domingo, 7 de mayo de 2023

De odisea en odisea...

   

   He quedado con un sentimiento  de pérdida esta mañana del 5 de mayo. He terminado de leer la saga Odisea Espacial (2001, 2010, 20161, 3001) de Arthur Clarke y me pregunto ¿y ahora qué 😱? Siempre me pasa cuando leo alguna novela fascinante o una buena saga de unos cuantos volúmenes. Me quedo pegada con la historia y sus personajes, pensando en el futuro -de ellos, obvio-. En fin, locuras de una no más, 😄.  Pronto emprenderé una nueva odisea por mi parte, en la vida real, que seguro terminará tan bien como la ficticia, aunque nunca se sabe. No todos los relatos ficticios terminan con un happy end ni toda la vida es color de 🌹; muchas veces el tono rosa deriva en 🐜, 😅. Pensándolo bien, es raro esto de que la rosa se llame así si las hay rojas, amarillas, anaranjadas, blancas (y también azules, si uno utiliza la magia, 😏). 

  Preparándome para mi personal odisea, hace unos días me di a la tarea de comenzar a "amansar" unos zapatos 👞nuevos. No hace mucho, como les conté, compré unos en Lo Miranda. Aquellos me quedaron perfectos 👌 😌. Hice una salida -que no fue a la vuelta de la esquina precisamente- y no hubo ningún percance. Sin embargo, en el transcurso de este último tiempo tenía 2 pares más sin estrenar, uno comprado hace un buen par de años en Curepto en una feria artesanal y otro, con cordones, en Rancagua, hace medio año, más o menos. Todos, de cuero con diseño, la nueva onda 'juvenil', 😅. ¡Ya!, me dije. Seguiré probando, porque allá donde iré puede haber lluvia y hasta nieve y las zapatillas deportivas no sirven.  

   Comencé con los zapatos cureptanos, mismo modelo de los ya probados y perfectos, el tramo de mi salida anterior, pero el regreso lo hice como una anciana que soy y con un humor completamente avinagrado. ¡Los pies me dolían mucho, en especial en el empeine! Al llegar, el daño se notaba en mi patita de Cenicienta. Por suerte, la dermis no había salido arrancando. Al comparar ese calzado con el modelo similar noté la diferencia. ¡Oh, may gad!, me dije. Había una distancia de 3 centímetros entre el ancho de la capellada entre uno y otro. Con razón mis patitas se resistieron. Van dos.   

  Pasaron unos días y volví a la lucha, como Odiseo en dirección a Troya. Le tocaba a los últimos, que en este caso correspondían a un modelo muy bonito, con cordones. Me quedaban justos, como un guante. Caminé y caminé. Llegué con toda la dignidad posible a palacio, pero sabiendo que esta vez volvía con heridas de guerra. Resultado final, unas cuantas ampollas sobre mis deditos y piel desprendida al final de uno de los dedos gordos (producto de la costura). ¡Auch! Resumiendo, sólo el primer par pasó la prueba de la blancura. Lo premiaré llevándolo de viaje, en tanto a los otros los dejaré en horma (con papeles amuñados,😁), a ver si entran en vereda pasado un tiempo.  

  Esta pequeña odisea cotidiana forma parte de la preparación para la otra, la del viaje al exterior, que iniciaré el lunes llegando a Santiago y continuaré el martes desde el Aeropuerto Arturo Merino B. Mi destino, junto a otros 40 viajeros, es a Escandinavia y el Báltico, por tres semanas, junto a una empresa turística ya conocida. Allá estarán en primavera, pero como es el norte de Europa, las temperaturas son similares a nuestro otoño. Ojalá no nos llueva mucho, para hacer el máximo de ejercicio caminando por las grandes alamedas de Finlandia, Suecia, Polonia, Noruega y otras naciones cercanas. No conozco a nadie del grupo, pero no importa. Intentare adaptarme lo mejor posible, aunque no con fanatismo.

   Tal como les adelanté en el primer párrafo, he estado en otra Odisea, esta vez literaria y de ciencia ficción. Le he seguido dando vueltas a este persistente gusto mío por esta categoría de lectura y he llegado a la conclusión, por ahora, que hay dos motivos que me llevan a ella: el afán de conocimiento científico y tecnológico y el deseo de proyectarme más allá de mi muerte. Como un ser humano que goza de estar vivo pero sabe que ya le queda menos hilo en la carretilla, anhelo contar con algunas hipótesis de base científica o totalmente especulativas pero factibles, de lo que ocurrirá después que yo deje de ser. Es la típica búsqueda de respuesta a la clásica pregunta: ¿Estaremos solos en el Universo? 

  La saga Odisea Espacial, en sus cuatro volúmenes, hipotetiza acerca de esto y proyecta los avances tecnológicos, sociológicos, políticos, económicos y filosóficos de la Humanidad en un periodo de nada menos que un milenio. Lo interesante del trabajo de Arthur Clarke es que la primera versión de Odisea Espacial 2001 (que fue fílmica) se dio a conocer en 1968, cuando el el ser humano aún no llegaba a la Luna (lo haría el 16 de julio de 1969), de manera que mientras escribía, su relato iba teniendo como base la serie de avances tecnológicos que iban surgiendo. El único problema fue que la carrera espacial, luego de la hazaña del Apollo 11 se estancó, al menos por una década, debido, entre otras razones, a la desgracia del Challenger el año 1986. Todo se ralentizó en la vida real, pero no en la historia literaria. En la saga se llegó a Júpiter, se habitó Ganímedes, se inició la terraformación de Marte y Venus, mientras que, para llegar a la Luna bastaba un par de horas al interior de algún ascensor espacial. El turismo espacial hizo posible posarse en el Cometa Haley, en su próxima visita a nuestro Sistema Solar, año 2061. Y lo más relevante, se tuvo evidencia de que no estamos solos ni somos los más inteligentes. Hay una inteligencia superior que nos ha estado observando como a sujetos de interés que, tal vez, puedan ser capaces de acciones superiores a la animalidad, desde el albor de los tiempos, cuando no éramos más que primates que todavía nos desplazándose en cuatro patas. Eso se grafica muy bien en el comienzo de la película que fue el origen de esta saga.    

   La vida está llena de pequeñas y grandes odiseas, que cada cual enfrenta y maneja con las herramientas físicas y psíquicas que tiene y ha desarrollado. En la actualidad, en nuestro país, vivir un día más para muchos ha alcanzado esta categoría, según dónde se viva, qué edad se tenga, qué profesión se ejerza y de quiénes se rodee. No está siendo fácil para todos llegar a Itaca sano y salvo. Muchos o varios quedan en el camino, comidos por algún cíclope, cautivados por alguien con poderes mágicos -más de alguna pérfida Circe, seguro- o víctima de la casualidad. Lo importante no es llegar primero, sino saber llegar, habrá  pensado Ulises en su personal odisea (claro que te anduviste demorando más que un poquito, astuto Ulises). 

 Hoy domingo 7, no tuve "mi domingo" especial  -ya no estoy para esos trotes-, pero sí fui a cumplir, temprano, con mi deber cívico, a cuadra y media de palacio. 'Fui, busqué y voté', pensé,  parafraseando al gran Julio César (aunque, subrayo, su "vini, vidi et vici" tuvo una trascendencia histórica; mi acto califica como "insignificancia" a su lado).  Así de fácil y rápido fue cumplir con este nuevo desafío en que nos pusieron nuestros representantes. No había fila y tuve una atención exclusiva de parte de tres varones, y, luego, me encaminé hacia el Parque a despedirme de mi querida hija, tradición antes de iniciar cualquier viaje. Aún no he seleccionado ni he preparado mi maleta. Esta noche lo haré, a última hora. ¿Para qué tanto apuro?, me digo, si, total, tengo una lista mental de lo que debo llevar. Hasta pronto, desde otro lugar de este pequeño planeta. 

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