jueves, 29 de agosto de 2024

Aventuras nortinas...

  

   Ya casi estamos terminando el mes de agosto y empezando el de septiembre -¡tikitikití!- y yo me he encontrado caminando pavimentos y tierras polvorientas del norte de nuestro país. Estamos con mi amiga América en la "gran" ciudad de Copiapó, esta vez con los ojos abiertos tras la tercera visita y que me permite mirar con más distancia y objetividad. ¡Puchas que es fea esta urbe!, 😂 😂.  Lo único que se salva son unos pocos edificios como la I.Municipalidad, la iglesia y algún otro, nuevo y limpio (quiero decir que no está envuelto en esa pátina de mugre y polvo), además de la estatua por la Paz Mundial, que enviaron los chinos en homenaje al Rescate de los 33 mineros, y de las letras volumétricas de la ciudad, que están nuevitas aún. Después de leer esto, capaz que alguien se pregunte qué hacemos acá entonces, en un lugar tan poco atractivo y que no combina con nosotras, 😂 😂. Les cuento.   
    Hace un par de meses, cuando nos enteramos con América  -mi amiga de Talca- que el desierto atacameño habíase llenado de flores este año, en forma adelantada, nos propusimos llegar hasta acá a ver y disfrutar el fenómeno. Nos demoramos un poquito por "problemas de agenda",😉,hasta que encontramos un hueco  en ella -me refiero a la agenda- y aquí nos tienen desde el miércoles a primera hora. Mi palacio fue el cuartel general de planificación -a medias debo reconocer- de la aventura. Mi amiga se apersonó el domingo 25 en la ciudad heroica -Rancagua- y desde ese momento empezamos a tirar líneas, con la salvedad de la tarde del lunes, en que en el troncomóvil de Anita partimos a recorrer las tierras altas de Machalí, específicamente la localidad de Coya, lugar a donde acostumbramos a llevar a las visitas "extranjeras", 😂😂. Fue una tarde entretenida e ideal en cuanto a temperatura  -22 grados-, con cielo despejado, un marco ideal para posar ante la familia minera, el cóndor y las letras volumétricas de Coya.  
      El martes nos preparamos para el viaje, que comenzaría en la jornada de la tarde. Nos alimentamos de la mejor manera al almuerzo, sólo para tener fuerzas, no porque nos guste comer, 😂😂. Descansamos un poco, me tomé un rico ☕ y partimos al Terminal O'Higgins. Una vez en la capital esperamos con otro cafecito que sea la hora de subirnos a nuestro bus, que nos llevaría a Copiapó, ciudad a la que arribaríamos a eso de las 7,30 a.m., del miércoles obviamente. El bus, aunque compré el pasaje con desconfianza, era nuevo, amplio y muy cómodo, por lo que el viaje tendría que haber sido cómodo también. Sin embargo, el sueño, que pudo ser reparador y relativamente normal, no lo fue, por puras mañas nuestras, 😅😂. Así que estuvimos más despiertas que dormidas. Yo salí ganando pues dormí algo más que mi partner. 
    El día nos recibió de mala gana, 😁, gris y helado. Lo primero que hicimos fue dejar nuestro equipaje en custodia y luego pasar a desayunar a un café, a media cuadra del Terminal Turbus -en Copiapó hay terminales por docenas, 😂-. Un café y un sandwich de pan con queso caliente nos alimentó esa mañana. Luego iniciamos nuestra búsqueda de agencias de turismo, aprovechando de conocer el centro de la ciudad: la plaza, la iglesia y los edificios aledaños. La verdad, nada nos impresionó mucho. Tal vez, los añosos árboles de la plaza, llenos de cototos y formas extrañas, como si estuvieran con tumores al por mayor. Fuimos a otro terminal, de los buses que viajan a Caldera. Pregunté por los viajes a Pto. Viejo, pues me hubiera gustado ir de nuevo por allá- a comer un rico sandwich de pescado-. Pero no, los viajes a esa Caleta se realizan sólo en temporada veraniega. ¡Nada qué hacer! Por allí vimos una oficina que anunciaba tours. Sin embargo, no nos fue bien. El encargado no llegaba aún. Fuimos a dar una vuelta hasta la escultura por la Paz Mundial -regalo de los chinos por el rescate de los 33 mineros- y las letras de la ciudad. Fue allí donde obtuvimos las mejores fotos de Copiapó. Difícil obtener unas fotos mejores, pues no hay otros hitos destacables como para fotografiar, 🤭🤭. Después de aquello, volvimos a la agencia. Ahora el encargado estaba en reunión. Nos fuimos a la Oficina de Información Turística, que ya había abierto sus puertas. Nos entregaron un tríptico y un plano de la ciudad, indicándonos dónde  encontrar la única agencia funcionando presencialmente.  
     Cuando pudimos hablar con la encargada, se nos cayó el alma al suelo, porque no había tours planificados -¡ninguno!-. Si surgía algo, nos llamaría, dijo. Nos fuimos sin esperanzas, resignadas a caminar el resto del día por las feas calles copiapinas -¡lo logramos!, caminamos 15 kilómetros ese día-. Luego de ir a conocer el Mall a orillas de un Río Copiapó inexistente, y de vitrinear a destajo, buscamos dónde almorzar. Nos metimos a un restaurante modesto -creo que demasiado  modesto, 😂 😒🙄-, donde por 5 lucrecias nos sirvieron un menú consistente en una cazuela y  un plato principal con pan, en medio de una música "a todo chancho", tipo ramada, 🙈.  Suerte que al rato bajaron el volumen. La cazuela estaba maoma no más: al parecer era de tiempos inmemoriales, 😂  (el arroz estaba recocido y la papa era añeja; el cilantro era fresco, eso sí no lo puedo negar, 😂 😂). El principal que pedimos fue pescado frito con ensalada surtida. Ese plato era del día y estaba sabroso. Salimos del local satisfechas y listas para ir a tomar posesión de nuestro alojamiento. Ya había establecido contacto telefónico con el encargado y el depto. estaba disponible. Fuimos a recuperar nuestro equipaje al terminal de buses a unas 3 cuadras y con la guía de Google Maps, partimos a buscar el lugar donde pernoctaríamos esa noche. Caminamos unas cuantas cuadras con nuestras maleticas a cuestas hasta que llegamos, luego de habernos perdido como por media cuadra. No era calle, era pasaje la dirección. Teníamos los códigos para ingresar así que todo fue expedito. Al interior del edificio, cerrado por un alto portón, nos esperaban un par de guardias caninos 🐕 🐕, que ni se inmutaron por nuestra presencia, ¡por suerte!, 🥴🥴.  

   El depto. era tal como se había descrito: en 18 m2. había una cama nido, una mesa y silla escritorio, un pequeño clóset, un lavaplatos, un frigobar, una encimera y un mueble de cocina, más un baño con tina y ducha, todo en buen estado de conservación y limpio. Nos gustó, porque, además, nos había salido conveniente en el precio. Nos acomodamos. Estábamos listas para darnos una buena ducha (nuestros cuerpos no habían visto el agua desde que habíamos salido de Rancagua, hacia más de 24 horas), cuando llegó un hombre a nuestra puerta, 🤭🤗. ¡Jajaja! No había llegado, en todo caso, por casualidad, aclaro enseguida. Resulta que no habían provisto lo suficiente con papel higiénico el baño, por lo que había hecho la solicittud correspondiente del vital elemento, 😂.Quien llegó con el producto faltante fue el padre del encargado, un señor de sus años (menos que los nuestros de todas maneras, 🤣), que, mientras trataba de instalar el rollo gigante de papeles en el artefacto, nos daba una cháchara de padre y señor mío, hablándonos de su vida, de sus actividades, de sus antepasados que llegaron de Argentina y eran unos "patipelaos", con más apellido que plata y pedigree. ¡Fue un rato muy entretenido para nosotras e imaginamos para él, que, al parecer, lo tenían sin hablar durante un tiempo, 😂 😂.  

   Cuento corto, al enterarse este buen señor que al día siguiente nosotras emprenderíamos "vuelo" a Caldera, se le ocurrió que nos contactáramos con su hijo, pues también tenían propiedades en arriendo a turistas. Luego lo pensó mejor y como le habíamos caído simpáticas al parecer -además de ser profes en retiro (él también había incursionado en el ámbito de la enseñanza)- prefirió él arrendarnos una casa, pues su hijo no nos haría el precio que merecíamos, 😁.Nos preguntó cuánto pagaríamos por las dos noches de alojamiento, 70 lucas le dije, bueno dijo él y acordamos que después nos enviaría códigos y dirección exactos pues tenía que averiguar "cuál" casa estaba desocupada. Obviamente, deberíamos transferirle a él el monto para que su hijo no se entere, 😂 😂.  Hasta nos ofreció una noche más, gratis  -de alojamiento, aclaro, 😉-.  

   La verdad sea dicha, no estábamos muy convencidas de la ganga, además de que no conocíamos la dichosa casa, pero no fue ningún bluff. En realidad, la casa era tal, estaba en un condominio en el balneario Bahía Inglesa, playa a 6 kms. de Caldera, lugar al que llegamos a las 16 horas del día siguiente. De lo que sucedió en esas 24 horas existentes entre el 28 al 29 de agosto, les contaré  en el próximo relato, ya que éste se alargó demasiado.  Hasta pronto.


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