viernes, 12 de diciembre de 2014

Primeras horas en Rapanui...jueves 11

      Al bajar del avión, cual artista del cine, saluda con una sonrisa al escaso público que había a los pies de la escalera. La verdad sea dicha: nadie la espera, jajaja. Si hay alguien debe ser a la entrada del Aeropuerto. Después de unos 20 minutos al costado de la huincha transportadora de equipaje, logra reconocer su maleta (era en verdad, de la Infanta).
- ¡Listoco! Ahora saldré a ver si encuentro a alguien del hospedaje, pues el servicio incluye la recepción en este lugar.

    Así como en la películas, la gente iba siendo recibida con el collar de flores y muchas personas tenían  carteles con los nombres de sus huéspedes. Doña Principessa se dedicó a leer uno por uno  y su nombre no aparecía por ningún lado.
  - ¡Diablos! Con lo que me preocupé de reservar y ahora que se hayan olvidado de mí. ¡No puede ser!
  Una de las personas que esperaba pasajeros le señaló que su recepcionista estaba al interior del aeropuerto, así que haciendo fe de lo que le dijeron trató de reingresar al aeropuerto. Digo trató porque la verdad es que no pudo conseguirlo. Seguía saliendo gente, cada cual con más maletas y bolsos. Optó por acercarse a un funcionario, quien le dijo que la encargada en cuestión se había ido hacía poco del interior. Junto a otra persona la ayudaron, amablemente, a buscar, hasta que identificaron el vehículo, que ya se iba, y lo detuvieron para que me suba.
   Casi se bajonea doña Principessa frente a lo sucedido, pues ni había collar de flores ni tampoco la habían ido a  buscar. La Srta. encargada no la tenía en la lista. ¡Grrr! Igual le dijeron que se suba, que allá en el local se vería la situación y...¡Sorprise!, cuando iba subiendo se encontró con su compañera de asiento en el avión,  una extranjera,  rubia legítima, jajaja.
 
     Mau, nombre de la anfitriona, les anduvo mostrando algunas calles e indicando dónde convenía comprar más, por los precios. Luego, al llegar al Hostal, les ofreció una charla de una media hora, para indicarles, en un mapa, los lugares de interés que convenía visitar, de qué manera llegar y cuál era el costo y distancia. A continuación, hizo la asignación del alojamiento.
   Eran más de las 14 horas insular (4 de la tarde continental) cuando terminó de ordenar sus cosas, colgar algunas prendas, darse una ducha y pedir antecedentes de un banco. Le facilitaron un plano del centro de la ciudad. Con todo ello a cuestas, salió a recorrer el mundo. 

    Anduvo, anduvo, anduvo...Pasó a un supermercado, el cual había sido descrito como económico. El kilo de pan costaba más de 2 lucas mientras que un paquete corriente de galletas, valía 800 pesotes. Me pregunto cómo serán los otros locales si éste es económico. Acabo de constatar que es lugar algo caro o bastante, en realidad. Un agua mineral que allá cuesta 550 pesotes, acá la debí comprar a $1.300.
   En el Restaurant, mientras espera (le avisaron que debería esperar un tanto pues estaban atrasados con los platos anteriores) se come casi todo el pan  con picante que le trajeron. Pero junto al pan le dejaron también la cerveza que pidió. ¡Fatal errror! Comienza a invadirle el sueño y debe luchar por no quedarse dormida. Hace un esfuerzo sobrehumano para no tirarse sobre la mesa a dormir, como una verdadera borrachita. Creo que me va a sorprender el día de regreso esperando el almuerzo. ¡Se pasaron para demorones y eso que tienen como  cuatro mesas sólo ocupadas!
   Luego de almorzar el plato de mariscos (eran tres conchas de tacas rellenas con mariscos picados y calientes), con  una porción de papas fritas y un tomate a la chilena con unos trocitos de palta, quedó satisfecha, pagando la módica suma de 7 lukas aunque el plato no era muy abundante. Lo que satisfizo más su solitaria fue todo el pan con ají que se comió mientras esperaba que llegara el almuerzo.

     Una vez saciada su hambre, se dedicó a buscar el Banco. Si no le hubieran dicho más o menos dónde se encontraba, no habría podido ubicarlos, no porque estuvieran muy escondidos o lejos, sino porque su arquitectura no es la que estamos acostumbrados a ver en este tipo de organismos.
   - Sólo el logo me permitió darme cuenta que estaba frente a él. Lo más interesante es que sus cajeros estaban en funcionamiento y tenían dinero. ¡Eso sí fue una buena noticia!
    Después de ello, mi amiga inició su recorrido absoluta y netamente turístico, paseando por la orilla del mar, registrando en imágenes lo que veía, caminando varios cientos de metros, pasando por distintos sectores en que había felices bañistas. El cielo estaba nublado pero la temperatura era grata. Había 22 grados . A ratos echaba de menos el sombrero que olvidó (¡si serás, diría su hermano, y  le cabría toda la  razón, porque tiene varios y no trajo ninguno. No es que sea una fanática de ese adminículo, pero los fue adquiriendo cuando salían a veranear con la Infanta y había que proteger la cabeza del excesivo sol. La verdad no le gustan, porque le alisan sus rizos, jajaja, pero se hacen necesarios)

      Caminó varias cuadras hasta llegar a las primeras estatuas de Moais, los que observó a distancia prudencial, debido a las recomendaciones escritas. Cabe señalar que estas estatuas, compuestas de unas 3 moles de piedra oscura algunos, se encuentran, la mayoría, de espaldas al mar, sobre unos túmulos de rocas oscuras, aunque también observó uno de costado (seguramente no alcanzó a darse vuelta cuaando le dio la garrotera; uyyy, qué chistosa). Vio dos o tres con un especie de tocado o sombrero,   de distinto color (no  creo que haya sido para el sol, jajaja). Siguió caminando, pasando por el cementerio local, lleno de flores amarillas (Macondo, Macondo, lará, lará...) hasta llegar al sector en que había  varias estatuas juntas. Sólo dos de las que vio estaban muy bien conservadas. Las otras, lamentablemente, han sufrido los embates del tiempo, del clima y, tal vez, del ser humano.

Las fotografió de todos los lugares posibles; hasta intentó algunas selfies, con ellas en el fondo, pero no todas fueron exitosas...


 - ¡Cuando las tenía bien enfocadas a mis espaldas, se me movían las muy chistositas, jajaja!

    Luego de la sesión de fotos, no quiso seguir alejándose. Debía estar a unos 2 kilómetros de su hostal o más tal vez. Pero no era para preocuparse, aún no eran las 18 horas en la isla y nos habían dicho que el atardecer comenzaba a las 20,45. Sin embargo, el sol se hacía sentir a ratos con mucha fuerza y sólo había un pequeño espacio dónde estar a la sombra, un árbol como ésos de la sabana africana (jajaja).
   Pasado un rato a la sombra, donde se relajó lo suficiente como para que le den unas tremendas  ganas de dormir, decidió volver otro día a "cazar" el atardecer;  hoy regresaría al hostal, escribiría, se daría una ducha, tomaría once y averiguaría dónde ver la Final de Top Chef. Así que se dispuso a caminar nuevamente, esta vez desandando lo andado.  El pequeño problema es que se había olvidado de tirar migajas de pan en el trayecto de ida o no había andado con una carretilla de hilo para, luego, regresar a la entrada del laberinto (jajaja). Tendría que confiar en su memoria.

     Recurrió a los restos de ella, recorriendo el camino mentalmente y...¡eureka!, sin tener que consultarle a "nadien" logró llegar a puerto. ¡Ufff, estaba cansada! Eran las 19 horas.
 
    Una rica ducha le devolvió a la vida. Ordenó sus bártulos y se dio a la tarea de conectarse a internet para subir sus primeras impresiones del viaje. En la habitación que estaba, nada de internet. Entre paréntesis, está en la habitación número 9, que es compartida por 4 personas, pero sólo hay dos en este momento, una verdadera suerte, por cierto, pues eso evita muchos inconvenientes que dicen relación principalmente con el baño.
   La oferta del alojamiento era con wifi , así que se dirigió al comedor a ver si resultaba la conexión.

  - ¡Bravo! Allí sí tuve éxito, y a pesar de que la señal era regular no más, igualmente pude corregir la entrada subida en la mañana, que daba pena de tantos errores tipográficos, y subir las impresiones del viaje, con una fotos incluidas.
   Estaba iniciando un nuevo registro, pero el sueño y el cansancio le pasó la cuenta. No había ningún  televisor en ninguna parte, cuando recordó Top Chef, además que ya había comenzado hacía un buen rato.  Así que optó por regresar a su habitación. Su compañera de pieza, una joven santiaguina trabajadora de LAN, estaba en su última noche de permanencia en la isla. Conversaron un rato y luego, siendo algo más de las 22 horas, apagaron luces y se dispusieron a dormir.
  - ¡No me van a creer! Eran las diez cincuenta y cinco de la noche y en el exterior aún había claridad diurna (allá en palacio sería casi la una de la madrugada).  ¡Qué diferencia!

   No esperó a comprobar a qué hora realmente oscurecía: se dio vuelta a la pared y se dispuso a dormir.....zzzzzzz

Impresiones del día:
    La isla se caracteriza, de acuerdo a lo visto hoy, por una vegetación abundante, de plantas enormes, especialmente bananos. En los jardines abundan distintos tipos de plantas  y flores, muy coloridas y hermosas.  

   Las separaciones entre las propiedades son principalmente en base muros de piedras volcánicas o ladrillos. No se ven cercos y rejas tradicionales. Hay mucho espacio abierto. La mayoría de las construcciones son de un piso y más de alguna pared  es de piedra unida con concreto. Las veredas son de ladrillo; los caminos de tierra, que los hay, son de color rojo. Es muy grato caminar por las calles. Hay indudablemente vehículos de diferente tipo, pero no en exceso.
     No hay semáforos y los conductores conducen a baja velocidad. Se ve muchas bicicletas y motos. Hay locales es que se arrienda este tipo de vehículos, especialmente. Hay muchos restaurantes, cuyos platos, en varios de ellos, parten de las 10 lukas. Se ve mucho extranjero en las calles: ingleses, franceses, italianos, chinossss y más de algún chileno desubicado, jajaja. 


     Fin de la comunicación por el día 11 de diciembre. Cambio y fuera.
    Principessa andante

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