[Entre paréntesis: fuera de la Embajada Rusa en Tallinn debieron poner vallas papales, a las que los manifestantes estonios y algún otro no-estonio, han adherido una serie de pancartas y mensajes para Putin y su guerra, con dibujos y palabras muy expresivas, por decir lo menos. No quieren nada con los rusos, después de haber vivido bajo su égida, por períodos intermitentes. Suecos, daneses, rusos, alemanes y, por último, nuevamente los rusos hasta que la Perestroika les permitió luchar, de nuevo, por la Independencia, esta vez con resultados positivos y definitivos,...hasta ahora. Por eso, Míster Putin no les simpatiza, porque no cuesta nada que los pueda invadir y anexionar mediante una "operación especial". Cierre de paréntesis].
Anuncié en el escrito anterior que al ir arribando a Tallinn, ESTONIA (o Eesti), ya se anunciaba, a través de los campanarios apuntando al cielo y sobresaliendo de los techos más pedestres, que esta nueva ciudad prometía. ¡Y claro que así fue! Llegamos como a las 18 horas, en pleno día primaveral, sólo a unas cuadras de la zona céntrica. El hotel al que llegamos, un Raddisson Blu, alcanzaba unos 30 pisos. Nosotras, las siamesas, quedamos en el 21, pero con un pequeño detalle: nuevamente cama matrimonial, ¡qué engorro! Nos instalamos e inmediatamente bajé por el ascensor, obvio, y me encontré con 4 habitaciones más con el mismo problemilla. Alegatos iban y venían; yo, ni ahí, porque sabía que habrían de encontrar alguna solución así qué para qué hacerme y hacernos mala sangre. Esta vez, muy contrita, la encargada nos pidió mil disculpas, se comprometió a agregar una cama más angosta en la amplia habitación por esa noche (no había habitaciones disponibles para cambiarnos) y al día siguiente (nos quedábamos 2 noches allí) nos podríamos cambiar a otra. Para aminorar las molestias, nos entregaron un vale a cada persona afectada, el que podía ser ocupado graciosamente en el bar del hotel. ¡Bravo! nos dijimos, a 🐎 regalado ...
[Otro paréntesis: más arriba me referí a nosotras como "las siamesas", 😁.¡Soy tan bromista! Resulta que con mi compañera, también profe, jovenzuela y baja de estatura como yo, hicimos un tan buen dúo que, cuando nos empezaron los demás a preguntar de dónde éramos y si nos conocíamos, se me ocurrió responder que éramos siamesas separadas al nacer y que aquí nos habíamos encontrado, 😂. Algunos quedaron con la duda, así que lo seguí diciendo y ahora ya nos conocen por "las siamesas", 😁. Asimismo, como nos llevamos bien y andamos juntas por todos lados, los del grupo pensaban que éramos amigas desde antes. ¡Qué cosas, no! Para qué les cuento la cantidad de apodos que otros y nosotras -para qué estamos con cosas- hemos asignado. Están, por ejemplo, la Caperucita Roja, una venerable Sra. de sus 79 años que viste mayoritariamente de un largo abrigo rojo y sombrero; hoy andaba de chaqueta y sombrero verde, así que deberíamos llamarle Caperucita Verde. Está "la Abuela", que tose y tose y tiene una voz enronquecida por el consumo de cigarrillos. No es pariente ni conocida de la Giles, que yo sepa. La llamamos así porque viaja con su nieto, "el Nachito", un millennials que debe andar preocupado de su parienta, que de pronto se le arranca, deja su cartera en cualquier parte, anda desesperada pidiendo toilette, se pega sus cuantos guaripolazos (lo afirmo porque las fotografías que suelen llegar al WhatsApp grupal lo confirman) y sigue tan chicha fresca. Está el Cura Catapilco, Pastor o Reverendo, quien ya en el aeropuerto, al salir de Chile, dijo, a quien quisiera oírle, que había estudiado pa'cura, pero lo había dejado. Es un sibarita este pecador arrepentido, fanático de las paltas con limón (donde anda compra paltas), come como sabañón: con Mariana le "tenimos" sacada la foto. Cada desayuno junta varias rebanadas de pan, las unta con diversos untos, 😂, las ordena en una ruma bien organizada, las introduce en bolsitas ziploc y las va guardando en un bolsito ad hoc. Hace un par de días le contabilicé 10 rebanadas en la primera "lanchada" pues después fue a buscar más. Por eso el cura (¡de la que se salvaron sus fieles!) siempre anda solo, se va adelante en el grupo, pero así y todo comparte con los mortales, sobre todo 🍺🍻, aunque, al parecer, no gasta un euro en almuerzos, porque con el cocaví que se prepara durante cada desayuno en el hotel, le alcanza para alimentarse todo el día. Cabe señalar que los desayunos están considerados con el alojamiento y son verdaderamente de lujo. Hay de todo para comer: frutas, ensaladas, cecinas, quesos, yoghurt, semillas, mermeladas, cafés, tés, leche, jugos naturales, huevos revueltos y cocidos, panqueques, vienesas, bacon y otras cosillas cocidas que no me he preocupado de revisar porque de ello yo no consumo. Prefiero cuidar mi estómago. Me faltó agregar diversos tipos de pan, algo de pastelería y...¡salmón! en rebanaditas. Mi desayuno habitual es un capuchino (si no encuentro ☕ instantáneo; el de máquina es demasiado fuerte), un jugo natural, un pan de unos 70 grs., con semillas de preferencia, con mantequilla, salmón y/o una rebanada en queso. A eso le agrego una porción de yoghurt con frutas, mermelada y semillas (una delicia,😋), más una fruta natural para el camino. Nada más. Nada de ensaladas, huevos y otras delikatessen. Tampoco preparo sandiwch para comer durante el día, aunque en el viaje anterior lo hacía, pero uno solo en cada ocasión. Mi compañera come como un pollito: su yoghurt, algún croissant, capuchino y fruta. ¡Upps! Se me alargó el paréntesis. Lo cierro más mejor].
Tallinn resultó ser una preciosa ciudad, con un centro histórico de carácter medieval, en dos planos, llamadas la "Ciudad vieja baja" y la "Ciudad vieja alta". Lo divertido es que la calle por la que se llega hasta la parte superior, que inicia en una puerta de la muralla medieval, con los típicos adoquines, se llama "Pierna larga" (en estonio, por supuesto), en tanto, por la que se baja lleva por nombre "Pierna corta", 😂.El casco antiguo conserva varios paños de la muralla medieval incluyendo el adarve y las almenas, a los que se podía subir si uno quisiera. Lo habría hecho si hubiera andado sola, pero al final, dando vueltas y vueltas buscando algunos productos, terminamos más cansadas de lo que hubiéramos querido. No obstante, en la mañana del sábado, con una excelente y entretenida guía, recorrimos el centro histórico y nos detuvimos en lugares de interés, especialmente relacionados con los vestigios más antiguos de la ciudad. Al comienzo de la visita, en unos pocos minutos, la guía nos hizo una somera pero significativa síntesis de la historia de ESTONIA, de sus encontrones con los rusos, de las características de sus habitantes, las actividades económicas, etc. A propósito de ello, los materiales más trabajados de su país son la lana, el lino y la madera, aun cuando también hay mucho ámbar, igual que en las otras naciones cercanas. Visitamos la Catedral de Alejandro Nevski, pero sin poder fotografiar nada. Estaba prohibido. Tanto exterior como interiormente es una bellísima construcción. Prendí una velita por mis padres y Mirella. Llegamos, también, a un Mirador ubicado en la parte alta de la ciudad, desde donde se tiene una panorámica privilegiada. Se nos entregó múltiples antecedentes y hubo especial atención a viviendas antiquísimas, escudos, puertas antiguas, todo vestigios de los gremios, de comerciantes, de hombres solteros. Muchas construcciones de aquellas albergan Museos en la actualidad.
Con respecto a las experiencias gastronómicas vividas, hay dos impagables. El primer día, sólo nos habíamos servido, antes de abandonar Helsinki, un café con un trozo de kucken, así que decidimos comer algo esa tarde-noche. Teníamos un par de recomendaciones del guía y atendimos una. El local se llamaba "Olde Hansa"; era de tipo medieval en todos los detalles posibles: vestimenta de los garzones, mobiliario, vajilla, alimentación, carta-menú e incluso los servicios higiénicos. ¡Una experiencia inigualable! Pedimos una tabla para compartir. Vimos que sirvieron aquello en una mesa vecina así que copiamos la idea, a la que agregamos sendas copas de vino chileno de la región del Maule. ¡Qué felices nos sentimos! Gastamos 20 € en dicha aventura, una bicoca si se valora en toda su dimensión la manera cómo se nos transportó al pasado. Debo confesar que casi se nos anduvo subiendo el vino a la cabeza, porque la cantidad líquida era más de la habitual debido a que las copas medievales tenían un tamaño respetable. Eso sí, encontramos el camino "a casa" sin problemas.
La otra experiencia fue al día siguiente. Entramos esta vez a un restaurante llamado Troika, en plena Plaza medieval, cerca del Ayuntamiento de piedra. Los garzones también vestían de época y todos eran guapos (ellas vestían muy coloridas, aunque me da la impresión que en aquellos tiempos el color no era el fuerte de la gente; cuando retroceda de verdad en el tiempo, les confirmo, 😁). En esta ocasión pedimos cerdo y bebida. Teníamos que enfrentar el negocio de la compra después y debíamos estar lúcidas. El trozo de puerco hervía en el plato de fierro que nos trajeron. Se acompañaba de papas rústicas -¡cómo no!-, media manzana, unos tomatitos cherrie, todo delicioso y en su justa medida, por 20 eurillos.
Cuando terminamos esa tarde las compras, casi nos fuimos trastabillando al hotel. Estábamos agotadas, porque no sólo estuvimos en cada tienda de souvenirs sino también en los locales de textiles. Había una cantidad de paños, carteras, bolsos, pañuelos, preciosos y muy coloridos, confeccionados en lino y fieltro. ¡Qué ganas de tener más money y espacio en la maleta! En fin, al menos alimentamos nuestros ojos. Llegamos al Hotel a descansar y a tomarnos un rico capuchino en la habitación (cargábamos con unas cuantas bolsitas en el bolso).
Al otro día, temprano, abandonamos la ciudad, para seguir rumbo a LETONIA, pero antes recorrimos una carretera rodeada de verdes y hermosos bosques, campos de raps y más de algún puente, hasta llegar a la ciudad de Pärnu, donde nos bajamos a recorrer las calles cercanas y buscar, ustedes ya saben qué, 😉.Luego, con el cuerpo más aliviado, seguimos nuestro camino con destino a la frontera. El día era primaveral, con unos 21 grados a su haber. Todo parecía presagiar una hermosa jornada nuevamente. Hasta prooonto.
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