martes, 23 de enero de 2024

Psicópatas en la ruta...

   

     El domingo 21 salimos de Cochrane muy temprano (7,20 a.m.). Teníamos unos planes que requerían más tiempo, así que nos sacrificamos y nos levantamos a las 6 de la mañana. El día estaba hermoso y el pronóstico seguía señalando una temperatura más que favorable, casi excesiva. Nuestra primera detención fue en el Desagüe del Lago General Carrera. Allí estuvimos tomando hermosas fotografías, que nada tienen que envidiarle a Suiza. Las cuestas, curvas, subidas y bajadas del trayecto hasta llegar a Puerto Tranquilo no tuvo la misma tensión en ese tramo que lo vivido el día anterior cuando nos habíamos trasladado a Caleta Tortel, por lo menos hasta Tranquilo. Llegamos a muy buena hora, 10,30 hrs. El plan era realizar el tour de las "Catedrales de Mármol", pues, aunque Marcela y yo lo habíamos hecho con anterioridad,  queríamos que Ely, que no conocía el lugar,  tuviera la oportunidad de ir hasta aquella maravilla natural.  
    A las 11 horas ya estábamos con los "sentadores" salvavidas puestos, 🥴, y ubicadas en la embarcación que nos llevaría a las Catedrales de Mármol. Unos minutos y empezamos el tour, sin tener ningún problema de salpicaduras o algo parecido. Ya no resultaba, entonces, tan adrenalínico el trayecto. Marcela y yo habríamos querido que nuestra amiga tuviera esa experiencia extrema de terminar bien mojada, 😂 😂,  pero la modernidad nos jugó en contra, 😜. El recorrido por este santuario natural fue bastante minucioso y completo, tanto así que hasta las que ya habíamos visitado el lugar, tuvimos alguna novedad.  El tour tuvo una duración de una hora y media y un costo de 20.000 pesos. Después nos enteramos que había alguna oficina operadora que, al parecer, era más económica (😬). En todo caso la experiencia valía su precio, así que terminamos felices, satisfechas y sin rastros de agua en  nuestra ropa, 🤣.  
  
     Una vez cumplido ese primer hito, ya siendo las 13,20 hrs., nos dedicamos a buscar un lugar para almorzar. Encontramos uno rápidamente en la calle principal y frente a la playa. Todas optamos por merluza frita con acompañamiento, más bebida, a excepción de mi bella persona, que no quiere saber nada con las gaseosas. Opté por un café caliente. Lo óptimo sería vino o cerveza pero, más que mis compañeras me pelen hasta el dedo chico si elijo algo de lo último mencionado, la razón fundamental es evitar la modorra después de almuerzo, pues no podría cumplir con mi función de copiloto. 

    [Entre paréntesis: inicialmente, yo pretendía que esta tarea, sumamente estresante e intensa, fuera compartida con la Queen, pero ella prefirió que yo siguiera adelante por el tema de las fotografías, pues desde que tengo el privilegio  -del que ellas carecen-  de poseer un Galaxy S 23..., me han asignado casi tácitamente la función de fotógrafa oficial. Así que he debido redoblar mis esfuerzos, porque fotografío, hago algún video -resultan pésimos debo agregar, 😁- y debo atender a la conductora en mi calidad de copiloto. Me han estado "amenazando" que me van a entregar la descripción del cargo con las tareas a realizar, pero a esta fecha, quedando sólo tres días para la finalización del viaje, aún no lo hacen. La cuestión es que el tema de la oferta y la demanda no deja de tener sus complejidades. Debo proveer de agua, galletas, chicles, koyac, compota de frutas, frutos secos, además de buscar música algunas veces. También debo seguir el camino a través de Google y corroborar que vamos bien. En reiteradas ocasiones, además, me veo en la difícil tarea de iniciar alguna canción a capella para mantener despierta a la jefa y no siempre mi voz resulta lo suficiente melodiosa. Por desgracia, habitualmente carecemos de la base musical de un karaoke, porque continuamente perdemos la señal telefónica y de Internet. La cuestión es que ha resultado una función bastante demandante, que no se la doy a nadieN, 😂 😂 😂. Cierro paréntesis]. 

     Una vez calmada el hambre y pagada la cuenta, retomamos nuestra aventura en cuatro ruedas. El destino final de ese día era Puerto Ingeniero Ibáñez,  pero antes pasaríamos por Bahía Murta y Villa Cerro Castillo. Por lo tanto, nos desviamos por 4 kilómetros en la ruta y nos dirigimos a Bahía Murta, lugar que sólo yo conocía. Nuestra gran "hazaña" fue irnos a mojar los pies a orillas del Lago Gral. Carrera, cerca del Faro de la localidad, y descansar un poco (la jefa). Luego hicimos un breve recorrido por el lugar, pasando por las afueras de la casa de los padres de Ruth (sobrina). Al no ver señales de la camioneta de mi sobrino Juan Carlos, pasamos por fuera pero no nos detuvimos...Cabe destacar que la localidad sigue mejorando su infraestructura. Esta vez, había varias casas (población) ya casi totalmente construidas, que no estaban en diciembre 2022. 

   Regresamos a la Ruta 7 sin saber que sería en este tramo, cuando ya estábamos cerca de Villa Cerro Castillo que pasaríamos por una experiencia extrema, casi de película de terror, 🙈 🙈.Sólo nuestros nervios de acero lograron conjugar el peligro. Sucede que hay varios kilómetros en muy mal estado, con hoyos y ripio suelto.  Se dio el caso que comenzamos a desplazarnos con bastante lentitud porque un camión iba bloqueando el paso. Nosotros íbamos en tercer lugar. El conductor del automóvil delante nuestro logró adelantar (ya ni me acuerdo si de manera correcta o no) y nosotros seguimos detrás del camión por un buen rato, hasta que nos cansamos y empezamos a preocuparnos, porque el camionero se iba de una pista a otra. Cuando se fue completamente a la pista izquierda y nuestra conductora hizo amago de adelantar por la derecha, pues hacerlo por el lado que nos correspondía no se podía, el camionero rápidamente retomó su derecha y nos cerró el paso. Ahí fue cuando las tres montamos en cólera. Este señor no dejaba adelantar por ningún lado, así que nuestra amiga, apenas vio libre y sin peligro el adelantamiento, procedió a "ponerle chala" al acelerador, pidiendo que le hiciéramos saber nuestra indignación al "simpático" conductor. Obvio, instrucción recibida, orden ejecutada. Procedí velozmente a mirar hacia el indignado energúmeno,  que vociferaba contra nosotras, y le hice un gesto universalmente conocido y con una interpretación  única. Seguro adivinaron qué gesto-ademán fue. ¡El mismo de doña Cristina Fernández hace poco! ¡Sorry,  😒😬🥴, me puse a la altura de la ex Primera Dama! No pude dilucidar cuál fue la reacción de nuestro "amigo de ruta" porque lo dejamos atrás de inmediato, pero él aceleró a ojos vista su vehículo tras nuestro. Allí fue cuando su actitud nos pareció psicopática y, vaya suerte la nuestra, pronto ingresamos al tramo de carretera pavimentada, donde pudimos perder de vista al psicópata. El golpe adrenalínico fue intenso en las tres: mientras una conducía a mayor velocidad, pero con prudencia, yo procuraba colaborar en las indicaciones, mientras nuestra amiga Eli, como si fuera Rodrigo de Triana, oteaba el horizonte tras nuestro. ¡Uff! La situación nos llevó a recordar más de una película en que algún camionero loco persigue a un pacífico conductor por desafiar su prepotencia y al alcanzarlo hace uso de una motosierra para dar cuenta de su "enemigo", 😒🙄😬🥴.

     Llegamos a Villa Cerro Castillo e ingresamos a la localidad,  quedándonos a orillas de la plaza. Ya estábamos recuperando la tranquilidad, cuando vimos llegar al camión, que también ingresó a la villa, estacionándose como a una cuadra de distancia, para unos minutos después volver a la carretera e irse en la dirección de nuestro destino por ese día. Obviamente, me llovieron las amonestaciones por "mi actuar", lo que me pareció bastante injusto, debido a que yo no había hecho más que cumplir con lo solicitado, haciendo  lo que me pareció más ad hoc a la situación. Ahora, se me responsabilizaba del peligro en que habíamos caído, sin saber si la amenaza se había terminado. Unas fotos del cerro que da nombre al lugar, el ingreso a un baño por allí cerca y luego procedimos a continuar con nuestro camino.  
    Llegamos sin novedad a Puerto I.Ibáñez como a las 19 horas a una cabaña estupenda, al interior de un complejo turístico. Nos instalamos y pronto, antes que se oscurezca, salimos a la "costanera", accedimos al muelle, nos fotografiamos en el sitio de las letras corpóreas, saludamos y conversamos brevemente con un colega de Lanco con quien nos encontramos (¡qué chico nos pareció el mundo!), tuvimos toda la intención de ir a la disfrutar de las últimas horas del Festival Internacional de Jineteadas y Folclore, pero en hacer unas compras básicas y otros menesteres se nos fue el tiempo y cuando nos acercamos ya había terminado esa tradicional fiesta de tres días, ¡Plop! Otras vueltas por el pueblo y fuimos a alimentarnos, para luego dedicarnos a descansar. Al día siguiente, si no nos encontraba el camionero psicópata, nos dirigiríamos a la gran ciudad de Coyhaique.  Terminaba un día angustiante por momentos y necesitábamos relajarnos.  Hasta pronto.    





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