lunes, 26 de mayo de 2014

Pasado y ...realidad

Mirella

25 de mayo de 2014 a la(s) 23:09
    27 diciembre de 2012:

Un cumpleaños feliz
     La vida, mi vida, nuestra vida era otra antes del 26 de noviembre de 2011. Tenía sentido, sabíamos más o menos lo que haríamos, teníamos proyectos, algunas cosas seguras, una rutina  más o menos establecida como pequeña familia. Nos apoyábamos y aunque no estábamos todos los fines de semana  juntas, sabíamos que estábamos allí, una para la otra.          La vida era ese tránsito por este tiempo terrestre, en el espacio al que voluntariamente -o bien no tanto, quién puede saberlo - habíamos llegado el año 2006.  En más de una ocasión dijimos que había sido la mejor decisión venirnos a Rancagua : acá habíamos encontrado estabilidad emocional, más oportunidades de trabajo, estudio, más "mundo" , más perspectiva. Sin duda, nos había permitido crecer como personas, nuestro mundo se nos había ampliado y en lo económico y material, habíamos también mejorado considerablemente.       Habíamos logrado salir de un mundo cerrado, pequeño, tranquilo entre comillas, pues fue donde tuve yo - y en consecuencia, tú también- mayores dificultades sentimentales y emocionales. Eramos débiles como seres humanos.   Acá crecimos, en voluntad, capacidad, en amplitud de mundo. Habíamos logrado conocer varios lugares que no habríamos logrado allá, desde nuestro pequeño mundo, pues no nos habríamos atrevido. Lo importante,  además de todo aquello, era que  sin vivir juntas por razones de trabajo y de desarrollo personal, no nos habíamos alejado. Al contrario, nuestros momentos de encuentro eran realmente voluntarios, aprovechados, gozados, dándonos ambas el tiempo para compartir con la otra y aunque,  a veces, cada una estaba en lo suyo, tú estudiando, yo trabajando, allí estábamos en el mismo espacio y compartiendo una comida, una película, un viaje a la feria, una conversación, música, etc.      Y aunque,  ni en nuestras peores pesadillas, especialmente yo que desconocía los entretelones de tu relación con tu verdugo, nunca hubiéramos esperado lo que sucedió, llegó ese fatídico día, en que nos íbamos a juntar a compartir acá en Rancagua. Y mientras yo, ignorante de lo sucedido ya hacía unas horas, dejaba ya algo preparado para el encuentro, tú yacías en la morgue, ya sin vida.    Y ese día,  que debió ser un nuevo 26 de noviembre,  que seguramente recordaríamos con cariño por cumplirse un año más desde que estábamos juntas,  ya 25 años, pasó a ser el día más amargo, más terrible, más horrendo para ti, para mi, para toda la fami lia, para los amigos conocidos y algunos desconocidos,  que lamentamos y lamentaron y se horrorizaron de tu muerte.      Sé que ya nada tiene remedio, que lo que se pudo evitar ya no se evitó, que lo que debí preguntar e inquirir más no lo hice, lo que tú no me dijiste ni me contaste, lo que debías haberme confidenciado, que Pamela no habló a tiempo respetando tu deseo y petición de no hacerlo para no preocuparme, sé,  sabemos que todo ello ocurrió, que ya nada de aquello tiene remedio, que lo inexorable del tiempo, de la muerte, del pasado, no tiene vuelta atrás, no tiene arreglo, no tiene retroceso...  Y a pesar de tener la certeza de lo ocurrido, de que tú ya no estás entre nosotros, que nunca MÁS nos encontraremos, bromearemos, conversaremos, nos sonreirás, recibiré un abrazo,un beso, un saludo tuyo, una felicitación, un obsequio con cariño, una ayuda, un apoyo, , un brazo en alto despidiéndote, una peticón "llámame o avísame cuando llegues" , para estar tranquila...  Ya nada será posible, nunca más...    Nuestra vida cambió para siempre ese día : cambió hace 25 años,  cuando entraste a mi vida, pequeñita como eras, llorosa, recién aprendiendo  a saber, aún sin entender,  lo que era la vida... cambió hace 13 meses, cuando el maldito que no quiero nombrar, decidió tomar tu vida y lanzarla por el balcón de tu depto, terminando con ella sobre el pavimento de la vereda a más de 20 metros de distancia...La vida de varios cambió y sufrió un remezón con tu muerte, querida hija.   Si cualquier desconocido al oír la información se horrorizó por la brutalidad, imagínate tú lo que nos sucedió a quienes te queríamos y te seguimos queriendo... Dolor del alma, del corazón, estupor de la razón y de la conciencia, incomprensión absoluta....      Nada ha sido lo mismo , ni seguirá siendo lo mismo desde tu partida, querida hija, querida Mirella, Mirita...El único consuelo que nos queda a unos pocos  son esas apariciomes tuyas en sueños, en la vigilia, en plena conciencia de Mony, Pamela, y otras personas más, todas esas pequeñas, pero significativas situaciones misteriosas y sin explicación que nos han sucedido luego de tu   partida. Es lo único que me  mantiene a flote, con la esperanza de que hay algo más, y que tú estás allí, sin el dolor de esta única vida que conocemos, ya liberada de las cadenas que te impuso  tu propio albedrío, en el que no quise intervenir por respeto a tu elección y a tu derecho a equivocarte, de lo que está llena cada una de nuestras vidas....  
      Mirella:   ojalá sea cierto que hay algo más que esta vida terrenal,  pues aunque yo no la alcanzara, quiero que tú puedas gozar de ella, porque no le hiciste mal a nadie, porque fuiste buena hija, buena amiga, buena companéra de trabajo y de estudios, buena persona... No te merecías lo que te sucedió, todo el dolor por el  que tuviste que pasar, todo el horror de la caída ...     Tu sonrisa se apagó en el presente, pero nos queda tu sonrisa en el recuerdo permanente, en tus fotos, de lo que felizmente había bastante registro. Sólo quisiera que mi memoria no me juegue malas pasadas, que tu imagen no se difumine, que los recuerdos de tu persona vayan más allá de las imágenes de las fotos. Deberé trabajar en aquello para evitar que lo compartido se vaya difuminando ...   ¿Cómo seguir con mi vida adelante, sin ti,  hija? Mi vida ya no tiene sentido, lo que hago es para nadie, ya no estás tú... ¿Qué haré con mi vida? ¿Valdra la pena seguir adelante?   Tendré que hacer un esfuerzo, darme ánimo, pues tampoco se trata de andar llorando ante los demás, que no entenderán mi actitud, y que, por último, no pueden ayudarme...   Son palabras vanas...     Sé que no fui todo lo  buena madre que debí haber sido, pero sí puedo decirte que te quise y que te quiero, que me sentí orgullosa de ti, de tu esfuerzo, de tu perseverancia, de tu solidaridad, de tu ser buena persona...     Hasta pronto... , hija querida, hasta pronto , tal vez...



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