sábado, 14 de octubre de 2023

Comiendo chivos...

   ¡No, si nooo! Esta vez no escribo en sentido figurado, sino en el más llano sentido literal. Comer chivos por acá es bastante popular, reitero, literalmente hablando. Creo que en toda mi vida no había comido más de tres veces carne de chivo, en el campo. En la ciudad no se conoce esa carne. Ni siquiera la venden en las carnicerías, que yo sepa. Así que, ni modo, dijera el Chavo, 😂. Por acá, en estos pocos días, ya he comido dos veces, una en Colonia del Sacramento y, hoy, en Punta del Este. Por tanto, nada de mirar a huevo la carne caprina. El único error que cometí esta jornada fue que creí que sería un bistec. ¡Y no era bistec, 😭😭! Era un sánguche, partido en dos y entre las mitades había una gigantesca ruma de ...¡papas fritas! ¡Otra vez! ¡Noooo!🤮🤢 ¡Ya me salen por las orejas las papas fritas! Antes de continuar contándoles esta tremenda tragedia, 🤣, recapitulemos para saber cómo llegué hasta ahí.

   Abandoné  temprano esta mañana el edificio de Morandé  y Cía., 😂, con un desayuno de galletas con paté  de foie y mermelá de zapallo-calabaza (productos uruguayos). El aporte de don Kike fue un termo con agua bien caliente. Me retiré conforme de la estadía. Hubo buen aseo de la habitación, cambio de toallas, un frigobar a disposición personal, buenísima señal de WiFi, amabilidad del dueño de casa. El único problema, si puede llamarme así, fue el tv, que no era muy moderno. Era pequeño (14") y con "poto" (perdón por decirlo asi, 😇). "Encantado de haberte conocido, Mónica", me dijo al despedirse (¡no les dije que era canchero, 😂!).     

    A las 9,40 ya estaba arriba del ómnibus (así se les llama acá) que me llevaría a Punta del Este, uno de los balnearios más exclusivos de América del Sur, que ocupa una angosta península en el Depto. de Maldonado en la República Oriental del Uruguay. Sus residentes permanentes alcanzan los 12.500 habitantes, aunque en temporada alta pueden llegar hasta los 450.000.  Montevideo y Punta del Este son los destinos favoritos de quienes visitan el país y yo no podía ser la excepción.  La verdad sea dicha,  sabía de lo ABC1 que es el lugar,  por lo que no tenía pensado visitarlo a corto ni a mediano plazo. Todo surgió del propósito de conocer países latinoamericanos y éste, aun cuando es caro,  es el que tiene los mejores índices de seguridad.  A ello se agregó la experiencia de un par de amigas y todo se fue dando, hasta que, sin querer queriendo, me vi caminando por la Rambla José Artigas entre gente linda. ¡Quién sabe si tan linda! No siempre la vestimenta es tan decidora.  No obstante,  hay un alto porcentaje de gente que se le nota la clase...alta.  Yo logré pasar inadvertida,  😄. ¡Supieran lo que me costó,  😅!

   A las 10,30 ya estaba en mi hospedaje pero era muy temprano para hacer el check in. Había tenido la fortuna de que estuviera ubicado a unas 4 cuadras del Terminal de Buses. Aprovechando el WiFi del bus, logré encontrar indicaciones en el Maps City, pero como tengo unos pequeñitos problemas orientativos, 🙈, igual debí pedir ayuda. Un taxista, viendo que estaba cerca, me dio las indicaciones, sin siquiera sugerir que él me podía llevar. Amable el señor. No son nada de rectas las calles, pero llegué. Era un hostel, 😉.  Eso significa que aunque tiene una letra más que "hotel" es de inferior calidad. No sé si le aplican estrellas a estas cuestiones, pero capaz que éste tenga 1/4 de estrella, 🤣.  La extraordinaria gracia es que se ubica a una cuadra de la Rambla marítima. Bueno, en realidad, la península es tan angosta que todo queda cerca de la Rambla, 😂. Dejé en custodia mi maleta y salì a conquistar Punta del Este,  señores.   

   ¡Maravilloso! Día pleno de sol, brisa marina, mucha gente caminando, 13 personas de cada 10 con su mate y termo en las manos (¡qué  increíble lo buenos que son para matear!) Y compran esas cajitas que parecen lustrines, 😂, para portar esos adminículos. Varios, amigos, familia, parejas, sentados bajo las palmeras, sobre el pasto a orillas de la Rambla, conversando y mateando. Y, adivinen qué... ¡Empecé a caminar, 😂! Y lo seguí haciendo hasta que me di cuenta, que aunque no tenía señal de internet, Google maps me seguía ayudando (y me controlaba, dijera el perseguido). Me sentí como Cristóbal Colón descubriendo América. No, perdón, de veras que don Cristo ni siquiera se dio cuenta, dicen, de lo que había descubierto. Fue otro navegante, don Américo Vespucio, según he sabido. Bueno, la cuestión es que, merced a ese funcionamiento de Google maps sin Internet, de ese momento en adelante cero "perdimiento" para mí, 🤗👏. Mientras examinaba el mapa tomé conciencia que estaba haciendo el circuito completo de la península donde se ubica Punta del Este. O sea -otra vez me remito a don Cristóbal-  : si continuaba adelante no habría necesidad de regresar pues llegaría por el otro lado a Las Indias, 😂. La gracia es que a mí me resultó. ¡Bravo, otra vez! Y lo más increíble fue que, sin querer queriendo, llegué a la famosa Playa de los Dedos. Cuando divisé los Dedos a la distancia, me sentí como debe haberse sentido Rodrigo de Triana, sólo que esta vez el grito no sería "¡Tierra,  tierra!", sino ya saben cuál. ¡Obvio!  

   Una vez frente a la Mano enterrada con sus Dedos asomando, tomé varias fotos de evidencia. ¡Quién no! Y esta vez, primera y tal vez única vez en el viaje, solicité a una joven  que me tomara una foto con mi Galaxy S 23 (el cuasi ahogado ayer en el sanitario del Castillo de Piria, cuando se me cayó luego de tirar la cadena, con cero consecuencia, aparte del susto y, seguro, unas desagradables gárgaras, 😂). Aunque se dice que uno ve caras y no corazones, igual me fijé en la cara de la joven  a la que le pedí que me sacara una foto, por si tenía que salir persiguiéndola. ¡Ah!, de veras que no estamos en Chile, 🙈.  

   Y otro dato positivo, la famosa Mano con Dedos queda justo a la altura del Terminal de Buses, sólo que cuando llegué no miré hacia el mar porque estaba preocupada de ver hacia dónde  dirigirme para buscar mi alojamiento. Luego de ese tremendo descubrimiento y de haber recorrido completo el Puerto de Punta del Este, de haber visto las embarcaciones participantes de la Carrera Náutica Clipper 2023-2024 alrededor del mundo, también me encontré en la caminata por la Rambla con la Ermita de la Virgen de la Candelaria en una saliente de la península, mientras dos personas en parapente se desplazaban por los alrededores un poco más allá.

  [Entre paréntesis: en la Clipper Race participan con sus veleros competidores de 55 países. Quien ganó esta etapa, desde Inglaterra a Punta del Este, fue precisamente un puntaesteño, hijo del alcalde. Y allí están los veleros "descansando" para reiniciar pronto la siguiente etapa. Cierro paréntesis]. 

    Con una de las fotografías claves de este lugar ya al interior de la memoria del Galaxy, busqué dónde almorzar. Y fue ahí donde me encontré con una oferta de "Chivito canadiense". No sé  qué de especial tiene los cabritos de ese lugar del mundo, a excepción del idioma, pero cuando vi que era con lechuga, tomate y huevo, me imaginé una rica ensalada con bistec de chivo y no dudé en hacer el pedido. ¡Craso error! Era, como ya les conté, un sánguche con hartas papas fritas. La gracia de la que me di cuenta es que las papas estaban recién fritas, calentitas. Así que las embadurné con mostaza y salsa de ajo y vamos comiendo. Cuando terminé con ellas, ya estaba satisfecha. ¡Humm! ¿Qué hago con el sánguche?, me pregunté. Al lugar en el que me había ubicado le llegaba la brisa marina que en esa orientación ya no era tan suave. Si a ello le agregamos la cerveza helada, lo único que quería era irme al alojamiento porque me había congelado. Así que corté por lo sano: me comí medio sánguche, pedí que me envolvieran la mitad del "chivito canadiense", eché en la mochila, con sumo cuidado, la cerveza (¡me quedaba más de la mitad! así que no se asombren), pagué en efectivo lo que significó un 15% de descuento y me fui al hostel "D", de "casi indigente", 😂.   

   Luego de instalarme, desenvolver mis pilchas y varias cosas más, volví a salir, cambié unos dólares, compré unos recuerdos, caminé por la Rambla en sentido contrario a como lo hice en la mañana con el objetivo de esperar la puesta de sol, pero regresé antes a descansar, tomar once con mi medio chivito y media cerveza, ☺.¡El que sabe sabe! Recién me fui a preparar un segundo café, pues tenemos derecho al uso de una cocina bien poco elegante pero cocina al fin y al cabo. De pronto me di cuenta de que no me quedaba azúcar y no era hora de salir a comprar. Cruzo los dedos. Y ¡estoy con suerte! Una joven también alojada  aquí me convidó lo suficiente para este café y el de mañana al desayuno. ¡Bravo! ¡Aún tenemos patria, ciudadanos! Ya se ha hecho de noche y debo ir terminando esta crónica. Mañana será otro día y debo prepararme para lo que me espera. Ya les contaré lo que realizaré en el segundo día en Punta del Este  y penúltimo día de mi viaje.. Estamos en contacto. 




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