigantesco Arco del Triunfo, una ciudad preparándose para vivir días de fiesta con motivo del cumpleaños N°75 del amado Padre de la Patria y Führer del Imperio, Adolf Hitler, un desconocimiento oficial de lo sucedido a los judíos, quienes desaparecieron de sus casas un determinado día y no se supo más de ellos, mientras sus viviendas fueron ocupadas posteriormente por diversos funcionarios. Al mismo tiempo, el lector se va enterando que hay naciones que han desaparecido para transformarse en provincias alemanas y la tarea de colonización del "este" es una tarea primordial para el Estado.
La aparición de este cadáver, que resulta ser un "viejo camarada" ("pez gordo" cercano a la jefatura del régimen), da inicio a un búsqueda de la verdad por parte de March, a costa de su vida.
Interesantísimo relato, que nos lleva a ponernos en el lugar de lo que sería la Historia de la Humanidad si la II Guerra Mundial hubiera tenido otros vencedores.
Junto con constituirse la novela en una Ucronía contiene en sí las características de una Distopía, con una pátina del típico "mundo feliz" de Aldous Huxley. El culto al Führer se ha transformado en una verdadera religión y los niños, en sus escuelas, al igual que pequeños robots, le rezan y agradecen al amado líder por el mundo que les ha regalado. La posverdad es la herramienta del régimen para preservar su imperio ante sus ciudadanos y el resto del mundo.
¡No te la puedes perder! (la novela). ¡Nos vemos en otra parte del globo!
P.S. de este mismo escritor he leído cuatro novelas más, la Trilogía del gran Cicerón (Imperiun, Conspiración y Dictador) y Pompeya (en julio de 2018). Todos, relatos muy recomendables e ilustrativos de un tiempo casi mágico (para mí).
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