sábado, 25 de septiembre de 2021

Memento mori...

 

    "Recuerda que morirás un día..." es lo que le decía, en síntesis, un siervo a un general romano cuando desfilaba victorioso por las calles de Roma. El versito completo decía: "¡Respice post te, hominem te esse memento, memento mori nam mors indecepta!" (¡Mira tras de ti. Recuerda que eres humano, recuerda que morirás, porque la muerte es infalible!). El objetivo era claro: que el general en cuestión tuviera presente la naturaleza de su vida humana, su fugacidad  y así no se viera inclinado a caer en la soberbia, un pecado muy antiguo, absolutamente vigente y latente en todos nosotros, salvo en unos pocos santos.  

  Así pareciera decirse Tía Lydia, "memento mori", mientras escribe afanosamente y a escondidas de todos la verdad sobre el Estado de Gilead, del que ha sido una de sus principales fundadoras, cuando fue apresada y puesta entre la espada y la pared. O cooperaba o sería ejecutada como las demás mujeres cuando aquellos fundamentalistas se tomaron el poder. Era una jueza de familia y junto a otras tres, debieron elaborar las leyes que regirían el nuevo régimen, a cargo del Consejo de los Comandantes. Lo hicieron y salvaron sus vidas, pero condenaron a todas las mujeres a quedar reducidas a seres humanos de segunda o ínfima categoría, dependiendo de su función en la urdimbre social.   

    Los testamentos es el nombre que recibe la novela de Margaret Atwood, continuación de El cuento de la criada.  Este segundo volumen de la distopía fue publicado en 2019, es decir, 34 años después de su primera parte. Considerando lo que sucede hoy en Afganistán y en otras sociedades ultraconservadoras y fundamentalistas de las que tenemos todos más de alguna información, deja de tener el carácter de un relato distópico para transformarse en algo muy cercano a la realidad. No por nada, más de alguna vez hemos oído que a veces la realidad supera la ficción. 

   La estructura de esta obra se organiza en torno a tres relatos principales: el de Tía Lydia (que escribe un manuscrito dirigido a su lector ficticio, donde da cuenta de lo que realmente sucedió y sucede en Gilead) y los testimonios de Daisy (también conocida por Jade o Pequeña Nicole) y Agnes (o Tía Victoria). Las dos últimas, adolescente y joven respectivamente, son hermanas de madre. Lo descubrieron casi al final del relato. Ambas tienen la responsabilidad de escapar de Gilead a territorio libre con los documentos que permitirán dar a conocer la verdad a todo el mundo libre y, con ello, provocar la caída de aquella nefasta teocracia. Estos testimonios corresponden a la información que ellas entregan de su experiencia fuera y al interior de Casa Ardua (lugar donde residen las Tías,  vigilantes y educadoras en la religión "verdadera")

   Al finalizar los testimonios, casi como en formato de un Anexo, se agrega la ponencia de un investigador sobre Gilead, presentada en un Simposio 70 años después de la caída del régimen. Es el año 2197. Los testamentos encontrados, según el orador, agregan más antecedentes y otorgan algo de claridad al oscuro gobierno.  

   En general, este volumen podría resumirse en dos palabras: redención y esperanza, que si bien no alcanza a todos, sí permite la salvación de algunas mujeres, si es que asumimos los testimonios -testamentos- leídos como "verdaderos". Además, este segundo relato cumple la no menos importante función de dar respuesta a una serie de interrogantes que cada lector de El cuento de la criada debe haberse hecho cuando se internó en la terrible realidad -ficción - de este mundo monocromático. Como comentario final personal puedo agregar que me pareció mejor la primera parte, como suele suceder casi siempre. Hasta pronto.  

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