Casi emulando a Silvio denomino este escrito. No resulta fácil ser objetiva a la hora de hablar de las congéneres que han tenido relevancia en mi vida, pero de lo que no hay ninguna duda ni subjetividad es que pesan más que los varones, no por volumen ni gramos, sino por cantidad, consistencia y permanencia. Es curioso que, a pesar de mi conocido poco interés en "hacerme" de amigos -en sentido genérico-, he tenido la suerte de contar con varias mujeres bien amigas, que han pasado las dos pruebas claves, la de la distancia y la del tiempo. Aquéllas, las que han permanecido, en los buenos momentos y en los difíciles, son menos pero valen su peso en oro, jejeje (perdón, no es políticamente correcto hablar de peso en lo referido a las amistades, menos si se trata del género femenino).
Hay un dicho que versa, sabiamente, que "la caridad empieza por casa". Cierto es que uno no elige la familia, que no siempre hay una relación amistosa entre todos y cada uno de sus componentes, pero, a veces, se tiene la fortuna de no llevarse mal con nadie o casi nadie y eso ya es casi un milagro, 😂. En mi caso, la cercanía no es similar con todas (recuerden que estamos hablando del sexo débil), pero lo interesante es que no haya mala onda con ninguna, especialmente si se trata de cuñadas, que suele ser habitualmente el terreno más "peligroso", 😁. No comemos en el mismo plato, pero si hay que compartir y reírse en alguna ocasión lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo -espero-. Esto es así desde mi unilateral perspectiva; sin embargo, no sé si ellas opinarán lo mismo de mí, 🤣.
Sin ninguna duda, las tres mujeres más importantes de mi familia y de mi vida son fáciles de detectar: mi hija, mi madre y mi hermana (Mirella, Urbana y Gladys), mientras que de las cuñadas, la más cercana es Carmen, aunque esta relación tiene sus claroscuros periódicos (la verdad sea dicha, por lo que no debiera molestar, 😅). A dos sobrinas me siento bastante unida -Ruth y Viviana- y la relación es gratificante, lo que no obsta para que la atmósfera con las demás no sea grata y cordial, aunque menos frecuente. Eso es en el ámbito familiar.
En el terreno de la amistad, cada etapa de mi vida ha tenido presencias femeninas trascendentales. La primera, una docente que me marcó el camino futuro, mi profesora de Castellano de Enseñanza Media, Ilse Schwencke, con quien después tuve el privilegio de ser colega y amiga en el mismo colegio en que estudié, Liceo Abdón Andrade Coloma de La Unión, y aunque la vida y el trabajo nos separó por años, hemos vuelto a saber de nosotras a la distancia y de manera virtual. Ella representó el modelo de docente que yo pretendí alcanzar después.
En cada colegio que trabajé tuve pocas pero buenas amigas, excepto en el primer establecimiento en que laboré, el Colegio Alemán de L.U. No hubo feeling con el espíritu femenino de esa institución, que sí lo hubo en el Liceo A.A.C., claro que, a excepción de Ilse, nadie más pasó las pruebas del tiempo y el espacio, lo que tampoco sucedió con el Colegio Santa Cruz de Río Bueno, donde laboré cuatro años.
Los lugares posteriores sí han dejado huellas 👣 indelebles, especialmente el Liceo CHG de Lanco, el Colegio EBM de Rancagua y CEPECh Rancagua. Amigas que han permanecido y que, independiente del tiempo transcurrido, los encuentros con ellas constituyen un continuum con paréntesis de separación que no disminuyen el cariño y la confianza. Son amigas de varios años ya, Glady, Carmen, Lidia, Ada, Marcela y Karen. Para las tres primeras vaya un abrazo profundo por la alegría de haberlas conocido y mantener el vínculo. Agrego a Rossi, siempre presente también, aunque no-docente.
En Rancagua, mi ciudad de adopción, la presencia femenina ha sido abundante. Pareciera ser un mundo docente plagado de mujeres. Algunas han permanecido a través de los años -Anita y Eliana-, varias duraron el tiempo suficiente para ser parte de muy buenos recuerdos. La institución preuniversitaria, mi último reducto laboral, resultó una sorpresa agradable y gratificante, tanto en el ámbito laboral como en el de la amistad. Sólo cuatro años y medio y hay tres amigas de excepción, todas docentes de historia: Ana María, Natalia y Andrea.
Sin embargo, no sólo el ámbito laboral ha sido buena tierra para la amistad. También lo ha sido la vida comunitaria -María Isabel, gracias por tu amistad-, a la que agrego la experiencia que se vive fuera de casa, cuando uno viaja. Yo no creía posible que unos lazos surgidos en un viaje pudieran perdurar, pero así fue, contra todo pronóstico. El tiempo dirá si permanecerán.
Hace tres días llegué hasta Lanco para visitar a una de mis entrañables amigas, desde hace 34 años. Largo ha sido el recorrido, del que durante 8 años estuvimos trabajando a diario, codo a codo, en el Liceo CHG. Ambas ya hemos colgado los guantes, casi literalmente hablando, pues nos tocó dar una dura pelea contra un sinfín de variables que nos dificultaron la tarea, pero que nos hicieron más fuertes, junto a Carmen y Lidia. Hoy estamos en etapa ya de descanso, viviendo de nuestras rentas, 😂, alejadas de las aulas, pero con la satisfacción de haber hecho lo mejor que pudimos. En unas cuantas horas, repasamos parte de lo vivido en común recordando a muchos con quienes compartimos el mismo escenario. Actualmente, ya no luchamos con las vicisitudes del ejercicio docente directivo, ahora la lucha es con el cansancio del cuerpo y de la memoria; con la pena por los que se lleva la muerte y que, un día no tan lejano, también nos llevará a nosotras. Mientras tanto, esperamos que la vida nos siga ofreciendo nuevas oportunidades de encuentro.
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