In time , también conocida como "El precio del mañana", es una película que se estrenó en Chile el 3 de noviembre de 2011 y que fue la última que disfruté en compañía de mi querida hija en un cine de Santiago dos semanas antes de que terminara su tiempo mortal. El nombre en español del filme no corresponde exactamente al título en su idioma original, que en realidad nos habla de llegar justo a tiempo, de casi no llegar o incluso llegar tarde por segundos.
Así me sentí denantes, con la gran diferencia que estar "sobre la hora" no me iba a significar la muerte, aunque sí implicaba el riesgo de estar desplazándome por la vía pública con una autorización ya caducada, lo cual podría traerme aparejada una sanción pecuniaria si era sorprendida por la autoridad policial, que andaba en bastante cantidad por el paseo. Ya me veía corriendo como la madre de Will Salas tratando desesperadamente de alcanzar a su hijo antes de que su reloj-vital marque cero. Yo no iba a alcanzar a nadie para salvarme, sino sólo a la verja de entrada al condominio, que me permitiría exclamar "¡estoy salvada"!
Hoy debía terminar un trámite en una entidad bancaria, lo me obligaba a realizar dos más en otras reparticiones privadas, felizmente cercanas espacialmente. Por ello salí a primera hora, con miras a ser atendida más prontamente, pero el primer señor no fue muy diligente que digamos, ni en tiempo ni en información, por lo que debí volver a su ventanilla, momento en el cual aproveché de llamarle la atención por su quehacer poco eficiente (😂), lo que también hice con el Gerente de otra entidad bancaria, que me señaló, al menos dos veces, que yo podría haber cerrado la cuenta corriente por teléfono y no ir al banco. No le bastó con que le dijera que yo no acostumbraba a realizar el importante paso de terminar una relación con alguien (😌) de esa forma. Yo había querido enfrentar la "ruptura" como toda una "mujercita", es decir, face to face, y ni siquiera me lo agradecía. Fue divertido cuando me hizo firmar los últimos papeles y me explicó, como con pececitos de colores, que había marcado que yo no le había entregado ninguna tarjeta... Yo, de inmediato, le señalé "Pero si usted no me pidió nada", jaja. ¡Ni modo que te iba a entregar algo que no me pediste!, pensé para mis adentros, 😅.
Bueno, la cosa es que al terminar los trámites me quedaban cincuenta minutos de mis dos horas de mi segundo permiso semanal. Así que partí a calle Santa María a intentar comprar congelados. Tercer intento que hacía. No alcancé a estar diez minutos en la fila exterior y desistí: de allí no iba a salir a una hora prudente y dudaba que mi estado físico estuviera en buenas condiciones como para correr luego unas ocho cuadras hasta llegar a palacio. ¡Imposible! Hice una veloz pasada por el interior de un supermercado cercano, compré unas pocas cosas y ya sólo me quedaba una docena de minutos. En mi trayecto de regreso, la verdad es que pude haber sido fiscalizada en varias ocasiones pero me da la impresión de que, por unos minutos, adquirí la capacidad de ser invisible a los ojos humanos. Cuando traspasé la verja de entrada a palacio, según mi reloj, me había pasado en un minuto, según el celular, en dos. De cualquier manera, si el permiso hubiera estado en un chip neuronal, seguro que quedo tirada en la plazuela de los alrededores cuan larga soy -perdón, cuando corta- antes de alcanzar la reja salvadora.
A propósito de chip, hace un par de días leí un artículo en que se daba a conocer la aparición de una nueva empresa tecnológica que entraba a competir en el ámbito de chips neuronales que permitan conectar el cerebro humano con aparatos tecnológicos. Es un nuevo emprendimiento de Elon Musk (el mismísimo empeñado en los futuros viajes comerciales a Marte), cuyo competidor es el "gigante asiático", jajaja (entiéndase China) ¡Parece increíble estar ya en este nivel de avance en la vida real! Desde hace años, esto era realidad sólo en la literatura y la filmografía de ciencia ficción... Sin duda, será un gran adelanto en el área de la IA, pero, al mismo tiempo, una peligrosa arma de control mental de alcances ilimitados. En fin, para allá vamos...
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