Después de escuchar en las noticias, hace algo más de una semana, la información acerca de un estudio de una costumbre de la fauna femenina (ups, pido disculpas a mis congéneres), estuve analizando la factibilidad que los resultados allí presentados pudieran tener sustento, de acuerdo a lo que mi vasta experiencia, mi capacidad intelectual y mi nutrido conocimiento del mundo y de las cosas me sugería frente a este interesante y profundísimo estudio-reportaje:
"Las mujeres chilenas, compran en promedio, seis pares de zapatos al año".
¡Interesante información!
"Importancia de los zapatos en la vida de una mujer" podría ser el título de un artículo, pues no cabe duda que los zapatos para el sexo débil en la actualidad, se han transformado en un artículo de primera necesidad. Ya no es suficiente con tener un par de ellos de color negro y café, sino también de otros diversos colores o bicolores, para distintas vestimentas y ocasiones.
Impelida por la curiosidad me acerqué a miS clósetS a comprobar en mí misma, si la aseveración de dicho reportaje tenía sustento en la práctica y, con algo de ¡sorpresa no exenta de "orgullo"! (jajaja) comprobé que había superado el promedio nacional; es decir, había dejado a otra(s) dama(s) sin un par o más de zapatos (jajaja).
Frente a esta situación de prioridad nacional, decidí reflexionar para arribar a algunas conclusiones, que alumbraran mi camino como consumidora, de aquí en adelante. Partiendo de dos premisas claves, me aboco después a establecer algunas verdades fundamentales.
Premisas:
Teniendo claras las dos premisas anteriores, ahora debemos abordar la interrogante acerca de las causas de dicho comportamiento. ¿Será por exigencia del trabajo, por compulsión o simple capricho de alguien que puede darse ese lujo?
Impelida por la curiosidad me acerqué a miS clósetS a comprobar en mí misma, si la aseveración de dicho reportaje tenía sustento en la práctica y, con algo de ¡sorpresa no exenta de "orgullo"! (jajaja) comprobé que había superado el promedio nacional; es decir, había dejado a otra(s) dama(s) sin un par o más de zapatos (jajaja).
Frente a esta situación de prioridad nacional, decidí reflexionar para arribar a algunas conclusiones, que alumbraran mi camino como consumidora, de aquí en adelante. Partiendo de dos premisas claves, me aboco después a establecer algunas verdades fundamentales.
Premisas:
- Para comprar 6 pares de zapatos en doce meses (haciendo un simple ejercicio matemático) podemos establecer que las compras deben haber sido realizadas mes por medio ó 6 meses seguidos (la verdad, la frecuencia no es nada de importante por el momento).
- Contemplar, durante 6 meses, la adquisición de calzado significa que debe contarse con el money necesario para hacerlo o una tarjeta extra dura, que aguante. Pero como no todas las féminas pueden darse este pequeño "lujo", suponemos que, otras, al contrario, solidarizando con las primeras, seguro se dan el gusto de comprar unos diez pares para sí.
Teniendo claras las dos premisas anteriores, ahora debemos abordar la interrogante acerca de las causas de dicho comportamiento. ¿Será por exigencia del trabajo, por compulsión o simple capricho de alguien que puede darse ese lujo?
Vamos por parte, haciendo historia en primer lugar.
Recuerdo que, cuando niños, con respecto al calzado existía la siguiente norma:
- Se compraba un par de zapatos al inicio del año escolar (que debía durar todo el año, por lo menos), un par de botas de goma (que servía para varios años) y un par de sandalias en temporada estival. ¡Y punto!...
A lo anterior cabe agregar que, en muchas casos, si tenías la mala suerte de ser menor, te correspondía "heredar" los zapatos del hermano/a mayor, que seguían resistiendo, por segundo año, los embates del uso infantil o adolescente.
A nivel adulto, en tanto, la variedad de color era escasa : negro, café, beige y blanco (sólo para determinadas ocasiones). En cambio, en la actualidad, la multiplicidad de colores, diseños, así como el material, es amplísima. La calidad también es muy variada...y los precios, ídem.
Sucede que ya no importa tanto que los zapatos, sean durables y de buena calidad, sino de diversos diseños y coloridos. Y como la moda es un objeto más de consumo, se transforma en vertiginosa en su desarrollo y evolución de una temporada a otra. Ya no se exige ni se requiere que el calzado dure a-ñ-o-s de a-ñ-o-s; al contrario, basta con que sólo "aguante" la estación climática, porque a la siguiente, esos "cubre-patitas" ya no serán bienvenidos y habrá que reemplazarlos. Entonces, como no se necesita que sean durables, son desechables, y, en consecuencia, de menor calidad, con material más económico, lo que abarata los precios ...y así, sigue el efecto dominó, pues si son más económicos, donde antes comprábamos un par, ahora podemos adquirir dos pares...¡Bravo!
En síntesis, todo es culpa de...¡la Revolución Industrial! (en primer lugar), del enriquecimiento de la burguesía, del aumento de las fábricas de zapatos para emplear a más mano de obra debido a la superpoblación mundial que tiene que alimentarse....¿A costa de qué? De una permanente demanda femenina por adquirir zapatos que respondan a la Moda imperante del período Otoño-Invierno o Primavera-Verano. Es decir, todo es una cuestión de oferta y demanda, que se amplía por efectos de la Globalización...(uff, me cansé tanto pensar!)
En suma, no somos, las Mujeres-compradoras-de-Zapatos las culpables (¡por suerte!) sino que ¡¡La gran y última culpable es la Sociedad!! (jajaja, ¡qué imputada más inasible!).
Así que, Mujeres, sigan comprando zapatos sin ningún sentimiento de culpa. Todo lo que contribuya a elevar vuestra autoestima, a superar traumas, a mantener el estrés a raya, a mejorar la depresión, a levantar nuestro deteriorado ego a veces, es POSITIVO. Lo recomendable, eso sí, es que no "revienten" las tarjetas, porque la angustia que producen las deudas no la van a poder "curar" con más zapatos.
Les recomendamos, por tanto, tener una amplia (o larga) estantería en el o los clósets para guardar todos los zapatos que vayan comprando, porque apilarlos los deteriora (a los zapatos, claro está, jajaja). Ahora, si va a tener el o los clósets llenos de ropa y zapatos, no se le ocurra esconder ni guardar nada ni a nadie más (jajaja) en ellos. Lo importante es que puedan cerrarse y estén relativamente ordenados por si a la suegra se le ocurre ir a husmear.
Y cuando se calcen un par de zapatos recién comprados, no se olviden caminar con prestancia, pisar firme y fuerte, como para que el mundo se dé cuenta que allí va una mujer que sabe lo que quiere, con metas y objetivos claros y con una firme decisión en la mirada...y en las "patas" (jajaja).
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