Sale de palacio en día sábado a las 9 de la mañana. ¿A dónde va, se preguntarán ustedes, a tan temprana hora? Pues nada más ni nada menos que a trabajar a la Villa de Rengo (la historia dice que no le alcanzaba para ser denominada "Reyno"; sorry, habitantes de Rengo). El día está casi completamente despejado, lo que augura, por tanto, un grato día otoñal. Sin embargo, al salir de los muros de castillo, la "golpea" el frío matinal. Aunque va en tenida docente (es decir, vestida de dama y con su delantal institucional), carga su mochila viajera. No se ve muy elegante que digamos, pero "el fin, justifica ..." (¡Te recuerdo, Nicolás!). Este año felizmente no deberá cargar todas las jornadas sabatinas el material pedagógico de los alumnos sobre sus espaldas (literalmente, jajaja, pues otro colega -un varón, por ende, más forzudo- jajaja, lo llevará cada vez).
¿Por qué lleva su mochila viajera, entonces? ¡Muy simple! Porque viajará a Santiago desde Rengo, una vez que termine su jornada laboral (¡obvio!). Corresponde que lo haga, pues ya han pasado 15 días desde la última vez.
Se sube a un colectivo urbano en la esquina de calle Cuevas al instante. Todo parece fluir este sábado. Llega al Rodoviario-Mercado. Desde este lugar es de donde "zarpan" -y "atracan"- los Microbuses y los Colectivos que trasladan hasta y desde pequeñas localidades cercanas a los pasajeros que necesitan de sus servicios.
Lo primero que aparece a la vista de doña son los coloridos ramos de flores en hermosa exposición en la entrada del edificio. Ingresa por uno de sus accesos y observa cómo, a pesar de la hora temprana para el comercio (las medianas y grandes tiendas no abren antes de las 10 u 11 de la mañana), muchos de los puestos ya están dispuestos para la atención de su público, mientras los clientes "habitué", al parecer, ya desayunan su café acompañado de sopaipillas bien condimentadas con ají y mostaza. El olor de la comida invade sus aristocráticas fosas nasales (jajaja) ¡Suerte que desayunó convenientemente su habitual cappuccino con la barra de cereal, más un coffe colombiano! ¡Mmmm!
Atraviesa el edificio por uno de sus pasillos y sale al sector donde se ubican los taxi-colectivos. La postal es de un amarillo intenso, color que distingue los vehículos de pasajeros estacionados a la espera de sus clientes. Los que van a la Villa renguina están al final de la losa, de manera que, doña Principessa, cual modelo de pasarela, debe recorrer el extenso andén, pasando por el lado de los choferes de los vehículos apostados allí.
¡Todo fluye esta mañana! Se sube al automóvil, seguida por el chofer, quien inmediatamente pone el taxi en movimiento. El viaje resulta expedito y cómodo, sin "apreturas" (aunque durante el trayecto se subió un tercer pasajero). Aprovecha el tiempo para avanzar en la lectura de una novela de David Baldacci, que la tiene altamente intrigada. La vida en este planeta depende de la inteligencia del John Puller. ¡Mucha responsabilidad para un solo hombre!, piensa, habiendo taaannnntoooossss que no logran ni llevar adelante su propia vida (jajaja).
Llega con 15 minutos de adelanto a su destino. Prepara todo el apoyo técnico para su clase, pero...¡le resulta imposible ingresar a la página institucional para pasar lista! ¡Qué lata! Pide ayuda a su colega vecino pero tampoco él puede solucionar el problema. ¡Ufff! ¡Una tranquilidad por una parte pues eso significa que no es inoperancia de ella! (que suele suceder en el ámbito tecnológico, para ser sincera). Se ve en la obligación de cambiarse de sala y eso ya marca un mal comienzo de su clase, que, a lo menos, se inicia con unos 3 minutos de atraso. ¡Diablos! Los alumnos están soñolientos (son las 10 de la mañana y estos badulaques a qué hora acostumbrarán a levantarse que tienen tanto sueño y una cara de pescado que no se la pueden).
Doña no queda conforme con su clase. ¡T o d o i b a fluyendo, pero...algo falló aquí! Deberá estudiar las posibles causas. No le gusta quedarse con la sensación de una clase "fome".
Al contrario de la primera, las otras dos clases con los alumnos de Cuarto Medio le resultan un éxito total. ¡Bravo! ¡Se siente reivindicada! Su día vuelve a fluir...
A las 14,25 sale del establecimiento y dirige sus patitas al Terminal de Buses y Micros Renguino. El bus en el que viajará a la capital zarpa a las 15 horas, para estar, ¡qué bueno!, a las 16,30 en su destino. Aprovecha de leer durante el viaje, aunque a ratos, también dormita un poco. El viaje se extiende más de lo previsto. Arriba a las 17 horas e inmediatamente guía sus pasos al palacete de su hija.
Llegando allá descansará del trabajo semanal por el resto del día. La espera el chaise-long, desde donde dirigirá los hilos de su vida ...y de los demás, jajaja. Escribirá un par de mails a personas muy querdas, se alimentará, avanzará en su lectura, se interiorizará de lo que ocurre en el mundo y, si le queda tiempo y energía, disfrutará de un film.
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