jueves, 28 de noviembre de 2019

Bitácora... Jueves 28...



Semana Cuatro...
  Jueves 28...
      ESTAMBUL, la capital de TURQUÍA, es una ciudad cosmopolita, con 15 millones de habitantes y, al parecer, con una vida nocturna bastante más activa que Egipto y Jordania.
   En Estambul se ubica el aeropuerto más grande del mundo hasta el momento (aparte de otros dos).  Pronto, serán los chinos quienes ostentarán este título, pues ya lo están construyendo. Además de lo anterior, Estambul tiene un parque automotriz de 4 millones y medio de vehículos, lo que explica los atochamientos en las horas "punta". 

No es fácil ni rápido llegar a un punto de destino, pero a pesar que algunos de nuestros recorridos han sido más lentos de lo deseado, esto ha tenido su lado positivo:
ha permitido ir conociendo algo más de la ciudad, su gente, los edificios, el equipamiento urbano, la conformación de algunos barrios, el tipo de comercio, todo lo cual  nos va dando una idea de cómo es la gente que habita la urbe.
   Estambul es una ciudad antigua. Sus primeros habitantes llegaron desde Megara (Grecia) a asentarse en el lugar. En el año 330  d.C. el emperador Constantino la convirtió en la capital del Imperio Romano de Oriente y aunque su nombre oficial fue "Nueva Roma", prevaleció el de Constantinopla.

 Era el lugar estratégicamente ideal para dominar todo el comercio desde y hacia Asia, por el Estrecho del Bósforo.
    Llegamos a tierras turcas con grandes expectativas, especialmente fomentadas por la serie de telenovelas de esta nacionalidad que se  han transformado en favoritas para muchos y muchas  compatriotas. Y pareciera que los turcos lo saben muy bien, porque no ha faltado la estrategia de la adulación para la oferta y venta de productos (al igual que en Egipto y Jordania), además del manejo del idioma español para comunicarse con los muchos turistas hispanohablantes. Junto a aquello, está el hecho de conocer el nombre de futbolistas de nuestra nacionalidad, como una clara táctica de buscar la empatía (esto también sucedió en Egipto y Jordania).
     Sin duda, las visitas culturales imperdibles han sido lo mejor de Estambul: la Mezquita Azul, las más conocida, especial y hermosa de la gran ciudad (de 15 millones de habitantes, contra los 80 del país), de gran belleza en cada uno de los detalles de su ornamentación en paredes, cielo raso, alfombras y equipamiento interior. 

  Claro que no es posible disfrutar del silencio necesario que potencia la belleza y sobrecoge el espíritu, independiente de la fe que se tenga o de la que no... Son demasiados los visitantes, mucho el bullicio, junto con la superficialidad (mucha o poca) que se observa en cada uno de los asistentes, interesados en la fotografía, o en la selfie más curiosa y/o riesgosa, que también nos incluye.
 El nombre en turco es Sultanahamed Camii, que significa Mezquita del Sultán Ahmed. Fue construida por este personaje entre 1609 y 1616. Tiene 43 metros de altura y la cúpula, 23 metros de diámetro. La característica que la diferencia grandemente de las otras mezquitas es que en lugar de contar con 4 minaretes (torres delgadas desde las cuales se llama a la oración) tiene 6, lo que causó gran polémica en su momento.
 Para los visitantes no hay impedimento para ingresar, pero primero hay que comprar una entrada y luego atenerse a reglas religiosas de sacarse los zapatos. En el caso de los fieles, las exigencias son mayores, pues deben purificarse como se estipula (lavado de determinadas partes del cuerpo), descalzarse, orar prosternándose, los hombres en el primer piso, las mujeres, en el segundo. 
   Basílica Santa Sofía: Iglesia que se ubica al frente de la Mezquita Azul, a una distancia de unos 200 metros. Fue originalmente concebida como una mezquita del Imperio Otomano. Posteriormente, Constantino el Grande, el primer emperador cristiano, la convirtió en una  Iglesia bizantina, transformándose en uno de los edificios más grandes del mundo. Lamentablemente, de esta primera construcción no se conserva nada (siglo IV). Más adelante, fue reconstruida, pero fue quemada en el año 532. 
  La tercera iglesia es la que ha llegado hasta nuestros días, aunque con reparaciones, producto de los daños por eventos telúricos. Durante 900 años fue la sede de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla. En 1453, con la conquista de la ciudad por los turcos, la iglesia pasa a convertise en la principal Mezquita de Estambul, título que mantuvo durante 500 años. 
A partir de 1935 pasó a ser  el Museo Ayasofya. Es un edificio de 56 metros de altura, con una cúpula de 33 metros de diámetro, 4 minaretes y, como riqueza museística, diversos mosaicos de interés histórico.   
Hipódromo Romano  : punto de interés histórico del Barrio Sultanahmet. Fue construido en el año 220 d.C. y enriquecido por Constantino el Grande. Si bien en sus orígenes cumplió la función para la que fue  construido : entretener al pueblo con carreras de cuadrigas, espectáculos artísticos, lidias de fieras, en la actualidad el hipódromo propiamente tal ha desaparecido, se ha transformado en un parque, permaneciendo en el lugar algunos hitos, como, por ejemplo, la Columna Serpentina y la Columna de Constantino. 
   En el mismo sector, se erige un monumento de origen egipcio, un Obelisco, el más antiguo de Estambul, con 3.500 años a cuestas. Fue construido por orden de un faraón y luego transportado a la ciudad. En su base pudimos observar escenas de guerra y otras de carácter cotidiano. El obelisco mide 20 metros. 
   Un hermoso paseo marítimo por el Mar Mármara y el Estrecho del Bósforo, en una mañana sin lluvia y con algo de sol entre las nubes, además del disfrute que implica la navegación tranquila, nos permitió dimensionar la ciudad, entender aquello de que es una tierra con los pies en dos continentes, Europa y Asia, admirar la Bahía Cuerno de Oro
observar los edificios y las casas más hermosas (y más caras), pasar bajo los  puentes que cruzan el mar para unir la ciudad, las hermosas mezquitas, además de las llamadas Murallas de Teodosio, una Universidad y muchas otras embarcaciones que se cruzaron con nosotros.
   La actividad que enriqueció la travesía fue la posibilidad de fotografiarnos caracterizadas de sultanas y sultán, con lo cual nos divertimos mucho. El "estudio" contaba con las vestimentas necesarias y sus complementos. Fue una grata experiencia grupal. Daba gusto ver a nuestros compañeros de viaje, verse transformados, merced a unas vestimentas y admíniculos, en casi personajes de telenovela.
    De la gran ciudad también nos vamos con el conocimiento de tres lugares comerciales claves: el Gran Bazar, el Mercado Egipcio de Especias y una Fábrica de Diseño y Confección de Vestimenta de Cuero(de oveja y de cabra),  que nos recibió con té de manzana y un desfile de modelos, lugar este último donde no fuimos muy buenos clientes por los altos precios. 

 En cambio,  los dos primeros lugares, con numerosas, coloridas y olorosas tiendas hicieron nuestra delicia. Compramos todo lo que se nos ocurrió y lo que nos permitieron nuestros fondos, que aún deben estirarse para "asaltar" el comercio griego. Claro que probablemente no sea tanta la cantidad, porque nuestras maletas ya tienen "varices" de tan cargadas (jajaja). 
   Ha sido una fascinante experiencia conocer parte de Estambul, experimentar una cena en un barrio con vida nocturna, con celebración de cumpleaños y todo de una de las viajeras, con música tradicional de acompañamiento, que alegró mucho nuestra primera noche. 
  Ayer, tuvimos el honor de llegar hasta el Restaurante Orient Express, ubicado en la Estación de Ferrocarriles, lugar icónico y relacionado estrechamente con Agatha Christie, quien escribiera una de sus famosas novelas, llamada así, en esta ciudad.  
 Al dejar la ciudad de "Las mil y una noches" , con una sola noche de experiencia en sus calles, siento que se quedó al debe el programa. Me hubiera gustado un espectáculo artístico, visitar las numerosas ruinas de la antigua Constantinopla, que divisamos desde el bus al pasar y desde el mar, cuando hicimos el viaje marítimo, y visitar algunas de las islas. 
Eso hubiera sido redondo, como lo fue todo lo conocido y recorrido en Egipto. No obstante, todo lo visto ha sido fantástico; el hotel, de primera calidad (Hotel Mercure), las comidas, deliciosas; los turcos, estupendos. Adiós, Estambul, volveremos si es posible. Ahora, nos espera Grecia .

  
   
   
   

   

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