miércoles, 20 de noviembre de 2019

Bitácora... Miércoles 20...

 Semana Tres
Miércoles 20...
  Con bastante sueño y algo de cansancio hago tiempo escribiendo y ordenando fotografías, mientras espero que sea la 1 de la madrugada, para levantarme y aprestarme a iniciar la  última salida desde ASWAN, a recorrer 300 kms (el viaje más largo hasta ahora por carretera) para llegar a uno de los templos más relevantes en esta zona: ABU SIMBEL. No vamos todos a esta sacrificada salida (3 horas de ida y 3 de regreso), pues se paga aparte (y no es barato). Ahora,   ¿por qué se paga extra en un viaje ya de por sí no-económico?  En mi caso, y seguro en la mayoría, lo más probable es que no volvamos a venir, por lo que o se aprovecha bien el tour o te pierdes definitivamente la posibilidad... Ya vamos en camino, son las 2 de la mañana y ...¡¡sereno!!  
De acuerdo a lo visto, el turismo en esta nación es una industria de importancia capital y mientras por un lado se nos cuida -¿o vigila?- (único país, nos informa el guía, que tiene policías encargados de la seguridad de los turistas, luego de un sangriento episodio hace unos cuantos años), por otro lado se nos estruja y acosa. Lo primero, en los locales del rubro turístico (restaurantes, cruceros, hoteles) y, luego, en las ferias y lugares de visitas turísticas. 

¿En qué consiste esta presión y acoso?  Mientras se va en la calle, se llega a visitar un hito de interés o se concurre a un local comercial, uno no sólo se ve molestado por las moscas (que las hay y bien cargantes), sino por vendedores establecidos (que nos atajan, ofreciendo regalos y ofertas varias insistentemente), sino también por los vendedores ambulantes de todas las edades, así como niños y adultos que piden para comer. Y no basta con un "No, gracias" que uno pueda responderles, porque igual  te persiguen y si tu "no" es poco firme, ya estás listo para que seas víctima de comprar cualquier cosa que te ofrezcan. Pero todo esto también es una realidad, aunque más solapada, en los restaurantes, cruceros y hoteles, como lo mencioné más arriba. 
Allí, te cobran impuestos y propinas abusivas,  te toman fotografías, son amables contigo, pero nada es gratis. Lo importante, si no quieres quedar en la calle, es saber regatear y negarte cuando algo no te convence y dar propinas sólo de vez en cuando.  Esa es la clave para alcanzar  una experiencia inolvidable en este Egipto mágico y fascinante.
 ...  Llegamos a Abu Simbel a las 5 de la mañana, faltando una media hora para que amanezca, tiempo que ocupamos en caminar hasta el lugar del templo, para escuchar la  exposición del guía, oír un aporte de un compañero de grupo y tomar  algunas fotos. 

Las estatuas de Ramsés que estaban, cuando llegamos, iluminadas con focos eléctricos, ven apagarse las luces apenas el sol comienza a anunciarse, iniciando el rito del eterno retorno entre la luz y la oscuridad. 

Poco a poco, las otras estatuas, que están ubicadas  en el  interior del templo (cual pilares de una nave central en el concepto de un templo católico) van siendo alcanzadas por los rayos solares que ingresan.por la misma puerta de entrada. ¡Es un espectáculo maravilloso! 
 Pero todavía hay más: en su interior existen varias dependencias, todas con numerosas, bellas y coloridas escenas en relieve, que dan cuenta de las acciones del faraón, su madre, los dioses, los enemigos, etc. Los jeroglíficos acompañan las escenas en abundancia...  
Y a unos 100 metros del templo principal, se encuentra la segunda construcción mandada a ejecutar por Ramsés, en que Nefertari, la más amada de sus esposas, aparece en el frontis, en una estatua de similares dimensiones a las del faraón, lo que marca la profunda estima que el gobernante le tenía a esta esposa. El templo es más pequeño pero igualmente  hermoso y relevante.
    La ciudad de ASWAN y sus alrededores ha sido muy iluminadora en relación a la historia y presente de sus habitantes. A través del  Nilo que rodea sus costas, vivimos la experiencia de navegar en una faluca, embarcación sin motor, que se debe mover con el viento y con la habilidad de su timonel, que lo va haciendo avanzar en zig zag para lograr mayor velocidad y aprovechamiento de la brisa. 
  Junto con ello, el encargado se mostró un experto cantante de  lo  tradicional, haciéndonos muy grato el recorrido. 
 De allí, nos llevaron hasta un Poblado Nubio (tribu y pueblo africano, descendientes de grandes guerreros, que conservan sus costumbres y sus asentamientos)
La primera parte del recorrido, por el Nilo, en una embarcación a motor, la segunda parte a lomos de un dromedario
Esta experiencia extraordinaria y de carácter casi extremo, se realizó sin inconvenientes, ayudados por los niños adolescentes camelleros,  a los cuales se les agradecía con una propina al arribar al centro del poblado. Creo que todos sufrimos algo de temor al subirnos a estos animales, unos más, otros menos. 

   A mí no me resultó fácil subirme al animal, a pesar de estar sentado, pues mi tamaño dificultó la tarea, que, felizmente, logré finalizar con éxito. No obstante, no me pareció un "paseo" relajado; al contrario, resultó algo incómodo, tanto por la envergadura de la bestia, como por la posibilidad de caer al aumentar la velocidad y, más encima, la necesidad de arreglar la "montura" a mitad de camino.  
Ya superada la prueba y orgullosa de hacerlo, nos dirigimos a un local donde se nos ofreció rebanadas de pan con un par de salsas saladas y una dulce, mezcla de miel y chancaca, en tanto unos niños-as invitaban a bailar a integrantes de nuestro grupo, al son del pandero y la bella voz de una mujer Nubia que acompañaba a la especie de comparsa.
 Un té caliente (sin azúcar) acompañó la atención. Quisimos, tuvimos la mejor intención de comprar  artículos en los numerosos puestos del lugar, pero la presión y el agobio de los niños, mujeres y demás vendedores, que casi no dejaban caminar, nos obligó a irnos inmediatamente a la embarcación para regresar ya de noche, navegando por el Nilo, hasta llegar al Crucero.   
Antes de acostarnos presenciamos un hermoso espectáculo en el bar:  muestra de  danza del vientre y un baile masculino, espectacular, con mucho colorido, luces y habilidad.
  Abandonamos, agradecidos, el Crucero, para dirigirnos al Aeropuerto de ASWAN y regresar a El Cairo en busca de las Pirámides. ¡¡Hasta prontito!!

2 comentarios:

  1. El de la foto es algún antepasado "piramidal"? o algún muchachito autóctono?? o el huachon del guía?? perdón, el guía?

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  2. Jajaja. Es em guía que se cruzó ante la cámara!

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