Hace muchos días atrás, ya ni me acuerdo cuándo... Anoche, después de haber disfrutado un café, un plato de papas fritas, agua, mientras tejía una mandala a crochet y miraba un par de capítulos de la serie Rizzole &Isles, haber lavado la loza de la once que disfrutamos con Anita antes de asistir al Teatro Regional para presenciar la puesta en escena de la ópera Carmen de Georges Bizet, me fui a acostar ya bien avanzada la noche. No me preocupé por el hecho que era más tarde de lo acostumbrado. Lo que importaba era que había "cumplido" con lo acostumbrado, aun cuando hubiera habido una acción desacostumbrada en el intertanto (tomar onces acompañada e ir a una función cultural en el TRR -Teatro Regional Rancagua-). Me he transformado en un animal de costumbres o puede que siempre lo haya sido y ahora tomo real conciencia de aquello. Es 4 de abril.
Pasaron días y kilómetros...
Desperté luego de un reparador sueño. Estiré la mano para coger el celular y me asusté. Ya eran las 8,55 hrs. ¡Ni lo pensé! Casi de un salto me levanté de la cama (digo casi pues a estas alturas dificulto que pueda dar eso que se llama 'salto', o bien, en caso de necesidad, puede que sí), busqué los implementos requeridos para ducharme y lavarme el cabello que me queda (después de haberlo hecho 3500 veces anteriormente al menos) y partí al wc. La anfitriona no daba señales de vida. Ya vestida y con las toallas tendidas bajo techo fuera de la cocina, me fui a instalar al living comedor. El tic-tac del reloj mural me recibió con su sonido omnipresente. Me sorprendió. Hacía tiempo que no escuchaba tan claro y contundente el paso del tiempo. Descorrí las cortinas y me dispuse a leer, pero antes quise dejar en palabras, después de numerosos días, mis impresiones. En fin, voy a seguir leyendo, ya que me queda poco para terminar una novela interesantísima (el tiempo de los audiolibros acabó, por suerte). 13 de abril y estoy en La Unión.
Vamos al presente, 27 de abril, de madrugada
Escribí poco este mes que se acaba. No ha habido casi nada de lluvia, tampoco muchas palabras, al menos escritas (¡na' que ver!🙅). Ha sido un mes un tanto complejo, atareado, ajetreado e intenso, además de emocional y femenino, 😁. Me explico. Sucede que, a fines del mes de Marzo, tal como lo había conversado al término del año pasado con mis amigas de Egipto (con las que participé en el tour de Egipto, quiero decir; ellas no son egipcias, para nada, son perfectamente chilenas como yo y, además, profes, para mayor abundamiento: América, Gloria y Marylyn), las llamé para ver si concretábamos un encuentro en la zona centro del país (en Chile, obvio, no en Egipto, 😁). G y M aceptaron -A no podía- y acordamos como fecha el 16 de abril. Vendrían a palacio. Me sentí feliz (ellas ya me habían recibido a mí, Anita y Eliana en enero 2020). Cariño y nobleza obligan...
No habían pasado muchos días de aquello cuando recibí un llamado desde Lanco, la ciudad más al norte de la Región de Los Ríos. Era Marcela, quien, en calidad de directora, ex colega y amiga, me invitaba a un evento de despedida de la vida laboral de la querida Lidia, secretaria del Liceo, con quien trabajé codo a codo por 8 años, mientras fui también directora del establecimiento. El dilema que se me presentaba en ese momento no tenía que ver con el deseo de asistir, sino con la casi coincidencia de las fechas: la actividad era el 14 de abril en la noche. Lanco no está a dos pasos de Rancagua, así que comprenderán el problema. Cuando mis amigas chilotas me confirmaron que llegarían el 16 a primera hora, tomé la decisión: iría a Lanco y volvería el 15 durante el día. Así al menos estaría en palacio unas horas antes que G y M.
Me fui unos días antes al sur, con el fin de aprovechar el viaje para visitar a mi hermana G (de Gladys) en La Unión y a mi hermano Ernesto y mis padres en el Parque Los Laureles de Valdivia. El martes 11, a las 6 de la mañana, estaba fuera de la casa de mi hermana esperando que ella aparezca, pues no había podido comunicarle mi llegada debido a mi bendito celular. La verdad es que la culpa fue mía. Hice un mal cálculo: cambié de compañía telefónica esa misma noche, pero el nuevo chip que le incorporé mientras venía viajando no lo dejé bien inserto, así que quedé incomunicada. Al llegar al Terminal tomé un taxi que me llevó a casa de my sister, pero como ella había ido a buscarme aun cuando yo no no le había llamado, la mansión estaba cerrada a cal y canto. Seguramente nos cruzamos en el camino. Todavía era de noche, hacía algo de frío y yo sin poder acertar a la ranura del celular para acomodar el chip. A la media hora, cuando ya estaba casi padeciendo de hipotermia, logré hacerlo. ¡Qué cosas, no!
Fueron unos días armónicos, descansados, con un viaje a Valdivia estupendo, con el "pequeño" detalle, ya asumido, que mi querido hermano seguía siendo N.N. en el Parque, a más de un mes de su partida. En fin...No todas las situaciones están bajo nuestro control, aunque quisiéramos eso siempre... Después de regalarnos un exquisito almuerzo frente a la Costanera valdiviana y caminar por ella hasta el Terminal bajo un sol veraniego, regresamos a la ciudad de nuestra adolescencia.
Llegó el viernes 14. Viajé a Valdivia en primera instancia y, desde allí, a Lanco, no sin antes contactarme con una de mis amigas lanquinas y ex colega de Liceo para llegar a su casa, lo que hice pasadas las 14 horas. La recepción en casa de Adda fue fantástica. Consomé, carne asada -de diferente tipo-, postre de fruta en conserva, borgoña, café, pie de limón y de frambuesa...¡Uff! Alimentada casi como hija única y todo exquisito. El cariño a veces voltea cualquier dieta.
[Abro paréntesis: la semana anterior yo me había esforzado sobremanera, revolviendo de punta a cabo mi palacio antes de viajar, buscando una prenda casi mágica que me hiciera ver más delgada, y que no había logrado encontrar en 4 años. Sabía que debía estar en alguna parte pero no la hallaba. A veces, suele suceder que hay objetos que eluden nuestra presencia. En esa tarea, con resultado positivo -¡al fin!-, me topé con un montón de ropa que ya no usaba ni lo iba a hacer en el futuro, por lo que decidí enviarla a la basura, en bolsas aparte por si a los recicladores le sirviera. Completé tres bolsas grandes y dejé un poco menos de trabajo a los herederos para cuando estire la pata, 😅. Lo importante era que había encontrado el body -o como se llame- y estaba feliz. Claro que a la hora de probármelo casi pierdo todo rastro de felicidad. Fue una tarea titánica hacer entrar mi bella figura en él. Pero como para ser bella hay que ver estrellas, dicen, me resigné. Para animarme, me probé un par de vestidos y al ver el resultado -¡me cupieron, 😂!-, quedé satisfecha. El sacrificio valdría la pena. ¿Y para qué tanto?, puede pensar alguien. Pues, para que no me pelen tanto y cuidar mi autoestima. Mal que mal, hacía 17 años que yo había emigrado de la ciudad y aunque había ido en unas ocasiones, esta vez el encuentro era con variasss personas que habían trabajado conmigo y el escrutinio no dejaba de parecerme una prueba angustiante. Cierro paréntesis].
La verdad es que el esfuerzo que hicieron para transformar el evento en inolvidable es digno de de destacar. No era equiparable a una Alfombra Roja, no. La verdadera gracia fue hacer llegar a varias personas que hacía años nos habíamos alejado del Liceo y de Lanco, sin que los festejados supieran, sino hasta vernos en el local del festejo. Y esas personas fueron llegando de a poco a casa de Adda, por lo que tuve el privilegio de compartir con ellas antes -y después también-. Fue un lindo reencuentro después de años de ausencia. Y entre borgoña y cervezas nos fuimos poniendo algo al día antes de la hora D.
La sorpresa no sólo fue para los "culpables" del evento, también yo tuve la sorpresa de encontrar a varios exalumnos formando parte ahora parte del plantel, además de saludar con alegría y cariño a los asistentes con los que había compartido tareas, lo que no impidió que echara de menos a algunas personas que no pudieron llegar. Saludos, fotografías, discursos, cena, música y baile. Los menos jovencitos no duramos mucho. Hacía frío y había sueño. Sin embargo, nos juntamos en casa de Adda junto a la festejada Lidia y tres organizadoras y estuvimos arreglando el mundo hasta las 5 de la mañana. A esa hora, junté mis bártulos y me fui con Marcela-directora a su mansión, a una cuadra de distancia. Al día siguiente, ¡upps!, en unas horitas más, debía tomar el bus que me llevaría de regreso a Rancagua, lo que hice luego de un rico desayuno, cerca de las 8 horas.
[Otro paréntesis: el viaje al sur no pudo haber sido más fructífero, en lo familiar y en lo amical. Suena rara la última palabrita pero corresponde. Regresé muy nutrida emocionalmente del viaje. Fueron unos días muy gratos en La Unión con my sister y extraordinarias las horas en Lanco -de lo bueno, poco-. El reencuentro no pudo ser más pleno de cariño y respeto. Cierro paréntesis de nuevo].
Luego, llegado el domingo 16, temprano, fui hasta el paradero Rancagua Sur a darle la bienvenida a mis amigas chilotas, Gloria y Marylyn, con quienes compartimos una estupenda semana, en palacio, en Talca (donde fuimos a visitar a América), en Santa Cruz, Lolol y Lo Miranda. Faltó tiempo para conocer otros lugares pero ellas debían volver con sus familias. Los días que salimos con Anita (¡grande, Anita, que nos paseó por Santa Cruz y Lolol) y las tres solas a Lo Miranda fueron muy agradables y divertidos. En Lolol anduvimos "recuperando" higos, en tanto en Lo Miranda cada una se "matriculó" con un par de zapatos de cuero, todo porque el vendedor nos llamó "guapas", 😂. Luego, después de no ver nada interesante en esa localidad, nos fuimos a comer unos platos de guatitas a la jardinera bien sabrosos. Fue lo único memorable de aquel lugar, elegido al azar, pues llegamos tarde al Rodoviario para haber ido a Coya. ¡Para otra vez será!
Hoy, ya 29 de abril, empiezo a cerrar este escrito, querido Diario. No ha habido lluvias mil, pero, al menos, hoy está lloviendo por acá -y en varias partes-. En lo personal, ha sido un mes extraordinario, con mucho cariño y amistad verdadera, de ésas que hay que cuidar y seguir cultivando aunque impliquen emprender alguna pequeña odisea de vez en cuando. La soledad es muy grata y bienvenida para especímenes como yo, pero siempre que sea voluntaria y con espacios para compartir con la familia y seres especiales. A propósito de "odiseas", acabo de terminar la lectura de Odisea Espacial 2001. Seguiré con los volúmenes que completan la saga, a ver si me animo, al terminar, a emprender un viaje por las estrellas. Por el momento, me limito a sólo algunos lugares del planeta, 😂. Hasta pronto.
Instantáneas de Abril 2023
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