viernes, 19 de junio de 2020

Caprichos...

   Realizando el proceso de elegir entre las palabras "locuras" y "caprichos" para este escrito, me vino a la memoria una canción  (¡viejísima! -la canción-) de Luis Dimas (¡uh!, dirán o pensarán  algunos/as) y rápidamente zanjé la disyuntiva.
                                   " Caprichosa seguirás
                                  por el resto de tu vida,
                                  Si volvieras a nacer,
                                 caprichosa vas a ser..."🎶🎶🎶🎶
  ¿Por qué  hablo de "caprichos"? 
  Porque a lo que voy a referirme son esos deseos impulsivos y  vehementes, para nada imprescindibles,  y que yo he transformado en acciones (dentro de lo que cabe) en este nuevo  mundo "acuarentenado".
  Claro que, antes de hablar de caprichos actuales, hagamos un poco de historia al respecto. 
  Analizándome retrospectivamente me parece que no he sido ni soy una caprichosa consuetudinaria. Y aunque soy Géminis,  debo puntualizar que, si bien vuelo muchas veces, más permanezco en tierra, haciendo digno uso de mis ascendencias (aire y tierra). Y, obviamente,  ninguna situación  volátil  alcanza el grado de locura (creo..., me parece..tal vez alguna..., no sé...jajaja). 
   Recuerdo un capricho de culto: tenía  unos 5 años y andaba acompañando a mis padres en un viaje a la ciudad, La Unión.  Nosotros residíamos en el sector rural en  ese tiempo.  Al ir a una tienda ("Casa Gladys" se llamaba el local) vi un maravilloso canastillo plástico de color celeste y quedé  enamorada de él.  Me acerqué  a mis padres que estaban en el mostrador comprando y lo solicité.  "Nones", me dijeron.  Salimos de la tienda  y a media cuadra me "taimé" con llanto y detención incluidos. ¡Quería el  canastillo! ¡Buááá! No recuerdo cuánto  lloré,  si también grité y/o me tiré  al suelo, pero fui lo suficientemente convincente para que mis padres regresaran al local y me compraran el famoso cesto. 
    "Caprichosa vas a ser/por el resto de tu vida..."🎶🎶
  Ya más crecidita, en la Universidad, hubo un par de ocasiones (¿o fueron más?; resulta conveniente no acordarse a veces, jeje), especialmente en el ámbito  sentimental. Me solía  enamorar y desenamorar con la misma rapidez, sobre todo si no veía correspondencia. En alguna ocasión,  cuando el entusiasmo me duró  un poco más de lo habitual y no tenía  claridad qué pasaba, o veía  señales contradictorias en el sujeto/objeto de mis suspiros, preferí tomar el "toro por las astas" y aclarar rápidamente la situación.  "¿Sí o no?" "No eres tú, soy yo", me dijeron... Debí  asumir la negativa (¡sniff), que no duró tanto tampoco (¡a otra cosa, mariposa!) "¿Ahora o nunca?", le dije a alguien en otra ocasión. Eligió ahora, por suerte (jajaja, no piensen mal, era sólo  pasar de la "amistad" al pololeo)
   Ya pasado el tiempo y mirando hacia atrás, pienso que hasta me casé  por capricho. Por eso también no duró  mucho la luna de miel (jajaja). 
  En fin, me quedan varios ejemplos en el tintero,  pero como  esto no es un confesionario,  me los guardo, quizás  para otro momento más  íntimo.  
  Bien, volvamos al presente.  
   Mis caprichos actuales son completamente inocuos, casi infantiles. Claro, ya estoy acercándome a la niñez nuevamente (jaja). Todos han sido trucos para no desesperar en este período.  Lo interesante es que no han sido planificados. Simplemente han sido impulsos transformados en acción,  ideas repentinas  puestas en práctica, caprichos de sexagenaria (¡uff, ¡qué mal se lee "eso"! -sexagenaria-). 
   Ejemplo 1: desde que estoy en este trance (como todos lo estamos) me he cambiado cuatro veces de cama, en dos habitaciones distintas. ¡Tal cual! Eso ha traído  variedad a mi vida, como si estuviera de viaje (jajaja). Tal como lo dije antes, no lo pensé  así al comienzo.
   A partir del tercer cambio, le vi la utilidad que tenía  como una táctica  para tener más acción de dormitorio (jajaja). Como las camas están  orientadas de distinta manera, pensé  que se me iba a producir un cortocircuito  de neuronas enloquecidas tratando de adaptarse, pero no sucedió  así,  porque ya estaban lo  suficientemente acostumbradas. Tomé  conciencia del ajuste casi automático una noche en que, luego de apagar la luz para proceder al sueño, al cerrar los ojos procedí a  "ajustarme" mentalmente a la misma posición  que tenía  en la cama anterior. ¡Eureka!, exclamé al igual que Einstein, al hacer tamaño descubrimiento. 
   Ejemplo 2: el cambio de distribución de los muebles no es nuevo para mí,  pero lo he realizado en mayor cantidad, en el dormitorio principal, en el living-comedor y en la terraza. Me da mucho  gusto entrar a algunas de esas dependencias y ver que lucen distintas,  que hay otros espacios creados, aunque a veces la comodidad pueda no ser la misma. Si así  sucediera, la solución es fácil: pasado un par de semanas,  procedo a un nuevo cambio, o antes ... o después.  
   Ejemplo 3: "emprendimientos" les he llamado a dos acciones realizadas por primera vez: deshidratar las hojas de apio para un mayor aprovechamiento culinario y elaborar té de menta, de alysum y de buganvilia mediante el mismo proceso, la deshidratación.  El apio está  listo y envasado.  Los té están en proceso, pues en el caso de las flores, la idea es que la materia prima se "coseche" una vez terminado su ciclo (cuando hayan "caído" las hojas de la planta).
   Ejemplo 4: escribir más  historias de las que escribo cotidianamente. Por un lado, un relato con fotografías  de todas las ciudades de Chile que he recorrido, región por región, en soledad y en compañía. En algunos casos, el trabajo sólo ha  consistido  en copiar, pegar y diagramar  lo que ya tenía escrito en el blog. En otros, debo redactar sobre la base de los recuerdos y de las imágenes guardadas. Ya llevo  un 40 por ciento de avance. Es otra manera de viajar: a través  de los recuerdos y las fotografías. 
    Ejemplo 5: con la misma acción  del ejemplo  anterior,  escribir, pero  esta vez, para realizar un Libro de la Familia (el "capricho" más ambicioso) con todos los antecedentes posibles, que incluya a cuatro generaciones partiendo por mis padres. Las "gracias" de este "capricho" son varias: preservar los recuerdos que se tiene de los fundadores de nuestra "dinastía"; dejar un valioso  testimonio a los más  pequeños acerca de sus orígenes; incorporar a todo el grupo familiar en la tarea (hermanos, cuñadas, sobrinos, sobrinos-nietos), con sus propios testimonios y recuerdos; entretenernos como familia, a pesar de la distancia que nos separa y de  la pandemia que nos rodea. 
   Como pueden leer, hay caprichos nutritivos y útiles,  a pesar de todo. Mientras tanto, la cuarentena que ha llegado con lluvia incluida, hace más llevadera la situación presente. La lectura ha quedado en segundo plano, pero el cambio ha sido y es interesante. ¡Hasta la próxima! 
    



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