sábado, 13 de diciembre de 2014

Second Day: visita al Orongo y "Shos" Nocturno

   Iban a ser las "socho" cuando el ruido de la puerta del baño la despertó: su compañera de pieza habíase ya levantado. Aún era temprano, había dormido bien, con una sola interrupción...necesaria...(estaba tan cansada y soñolienta la noche anterior, que luz exterior finalmente no importó).
   Su compañera de habitación demoró 40 minutos en el baño. ¡Qué rapidez!
   - Suerte para mí que no tenía ninguna urgencia.-
   Mientras esperaba, puso a cargar las baterías de sus aparatos tecnológicos y a avanzar en sus escritos. Como a las 9,45 hrs. abandonó su cubículo para acercarse al comedor. Era un bonito día, aunque igual con unas nubes. El calor de Rapa Nui contiene un alto porcentaje de humedad, de manera que transpirar no cuesta nada y si a eso le agregas caminar bajo el sol, ufff, ya tienes listo el cocimiento.
   El desayuno se sirve en un comedor común. Cuando doña Principessa llegó a esta dependencia, la mesa grande de té Club estaba completa, así que se debió sentar en la otra que estaba preparada, para sólo 4 comensales (aclaro que no se sentó en la mesa, sino que alrededor, en una silla, jejeje; importante ý necesaria aclaración). Ella era la primera. Se alegró de aquello, así no estaría obligada a hablar con "nadien". El desayuno consistía en café o té, con o sin leche, con un vaso de jugo, media manzana, una hallulla, un trozo de queque, más un sachet de mantequilla COLÚN y otro de mermelada. Aunque nuestra ilustre amiga no está acostumbrada  a un desayuno tan opíparo, se lo sirvió todo todito, no tanto porque tuviera hambre, sino como una forma de estrategia: así no tendría que recurrir tan pronto al comercio y sus ofertas, jajaja.
   Luego llevó una taza de café a su dormitorio, mientras terminaba de ordenar sus cosas y se alisaba sus rizos (jajaja). Después de conectar brevemente el internet de su teléfono para enviar desde la tableta a su correo su último escrito, se fue con sus aparatos al comedor para conectarse a internet y preparar el escrito correspondiente al día 11. Logró hacerlo sin inconvenientes, corrigió los errores de la crónica del día anterior y después inició la tarea más engorrosa: revisar las fotografías del día, seleccionar las mejores, reducirlas y subirlas al blog. Subió también a face las entradas del Blog y algunas fotografías, revisó los comentarios, miró su correo electrónico y contestó un mail. En todo eso, le dieron casi las 12 del día. ¡Uff, listo el trabajo de oficina! Ahora, a disfrutar moviéndose, jejeje.
    Después de pagar su alojamiento, y contenta de todo el trabajo realizado, se preparó para su salida: iría al Volcán Orongo, ¡caminando! Este volcán está ubicado al interior del Parque Nacional Rapa Nui y para ingresar se requiere pagar una entrada. Al llegar al Aeropuerto Mataveri los visitantes comúnmente compran el ticket, pero como doña no es una persona "común" no lo compró (jajaja, vio un grupo de personas haciendo una cola e incluso recibió un volante, pero no entendió que debía hacerlo allí) . Felizmente, también a la entrada del Parque se podía adquirir sin problemas.

    Inició su gran caminata como a las 12,30 horas, echando la mochila viajera a la espalda, en la que llevaba la botella con agua y otros objetos. Siguió el camino que le indicaron en el hospedaje (para arriba, una placita, seguir p'arriba, jajaja). Llegó a la placita, allí justo iba bajándose de un taxi una señora a la que le preguntó hacia dónde debía dirigirse, la que manifestó extrañeza que doña Principessa (uyyy, me salió verso...) fuera sola y caminando. Avanzó dos cuadras más y se encontró con unos niños en bici (modo de movilización muy popular en la isla, al igual que las motos; una verdadera lástima que mi amiga no haya aprendido nunca a mantenerse arriba de una bicicleta; la única vez que los hizo -cerca de Malalhue- duró menos que arriba de un toro y terminó con su real humanidad entre las murras o zarzamoras, que había a un costado de la carretera, jejeje, ¡aporreado y espinoso recuerdo!), quienes le indicaron hacia dónde había que dirigirse, pues al fondo se enfrentaba con un camino con tres direcciones. Y uno de los niños también le señaló si se iba a ir caminando. ¡Hummm! A esas alturas, ya estaba un poco debilitándose su caminata. En el hostal le habían dicho que había que mover las patitas por una hora no más, así que continuó firme en su propósito.
    El siguiente encuentro (parece cuento infantil ya, jajaja) fue con una adolescente, quien le confirmó que iba por buen camino. Unas 2 cuadras más y ...justo, en una esquina, se cruza con un taxi (que, entre paréntesis, era plomo; inicialmente no se había dado cuenta que los taxis se distinguen por una greca horizontal en idioma rapa nui, y son de color plomo y blanco, al menos los que ha visto a la fecha). Le indicó hacia donde se dirigía para que le dijera el valor del trayecto y al señalarle que le cobraba 2 lucrecias para dejarla en la misma Oficina de CONAF (donde debía comprar el pase obligatoriamente) aceptó ipso facto. Así estaría en sus plenas facultades físicas para llegar hasta el volcán y no debería seguir preguntando, además que el regreso lo haría caminando ya conociendo la distancia.
     El trayecto deben haber sido unos 2 kms., ¡una bicoca!, asfaltado, rodeado de construcciones hermosas y con bastante vegetación. ¡Hermoso realmente! Además de dejarla en las puertas de las oficinas de CONAF, le entregó una tarjeta para que lo llame si lo necesitaba (jejeje). Luego de comprar su pase ( 10 luquitas por ser compatriota; humm, no pregunté cuánto le cobraban a los extranjeros, capaz que menos, jajaja) hizo la consulta para ir al Volcán. Amablemente le indicaron por donde comenzar su trayecto si elegía el sendero, que era más corto.
    ¡Bien, comienza la ascensión de la Principessa!

     A medida que iba ascendiendo por un sendero en medio de un bosque de eucaliptos y otros árboles y arbustos, iba descubriendo algunas indicaciones en carteles de madera que señalizaban el camino para los que hacen treecking.
     ... Hito 17... hito 18.... hito 19....¡Vamos, que se puede!
   Ya iba lengua afuera y para qué decir de su aroma: olía a rosas, jajaja, estaba especial para una cita, y roja como una amapola y no precisamente por el rubor. Cada ciertos tramos había sectores de descanso (con asiento de madera, obviamente, a juego con el entorno) a la sombra; es decir, todo dispuesto para tan ilustre senderista.
    ... Siguió subiendo...
    La vista del mar y de la ciudad era preciosa. Por sólo esto, el viaje había valido la pena. En el trayecto de subida se encontró con alrededor de 7 personas, que iban en parejas, descendiendo, más un joven que parecía ser nativo, aunque iba completamente vestido (jajaja). Al escuchar el ruido de un vehículo y mirar hacia arriba, se dio cuenta que estaba llegando al volcán.
    ¡No hay palabras para expresar la belleza de ese monumento natural! Sólo observarlo, fotografiarlo y tratar de nutrirse de la fuerza y maravilla que ofrece a la vista humana.



   Había unos turistas, familiares, casi puras mujeres, tres generaciones, un solo varón : el chofer (jajaja). Se ofrecieron a sacarle algunas fotos. Obviamente aceptó y también se sacó algunas selfies, más varias panorámicas, del Volcán Orongo, en el Mirador Ranu Kau.
     Luego de fotografiar varias veces desde el Mirador subió un poco más por uno de los costados del volcán para tener otra perspectiva.
     - No os asustéis. No cometí ninguna imprudencia, seguí un sendero ya creado por visitantes anteriores. Hay Principessa para rato (supongo)
    Media hora o un poco más estuvo en las inmediaciones del volcán.
     - ¡Yaaaa! Llegó la hora de decir...adioóóósssss...al Volcán! Ahora, ¡a bajaaaarrr!
      La gracia era que sólo debía descender, podría haberlo hecho corriendo, jajaja, pero no era necesario. Según lo que le habían informado, la altura era de 500 metros, aunque, al ascender, le pareció un par de kilómetros. Se encontró con unas 4 personas en el camino de vuelta y unas 3 vacas, jajaja, que al verla arrancaron (es que no deben saber lo que es una principessa de tomo y lomo).

      Mientras bajaba buscó si había algún servicio higiénico cerca (¡nothing!) ; había tomado mucha agua y ahora el "envase" estaba lleno, jajaja.
    - Nadie por aquí, nadie por allá. Allí hay unos matorrales... a la one, a la two y a las tres....¡Ayyy, qué alivio! Jajaja  
     Ahora, con la cara plena de felicidad y toda la calma del mundo continuó su descenso. Pasó a buscar unos frutos parecidos a mandarinas pero del color limón, que no sabía qué eran. Ya preguntaría cuando llegara a la civilización. 
     Cuando llegó a la entrada del Parque (CONAF),  unos canes empezaron a seguirla, no sabía si era para vigilarla (acaso eran conafitos disfrazados) o acompañarla.
    Inició su regreso por carretera (que a la llegada lo había hecho en un taxi pascuense). Esta vez eligió la izquierda, pues estaba mayoritariamente sombreada. Caminó sin descansos, acompañada por los perros, quienes , cada cierto tiempo, al ver u oler gallinas al paso, empezaban a perseguirlas que era un gusto.

    - Reprendí severamente a mis acompañantes, pero no me "hicieron juicio" (esta expresión recuerdo haberla escuchado muchas veces cuando vivimos en el Reino de Malalhue) ; es decir, no estuvieron ni ahí con mi amonestación. "Hummm, deben ser machos", pensé...
    Ya estaba a unas 3 cuadras de llegar a su alojamiento, cuando se encuentra con un extranjero, que iba en sentido contrario, y le pregunta, de manera poco clara, obviamente, "¿dónde keda el centrou?". Era asiático, medio colorín y crespo (jajaja, después constaté que no era natural su color de cabello ni sus rizos, jajaja, en un momento que quedé a sus espaldas y lo observé de puro copuchenta que soy).
     El joven andaba medio perdido (iba por el trayecto que yo había tomado hacia Orongo). Portaba un pequeño catálogo con un mapa de Hanga Roa y me preguntaba por una calle.
    -¿Qué iba a saber yo de calles, si todas son como chino para mí y sus nombres no están puestos en ninguna parte, sólo en el mapa? (jajaja) Así que le dije al chino (que realmente era japonés de Japón, jajaja, como me dijo él después) que "yo ir p'al centrou, tú acompañarme" (jajaja).
      Caminamos tratando de comunicarnos un poco (pocazo le entendía) hasta que divisé a un ser humano masculino de raza caucásica.
    - "Psssttt, señor, nos puede indicar dónde está el centro, plis".
     Terminé mi petición de esa manera para que le quedara claro que yo no era aborigen (jajaja) y el caballero, al ver al chino (pardón, japonés) le dio explicaciones en inglish, de lo que poco entendí : road, street, centrou, jajajaja. El tipo era chileno, que andaba , al igual que yo, de visita en Rapa Nui.
    Yo ya sabía cómo llegar a mi Hostal y de allí al centrou, pero me fui con el chino por el camino que había indicado el chilenito, con el objetivo de conocer otra vía para llegar a Roma (...como todos los caminos llevan allá...).

    Y claro, ¡viste!, llegamos al centrou. Allí el chino-japonés ya se sintió seguro y se despidió. Yo me dediqué a buscar un lugar para manyar: ya eran las 16 horas y todas las energías y calorías de desayuno se habían consumido con la caminata. De pronto veo el local "Empanadas doña Berta" que Mau (nuestra anfitriona) nos había recomendado.
     Me instalé en una mesa que daba a la calle.
    - Una escudo y una empanada (eran grandiosas ellas) de atún con queso. Realmente ¡exquisita! Me recordaron las empanadas de Pichilemu, de las que tanto disfrutaba mi querida Infanta, especialmente las de queso. ¡Crunch, crunch! ¡Rica la empanada y contundente! (5 lukas me salió esa colación).
     Ya saciada el hambre y recuperadas las energías, reanudó la caminata y se fue por una calle que no conocía, llegando por detrás del cementerio. Una vez allí, ya supo cómo seguir hasta su lugar de salida. Sin embargo, no era hora para irse a encerrar al hostal.
    Al llegar a una especie de balneario, por el que había pasado el día anterior, se propuso descansar allí y esperar el atardecer. Se sentó en el pasto, apoyando su espalda en el tronco de un árbol, a la sombra, y comenzó a escribir sus crónicas. A unos pasos había un joven que tocaba y cantaba canciones en Rapanui. ¡Mejor lugar no podía haber escogido! Él estaba con toda su prole y su esposa, pero se dedicaba a cantar y tocar una guitarra chiquita, que creo se llama ukelele...¡Buena voz y buen ritmo!
     Estando allí se le acercó otro perro (¡no puede ser, tanto perro que se me acerca!, seguro que es porque huelo a rosas, jajaja). Debió espantarlo un par de veces. Estuvo unos 40 minutos allí. Eran las 18,40 aproximadamente y decidió iniciar el regreso para darse una ducha y luego salir si aún le quedaba ánimo y fuerza. En el camino a su alojamiento, de pronto, ve un anuncio en un restaurante :
      ¡Esta noche: 21 horas:
     Show bailes típicos : 10.000 pesos
     Show con cena : 30.000 pesos
    ¡ Reservar con anticipación!
   Siguió caminando. Pensó. Regresó y consultó, le preguntaron qué mesa reservaba y ¡tate! Se decidió. Dejó pagada su entrada, reservado su lugar y lo de la cena ya lo vería. Indudablemente no iba a pagar la cena en su totalidad, pero algo podría consumir para que no terminen pelándola, jajaja.
     A las 19 estaba en el hostal. Su compañera de habitación estaba preparándose para abandonar el barco. Conversó unos momentos con ella, se dio una reparadora ducha, fue a conversar con Mau para que le reserve un tour Full Day para el sábado, pero esto últino no tuvo resultados. Nadie contestaba el teléfono.
    Una vez que su "conviviente" (jajaja) se fue, se arregló para salir a buscar el tour, luego vitrinear e irse a ver el "shos". La agencia que le habían recomendado estaba cerrada, así que nada qué hacer. Ya era seguro que el día siguiente no salía. Siguió caminando y después de otro intento fallido, finalmente encontró un local en que le ofrecieron un tour para el domingo, con almuerzo incluido a 35 lucrecias. Le encantó toda la explicación que el entusiasta promotor hizo del servicio turístico, así que reservó para ir a pagar al día siguiente. No tenía sentido buscar la otra agencia que era más económica pero sin almuerzo; total, no iba a estar pasando hambre por lucas menos o más.

     Aún era temprano para ir a instalarse al Pub-Restaurante, por lo que se dedicó a vitrinear en locales de ropa, souvenirs y joyas. Vio joyas hermosísimas , pero puchas qué caras. También pudo ubicar un local donde podría comprar souvenirs para sus personas más queridas (¡qué conste! Jajaja). Lo dejó grabado en su memoria.
     21,15 horas. Buen momento para acercarse al Pub. Entró junto a otras personas que iban llegando y buscó la mesa que había reservado. Allí estaba su bello y principesco nombre : mesa 1 lado ventana, frente al escenario. Decidió consumir algo liviano, no tenía hambre pero una ensalada de frutas y un traguito no le vendrían mal.
    - ¡Upss! ¡Cuánto lo lamento, Principessa!, le dijo el apuesto garzón. ¿No le apetece un brownie helado u otra cosilla?
    - ¡Nooooo! ¡Chocolate en helado nooooo! Veamos, qué otra cosa...¡ya, lo tengo! Un celestino con helado....y una cerveza cristal...
    Le llegó la cerveza en primer lugar, ¡heladita! Luego, un plato con pan y un pocillo con pebre... jajaja. No supo si era para ella o para algún vecino, pero no se enojó. No tenía nada que ver con lo que venía después, pero podía servir de entremés.
   ¡21,35: empieza el shos!!!!   

  6 músicos con guitarras, ukeleles e intrumentos de percusión , autóctonos. Comienzan su música, instrumental primero, luego con canto, para luego....aparecer el grupo de baile.... 5 bailarinas, jóvenes, bellas y esbeltas todas, y un bailarín...
   - ¡Guauu, réqueteguau! , exclamó doña cuando vio aparecer al bailarín... tenía más partes descubiertas de su cuerpo que tapadas...lo que se notaba principalmente cuando se ponía de costado o de espaldas (jajaja). Llevaba una parte del rostro con pintura ceremonial, de manera que tenía un aire de misterio y romanticismo que entusiasmó a la Principessa.
    En ese momento, viendo bailar al grupo, todos muy expresivos y con movimientos pélvicos de infarto, pensó que había sido afortunada en ir esa noche a ese lugar. Reflexionó en lo que se estaban perdiendo sus cuñadas (especialmente una), su hermana y sus amigas. Por momentos creyó estar viviendo un martes, jueves o sábado femenino, jajaja. El vedetto estaba un tantico pasado de peso, pero igual bien proporcionado (al menos lo que pudo ver,jejeje) .
   Segunda parte de shos: el bailarín apareció un poco más cubierto. Hizo gala de una energía para el baile envidiable, al igual que las señoritas, que deben haber dejado a más de un asistente varón cerca de un ataque de asma. Invitaron en dos ocasiones a bailar al público, yendo a buscarlos a las mesas. Fue muy divertido ver a jóvenes y no tan jóvenes integrantes del público tratar de imitar sus movimientos.
    En la segunda salida, el vedetto....pardón...el bailarín invitó a la Principessa, pero...pero...¡Imposible, no pudo con el sentimiento de ridículo! Si bien es cierto allí nadie la conocía, podía andar algún paparazzi camuflado y no quiso arriesgarse... No obstante, ya había pensado en algo, para provocar la envidia más profunda de todas sus conocidas. En el entretiempo, el director del grupo explicó la presentación, qué bailes, cuál significado, las etapas a las que correspondían y ...había dicho...que ... al final... los asistentes...que quieran...podrían ...fotografiarse...con los bailarines....
    - ¡Esta es la mía! , pensó la Principessa. Me voy a sacar una foto con el "minoco" aquel (jajaja).
    Y así lo hizo, cuando llegó el momento, pidiéndole a una congénere que le saque la fotografía. ¡Y cabe señalar que doña Principessa es símbolo de timidez y buenas formas de comportamiento! (jajaja).
     Aunque disfrutó más del show, también apreció lo exquisito del celestino con helado.
    Terminado el evento, pagó su consumo y se retiró del local. Eran las 22,40 horas. Estaba de noche oscura (...¡nada veo...!), trató de orientarse, caminó una media cuadra, cuando se dio cuenta que iba para el lado contrario. ¡Vueeellllta! Ahora sí...
    Hubo un par de cuadras que no se encontró con "nadien", pero no sentía miedo. Le habían dicho, cuando llegó, que no había peligro, que en una ocasión, hace años, alguien le había robado a un turista, pero eso era un caso anecdótico...
    Cuando llegó a su bungallow se dio cuenta que tenía la habitación para ella solita. ¡Bravo! Se dio una ducha, puso a cargar sus juguetitos, escribió un par de líneas y se puso a dormir, satisfecha de todo lo vivido.
     Antes de terminar, cabe señalar que la piel que tuvo al descubierto mientras hizo su viaje al Volcano (así dicen acá), estaba de un lindo color pancora, jajaja, y los anteojos se le habían marcado, de manera que casi se parecía a una de las protagonistas de la película "La guerra del fuego". ¿Qué cosas, no?
  -  Buona noite. ....


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