Maui se despertó como todos los días, después de haber dormido profundamente. El día anterior había sido agotador. Por ello, un aseo prolijo de su habitáculo y de su propia persona eran las actividades planificadas. Esto le serviría para relajarse. Claro que Maui nada sabía de "relax" , de "planificación diaria" ni de la importancia de la higiene de su hábitat ni del personal. Lejos estaba de entender intelectualmente la relevancia de estos elementos para mejorar la calidad de vida... Maui era una cavernícola... Por tanto, actuaba guiada por la satisfacción de sus necesidades más primarias. Sofisticadas terapias recomendadas por diversos terapeutas -y también por charlatanes- para aliviar el estrés de la vida del hombre y/o mujer modeno/a, cada vez más caótica y alienada, eran elementos que necesitaban milenios para aparecer como estrategias válidas.
Algo extraño le pareció percibir en el aire, algo diferente. No sabía exactamente cómo definirlo o a qué atribuirlo. Ella, personalmente, no se sentía mal, por lo tanto no estaba en sí misma el elemento extraño. No veía nada diferente tampoco en la cosas que formaban parte de su vida. En consecuencia, lo raro tampoco radicaba en los elementos de su mundo inmediato. No obstante, "olía" algo que no sabía si asociarlo al peligro o a un elemento nuevo en su mundo (lo que para ella también implicaba peligro por el desconocimiento).
Olió hacia todos lados, miró a su alrededor cercano y menos lejano.... No descubrió nada que pudiera servir de explicación a su inquietud interior... Nada... Procedió, entonces, a iniciar su rutina diaria (¡afortunada Maui! No manejaba aún el concepto de"rutina" , lo que, sin duda, la libraba del aburrimiento, otra de las "enfermedades" del hombre-moderno y de la mujer).
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