jueves, 23 de septiembre de 2021

Un poco de todo...

    

   Ya acallado el entusiasmo de la música que se escuchaba en Plaza de los Héroes desde que el mes de septiembre se inicia cada año (a excepción del año pasado), viene un tiempo de reposo y de cuasi-penitencia para los que se comieron todo lo comestible durante las Fiestas Patrias (literalmente hablando). Es típico de muchos de nosotros dar por bueno el "sacrificio" de haber aumentado un kilo o un par de ellos durante estas festividades con tal de dejar contenta o contento a quien preparó -o compró- asados, anticuchos o empanadas. ¡Cómo íbamos a hacerle asco a alguna exquisitez de las ya mencionadas u otra parecida (pebre, sopaipas, alfajores...)! ¡Eso sería ser poco patriota y discriminatorio pa' pior! 

   Ya pasado el jolgorio viene el tiempo de la frugalidad obligada (porque se acabó  la plata o porque hay que bajar de peso), que no deja de costar un poco pues el estómago se anduvo acostumbrando a estar "llenito" y reclama de vez en cuando. Parangonando la situación, sería posible recitar los versos nerudianos "¡Es tan corto el amor/ y tan largo el olvido!" (na' que ver, 😂)   

  Este año, al igual que el anterior y otros, pensaba pasarlo sola, sin mayores  cambios en mi dieta ni en mi rutina (lo que no es fácil porque la algarabía popular es contagiosa -igual que la Covid-). Sin embargo, unos días antes me enteré que uno de mis hermanos vendría a recorrer la zona. Así que por un día y medio (16 y 17) tuve el privilegio de contar con su compañía y la de su distinguida esposa, mi cuñada. La verdad es que no comimos tanto ni hicimos nada especial. Compartimos algo de lo que había y salimos un día a almorzar a un local rancagüino, sin grandes aspavientos. Estaba con ellos cuando me llegó la invitación para almorzar el día dieciocho en casa de la hermana de una amiga. Felizmente pude aceptar la invitación, ya que mis visitas no estarían conmigo,  😂😂 (gracias, hermanito, por los copihues; se ven hermosos). 

   El privilegio de ser incorporada, aunque sea por unas pocas horas, al interior de un almuerzo de tradición familiar hizo que no me tomara a la ligera mi participación. Si además agregamos que en estos tiempos pandémicos uno sólo recibe amigos propios en la casa, la excepción hecha era relevante. Así que decidí vestirme, luego de tres años, de mujer formal, 👠. La mañana del día en cuestión, aparte de preparar mi aporte (¡oh, una figura literaria me resultó!) me dediqué con tiempo a hurgar en el clóset de los vestidos👗y trajes. El resultado fue decepcionante por decir lo menos. De los "titantos" vestidos que me probé me quedaron buenos sólo tres. A ver... No se trata que los otros no haya podido ponérmelos; sí fue posible hacerlo, inclusive subiendo el correspondiente cierre, 😅, lo que no deja de ser todo un logro. El problema era observar el resultado después en el espejo. Mi figura era lo más parecido a un arrollado de huaso, 😥😢. Busqué una prenda interior para estilizar mi figura pero no la encontré; no sé ni me acuerdo dónde puedo haberla guardado (la memoria ya está fallando, como pueden ver). No me quedó más que resignarme a la realidad, buscar los elementos que combinarán para completar el atuendo y cruzar los dedos para que mis "patitas" no se resintieran mucho de volver a calzar tacos altos, luego de sacarles la capa de polvo y pelusa que guardaban celosamente. Fue la ocasión en que aproveché de enviar un par de ellos al basurero pues no habían tenido muy buena vejez (me refiero a unos zapatos). Ese mediodía, en mi apuro por llegar puntual, salí casi al filo de la hora, tan al justo que me olvidé de llevar mi celular que estaba en proceso de cargado. Sólo arriba del colectivo me di cuenta de la falta pero ya era tarde. Suerte que me acordaba de cómo llegar a la casa de los anfitriones, pues no tenía forma de comunicarme si surgía algún inconveniente. En síntesis, puedo decir que fueron unas gratas horas de conversación así como de degustación de ricos anticuchos, empanadas de horno, un sabroso pebre, una verde ensalada, clery y vino delicioso (mejor que el mío, 😒, de todas maneras), café y torta de cierre. ¡Uff! Todo sea por no parecer desagradecida, 😏. Para vuestra tranquilidad sólo puedo agregar que no comí nada sino hasta el otro día.   

   Hoy estamos a 22. Ha llegado la primavera y aunque amaneció nublado salí de excursión  y  caminata (debo hacer ejercicios pues creo que aumenté unos gramos). Cuando hablo de excursión significa que no es compra en algún local establecido, pero tampoco sólo caminata. Significa que tengo algún otro propósito específico, tal vez malévolo e inconfesable. Éste lo confesaré. Sucede que necesitaba recolectar paja de cereales y ortiga. Si piensan que me he vuelto loca, no pueden estar más equivocados, al menos en esta ocasión, 😂. Esos elementos tienen que ver con mis ocupaciones cotidianas de un tiempo a esta parte. La paja la necesitaba para intentar un tercer método de cultivo de champiñones (creo que será el último que intente). Cuando comencé con ello -hace unos meses- probé con sustrato de tierra en tres ocasiones (sólo conservo uno de los experimentos luego de haber echado a perder yo misma, "sin querer queriendo", uno completamente exitoso en que los champiñones venían asomando sus cabecillas cuando hice algo malo que me transformó en champiñicida). Luego -hace poco- probé  con paja y borra de café ☕de grano, también con éxito inicial, pero que no sé si llegará a feliz término el "embarazo", porque los proyectos de setas se han puesto cianóticos (adquirieron un poco sentador color cuasi-azulado). Hace un par de días encontré otro método factible para mí en YouTube: "sembrar" champiñones sólo en paja. Como si algo tengo es ser porfiada, decidí probar esto último. Por tanto, hoy día salí con esta tarea y otras. Me fui por Carretera del Cobre, pues al otro lado del paso nivel bajo la Ruta 5 Sur hay un sector en que puedo extraer ese material. Sin embargo, me equivoqué,  pues no era allí, sino en Avda. Membrillar, 🙉 (para quienes no conocen, son vías  paralelas, pero que se distancian por una respetable cantidad de cuadras). Persistí en la persecución de mi objetivo, pero en lugar de irme orillando la Carretera 5 Sur lo que me habría resultado más cerca, no lo hice, así que terminé dando un tremendo rodeo que casi me hizo desistir. Sin embargo, por suerte, perseveré y salvé la primera prueba.  

   Segunda tarea: recolectar ortiga. ¿Para qué se preguntarán? Pues para elaborar un remedio, no para mí (no necesito ortigarme por ningún motivo inconfesable ni confesable), sino para mis plantas. Han aparecido numerosos bichos y hongos, especialmente en las tomateras. Ya les he aplicado tres antiplaguicidas con éxito relativo (dos de elaboración propia). Ahora se trata de preparar purín de ortigas (no tiene un nombre muy prometedor pero dicen que es efectivo como repelente y también como abono). Por Avda. La Compañía encontré suficientes ejemplares que rápidamente guardé en la mochila, con las consiguientes consecuencias posteriores (una picazón en mis manos y muñecas de padre y señor mío que ni les cuento, pues no me puse los guantes que había llevado). Segunda tarea cumplida. 

   Tercera y última: llegar hasta una Carnicería que había visto varias veces desde el microbús cuando voy al Parque Cementerio y que promociona unos precios muy atractivos. Llegué hasta allá. Carne económica pero actuar poco honesto del vendedor (cuando estuve en casa me di cuenta que me había agregado un trozo de carne de un color sospechoso para completar el peso solicitado). En fin, nunca más por allá... De allí a palacio, caminando siempre, hasta completar los 10 kms. y las dos y media horas de caminata. Llegué más transpirada que "caballo de carrera..." Perdón, perdón, debí decir que "yegua" de carrera (hay que tener cuidado con esto de los géneros gramaticales en la actualidad no vaya a leer este escrito un/a inquisidor/a de la lengua inclusiva). El cambio de vocablo me indujo a una interrogante casi surrealista y ridícula: ¿cómo debería referirse uno a un ejemplar equino gay o no-binario? Por suerte no tengo tratos con especímenes de éstos así que mi curiosidad es sólo lingüística. Además, sé que no me veré en la tesitura de tener que decidir cómo tratarlo/a/e/x, claro, porque como también es un "ser sintiente" capaz que se ofenda y organice una funa contra mi valiosa persona. 

   Hasta aquí llegué anoche en mis elucubraciones que casi exceden las que debiera tener una persona de mis años, normal, profesional y de clase media baja. Pero como casi todo en la actualidad está patas p'arriba, con propósitos refundacionales al por mayor, que más -pienso- que yo me autorrefunde, me dé vuelta como quien lo hace con un calcetín al "verre" y me ponga a pensar y hablar en lengua. Total, hoy lo ridículo es interesante y osado, lo correcto es sospechoso, la verdad es relativa, los delitos son errores y ganas más like👍 si eres víctima a si te esfuerzas y sales adelante solito/a. En fin, cada loco con su tema. Yo, gozando las alegrías del sembrador, celebrando el nacimiento de unos pepinillos, la aparición de la tercera hoja en los brotes de zapallo, observando el largo cuello de unas acelgas bebés, admirándome de la precocidad de unos repollitos de Bruselas y de la fortaleza de unos plantines de kale, que a pesar de un segundo transplante siguen echándole p'alante, igual que unas pequeñas plántulas de tomate fuertes como ellas solas. Parece que las buenas vibras se transmiten, ¿no creen? 



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