La verdad, para ser honesta (¿lo eres, Principessa? ) no sé si esto cambiaría vuestro mundo, pero les puedo asegurar que el mío sí.
De un tiempo a esta parte me ha dado por analizar mis actos, a veces, hasta los más mínimos. ¿Estaré en un proceso de introspección permanente, en un período de conocimiento profundo del ego (jajaja) o de aburrimiento existencial? (Entre paréntesis, ¿"aburrimiento" derivara de "burro"? Deberé averiguarlo). La cosa es que, el día de ayer, mientras iba a las oficinas comerciales de CGE (Compañía de Electricidad de Rancagua) me di cuenta que no escogía un trayecto directo para llegar allá (hago caminatas lo más que puedo si tengo tiempo), sino que iba tomando las calles según fueran dando verde los semáforos (no piensen que esperaba que éstos me guiñarán, jajaja; no estoy a ese nivel...creo). Sé que los matemáticos pueden decir que tal vez caminé más que si lo hubiera hecho en línea recta, pero no es eso lo que me interesa. Prefiero buscarle el lado entretenido a mi ejercicio cuasi obligatorio.
- ¿Cómo así, Principessa?
- ¡Claro, pues! El trámite debo hacerlo, por eso es obligatorio, pero como voluntariamente elijo caminar en lugar de tomar locomoción, es "cuasi". ¿Vous comprendez?
- Jajaja , no te preguntaba eso...
- ¡ Ups!
- Mi pregunta decía relación con ¿qué de entretenido le encuentras a no seguir la línea recta en un trayecto?
- Fácil respuesta: por ejemplo, dar cabida la sorpresa, a lo novedoso, a enterarme "in situ" cómo es determinada cuadra en un día laboral como ayer (es más habitual que recorra algunos sectores sólo los sábados o domingos, y suele suceder que las calles son "distintas" esos días que en días de semana), a darme cuenta de las reparaciones, construcciones u otras acciones que puedan estar desarrollándose en el pequeño espacio de 125 metros.
- No dejas de tener razón en aquello que dices. Conozco personas que siempre hacen el mismo recorrido, como "animales" con anteojeras (lo de "animales" ha sido expresado con el mejor tono cariñoso, porsiaca...)
- En mi caso es suficiente con los anteojos, jajaja... Sabes que a veces, en estas caminatas medio serpenteantes (nunca tan onduladas porque la mayoría de las cuadras son rectas) descubro cosas interesantes, que me suelen llevar, imaginariamente, a mi niñez. Recuerdo que la primera vez que anduve por Almarza al llegar a G.Riesco, "descubrí" el antejardín de una vivienda, que me encantó. Me retrotrajo a la imagen ideal que yo tenía de una casa con jardín, en la que podría vivir segura y feliz.
- ¿Y qué tenía de especial?
- ¡Tiene!, pues aún está allí. Es un antejardín pequeñito, con adoquines, con muralla de ladrillos, medio hexagonal, que continúa hacia el interior por un angosto caminito...¡distinto y acogedor!
Hay gente que se pasa la vida yendo en línea recta; yo prefiero ir "conejeando", en el buen sentido (recuerdo que la primera vez que escuché este gerundio, me dio mucha risa. Le pregunté a mi compañero de trayecto, una de las pocas personas simpáticas del área sostenedora de mi trabajo anterior, lo que significaba e inmediatamente lo incorporé a mi acervo lingüístico). No se trata de ir buscando burlar lo permitido, las buenas costumbres o la ley, ex profeso, ni siquiera por el espíritu de la tinca (¿conocen ese espíritu, cierto? Si no es así, me avisan para explicarles). Les confieso que, al parecer, es simple y llanamente una "tendencia" de mi espíritu romántico, divergente (aprovechando un término de moda) o como quiera llamársele. ¿Esta característica me la habrá dado Dios (jeje), se habrán confabulado los astros para que se desarrolle en mi persona o resultó de la mezcla casual de los genes de mis padres?
Hace un tiempo descubrí que carezco de la vocación de mujer-masa, de mujer-oveja, de ser una Joan-Smith más (jajaja, ¡los pillé!: es el femenino, obviamente de John Smith, el personaje de "Matrix"). No me gusta aceptar la información de terceras personas, pues prefiero ir a la fuente; me inclino por elaborar mi propia opinión de las cosas, aunque ésta, al final, igual pueda coincidir con otras; me aseguro por mis propios ojos, aunque tenga problemas visuales (creo que no tanto por ser desconfiada, sino porque mi opinión es más importante que la de los demás, jajajaja).
Y así como caminas por la vida cotidiana (eligiendo sólo semáforos verdes), te deslizas (o arrastras) por la vida. En cada uno de estos "actos fallidos" (si se le puede dar este nombre a la acción descrita) debe haber un deseo inconsciente, no expresado, que te induce a realizarlo y cuya significación sólo puedes encontrarla en la medida que, al tomar conciencia de la repetición, te detienes a analizarla y a preguntarte por su sentido.
- ¡Oye, Princess!
- ¿What?
- Lo anterior significa que tú vas por la vida eligiendo "semáforos verdes" siempre o casi siempre?
- ¡Humm! ...Me parece que últimamente siempre. Es probable que antes también, pero no fui consciente de aquello. Hoy tengo clara conciencia de que es así.
- O sea, ¿prefieres irte por donde te indica el "verde" en lugar de esperar a que el "rojo" cambie?
- ¡Sí! ¿Por qué esa pregunta si ya lo había explicado?
- Porque quiero que te hagas consciente de lo que acabas de afirmar.
-¿¿¿???
- Sucede que, luego de reflexionar latamente sobre lo que expusiste, se me ha ocurrido la brillante idea de plantearte a las siguientes conclusiones, en relación a tu costumbre, manía o actividad repetitiva....¿Sabes lo que pienso, Princess?
- ¡No! ¡No puedo saberlo, no soy tú!
- ¡Humm! ¡No me digas, jajaja!...Bueno, te cuento que de tu elección del verde por sobre el rojo, he llegado a las siguientes conclusiones:
- No quieres perder ni un minuto de tiempo a estas alturas. Se nota que el tiempo ha pasado a ser elemento irreemplazable en lo que te queda de vida (jajaja).
- Optas por lo expedito, no quieres hacerte problemas. A cada cosa intentas darle la importancia que corresponde; apuesto que te dices "¿para qué enojarse y perder el tiempo en cosas que no son realmente importantes?".
- Tienes poca paciencia, lo que no es ninguna novedad. En eso no has cambiado (jajaja).
- Prefieres no arriesgarte... Las imprudencias ya no son parte de tu actuar, al menos como peatón, jajaja (ahora ya no intentas cruzar con rojo)
- No eres tan "cuadrada" como podría pensarse. Te das la libertad de llegar a tu destino por distintas vías.
- No sólo te interesa llegar a tu destino (o meta, sea cuál fuere), sino que también gozas del trayecto o camino que recorres hasta llegar a la meta.
- Y si el final del camino no resulta todo lo placentero que quisieras, al menos el goce del trayecto nadie te lo podrá quitar.
- ¡Qué interesante! ¡Se ve que has aprendido algo! Jajaja. Debo agregar que, el hecho de utilizar esta estrategia por la vida, va haciendo ésta más expedita, más tranquila, menos tensa, de manera que, a donde te lleven todos los semáforos verdes que se "crucen" en tu camino, llegas relajada, contenta y con energía, efecto contrario al de la kriptonita, como puedes ver. En todo caso, ¡no podía ser de otra manera! Por algo soy la: ....¡¡¡ Súper-Principessa!!!
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