domingo, 16 de julio de 2023

En la punta del Cerro Monserrate...

 

 Llegamos a Bogotá, capital de Colombia
(a estas alturas ya deben saberlo) temprano el lunes 10. El hotel estaba cerca del aeropuerto. Nos fuimos en una van Habitel (del hotel),graciosamente, por lo que la lluvia que caía en esos momentos no nos afectó. La diferencia climática es impresionante. Fue una tregua muy bienvenida considerando las altas temperaturas sufridas en Cartagena, aunque nos planteó una duda: ¿sería impedimento la lluvia para realizar el tour urbano "palabreado"? Ya en el hotel caímos en la cuenta de que siendo lunes no podríamos visitar los dos museos contemplados en el tour, lo que no nos dejó nada de contentas, tanto así que decidimos anular el trato y establecer uno nuevo con un transportista que estaba en el alojamiento. Negociamos y resultó.    

  La ventaja de la ubicación cercana del hotel al Aeropuerto El Dorado se nos transformó en desventaja a la hora de recorrer el centro histórico de la capital y sus alrededores. Había que optar por locomoción urbana: el Transmilenio o un par de taxis. Los dos días que estaríamos allí no nos hizo aconsejable aprender a usar el transporte público, de manera que optamos por la van que se nos ofrecía y así andaríamos todas juntas sin el riesgo a extravíos que, a estas alturas, pueden terminar en una casa de reposo,😃.Nuestros puntos de interés eran tres principalmente, más, por supuesto, el recorrido consabido de galerías, locales comerciales y restaurantes, visitas impajaritables en cada ciudad. Con dicha claridad de objetivos, dejamos en custodia nuestro equipaje (las habitaciones no las entregaban sino hasta las 15 horas) y nos fuimos a nuestro primer hito turístico: el Cerro Monserrate.   

    El Cerro Monserrate es uno de los más conocidos y visitados en Bogotá. Tiene una altura de 3.152 msnm. En la parte superior de esta formación geológica se ubica la Basílica Santuario del Señor Caído de Monserrate y de Nuestra Señora de Monserrate (¡qué nombre tan rimbombante!), lugar de peregrinación y culto para fieles del credo católico y lugar de visita para turistas curiosos y no tanto.    

  Las alternativas de acceso son tres: subir caminando, tomar el funicular o irse en teleférico. Llegamos al lugar y comenzó a llover. ¡Upps! Apenas nos vieron sin protección para las gotas que caían, los vendedoras comenzaron a ofertar sus capas impermeables -y plásticas multicolores-. Tres del grupo fueron presa del pánico (una casi compra terreno dolorosamente, además) frente a la eventualidad de mojarse como si no estuvieran acostumbradas en el sur del mundo y se "matricularon" con capas, cada cual de color distinto  (ni siquiera actuaron de manera institucional)   

   Lo más paradójico es que un par de ellas había llevado desde Chile sus capas top, pero éstas permanecían impolutas e inútiles en el fondo del equipaje, 😂.  Al ver a nuestras tres amigas juntas, con sus flamantes capas puestas, nos dio mucha risa y no faltó quien dijera que parecían pimientos morrones -la Jessi, si no me equivoco-, observación profundamente acertada, 😂.¡Teníamos la ensalada completa a nuestra disposición -o el sofrito o antipasto, dependiendo de la tradición culinaria y preferencias-!   

  Mientras esperábamos el funicular en una ordenada fila en escalera el agua declinó y las famosas y chillonas capas hicieron mutis. Revisando las fotografías del momento veo a mis amigas mirando embelesadas, a mis espaldas, a un joven operario del funicular, mientras éste las observa con mala cara. Me dio mucha risa la imagen, la que las acusa indesmentiblemente. ¡Juzguen ustedes las expresiones!... 

   El funicular nos llevó a las alturas, desde donde se obtenía una vista panorámica espectacular de la ciudad y de los otros cerros cercanos. Santuario, iglesia, estaciones del Vía crucis, servicios higiénicos, locales de comida y una hermosa Feria Artesanal, además de las letras de la ciudad para sacarse fotografías encontramos allí. Un bello y entretenido complejo, en que la espiritualidad se mezcla con lo material y pagano. Igualito que en tiempos de Cristo. ¡Nada ha cambiado en los cerros del Señor! ¡Los mercaderes siguen vigentes, algunos incluso usan sotana, ejem.  (si estuviera vigente la Inquisición, ya estaría como un chicharrón ennegrecido). Claro, porque tienen clientes...como nosotras, 😅 (¡upps!, aclaro, quise decir que nosotras somos una de las tantas clientes que permiten la permanencia de los mercaderes allí, no que nosotras tengamos clientes; ¿se entiende, verdad?). Luego de recorrer todo el lugar, ingresar a la iglesia, tomar fotografías de todo tipo, nos pusimos en la fila para bajar en teleférico. Allí estuvimos un buen rato, pues había bastante gente.   

  Una vez en tierra, nos desplazamos hasta el centro histórico en una van y conocimos la bella Bogotá, sus edificios principales y emblemáticos,  más  un paseo peatonal, donde, a la hora que nos dio hambre, fuimos a almorzar en un patio de comida ubicado en un tercer piso. Fue una experiencia gastronómica muy sabrosa ...y económica (por 25 mil pesos colombianos, 6,25 dólares, 5.100 pesos chilenos tuvimos un menú completo y pantagruélico). 

  Seguimos caminando por el centro histórico. Visitamos la Catedral, donde prendí una vela de luz por mis queridos muertos: mi hija, mis padres y mi hermano Ernesto. Saliendo de allí quisimos visitar a don Petro, el presi amigo del de nuestro país, pero por las manifestaciones permanentes y vigentes en su contra, estaba cerrado el paso. ¡Tremenda pérdida!

  Luego, nos dimos a  buscar el Palacio San Carlos, donde vivió y desde donde gobernó Simón  Bolívar. Fuimos de un lado a otro hasta que, al fin, una persona a quien Marcela preguntó, que resultó ser periodista y guía, nos entregó muchos antecedentes interesantes, sin pedir ningún pago salvo invitarnos a ingresar a su canal de YouTube, Wilfredo Jurásico, al cual ya entré para confirmar la información. El episodio que sucedió en aquel edificio es conocido como la "Nefanda noche septembrina". Encontramos el lugar en la siguiente cuadra. Bajo un ventanal del Palacio San Carlos, construcción del siglo XVI, comprada para sede de gobierno de la Gran Colombia mientras Bolívar era su Presidente, se destacaba el hecho sobre una placa de mármol. Los detractores de Bolívar lo consideraban dictador, por lo que iniciaron una conjura para matarlo la noche del 25 de septiembre de 1828. Una versión del episodio señala como salvador del Libertador a su amante. La susodicha habría entretenido a los asesinos para darle tiempo para huir por esa ventana, semidesnudo. Se llamaba Manuela Saenz, una hermosa quiteña que vivía a una cuadra de distancia. Eludir la muerte esta vez no le dio mucho tiempo más a Bolívar, pues dos años después, en 1830, moría de tuberculosis dicen unos, de autoenvenenamiento por arsénico, dicen otros (era común considerar el arsénico, en esos tiempos, como la panacea para curar diversas enfermedades, así que "tanto va el cántaro al h2o..."). La placa de mármol escrita en Latín, ubicada bajo la ventana, se traduce de la siguiente manera: "Detente, espectador, un momento, y mira el lugar por donde se salvó el padre y Libertador de la Patria, Simón Bolívar, en la nefanda noche septembrina". Interesante hito histórico, que habría pasado por alto de no ir en el grupo una Profe de Historia (¡grande, Marcela!).    

   Luego anduvimos buscando una galería que se nos escabulló por un buen rato. En el intertanto hicimos un paso sólo a los servicios higiénicos del Museo de Botero (¡qué vergüenza!, pero la necesidad tiene cara de ignorante, en este caso). Además del patio interior en forma de claustro (¡bellísimo!) y una escultura en el hall de entrada no apreciamos nada más. Queríamos volver después pero ya no nos quedó tiempo ni luz diurna.  

  Todos los minutos restantes se nos fueron en visitar un par de galerías, hacer algunas compras y, luego, esperar bajo la lluvia, que la van volviera a buscarnos. Aproveché esos minutos para comprar unos ejemplares de otro fruto tropical que habíamos probado. Pretendía que los comiéramos en algún momento, pero quedaron para el día siguiente y fue de lo más novedosa la forma en que los degustamos. Ya les contaré cómo fue aquello. Mientras tanto, ese lunes, terminamos cinco de las seis  en el hotel gemelo del que nos hospedaba, sirviéndonos un rico café para cerrar el día. La sexta integrante dormía a pata suelta, 😂. Hasta mañana.



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