domingo, 21 de enero de 2024

Chilenas de corazón...

  Así nos sentimos cuando pasamos la frontera chilena,  luego de haber estado algo más de dos días en una Argentina cara, poco señalizada y con muchos kilómetros de carretera con hoyos.  Eso fue lo malo que vimos, que habríamos pasado por alto si hubiéramos podido llenar nuestras bolsas matuteras, pero como no fue así,  pelamos, 😂 😂.  Lo otro fue el viento permanente que tuvimos desde El Bolsón hacia el sur, que aún persistía en nuestro Chile Chico y ayer en Cochrane.  Por un lado es positivo, pues de esa manera se aminora el calor del verano, aunque signifique posar toda chascona en selfies y demases, 🙈. Además nos permitió secar en un par de horas unas prendas que necesitábamos.    

   La verdad es que respiramos tranquilas una vez que estuvimos en nuestro Chilito. Sea como sea, tendrá unas "autorías" como la mona, seguirá habiendo inflación aunque algunos lo nieguen, delincuencia desbocada, pero es nuestro país (algo así creo que dijo Andrade con respecto a su gobierno, 😂, el Osvaldo -con su garabato incluido, claro-, no el Daniel, 😉). La gran conveniencia de visitar a nuestros vecinos, por ahora, es el bajo precio del "nafta", menos de la mitad del nuestro. En Chile Chico llegamos a una cabaña construida en un patio interior, con unas camas espectaculares,  donde dormimos como bebés. Pequeña, limpia, abrigada, segura. Esa noche hubo viento, pero no sentimos ningún temor a salir volando. La base estaba más firme que la de la cabaña de la ciudad Gobernador Costa. Llegamos donde los chilechiquenses como a las 18 horas. Luego de instalarnos salimos a conocer parte del pueblo. 

   A dos cuadras teníamos el Lago General Carrera , las letras corpóreas y un Paseo Costanera en construcción que llegaba al sector portuario. Muy buen equipamiento. Caminamos por un trecho, llegamos hasta la plaza, donde nos asombró un busto pequeñísimo de don Arturo Prat al lado de uno grande de don Bernardo. Casi nos pusimos a gritar "¡Injusticia!". Luego fuimos a la avenida principal, donde vimos la I.Municipalidad, un hospital nuevo de paquete (seguro construido por este gobierno, 😂), supermercados y otros establecimientos comerciales. Fuimos a ambos super y no encontramos pollo asado, 🐔, pues no había llegado. Así que debimos conformarnos con huevos revueltos y tomate picado. Una rica once degustamos poniéndonos un poco al día en las últimas noticias. Al día siguiente, luego de un buen desayuno, salimos a las 8,38 hrs.  

   Ya nos íbamos cuando nuestra conductora se detuvo y cruzando la calle avanzó por una vía que subía un cerro. Sucede que desde el día anterior nos preguntábamos qué había en aquel lugar ubicado a un costado del pueblo, pues veíamos varias banderas flameando y se divisaba una plataforma. Hipotetizando creímos que era un Santuario, pero no: era la Plaza de los Vientos, un Mirador en altura, equipado con binoculares fijos, que permitían tener una panorámica completa de la ciudad. Lindo y estratégico lugar.  Casi perdimos la posibilidad  de verlo, de no ser por nuestra amiga, que vio el letrero indicatorio (esta vez no le falló la vista, 😂). Fueron unos minutos hermosos. Una vez bien "venteadas", nos subimos al Hyundai Creta y comenzamos a avanzar por la Patagonia chilena, ¡bravo!👏👏.  
    [Entre paréntesis: para el que no conduce y/o el que lo hace pero no ha tenido la experiencia de desplazarse por caminos de ripio, es todo un tema carecer de esa preparación. Al que no conduce y que ignora el tiempo de traslado por estas vías, no siempre le resulta entretenido el recorrido, que se demora más si algunos tramos están con baches, en reparaciones o con  mucho tráfico. Cierro paréntesis].

      Pasamos por Puerto Guadal y nos internamos en dicha localidad, a 115 kms. de Chile Chico, que fue fundada hace poco más de cien años. Tiene pocos habitantes. Es un pueblo encantador y limpio. Allí nos detuvimos a orillas de las letras corpóreas para fotografiarnos y luego tomarnos un rico café con un sándwich, cada una al lado del troncomóvil, gozando de las vistas. El tiempo estaba excelente. Continuamos nuestro camino por la Carretera Austral, en la cual, cada ciertos tramos veíamos unos letreros de madera en forma de casita, en que aparecían los nombres de soldados y oficiales que murieron mientras participaban en la construcción de la misma carretera, a manera de homenaje y agradecimiento.     

     Puerto Bertrand fue nuestra próxima parada. Hermoso y  colorido lugar, con sus kayacs multicolores y un bus-restaurante. Fotografiamos y nos retratamos como era de rigor y buscamos, desesperadas un servicio higiénico. Suerte que encontramos un local en el que pudimos solucionar dicho problema, ya "endémico" en nosotras, especialmente  en dos, 😂.
    Seguimos avanzando y pronto estuvimos en la Confluencia del Río Baker con el Río Neff. Al comienzo habíamos pretendido ir por tierra y caminando a ver esta belleza natural, pero a poco andar por el sendero habilitado nos pareció que, a lo menos, nos significaría un retraso de unos 40 minutos en nuestro viaje, así que abortamos la caminata, aunque harto bien que nos habría venido para nuestra salud corporal. Había ya pasado media hora desde que habíamos salido del hito anterior y yo ya andaba buscando un baño. Cerca de la entrada había un antiguo pozo negro pero sin puerta. No me quedó otra que usarlo. A esas alturas, ya no estaba para remilgos, 🥴. Salimos de ese sendero pero, a no más de 100 metros, a orillas de la carretera había unas vistas espectaculares de la Confluencia,  que aprovechamos para fotografiar con entusiasmo.  
    Continuamos nuestro camino, entre numerosas curvas, subidas, bajadas y ciertos sectores de dos vías pero muy estrechas. Como nunca , estábamos muy agradecidas de nuestra amiga conductora, que con unos nervios de acero, enfrentaba a los enemigos al volante que pasaban raudos por nuestro lado. Nos detuvimos en Cochrane a almorzar. Muy bueno y sabroso el menú. Optamos por carnes rojas y salsas. El calor se hacía sentir, aunque sabíamos que en nuestro destino final de ese día, el tiempo no sería tan generoso. 
     La distancia de 125 kms. a Caleta Tortel se hizo cansadora e interminable. Demoramos 3 y media hora en llegar, claro que con algunas paradas técnicas y de descanso (el cigarrillo relaja a algunas, 😜). Finalmente llegamos a las 19,43 horas bajo un cielo nuboso y oscuro. Nos llevaron a "nuestra" cabaña, que tenía la estufa a combustión lenta encendida. Mis amigas, friolentas de estandarte, casi saltaban de alegría.  No era tan top la cabaña pero tenía de todo lo necesario y era amplia. Allí comprobé que ser "Chica" Wom puede ser muy beneficioso en ciudades grandes pero en esta zona no resulta muy gracioso. No tiene la suficiente cobertura o sencillamente no la tiene para nada. No me quedó otra que usufructuar del wifi de Marcela. Por suerte, me ha ido bien hasta el momento, pues mientras tiene conexión me facilita, pero tampoco tiene siempre. Hay muchos sectores de la Carretera Austral en que ni ser de Claro, Entel ni Wom son garantía de comunicación celulística.  
    Una vez en el alojamiento tortelino nos instalamos, descansamos un rato y, luego, salimos a comprar pan y a caminar por la Caleta. Tuvimos la suerte de que la lluvia se apiadó de nosotros y esperó hasta la noche. Logramos recorrer las pasarelas y sus pequeñas plazas hasta cerca del recinto de Carabineros. Marcela y yo habíamos estado en una ocasión anterior aunque en distintas fechas y, la verdad sea dicha, nos decepcionó el deterioro y casi abandono del lugar. Las pasarelas no tenían sus barandas completas en todo lo que caminamos y muchas de las tablas por las que uno se desplaza requerían un reemplazo urgente para no constituir un peligro para los paseantes. También hay muchos objetos en desuso, ya en calidad de basura, que están a la vista y al paso de cada uno. Realmente nos pareció una pena. Cuando volvimos a la cabaña ya se estaba oscureciendo. Dejamos para el día siguiente, antes de irnos, ver la posibilidad de un tour que nos permitiera tener una panorámica del lugar desde una embarcación. 

    En el resto de ese día nos dedicamos a tomar onces y luego a irnos a descansar, porque al día siguiente, luego del tour por la Bahía de Tortel, iríamos esencialmente a dos lugares que nos requerían algo de tiempo y deseábamos, además, tener la tarde libre para variar un poco, 😂 😁.... Llovió durante la noche, de manera que nuestro plan inmediato cambió y el inicial también.    

   En primera instancia decidimos no buscar un tour para navegar por la Bahía. Todo estaba húmedo y rodeado de bastante niebla. Arreglamos nuestros bártulos (los pocos que trasladamos a la cabaña el día anterior, porque en una aldea dotada de pasarelas y escaleras para acceder a todos los lugares es imposible utilizar un vehículo) y los guardamos en el maletero. Antes de irnos debimos casi arrancar de los perros, que en verdadera jauría perseguía al auto donde fuera. Logramos escapar, 😂 y el camino que no nos había llamado la atención el día anterior producto del cansancio, nos pareció maravilloso. Junto con ello, la gran ventaja que teníamos es que había llovido. Luego de recorrer 48 kms. entre árboles, altos farellones, mucha vegetación (coigües y nalcas) y sin el polvo del camino, llegamos a Pto. Yungay. Decidimos ir hasta allá y no alcanzar Villa O'Higgins como era nuestro plan original, por un tema de tiempo. No alcanzaríamos a recorrer nada y ya deberías regresar. ¡Nada qué hacer! Al ver la fila de vehículos que había para disponerse a utilizar el transbordador, supimos que tampoco habríamos ni siquiera alcanzado el primer viaje a las 10 hrs.    
    Una vez que salimos de Pto. Yungay iniciamos el camino de regreso de nuestro recorrido, cantando unos buenos temas, 😂, para practicar el arte de la interpretación musical sin egoísmos, 😂 😂 😂. Para ser sincera, las que cantan bien del grupo son Jéssica y "Soa" Lidia, mientras Marcela y yo, más que cantar, desentonamos; la Queena ni siquiera  canta, 😉. Nos ha dado con música de los años 70 principalmente, cantantes de los cuales nuestra conductora ha evidenciado un gran manejo (de las letras). A la pobre Eli ya la tenemos "chata" con nuestras voces de tarro, especialmente la mía... Todo el resto del plan era avanzar de sur a norte. Por lo tanto, anduvimos los 123 kms. y arribamos a Cochrane, donde pernoctaríamos.     
    La cabaña quedaba en un altozano a orillas del río, con una vista maravillosa. Su calidad (la de la cabaña) era indesmentible. Estuvimos allí cerca de las 15 horas, luego de haber pasado a comprar algunas provisiones a un supermercado. Nos preparamos unos ricos espirales con salsa y huevo frito, junto a ensaladas de lechuga y tomate. Fui premiada con una cerveza heladita, mmm, 😋😋.Luego, lavamos algunas prendas y fuimos a recorrer el pueblo. No nos fue muy bien en el lugar de las letras corpóreas, pues estaban en mantención, aparte de que al subir la cuesta de ripio para acceder al promontorio, el troncomóvil casi se queda "pegado" por exceso de ripio suelto.  ¡Ahí sí que la habríamos hecho de oro!  Recorrimos el centro, cargamos el estanque de combustible  (literalmente  hablando) y luego pasamos a admirar y  fotografiar las casas-mate, en especial la que están terminando de construir. Cochrane se aprecia como un pueblo ordenado, limpio y con varios proyectos nuevos.  
     En lo personal, ayer intenté terminar este escrito pero fue imposible. El sueño me vencía. Finalmente tuve que aceptar que debía acostarme temprano. Ya eran las 22 horas. Al día siguiente -hoy-, ya más repuestas por una tarde en el mismo lugar, nos empezamos a mover a partir de las 6 A.M y estábamos saliendo de Cochrane a las 7,20 hrs. Nos esperaba un viaje con 3 detenciones importantes y el arribo al destino planificado.  El único problema es que nada hacía presagiar lo que sucedió después, ya en el último tramo del camino. Pero como nos acompañó la diosa Fortuna, podemos seguir relatando historias de rutas. Mañana será otro día. Hasta pronto.      


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