martes, 11 de julio de 2023

Sudando en Cartagena...


    ¡Ya estamos en Cartagena de Indias, amores, hacia las 13 horas del miércoles 5! El golpe de calor se hizo sentir, pero la subida a una van con aire acondicionado y vidrios polarizados nos devolvió nuestra frescura juvenil. Dato anexo: por acá todos los vehículos usan vidrios de este tipo, de manera que cuando se necesita un taxi es difícil acertar si va o no ocupado o si el chofer es buenmozo o feo. Pronto supimos que era una medida para disminuir el calor, lo que agradecimos todas las veces sin lugar a dudas. Llegamos a "nuestro" alojamiento cinco estrellas 🌟 🌟 🌟 🌟 🌟 , Hotel Almirante, pasadas las 13 horas, aunque no pudimos entrar a nuestras habitaciones. Mientras, para hacer tiempo, nos fuimos a almorzar muy cerca, en un restaurante casi vip.  Eso lo supimos después por el precio de la cerveza, 🍺, 😁. Bien rica la comida: yo me serví una ensalada de salmón exquisita. Mis compañeras optaron por las pastas, churrascos, pollo y ceviche, todo delicioso. Al terminar, nos fuimos a tomar posesión de nuestras habitaciones. Desde mi perspectiva, muy cinco estrellas, pero sin diferencias con las ya utilizadas en tours anteriores, de tres o cuatro astros, lo que me hizo sentir más en mi salsa, 😁 (si supieran los hospedajes que suelo utilizar cuando viajo sola, 😅; allí  demuestro toda mi capacidad camaleónica). Luego de cambiar dinero, sólo yo, pues la porfiada no quiso cambiar en el Aeropuerto de Bogotá (de dólares a pesos colombianos; 1:4), atendimos unas ofertas de tours locales, al menos para los dos siguientes días.  

  Las últimas horas de la primera jornada nos dedicamos a caminar por los alrededores, a orillas de la playa, con la sorpresa de que a las 18 comenzó a sonar un pito que indicaba que todos debían abandonar el mar. ¡Raro!, por decir lo menos. Nuestra caminata por el malecón o costanera fue imposible terminarla porque no existía aquello en buena forma, una verdadera pena pues la extensión de la playa es inmensa y no se aprovecha lo suficiente. Un local de don Juan Valdez nos dio la bienvenida. Allí pasamos a cotizar precios de su preciado y oscuro brebaje. Luego, para completar nuestro primer día, nos dirigimos en busca de una galería comercial, la que no encontrábamos nunca (ya nos parecíamos a Marco buscando a su madre y sin hallarla) hasta que al fin, ¡tate!, allí estaba toda ella -me refiero a la galería que no a la madre-. Obvio, aparte de vitrinear un poco, buscamos algo para comer. Copas de helado la mayoría, mientras a Jessi se le antojaba un arroz de dudoso color café pero exquisito, (es lo que dijo ella al menos; en todo caso en gustos, ya saben, no hay nada escrito), con coco y choricillos, 😳. En tanto, Eli, optó por unos patacones, unos fritos de plátano verde, a los que yo, personalmente, no les encuentro mucha gracia. Luego de rellenar nuestros estómagos de comidas poco saludables, regresamos al 5 estrellas en sendos taxis, con una breve sobremesa en la terraza del hotel donde las fumadoras -tres- pudieran practicar su vicio con la anuencia cómplice de las otras 3, además de hablar de lo humano y lo divino visto en esas pocas horas de estadía y consumir nuestro trago de bienvenida, bajo el gentil auspicio del hotel. Ya tarde, antes de acabar sin encanto como Cenicienta, subimos a nuestras habitaciones a ducharnos y a descansar, satisfechas pues teníamos planificado los dos siguientes días con tres actividades contratadas. 

  El día siguiente, jueves 6 de julio, amaneció en Cartagena de Indias a las 5,40 hrs. según lo atestigua nuestra amiga Lidia, que a esa hora ya estaba consciente y con ganas de salir a conquistar el mundo. Debió aguantar sus deseos de conquista volviendo a los brazos de Morfeo -harto que le costó porque ella es así,😊- y, al fin se levantó. A las 9 de la mañana estábamos ya desayunadas y listas para emprender nuestro primer tour, que consistía en recorrer la ciudad en "chiva" por sus principales puntos de interés, bajarnos en algunos de ellos y luego recorrer caminando parte del Centro Histórico de la amurallada y heroica Cartagena. 

     [Entre paréntesis: a pesar de que la mayoría de los países de América del Sur son hispanohablantes, somos cada uno un mundo en sí mismo, que se nota en las costumbres, en la vestimenta, en el lenguaje y en tantos detalles más, aunque en la actualidad, la continua movilidad y la fluida información a la que tenemos acceso nos hace más conocedores de los vecinos. Así y todo, hay "detalles" lingüísticos que es necesario aclarar. Aprendimos que en Colombia, específicamente en Cartagena, se le llama "chivas" a unas coloridas micros utilizadas para actividades turísticas, sin vidrios en las ventanas, a las que se puede y debe subir -o bajar- a través  de unas escaleras horizontales existentes a lo largo del vehículo, lo que permite esta acción en cada fila al mismo tiempo. Resulta un excelente ejercicio, no sólo para las piernas, sino, para el cuerpo entero, subir y bajar de aquella forma. ¡Pobrecillas de nosotras! Cierro paréntesis].

   Algunos datos.

  Cartagena de Indias es la ciudad más populosa de Colombia, con poco más de un millón de habitantes, además de ser puerto principal colombiano en el Mar Caribe, es el con la mayor afluencia de turistas del país por su costa. Fue fundada por el español Pedro Heredia el 1 de junio de 1533, transformándose en uno de los puertos más importantes de la América Española mientras formó  parte del virreinato español (hasta 1811, año en que declaró su independencia). Pero no todo fue coser y cantar  para los cartageneros. Sufrieron ataques numerosos (de allí lo de "heroica") por sus riquezas y su importancia estratégica, entre otras razones. Ya antes de terminar el siglo XVI se transformó en un apreciado botín para corsarios y piratas (Francis Drake entre ellos), tanto así que se ordenó el amurallamiento de la ciudad y la construcción, en la parte superior de la Colina de San Lázaro, de un fuerte al que se llamó Castillo San Felipe de Barajas. Estas murallas conservan baterías, un aljibe, garitas, residencias y túneles que, en óptimo estado  de conservación, rodeaban a la Ciudad Vieja y la preservaron de la destrucción total, aunque los ataques se sucedieron en el tiempo. Agrego un par de detalles relevantes: Cartagena fue el principal puerto por el que se enviaban las riquezas del nuevo continente hacia Europa, en tanto que también se constituyó en el lugar en que se desembarcaba la mayor cantidad de esclavos traídos desde suelo africano... Hasta aquí dejo la entrega de datos históricos, que están mucho mejor reseñados en libros especializados y en Wikipedia. No es mi objetivo ofrecerlos yo porque no estoy preparada para ello. Lo mío es el relato de la llegada de estas chilenitas a este lugar Patrimonio Histórico de la Humanidad.

    El guía que nos acompañó ese día manejaba mucha información -un privilegio-, de la cual más de algo quedó en el centro de mi memoria. Fueron unas interesantes horas de caminar, en parte, bajo un cielo nublado -¡por suerte!- aunque la temperatura y humedad igualmente nos hacía transpirar a mares. Visitamos el fuerte-castllo, vimos la ciudad de Cartagena desde la privilegiada posición en altura de este monumento, conocimos los bastiones, el aljibe y caminamos por parte de los túneles, entre otras cosas. Con posterioridad, además de visitar una joyería especializada en esmeraldas (una de las tantas riquezas y productos de exportación de Colombia), estuvimos en la Plaza de la Puerta del Reloj, así como en el Palacio de la Inquisición e hicimos una breve pasada por el Barrio Getsemaní, que el día sábado visitamos con mayor dedicación y tiempo. Antaño, en este sector vivían los esclavos; hoy es un barrio bohemio, de calles y callejuelas estrechas, de multicolores adornos con banderines, banderas, paraguas y otros, donde se exhibe arte, especialmente pintura, con presencia de numerosos  bares y restaurantes,  con una alegre y colorida vida diurna y nocturna. 

  Luego de terminado el tour, esa media jornada la coronamos con un modesto almuerzo en Jetsemaní y unas fotos con un par de Palanqueras, típicos personajes femeninos, que se reconocen fácilmente por su vestimenta con los colores nacionales y la cesta de frutas sobre la  cabeza. Este nombre surge del primer pueblo de esclavos que se liberó. Forman parte de la tradición  afrocolombiana. 

   ¡Uff! El cansancio y calor que experimentamos ese día no fueron impedimentos para que esa tarde visitáramos la piscina del hotel y luego saliéramos a 'rumbear' en una chiva rumbera, desde las 20 a las 22,45 hrs. aproximadamente. Es decir, arriba de aquellos microbuses, recorriendo las calles de Boca Grande, el sector pudiente de Cartagena de Indias, con música 🎶 a todo "cuete" por las calles del sector mencionado, entre otras tantas chivas más. En síntesis, participamos en una especie de pub móvil de fiesta a todo chancho, bailando como podíamos entre los estrechos asientos, mientras en parte del tiempo un conjunto de tres integrantes interpretaban canciones tradicionales, coreadas a gritos por nuestras melodiosas voces (cabe señalar que dos de las improvisadas rumberas chilenas que conforman este grupo ejercieron, cuando pequeñas e inocentes, como cantantes de coro de un colegio religioso, 😅).  En fin..., al término de la jornada nos sentimos realmente satisfechas: habíamos cumplido enteras con lo planificado; ahora sólo quedaba partir a la ducha y luego irnos directo a la cama, ¡ah, perdón!, me faltó, antes, fumar un cigarrillo en la calle, pero sin tener colgando en nuestro hombro una carterita pequeña, 😁.  Hasta pronto.























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