Un mensaje de Gloria bajo este título inspiró este escrito. Cuando veo esta palabra me viene a la memoria la pequeña frazada a retazos que me regaló mi madre hace años (elaborada por sus propias manos) y que me abriga todos los atardeceres de otoño e invierno, mientras permanezco levantada.
También surge la imagen de los campos cultivados vistos desde un avión o de un bus de dos pisos. Pienso también en dos amigas, coincidentemente llamadas igual -Anita-, a quienes he visto volcar sus habilidades manuales en el uso del patchwork.
También surge la imagen de los campos cultivados vistos desde un avión o de un bus de dos pisos. Pienso también en dos amigas, coincidentemente llamadas igual -Anita-, a quienes he visto volcar sus habilidades manuales en el uso del patchwork.
Aclaro que el mensaje no dice relación con retazos literales, sino metafóricos: los retazos que conforman una vida, aquellos de los que se alimentan los recuerdos, que se plasman en la memoria de cada uno, aquellos que quedan grabados en una imagen fotográfica, no más que retazos de momentos de una o más vidas, dependiendo de los fotografiados. Retazos de mi vida, son los que un olor, un sabor, un sonido, un paisaje, una canción, una palabra regresan a mi presente, provocando una doble realidad o dimensión. Tal vez, eso sea viajar en el tiempo si lo pienso bien. Algo -como lo ya mencionado- tiene el poder de evocar un momento pasado en un presente, de manera, que en un sólo instante presente se juntan dos dimensiones temporales y si en el futuro recordara este momento, ya serían tres tiempos distintos los que confluyen simultáneamente. ¿Me siguen?
Es cierto, la vida está hecha de retazos: de felicidad, de indiferencia, de abulia, de miedo, de dolor, de rabia, cada uno, ocupando su espacio, unido o cercano a otro retazo, formando parte de la pequeña o gran extensión que es nuestra vida. Lo ideal es que estén unidos, que forme un todo, aunque su estado sea diferente o totalmente opuesto. Si no fuera así, seríamos seres caóticos, sin columna vertebral, aunque la debilidad sea su característica.
Un collage como los que he estado "armando", creando con imágenes de mis seres queridos y de mí misma, en una especie de necesidad de orden antes que llegue el gran olvido, que supera a los pequeños olvidos, a veces muy convenientes, a veces, lamentables. Revisando y armando los retazos de mi vida, de pronto tengo problemas en ubicar cuál va antes, cuál va después. Sin embargo, eso, al final no es tan relevante, lo interesante es recordar que uno estuvo allí, que aquello sucedió, que lo viviste y es parte del tejido de tu vida.
Es cierto, la vida está hecha de retazos: de felicidad, de indiferencia, de abulia, de miedo, de dolor, de rabia, cada uno, ocupando su espacio, unido o cercano a otro retazo, formando parte de la pequeña o gran extensión que es nuestra vida. Lo ideal es que estén unidos, que forme un todo, aunque su estado sea diferente o totalmente opuesto. Si no fuera así, seríamos seres caóticos, sin columna vertebral, aunque la debilidad sea su característica.
Un collage como los que he estado "armando", creando con imágenes de mis seres queridos y de mí misma, en una especie de necesidad de orden antes que llegue el gran olvido, que supera a los pequeños olvidos, a veces muy convenientes, a veces, lamentables. Revisando y armando los retazos de mi vida, de pronto tengo problemas en ubicar cuál va antes, cuál va después. Sin embargo, eso, al final no es tan relevante, lo interesante es recordar que uno estuvo allí, que aquello sucedió, que lo viviste y es parte del tejido de tu vida.
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