lunes, 29 de junio de 2020

Exilios...

- ¿Por qué  "exilioS", estimada amiga? ¿Hay más de un tipo?
- ¡Oh! ¡Cuántas lunas y cuántos soles! ¡Bienvenida! ¡Es bueno leerte en estos tiempos!...Claro que hay más de uno.
- ¿A saber?
- Están los exilios por decreto, oficiales,  legales, irrefutables,  por un lado. Por otro, existen los exilios necesarios, convenientes si se quiere seguir viviendo. 
- ¡Cierto! ¿Son los únicos?
- No, ésos son los literales. Donde eres expulsado, desterrado de tu país o tú lo haces, escapando del peligro. Pero, también  los hay voluntarios desde lo emocional o volitivo. Ya lo verás.  
      El exilio es una de las sentencias más  dolorosas cuando se recibe como condena o cuando se decide para salvar la vida.  Significa dejar atrás toda tu vida anterior y seguir casi a  tábula rasa, sin que apenas puedas llevar lo que te quepa en los bolsillos y poco más.  Significa dejar atrás lazos, de amistad, de familia, de estudios, de trabajo. Implica dejar tras de ti  a tus muertos  y esperar que todo quepa en el corazón y en la memoria. Es empezar de nuevo en un mundo distinto, donde debes resetearte, reaprender, esperando una rápida adaptación...y aceptación.  
   Ésos son los exilios de hecho, reales, literales. De los que habla Jordi Sierra i Fabra, escritor  catalán,  de larga trayectoria, extremadamente prolífico,  candidato dos veces al Nobel en representación de España, nacido en 1947. 
  En la trilogía  El tiempo del exilio, Sierra nos entrega el relato de españoles republicanos  que debieron exiliarse, primero en  Francia, y luego en México, para escapar de los efectos de la derrota en la Guerra Civil a manos de Francisco Franco. Fue un deambular de mal en peor, hasta que lograron, la mayoría de los protagonistas, adaptarse, sobrevivir y prosperar. 
   Primero fue la decepción  de la derrota, luego los campos de refugiados en Francia, más bien campos de concentración para la mayoría; para otros, campos de exterminio, la antesala para llegar, por ejemplo, a Mathaussen, bajo la indiferencia de la dictadura española y la connivencia del gobierno francés  invadido primero, y "supervisado" después  por los alemanes. Finalmente, destino a México, gracias a la gestión  del gobierno mexicano, que los recibió como héroes al comienzo, para, paulatinamente,  ir derivando en una actitud que terminó en rechazo.    

Los años oscuros es el primer volumen de la trilogía.  En 1939, un grupo de 1500 exiliados y algo más, se embarcan en el Sinaia en un puerto francés rumbo a México,  en un viaje que dura  semanas. No todos van lo cómodos que quisieran. Comienzan los primeros roces, por razones ideológicas (hay diferentes posturas según si se es comunista, socialista, anarquista o de otra orientación). Mientras unos creen firmemente que volverán  rápidamente a la patria y que recuperarán la República,  otros consideran que deben asumir que pasará mucho tiempo antes de regresar e incluso puede que nunca lo hagan. Aquella diferente perspectiva de la realidad que viven, enciende odios, que en uno de los casos durará toda la vida. También  surge el amor en un par de jóvenes, que fructificará con el tiempo. 
  Sea cual sea la postura, además del excelente recibimiento, el encuentro de un trabajo que no resulte humillante, más la comprensión y adaptación a una mentalidad, costumbres, modismos lingüísticos tan distintos no resulta tarea fácil.  Hay casi momentos de rendición,  pero se logra salir adelante, aun a costa de la dignidad y del peligro. 
    Los años de la espera se titula la II parte. 

 Ya afianzados,  alguno dejando atrás  su idealismo revolucionario y entrando en la peligrosa práctica  de la corrupción; otro, siendo humillado pero finalmente demostrando su valía  profesional; aquella,  logrando salir de la sordidez del oficio más  antiguo del mundo, todos van prosperando y dejando de pasar penurias y hambre. Mientras tanto  un hijo, inubicable por años, logra llegar al país de acogida y a su familia, de cuerpo presente pero de alma ausente, aún prisionera en Mathausen, subiendo interminablemente la escalera del infierno y observando noche tras noche, el asesinato de sus compañeros y amigos. 
   Hay un tiempo de relativa paz, en incluso felicidad para algunos, lo que les hace descuidados de los signos. Este casi espejismo se resquebraja, su fragilidad se hace patente y el caos ingresa al mundo cotidiano nuevamente.
    Los años rojos,  III volumen,  queda a la espera. Aún  no es liberada su descarga de internet (ya van dos novelas pendientes para mí).
     Jordi Sierra i Fabra ha sido una grata sorpresa para mí.  Muy fácil  de leer, aparentemente simplista, con un recurso que no había  encontrado con anterioridad.  No tiene nada de extraordinario en sí mismo -el recurso-. Lo singular es su  parecido a uno que yo usé  por años y que he replicado al comienzo de este escrito. En mi caso,  un diálogo con mi alter ego a manera de introducción. En Jordi Sierra, obviamente con más  calidad (creo yo, jajaja), al inicio  de cada parte interna de un volumen,  aparece un diálogo  que va adelantando los acontecimientos en que estarán envueltos los personajes y los contextualiza históricamente.  No hay que olvidar que esta trilogía  tiene base histórica.  El diálogo  no alcanza a ser un spoiler. Cumple la función  de recordarle al lector la trama, crear suspenso  ante lo que viene e introducirlo en el momento histórico.  Todo ello resulta muy ilustrativo y, al mismo tiempo, motivador.  
    ...
   Regresando al principio, los exilios voluntarios son a veces indetectables. Un anacoreta o ermitaño es visible o se sabe de él porque de vez en cuando debe recurrir a la civilización, especialmente para cubrir necesidades de alimentación. Sin embargo, en las pequeñas, medianas y grandes ciudades están  aquellos exiliados del sistema, sea en solitario o no. Son aquellos que en la actualidad, en muchos lugares del mundo, han dejado su actitud conformista y están saliendo a las calles, desafiantes y destructivos muchos de ellos. El resentimiento  los carcome y los alimenta. Resultan peligrosos para el que quiere vivir en paz, pero son rica  materia prima para los oportunistas. 
   A los anteriores,  cabe agregar  a los autoexiliados, con los que "comulgo" en reiteradas oportunidades, en sentido metafórico,  indudablemente.  Lejos estoy desde hace años de la ingestión de hostias (de ambas, jajaja). Me adhiero a la causa del autoexilio libremente decidido cuando éste no hace daño ni al que lo suscribe ni a los demás.  Cuando resulta de una opción elegida en plenas facultades, sin odios ni rencores, sin actitudes de superioridad  malsana ni misantropía y que, con relativa facilidad,  tiene necesarios períodos de integración, es una alternativa a considerar y a gozar cuando la mente y el cuerpo lo soliciten. En este caso, sólo  en éste,  el "exilio" adquiere una connotación positiva. Pero, claro, se requiere de una situación material y emocional sustentables. Como ven, el que puede puede. 

domingo, 28 de junio de 2020

Limones...

   Sembré  limones y nacieron unas pequeñas plantas de perejil, al menos lo parecen, pues no creo que sea cicuta. Deberé probar parte de sus hojas para confirmarlo. Es cierto que la cicuta, dicen, mató a Sócrates.  Pero yo no soy él ni algo lejanamente parecido. La cicuta tiene categoría y rango. Sócrates le dio esa jerarquía. Antes de él, era una planta anónima. Ahora es parte de la historia merced a aquel sabio. 
  Ya me desvié y eso que no estaba emulando al filósofo; yo estoy a un mundo -y siglos- de él. Yo sólo  sé  que nada sé,  a su lado.  
  Empecé  hablando  de los limones. Decía que sembré semillas de limones (más conocidas como pepas) y  aparecieron unas plantas de perejil. Claro, no siempre uno cosecha lo que siembra, aunque haya un proverbio que señala que si uno "siembra vientos, cosechará  tempestades". Si quisiera aplicarlo a la acción  que realicé  hace más de un mes, en lugar de perejil -o cicuta- podrían  haber surgido naranjas, mandarinas, pomelos, tangerinas o cualquier otro cítrico.  Por lo tanto, el proverbio está  equivocado. Debe ser chino, creo yo (el proverbio). Los chinos suelen equivocarse, ¿no es cierto?  

 También  sembré  espinacas,  cilantro y rúcula.  No hubo  en aquellos casos, ninguna sorpresa. Brotó lo que se esperaba, donde se esperaba. Lo único  diferente -y preocupante- es su leeeennnto crecimiento. No me fijé si eran del tipo enanas estas verduras, aunque capaz que los enanos del huerto-jardín hayan hecho un maleficio. Más  bien, razono, debe ser el factor clima. Hemos entrado al invierno, hace frío, el sol asoma de mala gana, sin el entusiasmo de siempre. El invierno debe tenerlo deprimido como a nosotros. En fin,  deberé  buscar alguna alternativa para apurar el proceso y que no envejezcan con escaso crecimiento,  como otras (jajaja).
  Mientras pruebo una pequeña hoja del perejil-cicuta, escucho en  la radio que tengo sintonizada una antigua canción -no tanto- de Romeo y Julieta, upps, perdón,  Julieta Venegas, llamada "Con limón y sal", como burlándose de mis ausentes y nonatas plantas de limón. 
 Le pongo atención a la canción y no entiendo si Julieta está experimentando con su enamorado, usando esos ingredientes como otros lo han hecho con el chocolate, la miel o las frutillas. ¡Suele haber cada cosa en el ámbito de la seducción! Y escuchando su letra, me tragué la hoja del perejil-cicuta, sin darme cuenta de lo que era.
 Deberé probar otra vez. Ojalá no le vaya a hacer compañía a Sócrates. 
Si fuera así, del otro lado de la Laguna Estigia enviaré mi aportes al Blog, con el gentil auspicio de Caronte. ¡No os preocupéis!😉😉
   A "prosópito" de limones, recordé el refrán  "Si la vida te da limones..." y pensando en su significado, parece que tengo un lado o masoquista o muy segura de mis fuerzas. Porque habiendo ya tenido suficientes limones en mi vida, he querido los que yo misma he sembrado. No pretendo hacer limonada, ni preparar tequila (no me gustan esos líquidos espirituosos, menos los que parecen anodinos y tienen cara de inocentes; lo digo por la falta de color), tampoco es mi objetivo obtenerlos para aliñar ensaladas u otros alimentos. No. Simplemente los quiero de adorno, para disfrutar sus hojas y su aroma, lo que es posible obtener de una siembra en un macetero. 
    Finalmente, logré averiguar que las dichosas y enclenques plantas que suplantaron a los limones eran de perejil. Voy a esperar que crezcan un poco más, para usarlas en uno de mis almuerzos. luego, volveré a sembrar limones. ¡El que la sigue, la consigue! Buenas tardes.

Retazos...

   Un mensaje de Gloria bajo este título inspiró este escrito. Cuando veo esta palabra me viene a la memoria la pequeña frazada a retazos que me regaló mi madre hace años (elaborada por sus propias manos) y que me abriga todos  los atardeceres de otoño e invierno, mientras permanezco levantada. 
También surge la imagen de los  campos cultivados vistos desde un avión o de un bus de dos pisos. Pienso también en dos amigas, coincidentemente llamadas igual -Anita-, a quienes he visto volcar sus habilidades manuales en el uso del patchwork.  
   Aclaro que el mensaje no dice relación con retazos literales, sino metafóricos: los retazos que conforman una vida, aquellos de los que se alimentan los recuerdos,  que se plasman en la memoria de cada uno,  aquellos que quedan grabados en una imagen  fotográfica,  no más  que retazos de momentos de una o más  vidas, dependiendo de los fotografiados.  Retazos de mi vida, son los que un olor, un sabor, un sonido, un paisaje, una canción, una palabra regresan a mi presente, provocando una doble realidad o dimensión.  Tal vez, eso sea viajar en el tiempo  si lo pienso bien. Algo -como lo ya mencionado- tiene el poder de evocar un momento pasado en un presente, de manera, que en un sólo instante presente se juntan dos dimensiones temporales y si en el futuro recordara este momento, ya serían tres tiempos distintos  los que confluyen simultáneamente.  ¿Me siguen?
   Es cierto, la vida está  hecha de retazos: de felicidad, de indiferencia,  de abulia, de miedo, de dolor, de rabia,  cada uno, ocupando su espacio, unido o cercano a otro retazo, formando parte de la pequeña o gran extensión que es nuestra vida. Lo ideal es que estén unidos, que forme  un todo, aunque su estado sea diferente o totalmente opuesto. Si no fuera así, seríamos seres caóticos, sin columna vertebral, aunque la debilidad sea su característica.      

Un collage como los que he estado "armando", creando con imágenes de mis seres queridos y de mí misma, en una especie de necesidad de orden antes que llegue el gran olvido, que supera a los pequeños olvidos, a veces muy convenientes, a veces, lamentables. Revisando y armando los retazos de mi vida, de pronto tengo problemas en ubicar cuál va antes, cuál va después. Sin embargo, eso, al final no es tan relevante, lo interesante es recordar que uno estuvo allí, que aquello sucedió, que lo viviste y es parte del tejido de tu vida. 

viernes, 26 de junio de 2020

Pandora...

 Abrir la caja de Pandora no es inocuo, puede salir más  de un cadáver  del interior o monstruos ya disecados.  Es a lo que algunos "valientes" se arriesgan cuando toman aquella decisión.  Tendrán  que asumir las consecuencias, que pueden dejarlos mal parados. 
   Sin   embargo, cuando abres una caja que no parece caja y que por ello no sospechas que es aquella que Pandora ya abrió una vez, no sé  si tratarte de inocente, tonta  o ciega. Los años, la buena vida, el aburguesamiento han ido borrando aristas, te has vuelto blanda y poco precavida, ya no hay sustos desde hace años, no esperas nada con ansiedad, no buscas nada con ilusión, sólo  gozas de lo que llega y que permites que llegue a ti, por lo tanto, estás  desprevenida,  inerme, sin la desconfianza habitual,
  Creo que algo así me ha pasado en estos días.  En esos raptos de iluminación que vienen de vez en cuando, especialmente  en este tiempo, que éste se hace sentir en toda su extensión, las ideas se aglomeran y surgen casi listas, sin demasiado qué pulir. Así es como surgióme (jajaja, estilo antiguo para expresar las formas verbales) la brillante idea de elaborar un Libro de Familia, de la nuestra, partiendo de mis padres y llegando hasta los bisnietos de ellos, pasando por cada uno de los personajes que fuimos y somos,  con un relato en primera persona, que dé cuenta de nuestras vidas. 
   Lo más fácil  es haber expuesto la idea y encontrar varios adeptos. No todos, debo decir.  Una persona dijo que prefería  no participar (sus razones absolutamente  atendibles), pero hay otros que no han dicho nada. Han leído, han escuchado y nada más.  Ha pasado (16 junio) la  cantidad de 10 días y he recibido sólo cinco cooperaciones, de más  de una treintena. Estoy segura que recibiré  más, hay compromisos  explicitados,  pero aún  así, creo que terminaré escribiendo  varios relatos ajenos, esforzando mis recuerdos al máximo y, tal vez, recurriendo a fuentes indirectas ante el silencio (y arriesgando demanda, por supuesto, jajaja). Espero no cejar en mi empeño. Sucede que a veces me dejo rendir por la indiferencia.  

    Pandora asomó su rostro cuando, con uno de mis hermanos, estuvimos recordando algunas anécdotas  poco edificantes y menos representativas del amor paternal. A veces,  uno suele instalar una especie de aureola en torno a la imagen de quienes han partido de esta vida. En esta ocasión  que señalo, tomamos conciencia con mi hermano de la poca edad que teníamos para el tenor de las obligaciones que se nos asignaban, así  como de ciertos  castigos recibidos. Todo, claro, visto de la perspectiva actual, en que a veces se exagera con los derechos de los niños y se cae en una  educación  blandengue y permisiva,  que ha traído como resultado una generación que no sabe enfrentar las dificultades,  que no persevera ni insiste en alcanzar una meta, que elige el  camino de lo más fácil y divertido.  
   Pero cuando más  asomó  su rostro  Pandora, fue cuando  tuve que elaborar mi propia biografía.  Ahí  debí  enfrentarme al hecho de que no podía desclasificar todo (por un tema de síntesis, por un lado, por una buena dosis de pudor y vergüenza,  por otro). No todo se puede decir a todos. Tal vez a alguna persona  algo de todo lo menos conocido, pero no siempre todo tampoco. No quedaba otra alternativa que seleccionar lo más visible, conocido y recomendable. Pero eso no quita, que algunos sucesos tristes, vergonzosos, casi secretos, salgan desde el fondo de la memoria y afloren a la superficie,  cual cadáveres atrapados en el fango. 
   Y como una vez escribí sobre los claroscuros de una ciudad, también  debo señalar que en la mayoría de nosotros también hay esas tonalidades. El tiempo, inexorable en su transcurso,  también  lo es con los recuerdos. Los va difuminando (los rostros,  los gestos, los rasgos más  queridos, el entorno, el contexto emotivo), de manera que de pronto te encuentras frente a un suceso que ya habías dejado archivado en el fondo de un baúl  o que habías  decidido  enviar al fondo del océano, con lastre para evitar que aflorara. Y aunque no resulte fácil en ocasiones rememorar algunos hechos, gestos, palabras dolorosas, resulta crecedor y catártico hacerlo. Así  como resulta satisfactorio y feliz, darse cuenta que hay muchos momentos que diluyen la amargura de otros, transformando los primeros en nimios frente a todo lo positivo. Eso sin olvidar que un solo (uno solo) acto deleznable puede borrar todo lo meritorio. 
Yo, estilo afro
    Para no quedar con un regusto amargo, ha resultado muy divertido, asimismo, volver a recordar anécdotas infantiles, desde la mirada del cariño y de la inocencia. Y lo más extraordinario, hacerlo, a pesar de la distancia y del encierro, ayudados por la tecnología. 

viernes, 19 de junio de 2020

Caprichos...

   Realizando el proceso de elegir entre las palabras "locuras" y "caprichos" para este escrito, me vino a la memoria una canción  (¡viejísima! -la canción-) de Luis Dimas (¡uh!, dirán o pensarán  algunos/as) y rápidamente zanjé la disyuntiva.
                                   " Caprichosa seguirás
                                  por el resto de tu vida,
                                  Si volvieras a nacer,
                                 caprichosa vas a ser..."🎶🎶🎶🎶
  ¿Por qué  hablo de "caprichos"? 
  Porque a lo que voy a referirme son esos deseos impulsivos y  vehementes, para nada imprescindibles,  y que yo he transformado en acciones (dentro de lo que cabe) en este nuevo  mundo "acuarentenado".
  Claro que, antes de hablar de caprichos actuales, hagamos un poco de historia al respecto. 
  Analizándome retrospectivamente me parece que no he sido ni soy una caprichosa consuetudinaria. Y aunque soy Géminis,  debo puntualizar que, si bien vuelo muchas veces, más permanezco en tierra, haciendo digno uso de mis ascendencias (aire y tierra). Y, obviamente,  ninguna situación  volátil  alcanza el grado de locura (creo..., me parece..tal vez alguna..., no sé...jajaja). 
   Recuerdo un capricho de culto: tenía  unos 5 años y andaba acompañando a mis padres en un viaje a la ciudad, La Unión.  Nosotros residíamos en el sector rural en  ese tiempo.  Al ir a una tienda ("Casa Gladys" se llamaba el local) vi un maravilloso canastillo plástico de color celeste y quedé  enamorada de él.  Me acerqué  a mis padres que estaban en el mostrador comprando y lo solicité.  "Nones", me dijeron.  Salimos de la tienda  y a media cuadra me "taimé" con llanto y detención incluidos. ¡Quería el  canastillo! ¡Buááá! No recuerdo cuánto  lloré,  si también grité y/o me tiré  al suelo, pero fui lo suficientemente convincente para que mis padres regresaran al local y me compraran el famoso cesto. 
    "Caprichosa vas a ser/por el resto de tu vida..."🎶🎶
  Ya más crecidita, en la Universidad, hubo un par de ocasiones (¿o fueron más?; resulta conveniente no acordarse a veces, jeje), especialmente en el ámbito  sentimental. Me solía  enamorar y desenamorar con la misma rapidez, sobre todo si no veía correspondencia. En alguna ocasión,  cuando el entusiasmo me duró  un poco más de lo habitual y no tenía  claridad qué pasaba, o veía  señales contradictorias en el sujeto/objeto de mis suspiros, preferí tomar el "toro por las astas" y aclarar rápidamente la situación.  "¿Sí o no?" "No eres tú, soy yo", me dijeron... Debí  asumir la negativa (¡sniff), que no duró tanto tampoco (¡a otra cosa, mariposa!) "¿Ahora o nunca?", le dije a alguien en otra ocasión. Eligió ahora, por suerte (jajaja, no piensen mal, era sólo  pasar de la "amistad" al pololeo)
   Ya pasado el tiempo y mirando hacia atrás, pienso que hasta me casé  por capricho. Por eso también no duró  mucho la luna de miel (jajaja). 
  En fin, me quedan varios ejemplos en el tintero,  pero como  esto no es un confesionario,  me los guardo, quizás  para otro momento más  íntimo.  
  Bien, volvamos al presente.  
   Mis caprichos actuales son completamente inocuos, casi infantiles. Claro, ya estoy acercándome a la niñez nuevamente (jaja). Todos han sido trucos para no desesperar en este período.  Lo interesante es que no han sido planificados. Simplemente han sido impulsos transformados en acción,  ideas repentinas  puestas en práctica, caprichos de sexagenaria (¡uff, ¡qué mal se lee "eso"! -sexagenaria-). 
   Ejemplo 1: desde que estoy en este trance (como todos lo estamos) me he cambiado cuatro veces de cama, en dos habitaciones distintas. ¡Tal cual! Eso ha traído  variedad a mi vida, como si estuviera de viaje (jajaja). Tal como lo dije antes, no lo pensé  así al comienzo.
   A partir del tercer cambio, le vi la utilidad que tenía  como una táctica  para tener más acción de dormitorio (jajaja). Como las camas están  orientadas de distinta manera, pensé  que se me iba a producir un cortocircuito  de neuronas enloquecidas tratando de adaptarse, pero no sucedió  así,  porque ya estaban lo  suficientemente acostumbradas. Tomé  conciencia del ajuste casi automático una noche en que, luego de apagar la luz para proceder al sueño, al cerrar los ojos procedí a  "ajustarme" mentalmente a la misma posición  que tenía  en la cama anterior. ¡Eureka!, exclamé al igual que Einstein, al hacer tamaño descubrimiento. 
   Ejemplo 2: el cambio de distribución de los muebles no es nuevo para mí,  pero lo he realizado en mayor cantidad, en el dormitorio principal, en el living-comedor y en la terraza. Me da mucho  gusto entrar a algunas de esas dependencias y ver que lucen distintas,  que hay otros espacios creados, aunque a veces la comodidad pueda no ser la misma. Si así  sucediera, la solución es fácil: pasado un par de semanas,  procedo a un nuevo cambio, o antes ... o después.  
   Ejemplo 3: "emprendimientos" les he llamado a dos acciones realizadas por primera vez: deshidratar las hojas de apio para un mayor aprovechamiento culinario y elaborar té de menta, de alysum y de buganvilia mediante el mismo proceso, la deshidratación.  El apio está  listo y envasado.  Los té están en proceso, pues en el caso de las flores, la idea es que la materia prima se "coseche" una vez terminado su ciclo (cuando hayan "caído" las hojas de la planta).
   Ejemplo 4: escribir más  historias de las que escribo cotidianamente. Por un lado, un relato con fotografías  de todas las ciudades de Chile que he recorrido, región por región, en soledad y en compañía. En algunos casos, el trabajo sólo ha  consistido  en copiar, pegar y diagramar  lo que ya tenía escrito en el blog. En otros, debo redactar sobre la base de los recuerdos y de las imágenes guardadas. Ya llevo  un 40 por ciento de avance. Es otra manera de viajar: a través  de los recuerdos y las fotografías. 
    Ejemplo 5: con la misma acción  del ejemplo  anterior,  escribir, pero  esta vez, para realizar un Libro de la Familia (el "capricho" más ambicioso) con todos los antecedentes posibles, que incluya a cuatro generaciones partiendo por mis padres. Las "gracias" de este "capricho" son varias: preservar los recuerdos que se tiene de los fundadores de nuestra "dinastía"; dejar un valioso  testimonio a los más  pequeños acerca de sus orígenes; incorporar a todo el grupo familiar en la tarea (hermanos, cuñadas, sobrinos, sobrinos-nietos), con sus propios testimonios y recuerdos; entretenernos como familia, a pesar de la distancia que nos separa y de  la pandemia que nos rodea. 
   Como pueden leer, hay caprichos nutritivos y útiles,  a pesar de todo. Mientras tanto, la cuarentena que ha llegado con lluvia incluida, hace más llevadera la situación presente. La lectura ha quedado en segundo plano, pero el cambio ha sido y es interesante. ¡Hasta la próxima! 
    



domingo, 14 de junio de 2020

Un mundo distinto...

    Un mundo distinto nos espera al final de esta pandemia. Qué  tan diferente al del año pasado, no lo sabemos, pero en algo habrá  cambiado.  Si bien la cantidad de víctimas de esta enfermedad no es, aún,  ni el 1% de los que murieron con la llamada "gripe española" de los años 1918 a 1920 (se estima que en aquellos años fueron entre 50 a 100 millones de personas),  la crisis que ha traído  consigo  aún no muestra todo su alcance.  
    Es difícil  que el ciudadano medio pueda vislumbrar los cambios en su verdadera dimensión.  Cada uno de nosotros,  en nuestros circunscritos mundos, vivimos inmersos y rodeados de muros impalpables, muy altos, que no nos permiten una visión global. Seguramente los cambios vendrán pero no tendremos la capacidad de captarlos, ni en toda su extensión ni en su total profundidad.  Sería  necesario la distancia temporal suficiente para tener una visión  más  completa, acabada y objetiva de este hito de la historia. 
    Aunque los cambios sean imperceptibles  para la mayoría o significativos para los estudiosos, lo que no llegaremos a saber nunca será lo que habríamos  seguido siendo SIN pandemia, porque aquello ya no ocurrió. Fue una posibilidad  que se torció en el mismo momento  en que se detectó a los primeros contagiados y se ocultó al mundo la información. 
    Así  como no podemos imaginar un  mundo actual  sin las guerras mundiales y sin muchas  naciones gobernadas por una determinada orientación política  y no otra, desde la Era Moderna en adelante, no podemos tampoco desconocer el impacto que varias revoluciones,  numerosas guerras, la aparición de gobiernos totalitarios, la existencia de importantes avances tecnológicos, han producido en el funcionamiento de nuestro mundo. Sin todo aquello, no seríamos  lo que somos hoy. 
    No obstante, no todo es de relevancia vital para nuestro devenir global, aunque pueda no ser inocuo para una nación  específica. Los eventos trascendentales para la marcha de la historia,  esos puntos jombar o bisagra, de cuyo resultado depende el futuro de todos  -o casi todos-, no son pocos. Ellos son la base de la que se alimenta la llamada "Historia alternativa" o Ucronía, género de historia "ficticia" que proyecta el desarrollo de la humanidad eligiendo, a partir de un hecho clave, un decurso distinto al ocurrido.  

 En la novela Patria, Robert Harris realiza este interesante ejercicio, aunque, debo decir, me quedé con gusto a poco.
     En un  equis día del año 1964, un  policía  de la división policial KRIPO del Imperio Alemán, se ve enfrentado a la investigación  de un caso que comienza con el hallazgo de un cadáver en el lago Havel, en una zona periférica de  Berlín.  

   Vista así la situación,  pareciera el inicio de una novela de intriga  y misterio, como tantas otras. Sin embargo, en el relato de los hechos comienzan a aparecer una serie de "detalles" extraños: un gigantesco Arco del Triunfo,  una ciudad preparándose para vivir días de fiesta con  motivo del cumpleaños N°75 del amado Padre de la Patria y Führer del Imperio, Adolf Hitler, un desconocimiento oficial  de lo sucedido a los judíos, quienes desaparecieron de sus casas un determinado día y no se supo más  de ellos, mientras sus viviendas fueron ocupadas  posteriormente por diversos funcionarios. Al mismo tiempo, el lector se va enterando que hay naciones que han desaparecido para transformarse en provincias alemanas y la tarea de colonización  del "este" es una tarea primordial  para el Estado. 
   La aparición  de este cadáver,  que resulta ser un "viejo  camarada" ("pez gordo" cercano a la jefatura del régimen), da inicio a un búsqueda de la verdad por parte de March, a costa de su vida. 
   Interesantísimo relato, que nos lleva a ponernos en el lugar de lo que sería la Historia de la Humanidad si la II Guerra Mundial hubiera tenido otros vencedores. 
  Junto con constituirse la novela en una Ucronía contiene en sí  las características de una Distopía,  con una  pátina del  típico "mundo feliz" de Aldous Huxley. El culto al Führer se ha transformado en una verdadera religión  y los niños, en sus escuelas, al igual que pequeños robots, le rezan y agradecen  al amado líder  por el mundo que les ha regalado. La posverdad es la herramienta del régimen para preservar su imperio ante sus ciudadanos y el resto del mundo.
    ¡No te la puedes perder! (la novela). ¡Nos  vemos en otra parte del globo!
  P.S. de este mismo escritor he leído cuatro novelas más, la Trilogía del gran Cicerón (Imperiun, Conspiración y Dictador) y Pompeya (en julio de 2018). Todos, relatos muy recomendables e ilustrativos de un tiempo casi mágico (para mí).

lunes, 8 de junio de 2020

El pintor de almas

    "El pintor de almas" de Ildefonso Falcones.
  Son los inicios del siglo XX en Barcelona, 1902 para ser exactos. Dalmau, joven artesano, diseñador de cerámicas  y pintor naciente, recorre las calles céntricas de la capital catalana, admirándose de las novedosas, coloridas,  y cada cual más modernista, obras que se están  construyendo o habilitando en su ciudad. 
Pareciera que allí hubiera concurrido la más granada muestra de arquitectos, ceramistas, vidrieros, diseñadores de toda España, destacándose  los grandes Antonio Gaudí,  Lluís Domènech, Josep Puig i Cadafalch, Josep María Jujol, Ramón  Casas, Enric Sagnier, entre muchos otros. 
La fascinación  por un arte suntuoso, decorativo, dinámico, lleno de vida, se muestra con vigor y fuerza en obras como el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, la Casa  Batlló, la Casa Milà o La Pedrera, la Casa Vicens, el Parque Güell (de Gaudí); el Palau de la Música,  el Hospital de Sta. Cruz y San Pablo, el Hotel España, la Casa de Lleó Morera (de Domènech)
la Casa Amatller (de Puig i Cadafalch) y muchas más.  Es la Barcelona floreciente,  que recorre el Paseo de Gracia,  que se reúne en algún  café  céntrico,  que asiste a bailes, al teatro, a exposiciones y, además, a la iglesia de su sector, cada semana,  religiosamente.
   Pero hay otra Barcelona : la de las fábricas e industrias,  donde miles de obreros trabajan un mínimo de 12 horas diarias, de lunes a domingo en la mayoría  de los casos, lo que deben hacer si quieren recibir un salario que apenas alcanzará  para mal vivir junto a su mujer e hijos. Una Barcelona en que las mujeres  trabajan de empleadas en las casas de los que tienen el poder económico, de lunes a domingo. O lavan la ropa de los de clase alta en lavaderos públicos, planchan con pesados artefactos a carbón  días  completos,  permanecen agachadas sobre una máquina de coser o sobre la prenda si es a mano, cosiendo a la luz de las velas, por horas y horas. 
   Esta vida que casi no lo es, va originando la tormenta perfecta. Es el tiempo de un activo movimiento obrero y de sus familias, que inician huelgas y se movilizan en grandes mítines para exigir condiciones más dignas, que habitualmente terminan sin logros. Es el tiempo de la efervescencia política,  en que socialistas, comunistas y anarquistas actúan  con la similar motivación de mejorar las condiciones laborales, aunque con distintos métodos e irregular suerte. Además, luchan a brazo partido para acabar con la presión  y omnipresencia de la Iglesia, que aboga por la caridad y el respeto a los mandamientos,  mientras se beneficia, por ejemplo, en el caso de las numerosas congregaciones de religiosas,  con el trabajo de sus acogidas, rompiendo los precios de ciertos trabajos, pues las internas hacen  la labor gratis, mientras  las monjas cobran.  

Todo aquello que se repite año a año, termina por explotar en 1909,  cuando obreros jefes de familia, los denominados reservistas, son obligados a participar en la guerra de ultramar, que se desarrolla en el Rif, donde las tribus bereberes enfrentan las tropas españolas en colonias españolas de Marruecos, especialmente en Melilla y Ceuta.
 Miles de mujeres con sus hijos quedarán en la inopia, por lo que se recrudecen los movimientos obreros y toda la rabia e impotencia de años se desata en contra de la Iglesia en lo que se llamó  la "Semana trágica", durante la cual 80 edificios eclesiásticos fueron asaltados e incendiados,  aunque sin cobrar las vidas de sus residentes y encargados.    

El resultado de la huelga general e insurrección obrera,  además  de la destrucción inmobiliaria de 112 edificios públicos, incluidos los religiosos, fue de más de 70 muertos y medio millar de heridos.  La represión fue feroz,  con miles de presos, entre los cuales se desterró  a 175, se condenó  a 59 a  cadena perpetua y 5 fueron fusilados.  
   Todo lo anterior es absolutamente  histórico.
  Ildefonso Falcones, autor también  de las aclamadas y premiadas novelas  La catedral del mar, La mano de Fátima , La Reina descalza y Los herederos de la tierra, en  El pintor de almas (ha sido una verdadera suerte poder acceder digitalmente  a ella, pues en marzo recién pasado era todavía  top venta en librerías españolas) ubica a sus personajes,  Dalmau, Emma y Josefa en este contexto.  Mientras las mujeres viven y sufren las penurias y abusos de empleadores, pasando hambre permanente, Dalmau es quien logra acceder a la clase poderosa, creyendo ingenuamente en la aceptación  social por parte de una casta absolutamente cerrada.
    El mundo de la mendicidad,  abundantísima a comienzos del siglo XX, es también mencionado y descrito, sin que exista ningún apoyo oficial y/o religioso efectivo para solucionarlo.  
 .... 
  La lectura de esta extraordinaria novela me llevó nuevamente a Barcelona y la sorpresa fue grande  al comprobar que la descripción del centro de la capital catalana de comienzos del siglo XX no dista mucho,  a grosso modo,   de lo que he podido apreciar en mis dos visitas a la ciudad (2016 y 2017-2018)
Todas las construcciones mencionadas siguen existiendo, visitadas más que nunca por los turistas.  También  aparece mencionado el Parque de la Cuidadela, lugar imperdible para todo visitante actual, la Plaza de Toros en Poblenou y otros sectores completamente vigentes. 

Lo que seguramente más ha cambiado es el Puerto y las poblaciones periféricas  en el transcurso de poco más de un siglo, lo último, una tarea pendiente. 
    Me fascinó  la manera cómo  se expresa la capacidad de dibujar, de crear y de reproducir la expresión humana, los sentimientos,  el "alma", con unos pocos trazos y con el manejo de la luz y de la sombra. Ésta es una de mis grandes frustraciones: no haber tenido habilidad para el dibujo ni para el arte en general (tampoco en particular, jajaja). Como premio de consuelo, me queda el haberme transformado en una diletante entusiasta de la plástica,  de la música,  de la danza. ¡Algo es algo!    
Habiendo leído todas las novelas mencionadas de Falcones, estoy en condiciones de recomendarlo a ojos cerrados. Cuando el verbo es bien utilizado se nota y Falcones lo demuestra en cada página. Uno sufre, se alegra, se emociona y ve a través de los ojos de sus protagonistas. Una excelente manera de viajar en el tiempo, con la gran ventaja de volver a un mundo menos duro (¿?). ¡No te lo pierdas! ¡Hasta pronto!
    

domingo, 7 de junio de 2020

Oportunidades...

   Cuando la rutinaria cuarentena no te ha transformado en robot, zombie o ameba y has logrado salir adelante sintiéndote humana/o (aunque no es tan grande la ventaja, después de todo) es tiempo de sacarle el máximo de partido a las amenazas externas de la pandemia, transformándolas en oportunidades luego de fortalecer, opíparamente claro, nuestras debilidades (jajaja). Esto último, olvidémoslo, aunque cueste, porque el resultado al final del encierro será  catastrófico para nuestra autoimagen. 
  En fin...
  Veamos, ¿cómo puedo transformar este tiempo de terror en oportunidades? Fácil (jajaja) : haciéndole espacio a la creatividad e/o innovación. Yo les hablaré desde mi experiencia y realidad, ustedes, más creativas/os que yo (espero), lo adaptarán  a sus pequeños o grandes mundos particulares (me refiero al espacio, por supuesto).
   De la actividad más "cultivada" en este largo  y oscuro periodo medieval (faltando las imágenes y actos religiosos, esto ya parece un encierro conventual, claro que con más tecnología) les "hablo" a continuación. 
   Sembrar o plantar (en cualquier tiempo o en cuarentena).
 En la actualidad, no ser terrateniente, latifundista o parcelero no es impedimento para esta actividad, una de las más  nutritivas, literal y emocionalmente hablando.
   Cualquier esquina de tu patio o jardín, un pequeño rincón  en la terraza o balcón si vives a media o gran altura, es propicio para sembrar o plantar. Pequeños vegetales o flores. Aquí no se trata de poner en marcha una producción  a gran escala ni volver al sistema de agricultura familiar, sino simplemente darte el gusto de probar en tu comida algo que tú lograste hacer vivir merced a tu intervención o gozar de la vista de una hermosa flor o del aroma de una planta medicinal o especiada,  todo depende de las "gracias" de la "verdura".
 Las preferencias mías, que tenía un stock de semillas formado al ir comprando en mis viajes a provincia  (jajaja)son el cilantro, perejil, espinacas o alguna otra que encuentre en el frasco semillero. En estos tres meses he sembrado tres veces cilantro, una vez perejil,  espinacas y rúcula, que encontré, rebuscando en el "alijo" de las simientes, (¡uff!, ¡qué  cursi se ve en este contexto el sinónimo). La última  me encanta, como lo mencioné  en otra ocasión. Ya están  asomando. Y ésa es una de las partes más "nutritivas" de la siembra : ver cada día cómo va creciendo "tu obra". Yo las saludo, las miro, las riego, las cambio de sitio para que les dé más sol matutino, cuando lo hay. Como pueden ver, cada loca/o con su tema. 
   En relación  a esta actividad, les comparto una curiosidad. En una planta ornamental, que "armé" con una patilla de otra, mientras estaba creciendo dentro de una feliz primera infancia (me refiero a la infancia de la planta) comenzó  a crecer a su lado, en el mismo pequeño macetero, una congénere, a la cual reconocí desde pequeñita. Era una lechuga crespa. ¡Cierto aunque parezca mentira! Una semilla viajera que llegó  allí  y fructificó. No quise darle  muerte (😓😓) así  que seguí regando y observando si podían  cohabitar sin problemas. Me han dado una lección  de vida (jajaja). Al parecer, que yo sepa, no se han peleado y ambas siguen creciendo.  Claro que la lechuga, debo decirlo, tiene sus días  contados (bueno, ¡quién no!), así  que  apenas crezca lo suficiente para aportar significativamente a una ensalada la deberé "erradicar" y llevarla a mi cocina.  
   La única siembra que ha resultado un rotundo fracaso en estos días ha sido una de limones. No crean que pretendo una plantación para luego exportar estos frutos aprovechando el alto precio (jajaja). Los pretendía como adorno y para aromatizar el ambiente. De muchas semillas sembradas, cero fructificación a la fecha (hace un mes). Las alternativas son dos: la semilla era estéril o el envase inadecuado. Viviana, mi sobrina, ingeniero agrónoma ella, me señalaba que no era conveniente sembrar en "maceteros" de vidrio por el tema de la luz. Voy a intentarlo otra vez, con otro tipo de limón y ahí les cuento.
   Tareas en el huerto-jardín 
   Debo  señalar, y todos estarán de acuerdo conmigo (los que no, serán sospechosos), que el riego  es una de las acciones vitales en este campo. ¡Obvio! Así como en nuestra especie (que conste que no me refiero a riegos "alcohólicos o más o menos espirituosos", sino al metafórico; la/el que me entienda, ¡felicidades!). 
   En mi afán  de aportar al planeta en el día  a día, hace más de un año que estoy haciendo un real aprovechamiento de ciertas aguas "servidas" para el riego de mi huerto-jardín (un homenaje a mi madre que acostumbraba a hacerlo). Reutilizo el agua del lavado de verduras, de alimentos y de loza relativamente limpia,  que no contenga detergentes. De esta manera contribuyo al ahorro mundial de H2o, además  del menor gasto comunitario del edificio. No es tanto pero todo suma. 
   La nutrición es una misión también insoslayable, si queremos mantener la belleza de cada ejemplar. Lo novedoso en este ámbito ha sido la lectura de unas sugerencias virtuales relativas a cómo fortalecer mis regalonas, a través  del aprovechamiento de cáscaras, por ejemplo, de algunas frutas. He comenzado con las de naranja y limón, a las que he puesto en un frasco lleno de agua, la que utilizo luego de 24 horas. También  tengo a la mano el agua con la que estoy hidratando las algas que prepararé para mi almuerzo de  mañana (ésa  es otra de mis actividades frecuentes  cuando voy a recorrer las playas de mi país: recolectar algas, que luego seco en el balcón,  guardo y consumo durante el año, 😉😉, el que sabe sabe),  un agua enriquecida con sales marinas. Quedo al pendiente con el potasio (deberé comprar plátanos en mi próxima salida, aunque no me gustan mucho). Lo que lamento es no haber sabido antes lo bien que pude haber aprovechado los restos de café de grano que he consumido por mucho tiempo, pero ya lo haré a partir de mañana, cuando retome esta exquisita práctica. 
   En el mismo  balcón y a propósito de aprovechamiento (en el buen sentido) he iniciado un "emprendimiento" (jajaja). Cuando este viernes compré  un apio y me encontré  con la gran cantidad de hojas que debía echar a la basura como en todas las ocasiones anteriores, no me sentí conforme. Sólo  las había  utilizado, picadas como perejil,  como un sazonador muy efectivo de la carne, pero en cantidad mínima en comparación con el total. Busqué  otras alternativas (ya imaginarán dónde) y me encontré  con pesto de apio, con condimento de la sal, para el bloody mary (¡puaj! De sólo  pensar en zumo de tomate se me  revuelve el estómago; detesto el ketchup y la salsa sólo la acepto en los tallarines y siempre que se le agregue cebolla y carne) y en forma de batido matinal (tampoco me gustan los batidos ésos para adelgazar o vitaminizarse). 
  Visto lo anterior, me adapté a mis circunstancias y gustos. El pesto requiere de mucho aceite y eso no me agrada. Consumo el mínimo posible.  Así  que decidí  hacer lo que hago con las algas : deshidratarlas, pero al sol y no al horno. Más barato aún. Luego del proceso de secado, las guardaré  en un frasco y las utilizaré según  la necesidad y ocasión,  ya sea para aliñar la carne, para condimentar la sal, para agregar a un guiso o a la mayonesa (cuando compre, jajaja). 
   Otras tareas relevantes en este maravilloso espacio vital son la poda y/o limpieza. Librar de las hojas secas, de las ramas y ramitas ídem,  va fortaleciendo a la planta, pues deja de gastar energía  en lo moribundo.  Hace poco, viendo que las plantas de cardenales de mi jardín de pared estaban demasiado envejecidas (¡Dios guarde a la presente, jajaja; por suerte no soy un cardenal), procedí a eliminar todas las plantas y sólo  dejé patillas, las que planté  en las  mismas jardineras (me falta nutrirlas convenientemente).Han pasado  tres semanas y ninguna se secó y tendré cardenales sanos por unos cuantos años más (espero verlos, 🙈🙈🙈).
    La que necesita  limpieza personalizada,  en cada una de sus hojas es una yuca que me regalaron, hace unos cuantos años ya, Anita y Miguel Ángel. Ha crecido  mucho, ya está  más  alta que yo (¡imagínense, jajaja!). Cada vez que la limpio le aplico después  abrillantador en sprite y queda espectacular,  como recién salida de la peluquería. 
   Asimismo, forma parte de esta labor la eliminación de plagas que sí da qué hacer en cualquier plantación, por pequeña que sea. Una pobre ruda que tengo, cuando no la atacan las moscas blancas, lo hacen otros bichos. Denantes la "bañé" en desinfectante. No la utilizo, sólo la tengo por si la necesito alguna vez por motivos medicinales, aunque su aroma tiene su "gracia" (en gustos, como todos sabemos, no hay nada escrito). Pero de ninguna manera la compré  para la suerte o la fortuna, como lo hacen algunas personas.
    Instalar tutores en los casos que sea necesario también  es una prioridad, especialmente en las enredaderas o plantas con el tallo débil.  Acá  tengo varias con necesidades especiales de apoyo: un hinojo,  una planta de romero (que crece y crece a pesar del uso que le doy), un helecho plumoso y las buganvilias,  que, para maravilla de la Eva de este paraíso,  este año florecerán  las tres.
 La roja se pasó: ¡abundancia absoluta! (es la más  grande);  la amarilla, más  pequeña, ya va por su segunda floración  anual,  pero con más discreción y la fucsia está  pronta  a mostrarse, recién comenzando. Ellas se han transformado en verdaderas reinas de belleza para este espacio mágico, aunque el aroma lo aportan las matas de la flor de miel o Alysum Maritimum, de flor pequeñita, blanca, pero de un intenso aroma a miel. En las mañanas, cuando ingreso al sector vidriado del huerto-jardín, inspiro profundamente para degustar de sus efluvios.  
   Hasta aquí con el tema huerto-jardinería, una verdadera oportunidad de aprendizaje y práctica en estos días "oscuros". Otro día escribiré sobre otras, tan interesantes y entretenidas como ésta, al menos para mí (jajaja). ¡Arrivederci!