El lunes 9 en la noche, doña Principessa inicia su regreso desde la Perla del Sur, Sta. María la Blanca. Son las 22 horas y hace abandono de la ciudad con algo de tristeza, aunque, para su orgullo personal, lleva en su maleta, las llaves de la ciudad (jajaa, ¡parece que te fue bien, Principessa!).
Lee un rato y luego se deja acunar en los brazos de Morfeo. Espera un viaje placentero, descansado y bien aprovechado (para dormir, lógicamente, jejeje). Ve pasar raudas las luces de las ciudades a través de la ventana. A las 23 horas ya se da por rendida y guarda su tableta. Cierra sus eyes y comienza su descanso....zzzzzzzzz.....
Duerme un par de horas y despierta. ¡Diablos! Intenta dormirse de nuevo y no le resulta; sin embargo, no trata de leer nuevamente. ¡Descansará en la oscuridad! Aprovecha de hacer funcionar el video en reversa para "revisar" mentalmente los últimos acontecimientos vividos. No se siente completamente conforme, pudo ser mejor (jajaja). Mientras avanza la hora y el viaje, se da cuenta que el bus se detiene en varios lugares. De pronto empieza a funcionar su lado creativo y comienza a idear varios títulos para la escritura de sus últimas peripecias. Como sabe que si no las registra más de alguna se le olvidará, opta por sacar, a obscuras, una libreta y anotar sus ideas. El que al día siguiente entienda su letra es otra historia, pero no desea importunar a su compañero de asiento con la luz de la tableta (¡tan considerada ella!). De pronto, dormita un rato y luego despierta del todo. ¡Están detenidos y escucha a unas pasajeras que mencionan que el bus, muy Vip será pero quedó en panne. ¡Lo único que faltaba! ¡La guinda de la torta! En fin, felizmente no debe llegar a trabajar, eso sí habría sido trágico. Moraleja: no usar más esta línea (Bus Norte).
Permanece tranquilamente en su asiento, descansando. Hay una pareja de señoritas que se ríe feliz, lo que la contagia de buena onda. Por ello, decide expresar su estado de ánimo a través de face, aprovechando que le queda algo de batería. Es así como declara, entre varias cosas, lo siguiente:
- "S.O.S. en un lugar de la Ruta 5 Sur a la espera (4.08 de la madrugada). Estoy buscando vida inteligente (¡imagínense! ¡A esa hora!).
- "Mientras otros empujan el carromato, escribiré: Querido dario: nunca pensé que me faltaba vivir esta experiencia..."
- ¿Se habrá ido mi compañero o se lo comió un león?
- Y ahora...¿quién podrá defenderme?
- Escribiendo un mensaje para echar en una botella, capaz que resulte, jeje
- ¡¡ Sniff!!
- ¡Estamos en Chillán!
- Se me está acabando la batería. Son las 4,26. ¡Por favor!: apenas vean este mensaje averigüen si sigo en Chillán y con todas mis facultades mentales en funcionamiento más o menos normal. Ha sido un gusto conocerlos a todos. Ojalá no me pelen mucho. Aprovecharé de hacer algunas modificaciones a mi testamento. Jajaja
- S.O.S. ¡Adieuuuu, mundo cruelllll! (dibujo una cara de angelita)
- Por suerte tengo puesto el cinturón de seguridad...y el otro también. ¡Manden fruta si pueden, a mi nombre, obvio.
Ese fue el último mensaje que pudo enviar al mundo civilizado, antes de que la batería del celular se terminara.
Con todos los escritos realizados, mi simpatía estaba al máximo, de manera que cuando el auxiliar de viaje subió a explicar que se estaba embarcando en otros buses a los pasajeros más "urgidos", además de explicarnos que se había pedido ayuda, por lo que se esperaba que pudieran disponer pronto de un bus, me dio mucha risa y me hice la chistosa, expresando en voz alta la siguiente solicitud : "¿Podrían traernos mientras tanto un cafecito?" Nadie me contestó y sólo ahí entendí lo difícil que es hacer reír (jajaja, aunque sí escuché unas risas en sordina).
Ya eran las 5 de la mañana cuando el chofer del bus fue a hablar con los que quedábamos en el segundo piso: que había un bus con bastantes asientos desocupados como para llevarnos a todos, lo que era necesario, pues no había muchas esperanzas de que llegue pronto un vehículo de la empresa, pues debían mandarlo desde Santiago. Pero...pero...había que pagar 10 lucrecias...¡¡Ufff! No alcanzaba a terminar de hablar cuando se produjo un alegato de padre y señor mío, con justa razón. Claro que, con toda la calma, nos aseguró que se nos devolvería el dinero, apenas llegáramos a la oficina correspondiente.
Entonces, ni hablar. Comenzó el desbande. Bajé a retirar mi maleta . Cuando ya estaban por entregármela, me acordé que también andaba con una mochila, la que se me había quedado arriba. ¡Diablos! ¡Por suerte me acordé! ¡Ahí sí que la habría hecho de oro! Habría perdido cables cargadores, cámara fotografica, un libro y otros objetos personales. ¡Alcancé a evitar la catástrofe!
Ya arriba del segundo bus, se nos presentó el siguiente problema: no nos quisieron entregar boleto (vivarachos los buseros). En fin, ya se vería cómo recuperar el dinero. Eran las 9 cuando el bus nos dejó en el paradero Rancagua Sur y no había ¡ningún taxi! ¡¡Grrr!! Haciendo causa común con otro pasajero que había hecho el mismo viaje que la Principessa, ésta caminó en compañía hasta la entrada sur de Rancagua a buscar movilización que los llevara al Terminal O'Higgins para realizar inmediatamente el trámite. De nuevo ¡grrr! ¡No había locomoción hasta allá desde ese lugar! Así que hubo que aceptar que los dejaran a 4 cuadras y desde allí, caminar hasta el Terminal, ¡ufff! con la maleta, mochila y cartera a cuestas...Y el broche final: la funcionaria sabía lo que había sucedido pero no estaba autorizada para hacer nada por el momento; tampoco aseguraba que se devolvería el dinero pagado en el segundo bus : deberíamos esperar o concurrir en otro momento. Ahí la Principessa perdió la paciencia. No siguió escuchando la misma letanía de tan "atenta y eficiente" señorita y se fue a palacio. Mientras se iba, la educada funcionaria le gritó "¡Haga lo que quiera!" jajaja, y eso que la doña no había gritado, sólo no quiso seguir escuchando las mismas explicaciones que no solucionaban nada.
La historia terminó al otro día...¡¡ya vaaa!!!
Ese día se dedicó a escribir y a realizar varios trámites por internet, además de cocinar, regar su jardín del Edén y lavar ropa. Al día siguiente viajaría, después de solucionar el tema de un trámite personal en el banco (para su siguiente viaje), en la empresa telefónica y otros . Le alcanzó el tiempo para todo. Después de almorzar, preparó su maleta viajera e inició su traslado a Santiago. Pero antes... había que recuperar su dinero del viaje irregular del día anterior.
Esta vez le atendió otra funcionaria, tan obstusa como la anterior. Le exigía boleto del otro bus aunque ya se había informado que no habían entregado comprobante. Ahí doña Principessa debió hacer acopio de toda su paciencia (que no es mucha, la verdad sea dicha, jajaja), mientras la santa mujer le daba lecciones acerca de exigir boleto. ¡GRRR! Y de nuevo, "voy a consultar si se le devolverá el dinero". ¡Ah, no! Ante la observación de reclamar ante SERNAC, optó por ser más rápida y haciéndola firmar en un humilde talonario de recibos, le devolvió el dinero, que a esa hora, después de todos los malos ratos ratos y el tiempo perdido, deberían haberse transformado en el triple.
¡Ese fue el desagradable final de ese lindo viaje! Como siempre he dicho "La vida es bella, pero nunca tanto!" Estos imponderables nos hacen aterrizar en el mundo cotidiano y darnos cuenta que no todo lo planificado siempre resulta bien.
......... Jueves 11: en estos momentos, estando a minutos de abordar el avión que la llevará a Isla de Pascua, se encomienda a todos los Santos (jajaja), trata de tocar madera entre tanto material artificial y se prepara anímicamente para que todo resulte bien.
- ¡Allá voy, Isla de Pascua! A buscar una nueva llave (espero) o un Moai más que sea. ¡¡¡Hasta siempreeeeee!!!!
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