lunes, 11 de noviembre de 2019

Bitácora...Lunes 11...


 Semana Dos
Lunes 11
  Mientras observo las noticias de mediodía (de 13 horas en  adelante para ser precisos) me deprimo cada vez más. No es sólo nuestro país el convulsionado, sino que el problema se replica en distintas naciones, independiente de que las causas detonantes no sean exactamente las mismas, aunque, no cabe duda que sus bases son comunes: el descontento social, la rabia acumulada, el cansancio de años, el quiebre de un diálogo de sordos.  

  Ya no es una exageración decir que "vivimos tiempos difíciles". El cómo saldremos de éstos lo menos magullados o heridos posibles no resulta fácil avizorarlo. Los análisis son variados, contradictorios, opuestos, esperanzadores, dependiendo de cada perspectiva e intereses involucrados. Trato de escuchar a los diferentes actores sociales (no es que me hablen a mí y que yo, cual Papa  o Juez, tenga que decidir al respecto), sino que es una tarea que me he dado, sin racionalizarla al principio, con el fin de mantener la cordura en esta especie de Torre de Babel. Todo por un prurito personal de NO Observadora de ONU ni ONG, sino de mi propia visión de ser humano independiente (¡muy difícil!)...Para ello, cambio de canal televisivo en forma permanente, tratando de obtener una perspectiva  "media", reviso, a ratos, redes sociales y noticias digitales, y luego me desintoxico, y me vuelvo a mirar el ombligo, tratando de encontrar mi centro. En tanto, los tambores de las batucadas y los gritos rompen un silencio cada vez más esquivo y escaso. 
    Al sacar la vista de la pantalla grande, observo, en primer término, los restos mortales de una araña a la que le segué abruptamente la vida ayer tarde. Su cadáver aún está ahí, en la misma posición donde encontró la muerte, sobre el piso de cerámica. Seguro que el rigor mortis ya afectó sus extremidades pero no pienso comprobarlo en persona. ¿A dónde se dirigía tan presta? me pregunto. ¿Nos verán las arañas o nos percibirán a través de sus pelillos corporales? ¡Quién puede saberlo!
   Considerando que tienen 8 ojos y 4 pares de patas, es un logro digno de Guiness el hecho que haya logrado "cazarla" y ponerle el pie encima (¡guácala!) tal como lo habría hecho Gulliver (guardando las distancias, debido a mi estatura un tanto dudosa).
  La aracnofobia parece ser uno de los miedos más extendidos en los humanos, sea del tamaño que sea dicho insecto. Al menos, es lo que puedo deducir con mi vasta experiencia temporal y personal. ¿Por qué será? ¿Cómo un bicho tan minúsculo generalmente, puede causarnos tanto terror? ¿Será su estructura, su cantidad de extremidades, la forma y rapidez en su desplazamiento? ¿Qué tecla de nuestro subconsciente tocará su visión imprevista?   Porque, habitualmente, hay que decirlo, no buscamos arañas; ellas se nos presentan de sorpresa y a toda velocidad. ¿Será su color? ¿Le tendríamos menos aversión si fueran multicolores? Es probable. Me vienen a la memoria las chinitas y las mariposas. Ellas, nos encantan. Claro que ellas vuelan, no se arrastran (como las cuncunas) ni caminan moviendo todas sus "tentáculos" -no me refiero a los pulpos en el último caso-.   A propósito de volar, no todo lo que vuela nos resulta "simpático" ni inocuo...
   En fin, esto da para mucho, mientras tanto sigo con un cadáver frente a mis ojos. Deberé deshacerme de él antes del tercer día, no vaya a ser cosa que se le ocurra resucitar.
  

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