miércoles, 25 de octubre de 2023

Casi desastre en Rancagua...

 

   Iba a empezar este escrito con una síntesis de mi viaje de 10 días a Uruguay; ya lo había comenzado el día después de mi regreso pero no hubo ánimo, tiempo ni fuerza suficiente para terminar lo que había comenzado, cuando otra actividad, importantísima, ocupó todo mi tiempo: preparar el Palacio para la visita de una persona ilustre, no aquí en Rancagua  -lo de 'ilustre'- pero sí en una ciudad del sur -¿o pueblo no más?-. Ustedes ya saben que, dependiendo del universo poblacional, se puede alcanzar ese título en algunos lugares mientras en otros -como en China, por ejemplo- uno no es nada aunque se apellide Font, 😂.  Así no más es...

   Mientras escucho un ruido permanente en uno de mis oídos producto de un resfrío fulminante que me atacó, por el otro -oído- escucho la música que me acompaña. Dejé un poco de lado esto de ponerme al día en los comentarios y análisis políticos, amén de las interesantes -emocionantes a veces- transmisiones de las distintas competencias de los Juegos Panamericanos. No crean que no me ha costado. Me gusta escribir pero a veces me dejo llevar por la pereza y vegeto como un gato garfield echada en mi trono frente al televisor. ¡Signos de mis tiempos! En fin..., para allá vamos todos.  

   Hoy ya estoy de vuelta a la vida activa. Un rato más saldré a comprar agua mineral -se me ha acabado-. En realidad es lo único que me falta. Estoy más provista que un "prepper" (preparacionista o survivalista) esperando la próxima pandemia, estallido social, noche de los cuchillos largos, caída de la bolsa con subida de precios, guerra mundial o terremoto grado 12, 😂. Y tan preparada que hasta he estado viendo películas de pandemias y mundos postapocalípticos, para ir aprendiendo cómo sobrevivir en una situación catastrófica. ¡Leseras que le dan a uno no más! Y todo porque me sentía disminuida en mi ánimo producto de esos bichos que ingresaron a mi organismo sin permiso. Si aplicáramos lo que se ha dado en llamar en estos días la "permisología" no habría virus, bacteria, hongo o cosa rara que podría entrar a nuestros cuerpos. Serían pocos los que podrían obtener medalla de oro, 😂, es decir, llegar a la meta final, o nuestros bellos -o no tanto- órganos. Tal vez ésa podría ser la mejor "vacuna" para cualquier epidemia o pandemia. Pero qué saben los bichos de nuestros comportamientos, exigencias, trámites y acuerdos transversales, ¡nada! Ni les importa. Ellos viven en otra dimensión, la minúscula dimensión de los virus, bacterias y demases y, nosotros, de tamaño mil veces más grande que ellos, somos su alimento. ¡Este mundo está al revés! ¡Qué  frágiles somos en ocasiones!   

    Bueno, volviendo al tema de la visita ilustre, de quien no daré el nombre para no arriesgar demanda, 😁, estuve un día y medio preparando el palacio para su llegada. Es decir, limpiando, despolvando, ordenando, cosa que no se vaya pelando, 😂,uno nunca sabe. La servidumbre, cuando uno no está, no hace gran cosa, 😜, así que tuve una tarea ímproba. También me afané algo en la cocina para recibir como corresponde a quien se merecía tal esfuerzo. Llegado el día, con Anita fuimos a recibirla al Terminal y compartimos una rica once para empezar. Conversaciones van, conversaciones vienen y nos pusimos de acuerdo en el plan del día siguiente. Nuestra ilustre amiga no conocía la región, de manera que a eso nos dedicaríamos: a mostrarle algunos lugares relevantes de la Sexta. 

  A las 9 de la mañana del siguiente día partimos rumbo a nuestro balneario estrella y capital mundial de surf : Pichilemu. Nos fuimos por San Fernando y no sé por dónde más, porque como yo no soy conductora en ningún viaje, de lo que menos me preocupo es de saber de rutas y caminos. La cuestión es que llegamos a un Pichilemu preparado para ser Subsede de los Juegos Panamericanos (información que desconocíamos). Estaba adornado ad hoc y con el Parque Ross y otros sectores con la pintura remozada. Se veía como nuevo de paquete. Dimos un recorrido por la ciudad-balneario, caminamos por el parque y por el paseo marítimo. Estaba bastante nublado y, a pesar de ello, había surfistas luchando con las olas. ¡Bello! Luego fisgoneamos un poco en algunos locales de artesanía (más china que nacional, 😂) y nos fuimos a almorzar.  

   El lugar fue recomendado por una de nosotras. Obviamente no por Marcela, perdón, la visita ilustre, pues ella no conocía Pichilemu. Fue divertido. Si comparo los precios con los recientemente experimentados en la República Oriental, no hay por dónde perderse. Es más barato acá, pero hubo unos "detallitos" que no nos gustaron en la atención (que no vi para nada en Uruguay). Se notaba que no estábamos en Francia, ¡qué poca elegancia!, 😂.Optamos por el menú, que parece que por ser más económico que la carta, esta vez le restringieron hasta la sal. ¡No me van a creer pero al/a chef se le olvidó ponerle sal al pescado y al batido del pescado! El puré andaba por las mismas y la ensalada, obvio, nada de aliño tampoco. ¡Y eso que los aliños no son tan caros! La cuestión es que casi gastamos todo el contenido del salero en aliñar el pez, el puré y la ensalada. Anita pidió un poco de limón para su Pepsi y le dijeron que iban a traer limón con el plato (¡toma cochiná!, 😂). O sea, que se espere y no esté exigiendo más de la cuenta, 😂. 

  Nos trajeron las bebidas en lata junto una pajilla para cada una. Yo quise dármelas de elegante y pedí un vaso para mi bebida, lo que no fue muy bien recibido por la "colaboradora". Me trajo el vaso y me quitó la pajilla, 🤣.¡No podíamos creerlo! ¡Atención de lujo! Tres trocitos de limón llegaron a la mesa, que debía alcanzarnos para el pescado, la ensalada y la Pepsi de Anita, 😂. ¡Ni por dónde! Esta vez nuestra invitada, seria como se pone a veces, pidió  más limón. Lo trajeron. Nos sirvió para reírnos toda esta historia. En el momento de pagar, Anita se encargó de "amarrar" a la colaboradora poco atenta. La verdad es que podríamos haber devuelto los platos con los peces fritos, pero la presentación estaba bien. Peor me fue a mí, si lo recuerdan, cuando en Piriápolis tuve que bucear para encontrar un filete de pez bajo una salsa desabrida y sin gracia. Al menos, debo reconocerlo, el batido del Restaurante Esau estaba crujiente, 🤣.   

 Después de tan pantagruélico y exquisito almuerzo emprendimos el camino de regreso. Esta vez lo haríamos pasando por 
Lolol. Es una hermosa localidad, que conserva la arquitectura tradicional de la zona central y eso era lo que queríamos mostrarle a nuestra invitada. La cuestión  fue llegar a Lolol. ¡Fue como ir de Los Apeninos a Los Andes! No llegábamos nunca, el camino era de tierra, con vueltas y más vueltas, subidas, bajadas y polvo para qué les cuento. Cuando llegamos a un puente que, así como estaba, nos quedó claro que ya no cumplía su función, entendimos que el extenso desvío era producto de los daños ocasionados por el último temporal en la zona... Llegamos a Lolol (hasta la Srta.de Google Maps se anduvo perdiendo) ya siendo las 17 horas y la Ilustre Municipalidad (tan "ilustre" como nuestra visita) de Lolol había cerrado sus puertas. Algo se podía ver del hermoso patio-interior-Jardín que tiene. Recorrimos sus calles, no sin antes pasar mirando la higuera a la cual, en el mes de abril, asaltamos junto a dos invitadas, también  ilustres, de la gran Isla de Chiloé 

  Seguimos camino y pasamos por Sta. Cruz donde nos bajamos a fotografiarnos en una de sus entradas, allí donde se erige la cruz de pipas o toneles. Es lo que más le entusiasmó a nuestra amiga (las pipas que no la cruz, 😉). Continuamos el regreso mientras yo seguía insistiendo en el inicio del canto tradicional que dice "Cuando me vine 'e Lolol"🎶 , casi como mantra, pues no pudimos acordarnos del resto de la canción  y tampoco la encontramos en Internet. Llegamos a la ciudad heroica cerca de las 20 horas (¿o pasadas?), con el acuerdo de encontrarnos a las 15 horas del día siguiente.  Esta vez la dirección que tomaríamos sería la Cordillera.  

   Esa noche nos vimos en la obligación de preparar sendas micheladas. Nuestra amiga, experta en el tema, las preparó, toda vez que ese mismo día en la mañana había empezado con un resfrío galopante. Aclaro enseguida que no fue el clima de nuestra región el cual le "pegó la desconocida". ¡Nones! Ella misma lo confesó: había sido un descuido de la última mañana en Santiago, en que no se abrigó como debiera haberlo hecho. Y como yo y Anita fuimos sus contactos estrechos, los bichos no perdieron la ocasión de ampliar su territorio.  

  El sábado, sin saber aún que caeríamos víctimas del ataque viral, anduvimos felices por las tierras de Coya y de la entrada al Parque Nacional Los Cipreses, específicamente en Los Chacayes, donde disfrutamos de unas ricas onces en el Café Restaurante Tukau junto a Natalia, nuestra amiga del grupo de Historia de Rancagua. Mientras ella se iba a su casa nosotras, porfiadas, pasamos a servirnos el trago del estribo a casa de Anita en Machalí, quien, luego que logró sacarnos de sus casa, 😂, nos vino a dejar a palacio, donde para mejorar a mi amiga y prevenir yo, terminamos con otra michelada, las que no sirvieron de mucho porque al día siguiente yo me había agregado al club de las congestionadas y con dolor de garganta.    

  Como enfermo que come no muere, igual ese día, mientras M. iba de regreso al sur, yo me preparé una croqueta de salmón con unos ravioles caseros y una tremenda ensalada de lechuga con rúcula. Claro, no morí, pero al otro día no fui capaz de levantarme como siempre, a las 8 horas, sino sólo lo hice a las 10 horas, para permanecer en estado de estropajo en mi trono, sin siquiera tomar desayuno. Definitivamente eran las últimas horas de vida que me quedaban,😂.Logré pararme e ir a la cocina a preparar almuerzo. En algo se animó mi cuerpo, pero no en mucho. Al mismo tiempo, iba consumiendo toda el agua que podía, unos paracetamol, geniol, tapsín, etc. Ya en la tarde noche, empecé a tomar jarabe para la tos. Ahí estuve, en calidad de bulto, mirando televisión, como abuelita de asilo. Nada de once tampoco y a acostarme. Felizmente, al otro día, ayer, ya estaba con más ánimo. Al menos sabía que el cara a cara con don Sata se había postergado, 😂.Junto con ello me enteré que Anita estaba en las mismas, que había preferido ir a médico y estaba "entusiasmadísima" tomando remedios, en tanto, nuestra amiga "portadora" y "paciente cero" se paseaba por las calles sureñas sin abrigarse lo suficiente y arriesgando una recaída.  

   A mediodía de ayer me llegó, ¡sorpresa total!, un "cargamento" vía Correos de Chile con tapsín día y noche, jugo 100% vitamina C, miel y berries. Todo muy ad hoc. ¡Qué  amiga más loca! Así que aquí me tienen, casi intoxicada con tapsín y con el jugo 100% vitamina C que ya me sale por las orejas. El jarabe ya me lo tomé completo y la tos retrocedió en su avance, 👏. En el intertanto no sé nada de Anita, ignoro si habrá visto el nuevo día o no, pues ni siquiera ha escuchado un mensaje que le envié. Como sé que hoy tenía un compromiso, esperaré hasta más tarde a tener noticias suyas, 🤔. 

  ¿ Y la síntesis uruguaya? Antes de que sea demasiado tarde y que me sorprenda un viaje a otra parte, he aquí lo que había escrito el 18 de octubre.

   "Ya en palacio desde ayer, luego de descansar lo suficiente entre mis cuatro paredes, habiendo disfrutado de ver el crecimiento de mis sembradíos en mi ausencia, ya puesta a secar la ropa recién lavada, de vuelta del supermercado luego de haber repuesto en parte la vacía despensa, de haber escuchado y visto las últimas noticias y tras haberme contactado con  mi hermana, me dedico a escribir una síntesis de lo vivido, conocido y visto en Uruguay por 10 días. Comienzo. 

"Visité cuatro ciudades, la capital, Montevideo (2 millones y medio habitantes), Colonia del Sacramento (30 mil habitantes aprox.), Piriápolis (con una población  de 8.830) y Punta del Este (12.400 habitantes). La verdad es que no hay cifras exactas de los habitantes de cada una de las ciudades, de manera que estas cifras son sólo referenciales. Lo que sí debe quedar claro es que las ciudades mencionadas, a excepción de la capital, tienen una gran población flotante en temporada veraniega, que supera con creces a los habitantes permanentes. Por ello, uno puede llamarse a engaño a la hora de calcular la población.  

   "Aunque la conocí menos por su gran extensión y demografía, no me gustó Montevideo. Obviamente mi opinión tiene como fundamento un recorrido muy acotado y parcial de su extensión. Así y todo me he quedado con esa percepción. Recorrer el centro de la capital, me trajo a la memoria Santiago Centro y Estación Central. Edificios deteriorados, por su antigüedad, abundantes graffittis, basura, veredas en mal estado, todo complotando para que a un visitante le sea imposible enamorarse de la urbe. Sólo el Centro mismo, la plaza principal donde se ubica la puerta de entrada a la antigua ciudadela que fue Montevideo tiene el atractivo de lo patrimonial. Precisamente el día que llegué  tuve la ocasión  de visitar un par de edificios en su interior gracias a que se celebraba el Día del Patrimonio. Incluso habiendo llegado a la Rambla no encontré en ella la belleza que he encontrado en otros paseos marítimos.  

"La gente de Uruguay no se diferencia mucho de la que he visto en Argentina o en nuestro propio país. Donde sí hay una diferencia que se nota, casi como con cierto aire europeo es en Punta del Este. Mucha juventud, mucho turista (y eso que estamos en temporada  baja aún), un ritmo de vida relajado, vacacional, cero preocupación por ganarse la vida. Y, a diferencia de otros lugares turísticos, nadie molesta en la calle con venta de objetos o souvenirs. Así que uno puede pasar inadvertido entre la multitud que pasea a orilla el mar, disfrutar de la puesta de sol o de un mate conversado bajo las palmeras. En este lugar, especialmente, el plástico domina al "cash". Por ello hay locales, por un lado, que ofrecen descuento si uno paga en efectivo, como hay otros que también descuentan si se paga con tarjeta Santander o Itaú. Esto lo vi tanto en Punta del Este como en Colonia del Sacramento e imagino que se repetirá en las ciudades más turísticas del país. No es un país barato; al contrario, es más caro que el nuestro. Por ello, vale la pena llevar dólares, pues nuestro peso sale perdiendo en el cambio. De ninguna manera hagan cambio en el aeropuerto. En cualquier casa de  cambio de las ciudades que visité pagaban más que en el aeropuerto. Incluso, en Punta del Este, si uno pagaba el importe de la comida en dólares, el cambio era más favorable. Claro que aquello era en restaurantes vip.   

 "En cuanto al trato del uruguayo hacia el extranjero, debo decir que, personalmente, no tuve ningún  problema. Siempre hubo respuestas amables ante consultas, ya sea en los alojamientos o en la calle. Creo que en eso debemos aprender un poco o, mejor, recuperar la amabilidad que hemos perdido frente al engaño y la delincuencia. Así que, considerando que manejamos el mismo idioma, es improbable que uno se pierda en una ciudad uruguaya, aunque, como en cualquier lugar del mundo, uno no debe desatender lo que la intuición le aconseja..."

   Hasta aquí llego con mi relato, esperando que este desastre viral remita cuanto antes y deje de tener mi oído como caracola. Hay que seguir cuidándose siempre. El/la covid ya es manejable y la primavera ha llegado, pero el exceso de confianza pueden traer más de una sorpresa desagradable. Hasta pronto.  

lunes, 16 de octubre de 2023

Último día...nadie se enoja...

 

   Hoy ha sido un día flojo. O sea, yo he estado un tanto floja, aunque me levanté a las 7,00 hrs. Ducha, arreglo final de mi equipaje, desayuno y arrivederci Punta del Este.  El bus al que me subí, de un solo piso, era nuevo, así que la jornada empezaba con un buen augurio. Se detuvo algunas veces a buscar pasajeros, pero muy pocas  Venía directo a Montevideo. Casi se me cae el pelo de la sorpresa cuando el asistente anuncia a viva voz "¡Aeropuerto de Carrasco!". Es decir, había locomoción directa de P. del E. hacia el aeropuerto y yo en Babia. No se me "descurrió" averiguarlo,😂. Me hubiera enterado a tiempo habría tenido la opción de quedarme un día junto a la crème de la crème y capaz que se me hubiera pegado algo de lo vip. Pero habría perdido la posibilidad de alojar en este hotel que nada tiene que envidiarle al Villa el Río, al menos en la calidad y servicio de habitaciones. Obvio que no hay Río Calle-Calle a la vista ni nada que se parezca a aquello. Ya les cuento. 

  Llegué a las 11 horas a Montevideo. Con tranquilidad ya de usuario frecuente (era la cuarta vez que estaba en el Terminal y  Mall Tres Cruces), usé  los servicios, me conecté a Internet y compré mi pasaje para llegar mañana temprano al aeropuerto (9 hrs.). Sacando la cuenta, el ahorro habría sido de unos 12  mil pesos nada más. Después me aboqué a pedirle a Google maps me ayudara para llegar caminando al hotel, pues cuando reservé habitación lo hice considerando que quedara cerca del terminal. Aunque el Mall Tres Cruces es muy moderno, nuevo y bonito, el sector no es de nivel ABC1. Al final, con ayuda humana, llegué a la calle más cercana y de allí fue coser y cantar. Era mediodía. El recepcionista me envió a sentarme a esperar hasta las 13 horas, porque sólo desde esa hora se podía hacer check in. Era recién mediodía. Le tuve que "golpear la mesa" al tipejo aquel que no parecía ni era uruguayo en esencia. Poco amable el sujeto y con poco mundo. Pareció no advertir que yo llevaba mi parka noruega de ganso nórdico y mis mocasines de cuero con diseño. Ante aquello, no merecía mis respetos. Debí exigirle que me atienda y guardara mi equipaje ¡ahora ya!  Se lo había pedido antes y se había puesto a hacer otras cosas. ¡Irritante es decir poco!  

    Ya sin cargas me fui al mall. Tenía pensado vitrinear hasta el cansancio  y luego regalarme un rico almuerzo de despedida. Me cansé más pronto de lo pensado del vitrineo. Quería comprar unos últimos recuerdos uruguayos y no encontraba ningún local de souvenirs. Le pregunté  a una guardia quien me corroboró lo que yo ya había temido. No había  locales de souvenirs. Tampoco es posible que encuentre en otro lado, me dijo, "hoy es feriado". Ante mi pregunta extrañada me señaló que habían corrido el feriado del 12 de octubre para hoy. O sea, lo que hicieron en Chile el 9 acá lo dejaron para el 16. ¡Mala noticia! Y ahí me dije de nuevo : ¡no deberías haber dejado esto para el último dí!  ¡Nada qué hacer! Igual me fui al supermercado "Ta-ta" y se me ocurrió comprar algo. Ya para esa compra debía empezar a usar la Visa, pues ya estaba cero billete uruguayo.  
   Las 13 horas, momento de almorzar. Partí al local "Il Mondo" (no Di Mondo, 😂). Un Menú Ejecutivo fue mi elección. Contemplaba un  plato principal (elegí pollo a la parrilla con ensalada mixta), una copa de vino tinto, pan, postre y café  ("cafecito" debiera decir). Estaba todo muy rico, pero la atención, por la mucha clientela existente, fue lenta. La ventaja, para mí, era que no tenía ningún apuro. Me vino bien la espera, aprovechando de ver noticias y averiguar cuán cerca tenía un local de souvenirs. 750 metros de distancia y en una de las Avdas. más conocidas en Montevideo. Anduve, anduve, anduve. Casi llegué al Centro de la ciudad (cerca de 20 cuadras) y regresé sin haber encontrado local abierto. Volví a pasar al mall y encontré una tienda de Confites y Regalos que contaba con unos productos recordatorios. ¡Uff, vaya suerte! Ahora sí era hora de conocer el alojamiento. 

    Cansada y acalorada, con ganas sólo de ducharme y descansar,  me hice cargo de mi depto. en el cuarto piso 🎶🎶 pleno centro de la ciudad🎶🎶. Además de que el pesadito a cargo de la recepción  ya no estaba -había uno bastante amable- me llevé la mayor sorpresa al ver la calidad de la habitación. Feliz como una emperatriz tomé posesión de mi suite y sigo aquí, descansando y flojeando,  total, último día nadie se enoja, ☺.






domingo, 15 de octubre de 2023

Sol y viento...

   

   Hoy me costó levantarme. Casi me enojé con la alarma de mi Galaxy S 23. Después  le sonreí a manera de disculpa. Me levanté igual. Tenía que conquistar el mundo y ...Casapueblo. Cuando me enteré de que no quedaba en la misma ciudad y para llegar hasta allá había que tomar locomoción, no me simpatizó mucho la cosa. Pero tenía el tiempo y los morlacos. No había excusa entonces. Es un hito imperdible para los que vienen a esta zona. Por lo que, temprano, 9,30 hrs., iba saliendo del hostel para dirigirme a "la" Terminal (como le dicen acá) para tomar un ómnibus. Primero era lo primero: comprar mi pasaje de mañana para regresar a Montevideo (desde ese aeropuerto vuelvo a Chile) y, luego,  el que me llevaría a Casapueblo. Me fui en un bus "1a.Clase", no porque me hubieran reconocido ni por ser vip. Es una forma eufemística de nombrar a los buses más cacharrientos, que ni les alcanza para un segundo piso, 🥴. Sólo 13 kms. hay hasta la entrada del camino a Casapueblo, pero como los buses no ingresan (salvo que sean turísticos) yo debí caminar, en subida una parte, aproximadamente 1,5 a 2 kms. No estoy segura pues no calculé la distancia. De todas formas, antes de subirme al bus en Punta del Este ya había caminado 2 kms. en lugar de 500 mtrs., pues me equivoqué de ruta al Terminal, 😁. Yo cada vez juro que estoy super orientada -ahora sí que sí, me digo- y de nuevo me pierdo, 😂.   

   El sector donde se ubica esta mansión tan especial es una salida de tierra denominada Punta Ballena, que no sé si se llama así por la forma o por la llegada de dichos cetáceos. Busqué  y encontré. Es por la ondulación del terreno de la península, que semeja el lomo de un cetáceo. Tal como me habían dicho (y me había parecido de una fotografía vista) la construcción es semejante a las existentes en la famosa Isla griega Santorini, aunque con más vueltas caprichosas y embelecos, 😉. Además de ser una hermosa y blanca construcción a orillas del mar, su creador y dueño fue el pintor, ceramista, escultor, escritor, compositor y constructor uruguayo Carlos Páez Vilaró (1923 - 2014), quien comenzó a modelarla con sus propias manos el año 1958. En la actualidad  es una Casa Museo, restaurante y hotel. Siendo para mí un desconocido, lo primero que hice fue asistir a una pequeña sala de cine a ver un video acerca de su vida. ¡Admirable! Viajó por todo el mundo, vivió en varios países, incorporó la vida, las costumbres, el arte, la música africana a su propia expresión artística, transformada en arte-denuncia.  Pinturas, dibujos, esculturas, cerámicas  y otros artefactos forman parte de cada uno de los espacios de la singular vivienda. Los colores recurrentes son el blanco y el azul, aunque, según sea la obra, los otros matices de la rosa cromática están presentes. Hay un hito en la vida de Páez Vilaró que nos hermana: la caída de un avión en la Cordillera de Los Andes el año 1972, pues allí iba uno de sus hijos, sobreviviente al accidente. Ese hecho está ampliamente documentado con reportes de periódicos en la Casa Museo.  

    Después de recorrida la casa, comprado un par de recuerdos para mí de mí parte, 😂,  fotografiados los espacios y la casa me marché por donde llegué. Estuve en la carretera unos 20 minutos esperando hasta que, al fin, un bus se detuvo y me trajo de vuelta. Tres anteriores, de 2 pisos, no se habían detenido. Al llegar a Punta d.E. quise hacer hambre (ya eran las 13,30 hrs.) caminando un rato más allá de la Playa Los Dedos (fue grande la sorpresa al enterarme de que la emblemática escultura es de un escultor chileno), pero resultó toda una complicación.  Para no bajar al arena, sino hasta la vuelta, me fui por la calle inmediatamente superior. No obstante, como  estaban desmantelando una actividad de rally, había camiones, buses, gente, tiendas, etc. En varias cuadras. Al fin pude llegar a la playa y me encontré con un lugar en que era imposible permanecer peinada. El viento era feroz en Playa Brava, el oleaje por consiguiente y sólo estaban allí los practicantes de kitesurf, un verdadero desafío para amantes de la adrenalina. Además de llenarme de arena voladora, pude sacar varias fotos de las acrobacias de estos deportistas, amén de observar en primera línea la técnica de ingreso al agua. ¡Bellísimo!  

   Hoy almorcé  decentemente, es decir, SIN papas fritas y con ensalada, en tanto la cantidad fue más moderada. El precio también fue moderado (10 mil pesos chilenos) pero no menos sabroso el bistec de cerdo con ensalada mixta. Posterior a la ingesta alimenticia, hice un poco de vitrineo y estuve a punto de hacer tiritar mi tarjeta comprando una chaqueta top y deportiva (como si hiciera tanto deporte, jajaja). A buena hora  me arrepentí, 😇. Volví al hostel para salir después de descansar un rato y tomarme un rico té de frutos rojos. La última salida era para ver la puesta de sol caminando por la Rambla e intentar llegar al Faro de la ciudad. Ambas tareas cumplidas  a cabalidad. Fue curioso corroborar la costumbre puntaesteña de instalarse sobre el prado bajo las palmeras ribereñas, tomando mate, conversando y esperando el atardecer, al menos eso me pareció a mí. No creo que hayan estado esperando un concierto, a los extraterrestres o un milagro. 

  Después  de terminar esta crónica, seleccionar fotografías y elaborar los collages, me queda la tarea de arreglar mi maleta. Mañana temprano abandono Punta del Este. Ha sido una excelente fecha para visitar la ciudad, muy buen tiempo para conocer y caminar. Ignoro si para bañarse porque aquello no me ocupa. Para tomar sol también a quien quisiera hacerlo. ¡Y para gastar, por supuesto, aunque me parece que en temporada alta los valores suben más! Me voy contenta de haber estado acá, recorrido sus puntos de interés y de haber estado a la altura de la gente linda. Denantes, para despedirme como la ocasión lo requería, me puse mi parka noruega con pluma de ganso nórdico y mis mocasines de cuero con diseño (no "alpargatas" como les llamó alguien; ¡qué poco roce!). Me sentí como en casa, claro que con mi reloj de pulsera Casio bien escondido, 😂.  Hasta pronto.  







sábado, 14 de octubre de 2023

Comiendo chivos...

   ¡No, si nooo! Esta vez no escribo en sentido figurado, sino en el más llano sentido literal. Comer chivos por acá es bastante popular, reitero, literalmente hablando. Creo que en toda mi vida no había comido más de tres veces carne de chivo, en el campo. En la ciudad no se conoce esa carne. Ni siquiera la venden en las carnicerías, que yo sepa. Así que, ni modo, dijera el Chavo, 😂. Por acá, en estos pocos días, ya he comido dos veces, una en Colonia del Sacramento y, hoy, en Punta del Este. Por tanto, nada de mirar a huevo la carne caprina. El único error que cometí esta jornada fue que creí que sería un bistec. ¡Y no era bistec, 😭😭! Era un sánguche, partido en dos y entre las mitades había una gigantesca ruma de ...¡papas fritas! ¡Otra vez! ¡Noooo!🤮🤢 ¡Ya me salen por las orejas las papas fritas! Antes de continuar contándoles esta tremenda tragedia, 🤣, recapitulemos para saber cómo llegué hasta ahí.

   Abandoné  temprano esta mañana el edificio de Morandé  y Cía., 😂, con un desayuno de galletas con paté  de foie y mermelá de zapallo-calabaza (productos uruguayos). El aporte de don Kike fue un termo con agua bien caliente. Me retiré conforme de la estadía. Hubo buen aseo de la habitación, cambio de toallas, un frigobar a disposición personal, buenísima señal de WiFi, amabilidad del dueño de casa. El único problema, si puede llamarme así, fue el tv, que no era muy moderno. Era pequeño (14") y con "poto" (perdón por decirlo asi, 😇). "Encantado de haberte conocido, Mónica", me dijo al despedirse (¡no les dije que era canchero, 😂!).     

    A las 9,40 ya estaba arriba del ómnibus (así se les llama acá) que me llevaría a Punta del Este, uno de los balnearios más exclusivos de América del Sur, que ocupa una angosta península en el Depto. de Maldonado en la República Oriental del Uruguay. Sus residentes permanentes alcanzan los 12.500 habitantes, aunque en temporada alta pueden llegar hasta los 450.000.  Montevideo y Punta del Este son los destinos favoritos de quienes visitan el país y yo no podía ser la excepción.  La verdad sea dicha,  sabía de lo ABC1 que es el lugar,  por lo que no tenía pensado visitarlo a corto ni a mediano plazo. Todo surgió del propósito de conocer países latinoamericanos y éste, aun cuando es caro,  es el que tiene los mejores índices de seguridad.  A ello se agregó la experiencia de un par de amigas y todo se fue dando, hasta que, sin querer queriendo, me vi caminando por la Rambla José Artigas entre gente linda. ¡Quién sabe si tan linda! No siempre la vestimenta es tan decidora.  No obstante,  hay un alto porcentaje de gente que se le nota la clase...alta.  Yo logré pasar inadvertida,  😄. ¡Supieran lo que me costó,  😅!

   A las 10,30 ya estaba en mi hospedaje pero era muy temprano para hacer el check in. Había tenido la fortuna de que estuviera ubicado a unas 4 cuadras del Terminal de Buses. Aprovechando el WiFi del bus, logré encontrar indicaciones en el Maps City, pero como tengo unos pequeñitos problemas orientativos, 🙈, igual debí pedir ayuda. Un taxista, viendo que estaba cerca, me dio las indicaciones, sin siquiera sugerir que él me podía llevar. Amable el señor. No son nada de rectas las calles, pero llegué. Era un hostel, 😉.  Eso significa que aunque tiene una letra más que "hotel" es de inferior calidad. No sé si le aplican estrellas a estas cuestiones, pero capaz que éste tenga 1/4 de estrella, 🤣.  La extraordinaria gracia es que se ubica a una cuadra de la Rambla marítima. Bueno, en realidad, la península es tan angosta que todo queda cerca de la Rambla, 😂. Dejé en custodia mi maleta y salì a conquistar Punta del Este,  señores.   

   ¡Maravilloso! Día pleno de sol, brisa marina, mucha gente caminando, 13 personas de cada 10 con su mate y termo en las manos (¡qué  increíble lo buenos que son para matear!) Y compran esas cajitas que parecen lustrines, 😂, para portar esos adminículos. Varios, amigos, familia, parejas, sentados bajo las palmeras, sobre el pasto a orillas de la Rambla, conversando y mateando. Y, adivinen qué... ¡Empecé a caminar, 😂! Y lo seguí haciendo hasta que me di cuenta, que aunque no tenía señal de internet, Google maps me seguía ayudando (y me controlaba, dijera el perseguido). Me sentí como Cristóbal Colón descubriendo América. No, perdón, de veras que don Cristo ni siquiera se dio cuenta, dicen, de lo que había descubierto. Fue otro navegante, don Américo Vespucio, según he sabido. Bueno, la cuestión es que, merced a ese funcionamiento de Google maps sin Internet, de ese momento en adelante cero "perdimiento" para mí, 🤗👏. Mientras examinaba el mapa tomé conciencia que estaba haciendo el circuito completo de la península donde se ubica Punta del Este. O sea -otra vez me remito a don Cristóbal-  : si continuaba adelante no habría necesidad de regresar pues llegaría por el otro lado a Las Indias, 😂. La gracia es que a mí me resultó. ¡Bravo, otra vez! Y lo más increíble fue que, sin querer queriendo, llegué a la famosa Playa de los Dedos. Cuando divisé los Dedos a la distancia, me sentí como debe haberse sentido Rodrigo de Triana, sólo que esta vez el grito no sería "¡Tierra,  tierra!", sino ya saben cuál. ¡Obvio!  

   Una vez frente a la Mano enterrada con sus Dedos asomando, tomé varias fotos de evidencia. ¡Quién no! Y esta vez, primera y tal vez única vez en el viaje, solicité a una joven  que me tomara una foto con mi Galaxy S 23 (el cuasi ahogado ayer en el sanitario del Castillo de Piria, cuando se me cayó luego de tirar la cadena, con cero consecuencia, aparte del susto y, seguro, unas desagradables gárgaras, 😂). Aunque se dice que uno ve caras y no corazones, igual me fijé en la cara de la joven  a la que le pedí que me sacara una foto, por si tenía que salir persiguiéndola. ¡Ah!, de veras que no estamos en Chile, 🙈.  

   Y otro dato positivo, la famosa Mano con Dedos queda justo a la altura del Terminal de Buses, sólo que cuando llegué no miré hacia el mar porque estaba preocupada de ver hacia dónde  dirigirme para buscar mi alojamiento. Luego de ese tremendo descubrimiento y de haber recorrido completo el Puerto de Punta del Este, de haber visto las embarcaciones participantes de la Carrera Náutica Clipper 2023-2024 alrededor del mundo, también me encontré en la caminata por la Rambla con la Ermita de la Virgen de la Candelaria en una saliente de la península, mientras dos personas en parapente se desplazaban por los alrededores un poco más allá.

  [Entre paréntesis: en la Clipper Race participan con sus veleros competidores de 55 países. Quien ganó esta etapa, desde Inglaterra a Punta del Este, fue precisamente un puntaesteño, hijo del alcalde. Y allí están los veleros "descansando" para reiniciar pronto la siguiente etapa. Cierro paréntesis]. 

    Con una de las fotografías claves de este lugar ya al interior de la memoria del Galaxy, busqué dónde almorzar. Y fue ahí donde me encontré con una oferta de "Chivito canadiense". No sé  qué de especial tiene los cabritos de ese lugar del mundo, a excepción del idioma, pero cuando vi que era con lechuga, tomate y huevo, me imaginé una rica ensalada con bistec de chivo y no dudé en hacer el pedido. ¡Craso error! Era, como ya les conté, un sánguche con hartas papas fritas. La gracia de la que me di cuenta es que las papas estaban recién fritas, calentitas. Así que las embadurné con mostaza y salsa de ajo y vamos comiendo. Cuando terminé con ellas, ya estaba satisfecha. ¡Humm! ¿Qué hago con el sánguche?, me pregunté. Al lugar en el que me había ubicado le llegaba la brisa marina que en esa orientación ya no era tan suave. Si a ello le agregamos la cerveza helada, lo único que quería era irme al alojamiento porque me había congelado. Así que corté por lo sano: me comí medio sánguche, pedí que me envolvieran la mitad del "chivito canadiense", eché en la mochila, con sumo cuidado, la cerveza (¡me quedaba más de la mitad! así que no se asombren), pagué en efectivo lo que significó un 15% de descuento y me fui al hostel "D", de "casi indigente", 😂.   

   Luego de instalarme, desenvolver mis pilchas y varias cosas más, volví a salir, cambié unos dólares, compré unos recuerdos, caminé por la Rambla en sentido contrario a como lo hice en la mañana con el objetivo de esperar la puesta de sol, pero regresé antes a descansar, tomar once con mi medio chivito y media cerveza, ☺.¡El que sabe sabe! Recién me fui a preparar un segundo café, pues tenemos derecho al uso de una cocina bien poco elegante pero cocina al fin y al cabo. De pronto me di cuenta de que no me quedaba azúcar y no era hora de salir a comprar. Cruzo los dedos. Y ¡estoy con suerte! Una joven también alojada  aquí me convidó lo suficiente para este café y el de mañana al desayuno. ¡Bravo! ¡Aún tenemos patria, ciudadanos! Ya se ha hecho de noche y debo ir terminando esta crónica. Mañana será otro día y debo prepararme para lo que me espera. Ya les contaré lo que realizaré en el segundo día en Punta del Este  y penúltimo día de mi viaje.. Estamos en contacto. 




viernes, 13 de octubre de 2023

La Ruta de las Hormigas...

   

   Por estos lares pareciera ser todo más grande. La gente es agrandada partiendo por los argentinos, 😂. ¡Para qué decir los brasileros! ¡Sabido es que son los mejores do mundo! (en varias cosas, 😉 ). Y, lógico, a los uruguayos se les ha pegado, a pesar de ser un país pequeño. En Colonia del Sacramento, por ejemplo, pululaban las hormigas 🐜 y no cualquier hormiga como aquellas pequeñitas e insignificantes que vemos por Chilito. ¡No! Una de las de acá equivale como a 5 de las nuestras (igualito que cuando uno cambia pesos chilenos a pesos uruguayos, debe juntar hartas hormigas chilenas por una hormiga uruguaya, perdón, pesos, 😂). Hoy, mientras venía de regreso del Castillo de Piria me encontré con ejércitos de hormigas, sólo que en sentido contrario al mío o en forma perpendicular. A pesar de toparme con escuadrones distintos y alejados entre sí, la tarea que estaban realizando era exactamente la misma: cargaban partes de hojas y pastos. La verdad es que no vi a las porteadoras, pero sí vi los trozos de hojas y pastos moverse, mientras otras hormigas, sin carga (deben haber sido hormigas dirigentes, representantes del pueblo de las hormigas, u hormigas-policías, aunque no les vi las armas), formaban parte de la misma procesión. Hubo un momento en que me enfrenté a una columna bastante larga de ellas, que utilizaban el mismo sendero que yo, a la berma de la carretera de asfalto. Al principio, tuve consideración, pero ya después me dio lo mismo. Hace unos días sufrí un ataque de picaduras de insecto en uno de mis brazos. Por el hecho de ser alérgica a todo tipo de insectos (incluso a los de tipo humano, 😂), aún me molestan las picaduras. Ese ataque sorpresivo y a mansalva, que seguramente fue de estas hormigas omnipresentes donde he estado estos días, no merece que tenga consideraciones especiales a la hora de caminar para no pisarlas. Así que, "sorry, srtas. hormigas y sres.hormigos, les dije, pero aquí voy yo". Antes de pisotear a más de alguna obrera, que es lo más penoso, aproveché de dejar registro de esta actividad frenética. Se ven asombrosas. ¿Nos verán así los extraterrestres? ¡Quién puede saberlo!

   Mis objetivos de hoy fueron ampliamente cumplidos con extras fuera de todo plan. Ayer tenía sólo tres tareas en mente: ir al Terminal de Buses a averiguar horarios y comprar pasaje para llegar hasta la última ciudad desconocida contemplada en mi itinerario. No hubo necesidad de comprarlo por adelantado. Debido a que queda a corta distancia (43 kms. aprox.) no requiere de compra anticipada. Por lo tanto, mañana haré check out y me iré al Terminal. Según la hora que sea, tomaré la movilización respectiva. Hay salidas con bastante frecuencia. Informada de todo esto, ya siendo las 10 horas, me dirigí al Castillo de Piria, distante entre 4 a 6 kms. según un par de versiones. A mitad de camino pasaría a ver la Iglesia de Piria que no es iglesia. Cuando llegué a su altura (porque está subiendo una de las pendientes de avenida) entendí por qué se le decía  "la iglesia que no es iglesia".      

   La ciudad debe su nombre a su fundador, Francisco Piria de Grossi, hijo de inmigrantes genoveses. 'Piriápolis' significa la 'ciudad de Piria'. Él la fundó por el año 1893 llamándole "El balneario de Porvenir", pero la gente le asignó el nombre de su fundador. El objetivo de éste era transformarlo en un destino turístico de estilo europeo. Francisco Piria fue un empresario, inventor, escritor, político y alquimista, cuya acción  incansable dejó huellas en Montevideo, Piriápolis y hasta en Buenos Aires. El Castillo, el Hotel Piriápolis (hoy llamado Colonia Escolar de Vacaciones), el Argentino Hotel, la Fuente de Venus, la Fuente del Toro en el cerro del mismo nombre, un Cristo Redentor en el Cerro Pan de Azúcar,  un tren entre Piriápolis y la ciudad Pan de Azúcar,  etc. Todo un personaje. La Iglesia que no es Iglesia fue mandada a construir por él y luego ofrecida a la Curia, que no aceptó consagrarla porque, según ellos, tenía símbolos alquimistas. A la muerte de Piria el edificio quedó abandonado y se ha ido deteriorando con el tiempo.    

   El trayecto hasta el Castillo Piria se me hizo más largo de lo que esperaba. Las varias pendientes y el desconocimiento de la ubicación  exacta influyeron en el ánimo. Pero al fin llegué. Estaba a casi 5 kms. partiendo de la Rambla. Hermoso palacete ubicado a unos 400 mtrs. de la carretera, con una entrada imponente y un camino de palmeras. Una serie de estatuas adornan el jardín frontal mientras a un lado se extiende un verde parque. En él se erige un especie de kiosco u odeón construido en madera. ¡Es muy hermoso! A los visitantes se les permite la entrada a un par de salones y a las caballerizas y lugar donde se guardaba el carruaje. Se conserva mobiliario de época y un coche de tracción animal también de época. En las salas abiertas al público  se exhiben obras de artistas nacionales. Desde lo alto del odeón se observa, en la punta del cerro Pan de Azúcar,  el Cristo Redentor de Piria.  

   En otro sector de la ciudad más cercano, se levantan las otras obras traídas por Piria para su ciudad balneario: la Fuente de Venus (¡bellísima!) y la fuente del Toro, ubicado a mitad de altura del Cerro del Toro. Visité ambos lugares y esculturas luego de reponer fuerzas con un opíparo almuerzo, el más caro también: 25 mil pesos chilenos. Eran, para mi sorpresa, DOS chuletas de cerdo con sendos huevos fritos, papas ídem, cebolla y pimentón caramelizados,  acompañado todo con una bebida. Esta vez no quise agregar ni cerveza ni vino, para que no vayan a creer que soy alcohólica, 😂 😂. Luego de ese banquete me dirigí al cerro en cuestión, pero no llegué a la cima, pues no quise abusar de mi débil cuerpo, 😉. Al final del día caminé 21,7 kilómetros (32.588 pasos). 

   Mis últimas actividades oficiales en la ciudad fueron la compra de alimentos en un supermercado, la compra de una "remera" de recuerdo (polera) y el disfrute de la puesta de sol, que estuvo espectacular. Las fotos obtenidas son preciosas, aunque para los piriapolenses pueda ya no constituir novedad.  Me voy de la ciudad feliz de haber estado en este pequeño rincón del mundo, que un emprendedor soñó con transformar en el mejor balneario de Sudamérica. ¿Y las hormigas piriapolenses? Seguirán trabajando las obreras, mientras las otras, bastantes, observan, vigilan y sacan cuentas alegres. Por otro lado, cerca de aquí, "5 hombres están en diálogo profundo". Así versa el título de la escultura de Eduardo Keldjian. ¡Imagínense a Biden, Putin, Xi Jinping, Zelenski y Netanyahu! ¿Será posible un diálogo? ¿...? Hasta pronto.