¿Quién lo diría?
Imposible haber adivinado el curso de los acontecimientos, si no había indicios para pensar ni imaginar lo que sucedió, toda vez que tanto en la noche como en la mañana, hasta como a las "sonce", había estado "lluviendo" ... agua, jajaja. Sin embargo, NO hacía frío.
Hubo un momento en que a doña, estando en la terraza-corredor, le dio frío, tanto así que debió ir a buscar su ruana taquillera, pero luego le dio calor nuevamente. Había dejado de llover y salió el sol, aunque muchas nubes se mantenían.
Hora de poner en práctica la idea que se le había ocurrido la noche de anoche, entre un sueño y otro, en una especie de iluminación mesiánica.
El día se había iniciado tranquilo, después de la sorpresa nocturna de sentir la lluvia sobre el techo, con bastante intensidad. A las 9 de la matina estuvo en el comedor. Ya habían desayunado dos personas y cuando ella ingresó al salón, éste estaba solo. ¡Hummm! ¡Qué buen momento para hacerse de una bolsita de té! (Jajaja). Alcanzó a hacerlo sin apuros: una sola, para qué más, si sólo se trataba de tener un agua de color a la hora de once, jejeje. No estaba dispuesta a averiguar cuánto costaba una caja de té (seguro unas dos lucrecias).
- ¡Ah!, a propósito de costos, el precio del agua mineral que el primer día tanto me escandalizó, era baratísimo. He tenido que gastar hasta 1.85O pesos por una botella de 1,6 ltrs agua, cuando el otro local ha estado cerrado o se me ha perdido.
Luego llegó al comedor una comensal joven, que apenas saludó porque estaba preocupada de su teléfono. Al rato, hicieron su aparición los franceses. Nos vemos a cada rato, así que ya nos reconocemos. Los veo siempre en el hostal, parece que éste es su modo de vacacionar: ella suele tomar sol en la terraza, leen, conversan, cocinan, fuman, se conectan a internet ; ésa es su rutina.
El desayuno de hoy de nuevo consta de una hallulla y una sopaipa, mientras la fruta esta vez es un trozo de piña. ¡Mmmm! ¡Estaba deliciosa! Me sirvo todo, como niña buena y luego regreso a la suite. Ordeno mis pilchas y demases y ... me instalo en la terraza a escribir y disfrutar de la lluvia.
Pronto llega la Sra. que hace el aseo en las piezas. Aprovecho para preguntarle algunas cosas. Me informa, por ejemplo, que en la isla se cultivan frutas como las naranjas, manzanas, piñas (muy ricas , dice), guayabas (más ricas), sandías, mangos, papayas, paltas, pero en esta temporada no hay nada de ello, porque están maduras a fines de enero y febrero. ¡Ya me parecía extraño que con tanta exuberancia no hubiera frutas! Me señala que la tierra es muy productiva (se nota realmente por la pujante vegetación que se observa en Hanga Roa). En cuanto a las verduras, me señala lo mismo y menciona especialmente los camotes, de los cuales se cultivan diferentes variedades: el naranjo, el rojo , el blanco y otros. Frente al clima, me dice que no me preocupe, pues acá es así, llueve pero pronto sale el sol y hace calor. Me recomienda ir a la calle principal donde se ubican camionetas que venden frutas y verduras (si supiera que casi di un grito de asombro, cuando al acercarme a un puesto de aquéllos, escuché que a una persona le decían que la lechuga valía 1500 pesos y yo, al ver unas cerezas, unos 300 gramos, recibí como respuesta: "¡2.000 pesos para usted, Principessa!") También me recomienda un restaurante económico, explicándome por dónde se ubica más o menos. Me menciona su nombre, pero no logro memorizarlo, salvo la segunda parte, ..."piko" (jajaja, ¡de verdad!, memoria selectiva).
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(Oh, hace días, en las noches, que he tenido conciencia del canto de los grillos; acá hay bastantes (cuando se acaben en el continente, ya saben dónde buscar) : cantan a voz en cuello, ininterrumpidamente (distintos ritmos, jajaja). Mientras escribo esta crónica, los escucho. Estoy en la terraza y son las 22,05 horas del lunes 15. Me preparé once hace un rato, un pan con queso crema y dos tazas de té caliente a medio endulzar. Mañana deberé "agenciarme" otra bolsita y algo dulce. No se me ocurrió traer sacarina. La próxima vez que viaje, llevaré un tarrito de café, té y sacarina. No pesan mucho y realmente sacan de apuro. Me fui para otro lado, ya estoy divagando......)
De vuelta al relato...
Pasó la lluvia, salió el astro rey, y doña Principessa se dispuso a preparar su brillante y original idea. Se cambió ropa (un vestido), de manera que resultara más facil llevar a cabo su proyecto. Arregló lo mejor que pudo sus rizos (no pudo mucho es justo decir, jajaja) y echando el objeto misterioso al interior de una bolsa inició su recorrido. También llevó su gorro, que evitaría usar antes de...para que no se le desaparezca su ondulada cabellera.
Tomó otra ruta para llegar al centro (12,30 horas) y así aprovechó de pasar revista concienzudamente a todo el comercio, a ver si no se le habría escapado alguna tienda de artículos de primera, segunda o tercera necesidad. Se encontró con un local llamado Tamuré (que es el nombre de un baile típico pascuense). Alli, cada calza con motivos autóctonos valía sobre 20 luquillas. En uno de los locales encontró zapatos (chinitas) con el tejido típico peruano, que usan los "aguayos" (ese tejido colorido del que confeccionan los chales en los que las nativas portan sus bebés sobre la espalda y que, nosotros, usamos como chales o "frazadas").
(Llama la atención el sincretismo cultural que se observa en nuestro país, que enriquece (porque crea un nuevo producto) pero también "contamina" lo autóctono y de pronto uno no sabe si lo que está comprando como recuerdo es realmente originario del lugar. Por ejemplo, en Santiago, con la gran cantidad de población peruana que hay, uno encuentra los mismos objetos que hay en el Cuzco, Macchu Picchu o Lima, a veces, a precios menores que allá. ¿Cuál es la gracia? Que uno, con toda propiedad puede decir, "esto lo compré y lo traje de allá". Acá en Hanga Roa compré unas joyas de acero quirúrgico, cuya elaboración indudablemente no es autóctona, pero representa un ser pascuense: un moko, pequeño lagarto isleño. Sin embargo, cuando anduve en el tour la joven pascuense que acompañaba a la guía me dijo que, si bien es cierto, la figura es propiamente pascuense, el diseño de la figura en la joya es polinésico (¡plop!) Acá encontramos ceviches y curantos, y son los mismos, con pequeñas variantes, de los que conocemos en Perú y en Chiloé, respectivamente. Esto es otro ejemplo de cómo las fronteras se van diluyendo y ya no pasan de ser un trámite administrativo. ¡Gajes de la globalización!)
Camina, camina, camina....hasta que llega al pequeño paseo o "callejón" en el que estuvo el sábado y que es su primer y principal destino del día. Al ingresar a la última tiendita de la derecha, la dueña al parecer, la reconoce. Doña Principessa le explica su idea y encuentra total acogida y apoyo por parte de la joven.
-¡Qué afortunada soy!, piensa doña.
¡Está feliz!
Y se ponen manos a la obra. Saca el pareu de su bolsa y, al comienzo, la joven cree que desea que le vuelva a enseñar a ponérselo y a realizar los nudos. Sin embargo, lo que quiere la Principessa es algo más sofisticado: quiere que le ayude a ponerse el pareu de las dos formas, al estilo Princesa y al estilo Cleopatra y...¡fotografiarse con la prenda puesta! ...¡Son estilos que le calzan al "callo" a la Princess (jajaja, poco elegante la expresión, una dama como ella no puede tener "callos", jajaja).
- ¡Ahora entiendo! ¡No hay problema, Principessa! Yo misma le sacó las fotos, allí afuera y van a quedar hermosas.
Cierra una de las puertas, le pide que se saque el vestido, así lo hace la Princess, total, qué tanto recato a estas alturas (el fin justifica...¡maquiavélica total!). La joven busca unos aros ad hoc, se los facilita, asimismo un pinche para sujetar el pareu.
- ¡Ya! Empieza la sesión de fotos: sentada...con la pierna arriba...¡sonría! De pie ahora, al lado del árbol...¡Perfecto! ¡Ahora, el otro estilo!
Llega otra persona a ayudarle (una vecina) mientras ella le cambia la disposición de la prenda y ...¡Vuelta a la sesión de fotos!
La gente mira y no se asombra para nada. De pronto, ve unos conocidos: la pareja de ariqueños del viaje de ayer. Le saludan. Pasan a la pequeña tienda y se retiran. Ahora, a cambiarse de ropa. Espera que los clientes que están mirando se retiren, para hacerlo. La joven la cubre un tanto con otro pareu y, en un minuto, ya la doña tiene puesto el vestido.
¡Está pletórica!
La joven vendedora le comenta a su vecina que ya está acostumbrada a hacer esto (¡plop!, piensa la Principessa, parece que Colón ya descubrió Isla de Pascua, jajaja). Le cuentan que se ha ahorrado una buena cantidad de dinero, porque hay un local donde toman fotografías (claro que de estudio) con vestimenta típica e incluso las maquillan y cobran 40 luquitas (felizmente hay excepciones en este mundo).
A continuación, compra los últimos regalos pendientes, a lo que agrega una bandera de Rapa Nui a su larga lista de adquisiciones personales. Nuestra amiga ha conseguido su objetivo: no habrá desfilado en las mejores pasarelas del mundo, pero se sintió una Top Model por unos minutos. ¡Qué lindo recuerdo! '
- ¡Este parece haber sido tu año, amiga mía!
- ¿Mi año? ¿Why?
- Tu año de destape, pues; a saber: Mis Piernas, Foto con Vedetto...pardón, Bailarín pascuense, y ahora, sesión de fotos al mero estilo de Top Model.
- Jajaja, cierto. ¡Era ahora o nunca! ...
Me está dando hambre. ¡A buscar local para manyar! Caminó por la Costanera. Disfrutó unos minutos mirando el fuerte oleaje ideal para surfear, como lo estaban comprobando algunos bañistas. Tomó varias fotografías hermosas de la actividad de aquellos deportistas náuticos.
Siguió caminando y llegó bastante cerca del local del día anterior, pero no quería ir hasta allá. La idea es probar distintos lugares. ¡Hay muchos! Llegó a un local pequeñito al lado del camping, lugar que era, al parecer, el que le habían mencionado los españoles de ayer, ¡hombre! Se llamaba María Pika (¡en serio!)
No encontró el que le había recomendado la Sra. del aseo del hostal. Miró los precios: Colación 5.000. ¡Excelente! Caminó un poco más y regresó. Ingresó al local.
¿La firme?
¡Era de medio pelo no más! Pero decidió probar: pidió costillar con papas camote, ensalada y una beer. No pasaron ni diez minutos y ya tenía servida la comida y, además, estaba exquisito. Dio cuenta rápida de su comida, mientras, cerca de la cocina, en el mismo comedor de los parroquianos, una Señorona con un señor, nativos ambos (se les notaba en los rasgos y en la piel) hablaban ...y hablaban...en rapa nui. Se notaba que ella era la dueña del cabaret,.... pardón, del local de comida (jajaja). La verdad, esa impresión le dio a la Princess: parecía una Madama o una versión de la "Tía Carlina", atenta al "lupo", viendo engordar el caballo...jajaja. No sé si me entienden, pero no importa; yo sí me entiendo, jajaja.
"Caminante, no hay camino..."
Por un largo trecho vio nuevamente las "estelas de la mar". A medio camino, el mismo lokillo pasó corriendo a caballo, entre los vehículos, creyéndose en Sr. de la querencia. Dona Principessa, ya que andaba por allí, pasó al cajero automático (siempre en funcionamiento y con dinero, ¡maravillioso!).
Siguió su camino, miró algunos locales que no había inspeccionado antes, buscó el súper donde había comprado H2O ...
(......¡Llueve mientras escribe, martes 16, en la terraza fuera de la suite! ¡Atchís! ¡Atchís! El cambio repentino de temperatura se hace sentir, debo ponerme el chaleco. Me ha vuelto la tos que tenía en el continente, pero en forma menos intensa. Creo que alcanzo a sobrevivir al jueves. Jajaja. No podría quedarme acá, prohibido comprar terreno, aunque sea para una sepultura, jajaja. Ah, me acordé de algo: en tiempos pretéritos, los nativos cremaban a los muertos. Las ceremonias crematorias las hacían detras de los moais. Le preguntaré a Esther qué me puede contar de aquello y mañana les informo.... )
....¡No había agua en el local! ¡Ohhh! ....¡A g u a ! , exclamó cual Teniente Bello perdido en el desierto. ¡Vuelta atrás! A buscar otro oasis. Las patitas ya le chancleteaban. Llega a ver hasta beduinos en lontananza, una cascabel pasa por su lado, le alcanza a hace el quite... ¡Olé! ¡Hermosa verónica la de la Princess! No alcanza a perder el equilibrio, jajaja, pero casi, casi... ¡Agua! 1600 denarios. Paga y se dirige a su oasis particular. ¡Ufff! Ya queda menos...vamos...subiendo... la ...cuesta... que... arriba....de...nuevo...empezó... la... fiestaaaa! (Serrat, algún día, antes de que ambos desaparezcamos de este mundo, te iré a disfrutar, jajaja, a un concierto, se entiende...mal pensados...)
Ducha, digitación, imágenes, conexión a internet, blog, revisión face, revisión correo electrónico (niún mail, se han olvidado de mí, snifff)...
Mientras las fotos van cargándose en la red (jajajaja, me había "comido" una letra del verbo "cargar"), preparo mi oncecita: dos tazas de té a medio endulzar, un pan duro con queso crema...¡Suficiente para sobrevivir! (¡peor es en la guerra!).
Se queda un rato en su corredor-terraza. Se escuchan los grillos con intensidad. Pasa un avión. La noche está estrellada...y titilan -la verdad que sí- ...los astros a lo lejos. ¡Veo a Morfeo asomarse por entre las palmeras! Viene a acompañarme. ¡Qué bueno, esta noche no estaré sola! Jajaja.
- Okey, okey, le digo. ¡Mañana será otro día! ¡Buona Sera!
Apago la luz de la lámpara y..la de mis eyes... Duermo....
-Toc, toc...
Despierto sobresaltada...
- ¡Qué diablos!
Me levanto a medias en la cama...Ruido de llave; alguien está abriendo la puerta de la suite...
- ¡Oh! ¡Y ahora, ¿quién podrá defenderme?
Se abre la puerta...ufff, es Mau, la anfitriona... Ha llegado una nueva pasajera, una jovencita menuda, con rasgos asiáticos.
- ¡Qué lástima! Me había acostumbrado a tener la pieza para mí solita! Bueno, a mirar el vaso medio lleno: algo apenderé de esta señolita... ¡Hasta mañana!
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