miércoles, 29 de septiembre de 2021

Nómades...

 

   El ser humano está volviendo a sus raíces, a su origen, pero no en cuanto a un espacio específico, sino más bien a una forma de vida, movido esencialmente por las mismas motivaciones de nuestros lejanos antepasados: el agotamiento de la tierra y sus recursos, el desmedro de las condiciones de vida o el peligro ocasionado por la misma especie. Así lo hicieron los primeros humanos cuando la inmensidad del mundo era desconocida y los congéneres, pocos. No había mayores problemas salvo los esfuerzos y riesgos que implicaban el traslado, más o menos frecuente, en un medio agreste. En aquellos tiempos, formar parte del grupo que se desplazaba era clave para la supervivencia. Seguramente, en forma incipiente, los lemas eran similares a algunos actuales como "juntos podemos más", "unidos podemos", "juntos por el cambio (...de lugar, 😅)". Ese hombre vivió a la intemperie, en cuevas, al interior de construcciones de paja, barro, ramas, etc. No había riesgos de una bala loca, de portonazos ni asaltos de motochorros. Lo más, el golpe de un peñasco, la herida de una lanza o el desgarro de los colmillos de un tigre 🐯 dientes de sable, amén de varios otros depredadores de los que los neanderthales, cromañones y homo sapiens fuimos y somos "colegas". 

   Una vez que el ser humano aprendió a cultivar la tierra fue dejando atrás la tediosa y sacrificada costumbre del permanente desplazamiento por necesidad de recursos y clima. Ya podía sobreponerse al medio y utilizarlo en forma más óptima para su provecho. Empezaba a dominar a la naturaleza (o eso es lo que creía, si no pregúntenle a "don" Cambio Climático). Vivió miles de años en pequeños asentamientos organizados en torno a una economía de subsistencia. Aún no interiorizaba el concepto de la riqueza material como herramienta de dominio político, sino como mera solución  a las necesidades básicas.  

  Cuando llegó el aumento excesivo de población en las grandes ciudades, las necesidades crecieron y se hizo necesario fortalecer el trabajo agrícola para atender la demanda cada vez más creciente de las ciudades. No obstante los desarrollos y avances no fueron parejos. Dejemos a las urbes con sus problemas de abastecimiento y dirijámonos a esos pueblos más atrasados, más alejados, con muchas necesidades también pero que no saben cómo cubrirlas porque su cultura y visión de mundo es diferente. No trabajan la tierra ni están en un incipiente desarrollo del intercambio de especies. No aprecian el trabajo sino la guerra. Ellos se trasladan buscando la comida, la que obtienen por medio de la fuerza de la conquista de los más débiles o menos preparados. Son los pueblos bárbaros, hordas de tribus numerosas que llegaron a las fronteras del Imperio Romano y que lograron permear la vigilancia, invadiendo, arrasando y conquistando en momentos en que el Imperio de Occidente había comenzado su declinación. Es cierto que los romanos también habían invadido diferentes pueblos y extendido sus fronteras de manera impresionante. Pero sus objetivos eran diferentes: a Roma la mueve el deseo de conquistar más  tierras y romanizarlas y, por ende, ampliar su poder, tener más riquezas. No abandona su lugar de origen  en busca de otro lugar, por tanto el propósito es diferente y no es una lucha de sobrevivencia. Las invasiones bárbaras, en cambio, constituyen migraciones en todo el sentido del concepto, que también, por cierto, incluían el ingrediente de dominación política y posesión territorial.   

   Mucho antes de los bárbaros, siglos antes de Cristo (-XIV), hubo una migración, un Éxodo famoso. El motivo era más espiritual que material.  Era una cuestión de vida o muerte, salvar de la esclavitud al pueblo hebreo. Moisés fue quien guio por el desierto a su pueblo para llegar a la Tierra Prometida. El sufrimiento y las penalidades fueron numerosas pero la fe les permitió seguir. Finalmente llegaron - no todos- (Moisés quedó en el Monte Nebo, dicen). Al parecer hubo un final feliz para los demás, pero no hay certeza de aquello, pues el relato de esta migración es parte del mito religioso cristiano. De todas formas, aunque el "pueblo elegido" no fuera precisamente éste, en la realidad de esos tiempos grupos humanos desplazándose deben haber sido una cosa cierta. 

   El advenimiento de la era moderna comenzó bien movida. Posterior a la llegada de los "bárbaros" habían cruzado el Mare Nostrum los musulmanes: una nueva creencia religiosa emprendía la Hégira desde África para asentarse en la Península Ibérica. Dominaron por mucho tiempo el territorio conquistado, pero llegó el momento en que el sentimiento de pertenencia de los pequeños reinos peninsulares se transformó en el elemento que los unió por una causa común: vencer al "infiel". Los musulmanes que no aceptaron las reglas cristianas debieron emprender la huida. En este mismo tiempo, finalizando el medioevo, los burgos se constituyen en un enorme atractivo para poblaciones enteras. El comercio y la industria rudimentaria movilizaron grandes masas humanas  produciéndose la llamada migración  "interna"  campo-ciudad, que continúa vigente, principalmente causada por la pobreza rural  y la búsqueda de nuevas oportunidades.   

    La era moderna trae consigo también la gran empresa de los "Descubrimientos", que dio el vamos a una nueva oleada de desplazamientos, tras la persecución de las riquezas que poseía el nuevo continente, tanto en minerales como en tierras. La conquista y la colonización fueron los siguientes pasos, con  más de un genocidio a su haber tanto en América como en África. Y luego vino el secuestro y desplazamiento obligado de millones de africanos para el oscuro y lucrativo negocio de la esclavitud, seguido por la emigración de numerosos ciudadanos chinos, irlandeses e italianos, especialmente  durante el siglo XIX , atraídos por el oro en California y por ese paraíso de oportunidades en que se había transformado Estados Unidos. Hubo grupos que se aventuraron a viajar más al sur de América y es así como desde finales del siglo XIX y comienzos del XX a los países de Argentina, Perú y Chile  llegaron muchos europeos, chinos y alemanes, respectivamente, que, en el caso de Argentina y Chile, adquirieron la categoría de colonos.  

    Durante el siglo XX los desplazamientos han sido cuantiosos, terrible consecuencia de las guerras mundiales, la guerra civil española y las otras guerras en distintas partes de nuestro verdeazulado planeta, tanto en la primera mitad como en la segunda. Estos inmigrantes, unidos a los voluntarios en busca de un mejor futuro han sido, en parte, la causa de la pujanza en muchos sectores de la industria y del comercio, como también de la aparición del crimen gansteril, en la primera mitad del siglo, y de algunos carteles de la droga en las últimas décadas.    

   La migración y los desplazamientos nunca han dejado de existir, así que debo corregir la idea inicial con la que partí. No se trata de que el ser humano esté volviendo al pasado. Es otra la historia: ahora estamos más informados, diariamente y mediante imágenes y videos. La realidad, por tanto, es más presente y demandante. Sabemos lo que ocurre al minuto, a diferencia del pasado en que había ocasiones en que nunca se supo lo que sucedió en otra parte del mundo, sino hasta años después. 

  De acuerdo a lo visto, en la actualidad y desde la última década del siglo veinte en especial, los desplazamientos son de tipo forzado o voluntario. Son forzados cuando la guerra o la situación política es el detonante para buscar otro país donde vivir. Es migración voluntaria cuando desde países pobres o subdesarrollados salen flujos de personas hacia naciones desarrolladas. Por ejemplo, desde Centro-América hacia Estados Unidos o desde alguna región de África hacia Europa. En nuestro caso, peruanos, bolivianos, colombianos y haitianos pertenecen a este tipo, mientras que muchos venezolanos son migrantes forzados. 

   No es fácil tratar el tema. Es difícil evaluar y proponer medidas, porque nunca estaremos todos de acuerdo, ya sea por conveniencia política, por razones humanitarias o intereses personales. No es raro que viendo a cientos de migrantes subsaharianos hacinados en una patera, arriesgando su vida a cada instante en medio del mar, no empaticemos.  Lo han hecho muchas naciones y ONGs, pero también ha habido países que les han negado el auxilio básico. Muchos les han dado acogida en albergues y campos de migrantes (que tristemente recuerdan los campos de concentración nazis) donde permanecen por meses y hasta años. Otros países los han incorporado  como, por ejemplo, Alemania, y ya llevan más de trece millones, con los consiguientes problemas y carga para el estado.   

   Los hechos vividos recientemente en el norte de nuestro país (los flujos migratorios ilegales por el sector de Colchane más la marcha en contra con la quema de pertenencias en Iquique) han mostrado la gravedad del problema. Ya va un millón y medio de habitantes más y no es una cifra menor. Varios políticos dicen que somos "un país acogedor", lo que no deja de ser cierto por un lado en un sentido general. Pero sucede que "acoger" significa 'admitir, recibir, ayudar y proteger' y nosotros como individuos y como país ¿estamos en condiciones de ayudar y proteger a esa cantidad de personas? ¿Tenemos el equipamiento habitacional para ello, los puestos de trabajo, los colegios y los programas de salud? 

  Fácil es invitar, recibir y ayudar a algunos, seguramente. ¿Pero con todos y más será posible sin que el bienestar de los propios connacionales y los recursos estatales no se vean perjudicados? No me gustaría estar en los zapatos de aquellos que tienen que decidir al respecto y debieran actuar con eficiencia y eficacia. Los políticos "hablan" pero no "hacen" y con mayor razón si son candidatos a algún cargo como es el caso de algunos presidenciables. Además, también hay que tratar de empatizar con los nacionales que han sufrido los efectos negativos de la situación, sin llegar a extremos.    

  La verdad, es un tema realmente complejo. Si fuera uno quien debiera abandonar su casa, sus familiares y su país nos parecería, seguro, algo terrible. Dejar todo atrás, arriesgarse hasta lo indecible, olvidarse de lo obtenido hasta la fecha, para partir tras una esperanza que puede que nunca se haga realidad es jugarse el todo el todo, casi como en una ruleta rusa. Y sin embargo, hay tanta gente que lo hace cada día, que se atreve, que saca fuerzas de flaqueza, que opta por la vida, pero la tierra ya no es una inmensidad casi vacía como al inicio de los tiempos. Somos muchos, casi demasiados, los que habitamos el planeta y no menos los que vegetamos y queremos que todo siga igual per seculum seculorum. Sin embargo, el mundo es cambiante, la naturaleza nos está dando muuuchas sorpresas y debiéramos prepararnos para ello, aunque con razonable inquietud, porque tampoco se trata de desesperarnos y no-vivir el presente por prepararnos para vivir un futuro. 

    Por ahí leí que "todos somos migrantes", mirada la situación desde la aparición del hombre en la Tierra. ¡Seguro! Nuestros antepasados debieron estar entre los que cruzaron el Estrecho de Bering, con más riesgos y menos medios. ¡Quién sabe en qué acabe todo esto! La historia dará seguramente acabada cuenta de ello si la especie humana vive lo suficiente para escribir de lo sucedido en este siglo XXI. En todo caso, yo poco sabré de ello salvo que me reencarne en otro ser humano. Si así sucediera, ojalá sea en otra parte del mundo, para conocer muy bien otro lugar aunque sea en otra vida y no me acuerde para nada de ésta. Hasta pronto.    

sábado, 25 de septiembre de 2021

Memento mori...

 

    "Recuerda que morirás un día..." es lo que le decía, en síntesis, un siervo a un general romano cuando desfilaba victorioso por las calles de Roma. El versito completo decía: "¡Respice post te, hominem te esse memento, memento mori nam mors indecepta!" (¡Mira tras de ti. Recuerda que eres humano, recuerda que morirás, porque la muerte es infalible!). El objetivo era claro: que el general en cuestión tuviera presente la naturaleza de su vida humana, su fugacidad  y así no se viera inclinado a caer en la soberbia, un pecado muy antiguo, absolutamente vigente y latente en todos nosotros, salvo en unos pocos santos.  

  Así pareciera decirse Tía Lydia, "memento mori", mientras escribe afanosamente y a escondidas de todos la verdad sobre el Estado de Gilead, del que ha sido una de sus principales fundadoras, cuando fue apresada y puesta entre la espada y la pared. O cooperaba o sería ejecutada como las demás mujeres cuando aquellos fundamentalistas se tomaron el poder. Era una jueza de familia y junto a otras tres, debieron elaborar las leyes que regirían el nuevo régimen, a cargo del Consejo de los Comandantes. Lo hicieron y salvaron sus vidas, pero condenaron a todas las mujeres a quedar reducidas a seres humanos de segunda o ínfima categoría, dependiendo de su función en la urdimbre social.   

    Los testamentos es el nombre que recibe la novela de Margaret Atwood, continuación de El cuento de la criada.  Este segundo volumen de la distopía fue publicado en 2019, es decir, 34 años después de su primera parte. Considerando lo que sucede hoy en Afganistán y en otras sociedades ultraconservadoras y fundamentalistas de las que tenemos todos más de alguna información, deja de tener el carácter de un relato distópico para transformarse en algo muy cercano a la realidad. No por nada, más de alguna vez hemos oído que a veces la realidad supera la ficción. 

   La estructura de esta obra se organiza en torno a tres relatos principales: el de Tía Lydia (que escribe un manuscrito dirigido a su lector ficticio, donde da cuenta de lo que realmente sucedió y sucede en Gilead) y los testimonios de Daisy (también conocida por Jade o Pequeña Nicole) y Agnes (o Tía Victoria). Las dos últimas, adolescente y joven respectivamente, son hermanas de madre. Lo descubrieron casi al final del relato. Ambas tienen la responsabilidad de escapar de Gilead a territorio libre con los documentos que permitirán dar a conocer la verdad a todo el mundo libre y, con ello, provocar la caída de aquella nefasta teocracia. Estos testimonios corresponden a la información que ellas entregan de su experiencia fuera y al interior de Casa Ardua (lugar donde residen las Tías,  vigilantes y educadoras en la religión "verdadera")

   Al finalizar los testimonios, casi como en formato de un Anexo, se agrega la ponencia de un investigador sobre Gilead, presentada en un Simposio 70 años después de la caída del régimen. Es el año 2197. Los testamentos encontrados, según el orador, agregan más antecedentes y otorgan algo de claridad al oscuro gobierno.  

   En general, este volumen podría resumirse en dos palabras: redención y esperanza, que si bien no alcanza a todos, sí permite la salvación de algunas mujeres, si es que asumimos los testimonios -testamentos- leídos como "verdaderos". Además, este segundo relato cumple la no menos importante función de dar respuesta a una serie de interrogantes que cada lector de El cuento de la criada debe haberse hecho cuando se internó en la terrible realidad -ficción - de este mundo monocromático. Como comentario final personal puedo agregar que me pareció mejor la primera parte, como suele suceder casi siempre. Hasta pronto.  

viernes, 24 de septiembre de 2021

Moliendo café...

   

    Es hora de mi desayuno.  Me apresto a preparar el .  Abro los envases de café de grano y de trigo y me encuentro que de este último queda muy poco. Tendré que abocarme a la "compleja" tarea de moler el trigo tostado que me queda (quemado más bien). Atendiendo a una costumbre familiar vista desde pequeña cuando mi madre mezclaba un café de higos con uno de cebada (uno se llamaba Ciclón), yo mezclo un café tostado de supermercado con uno de trigo que compré hace un tiempo en Curepto y Constitución (no vayan a creer que no sé que son ciudades distintas, 😂; sucede que compré en dos ocasiones)

   Esto del café , en algunos países es toda una ceremonia (Turquía, por ejemplo, y seguramente Colombia, aunque no estoy segura; es sólo una elucubración) así como la del té en varios países. Me parece que este último producto lleva las de ganar, pues está más extendido como favorito en el mundo, especialmente en la zona asiática y cercana a ella, como en Gran Bretaña y, por razones históricas, imagino que en África debido a las numerosas colonias inglesas.  

  Ya pasado el invierno el café inicia su retirada, quedando sólo reducido a las mañanas luminosas de la primavera. Me dará tiempo para hacer algún viaje y volver a encontrar café artesanal. Logré moler todos los granos que quedaban y creo que me alcanzará para un par de meses. La actividad de moler café (o cualquier otro grano -en este momento no se me ocurre ninguno- ¡ah, tate! : maíz 🌽, tal vez para transformarlo en harina, polenta o chuchoca) es realmente relajante. Claro que si se realiza como tarea cotidiana o trabajo remunerado debe perder toda magia. Sin embargo, tiene una gran ventaja (veamos el vaso medio lleno) : por el hecho de ser un acto repetitivo sólo requiere de fuerza física, así que la mente, mientras tanto, puede volar a cualquier lugar y distancia (siempre que tenga alas).  Esta ventaja se puede optimizar al máximo si la molienda se realiza en un molinillo manual, lo que a nivel laboral ya no existe. Hay máquinas muy sofisticadas, o no tanto, dependiendo del tamaño de la industria. También todavía existe en más de un lugar la molienda artesanal y de tipo familiar que, esencialmente, exige fuerza física.   

   Revisando Google (no Wikipedia, 😅) encontré una variedad desconocida para mí de tipos de molienda y de molinos. Interesante el tema. No hace mucho vi un video en YouTube que "rescataba" el uso de un molino de agua para la elaboración de harina y derivados en un pequeño pueblo español.
 En Chile también deben quedar de ellos, así como de otra clase con diferentes usos. Personalmente conozco los 
Molinos de Larmahue (para regadío) de los cuales hay un ejemplar en una rotonda rancagüina, el Molino de Marchihue (para extraer agua de napas subterráneas). He visto más de un molino de piedra en algún museo, amén  de los amplios parques eólicos en Chile y en España. También en este último territorio he visto de los Molinos contra los que se enfrentó don Quijote, aunque todavía  no he caminado por su ruta.  

  Lo que más me llamó la atención al revisar acerca del tema en Wikipedia (jejeje) el nombre que se les da a los molinos en que la fuerza física la realiza (o realizaba) un animal (caballo o burro) o un hombre (también animal, generalmente esclavo). Se les llama Molinos de Sangre y ya existían el siglo III a.C. ¡Qué trabajo más terrible debe haber sido aquél! Cerca de acá, en Machalí, zona tradicionalmente conocida por la existencia de burros (cuando llegué a Rancagua hace 15 años los boletos de la locomoción colectiva hacia esa ciudad aún incluían la imagen de un burrito) debe haber existido más de un antepasado équido de los pocos que deben quedar actualmente que tuvo la aburrida, rutinaria y esforzada tarea de hacer funcionar un molino de sangre. 

   Ha pasado el tiempo. Ya son las 13 horas, momento adecuado para ir a preparar (terminar de hacerlo en realidad) mi almuerzo. El día está espectacular, 25 grados de temperatura , día despejado,  nada me falta, estoy tranquila, dormí  muy bien, ...suficiente para estar feliz, 😄. Hasta pronto.









jueves, 23 de septiembre de 2021

Un poco de todo...

    

   Ya acallado el entusiasmo de la música que se escuchaba en Plaza de los Héroes desde que el mes de septiembre se inicia cada año (a excepción del año pasado), viene un tiempo de reposo y de cuasi-penitencia para los que se comieron todo lo comestible durante las Fiestas Patrias (literalmente hablando). Es típico de muchos de nosotros dar por bueno el "sacrificio" de haber aumentado un kilo o un par de ellos durante estas festividades con tal de dejar contenta o contento a quien preparó -o compró- asados, anticuchos o empanadas. ¡Cómo íbamos a hacerle asco a alguna exquisitez de las ya mencionadas u otra parecida (pebre, sopaipas, alfajores...)! ¡Eso sería ser poco patriota y discriminatorio pa' pior! 

   Ya pasado el jolgorio viene el tiempo de la frugalidad obligada (porque se acabó  la plata o porque hay que bajar de peso), que no deja de costar un poco pues el estómago se anduvo acostumbrando a estar "llenito" y reclama de vez en cuando. Parangonando la situación, sería posible recitar los versos nerudianos "¡Es tan corto el amor/ y tan largo el olvido!" (na' que ver, 😂)   

  Este año, al igual que el anterior y otros, pensaba pasarlo sola, sin mayores  cambios en mi dieta ni en mi rutina (lo que no es fácil porque la algarabía popular es contagiosa -igual que la Covid-). Sin embargo, unos días antes me enteré que uno de mis hermanos vendría a recorrer la zona. Así que por un día y medio (16 y 17) tuve el privilegio de contar con su compañía y la de su distinguida esposa, mi cuñada. La verdad es que no comimos tanto ni hicimos nada especial. Compartimos algo de lo que había y salimos un día a almorzar a un local rancagüino, sin grandes aspavientos. Estaba con ellos cuando me llegó la invitación para almorzar el día dieciocho en casa de la hermana de una amiga. Felizmente pude aceptar la invitación, ya que mis visitas no estarían conmigo,  😂😂 (gracias, hermanito, por los copihues; se ven hermosos). 

   El privilegio de ser incorporada, aunque sea por unas pocas horas, al interior de un almuerzo de tradición familiar hizo que no me tomara a la ligera mi participación. Si además agregamos que en estos tiempos pandémicos uno sólo recibe amigos propios en la casa, la excepción hecha era relevante. Así que decidí vestirme, luego de tres años, de mujer formal, 👠. La mañana del día en cuestión, aparte de preparar mi aporte (¡oh, una figura literaria me resultó!) me dediqué con tiempo a hurgar en el clóset de los vestidos👗y trajes. El resultado fue decepcionante por decir lo menos. De los "titantos" vestidos que me probé me quedaron buenos sólo tres. A ver... No se trata que los otros no haya podido ponérmelos; sí fue posible hacerlo, inclusive subiendo el correspondiente cierre, 😅, lo que no deja de ser todo un logro. El problema era observar el resultado después en el espejo. Mi figura era lo más parecido a un arrollado de huaso, 😥😢. Busqué una prenda interior para estilizar mi figura pero no la encontré; no sé ni me acuerdo dónde puedo haberla guardado (la memoria ya está fallando, como pueden ver). No me quedó más que resignarme a la realidad, buscar los elementos que combinarán para completar el atuendo y cruzar los dedos para que mis "patitas" no se resintieran mucho de volver a calzar tacos altos, luego de sacarles la capa de polvo y pelusa que guardaban celosamente. Fue la ocasión en que aproveché de enviar un par de ellos al basurero pues no habían tenido muy buena vejez (me refiero a unos zapatos). Ese mediodía, en mi apuro por llegar puntual, salí casi al filo de la hora, tan al justo que me olvidé de llevar mi celular que estaba en proceso de cargado. Sólo arriba del colectivo me di cuenta de la falta pero ya era tarde. Suerte que me acordaba de cómo llegar a la casa de los anfitriones, pues no tenía forma de comunicarme si surgía algún inconveniente. En síntesis, puedo decir que fueron unas gratas horas de conversación así como de degustación de ricos anticuchos, empanadas de horno, un sabroso pebre, una verde ensalada, clery y vino delicioso (mejor que el mío, 😒, de todas maneras), café y torta de cierre. ¡Uff! Todo sea por no parecer desagradecida, 😏. Para vuestra tranquilidad sólo puedo agregar que no comí nada sino hasta el otro día.   

   Hoy estamos a 22. Ha llegado la primavera y aunque amaneció nublado salí de excursión  y  caminata (debo hacer ejercicios pues creo que aumenté unos gramos). Cuando hablo de excursión significa que no es compra en algún local establecido, pero tampoco sólo caminata. Significa que tengo algún otro propósito específico, tal vez malévolo e inconfesable. Éste lo confesaré. Sucede que necesitaba recolectar paja de cereales y ortiga. Si piensan que me he vuelto loca, no pueden estar más equivocados, al menos en esta ocasión, 😂. Esos elementos tienen que ver con mis ocupaciones cotidianas de un tiempo a esta parte. La paja la necesitaba para intentar un tercer método de cultivo de champiñones (creo que será el último que intente). Cuando comencé con ello -hace unos meses- probé con sustrato de tierra en tres ocasiones (sólo conservo uno de los experimentos luego de haber echado a perder yo misma, "sin querer queriendo", uno completamente exitoso en que los champiñones venían asomando sus cabecillas cuando hice algo malo que me transformó en champiñicida). Luego -hace poco- probé  con paja y borra de café ☕de grano, también con éxito inicial, pero que no sé si llegará a feliz término el "embarazo", porque los proyectos de setas se han puesto cianóticos (adquirieron un poco sentador color cuasi-azulado). Hace un par de días encontré otro método factible para mí en YouTube: "sembrar" champiñones sólo en paja. Como si algo tengo es ser porfiada, decidí probar esto último. Por tanto, hoy día salí con esta tarea y otras. Me fui por Carretera del Cobre, pues al otro lado del paso nivel bajo la Ruta 5 Sur hay un sector en que puedo extraer ese material. Sin embargo, me equivoqué,  pues no era allí, sino en Avda. Membrillar, 🙉 (para quienes no conocen, son vías  paralelas, pero que se distancian por una respetable cantidad de cuadras). Persistí en la persecución de mi objetivo, pero en lugar de irme orillando la Carretera 5 Sur lo que me habría resultado más cerca, no lo hice, así que terminé dando un tremendo rodeo que casi me hizo desistir. Sin embargo, por suerte, perseveré y salvé la primera prueba.  

   Segunda tarea: recolectar ortiga. ¿Para qué se preguntarán? Pues para elaborar un remedio, no para mí (no necesito ortigarme por ningún motivo inconfesable ni confesable), sino para mis plantas. Han aparecido numerosos bichos y hongos, especialmente en las tomateras. Ya les he aplicado tres antiplaguicidas con éxito relativo (dos de elaboración propia). Ahora se trata de preparar purín de ortigas (no tiene un nombre muy prometedor pero dicen que es efectivo como repelente y también como abono). Por Avda. La Compañía encontré suficientes ejemplares que rápidamente guardé en la mochila, con las consiguientes consecuencias posteriores (una picazón en mis manos y muñecas de padre y señor mío que ni les cuento, pues no me puse los guantes que había llevado). Segunda tarea cumplida. 

   Tercera y última: llegar hasta una Carnicería que había visto varias veces desde el microbús cuando voy al Parque Cementerio y que promociona unos precios muy atractivos. Llegué hasta allá. Carne económica pero actuar poco honesto del vendedor (cuando estuve en casa me di cuenta que me había agregado un trozo de carne de un color sospechoso para completar el peso solicitado). En fin, nunca más por allá... De allí a palacio, caminando siempre, hasta completar los 10 kms. y las dos y media horas de caminata. Llegué más transpirada que "caballo de carrera..." Perdón, perdón, debí decir que "yegua" de carrera (hay que tener cuidado con esto de los géneros gramaticales en la actualidad no vaya a leer este escrito un/a inquisidor/a de la lengua inclusiva). El cambio de vocablo me indujo a una interrogante casi surrealista y ridícula: ¿cómo debería referirse uno a un ejemplar equino gay o no-binario? Por suerte no tengo tratos con especímenes de éstos así que mi curiosidad es sólo lingüística. Además, sé que no me veré en la tesitura de tener que decidir cómo tratarlo/a/e/x, claro, porque como también es un "ser sintiente" capaz que se ofenda y organice una funa contra mi valiosa persona. 

   Hasta aquí llegué anoche en mis elucubraciones que casi exceden las que debiera tener una persona de mis años, normal, profesional y de clase media baja. Pero como casi todo en la actualidad está patas p'arriba, con propósitos refundacionales al por mayor, que más -pienso- que yo me autorrefunde, me dé vuelta como quien lo hace con un calcetín al "verre" y me ponga a pensar y hablar en lengua. Total, hoy lo ridículo es interesante y osado, lo correcto es sospechoso, la verdad es relativa, los delitos son errores y ganas más like👍 si eres víctima a si te esfuerzas y sales adelante solito/a. En fin, cada loco con su tema. Yo, gozando las alegrías del sembrador, celebrando el nacimiento de unos pepinillos, la aparición de la tercera hoja en los brotes de zapallo, observando el largo cuello de unas acelgas bebés, admirándome de la precocidad de unos repollitos de Bruselas y de la fortaleza de unos plantines de kale, que a pesar de un segundo transplante siguen echándole p'alante, igual que unas pequeñas plántulas de tomate fuertes como ellas solas. Parece que las buenas vibras se transmiten, ¿no creen? 



miércoles, 15 de septiembre de 2021

El cuento de la Criada...

     

   Aunque pueda parecer imposible en estos tiempos en que todo se sabe y más en mi caso por mi profesión, la verdad es que no conocía nada acerca de esta historia. Tampoco he visto la serie. Ahora, que he terminado de leer la novela El cuento de la criada de la canadiense Margaret Atwood me acabo de enterar. Soy tan ignorante a veces que me avergüenzo; parece que viviera en Babia. En más de una ocasión me han hablado de algún personaje cómico o de alguien de la farándula y no tengo idea. Claro que ahí no me da ni pizca de vergüenza. Simplemente no tengo el "honor" de conocer a dichos congéneres porque no soy diletante de aquellos espacios televisivos o digitales. Pero en este caso, me refiero a la novela (aunque tenga el título de "cuento"), me abochorna un poco. En fin, no poseo todo el saber...Como dijo alguien "No somos dioses...", jajaja (¡ridícula!).

   El título sí lo había  escuchado. Sabía que había dado qué hablar, aunque desconocía exactamente por qué. Ahora lo sé y ha sido una verdadera sorpresa. Primero, porque es una obra que tiene ya sus años, 36 para ser exactos (fue publicada el año 1985) y, segundo, porque corresponde a una distopía. Aquí me detengo y me confieso pecadora (nuevamente). Me parecía que el mundo de la ciencia ficción era más bien prerrogativa de los varones (un atavismo patriarcal diría alguna militante feminista). Si bien leí y vi la saga Divergente de Verónica Roth hace un tiempo, ya ni me acordaba de ella, 😅. La verdad es que esta obra, la de Margaret A., me tomó por sorpresa para bien, en cuanto a su valor literario me refiero, no en cuanto a su contenido. 

 El contenido de la obra, indefectiblemente nos conduce, por asociación, a tiempos actuales y  a un lugar que sigue siendo foco noticioso de este último tiempo: Afganistán. La mujer en el régimen talibán pareciera ser tan poco importante como las Criadas, las No mujeres y otras categorías femeninas del relato de la autora canadiense. La vestimenta, similar a las de las viudas del estado de Gilead, es incluso en la distopía afgana más  riguroso que en la "realidad" futurista.    

    El relato nos ubica en el Estado de Gilead, lo que hasta no hace mucho fuera Estados Unidos. El asesinato de su presidente y la guerra declarada de diversos enemigos, unida a la amenaza nuclear han cambiado completamente el estado de las cosas. El gobierno ha retrocedido en libertades transformándose en una sociedad extremadamente puritana y conservadora, envejecida por una esterilidad de hombres y mujeres, desconociéndose si es a resultas de un ataque biológico o un cambio evolutivo. La solución para el peligro de la no-existencia es un nuevo ordenamiento político y social, de lo que sólo se salvan los gobernantes y altos mandos y sus familias (esposas e hijos). Todos los demás, especialmente el ámbito femenino, son categorizados según su capacidad de procreación. Las "criadas" son las féminas fértiles, las que son "educadas" en la fe del régimen y, posteriormente, asignadas a matrimonios sin descendencia (la mayoría). Ellas se transforman en madres sustitutas obligadas -si tienen la suerte de quedar embarazadas por el "dueño de casa"-, con ciertas prerrogativas ante las otras categorías femeninas: las "Marthas" (mujeres infértiles que realizan labores domésticas, de celadoras, instructoras, vigilantes), las "Econoesposas" (esposas de hombres pobres), las No-mujeres (estériles ya mayores, rebeldes, que son enviadas a Colonias, donde no viven más de dos o tres años), principalmente.     

   El texto es un diario de vida escrito por una "criada" llamada Defren, quien a través de un relato testimonial y protagónico da a conocer el tipo de vida al que la han obligado en esta nueva sociedad, sus rutinas, sus recuerdos de una vida anterior distinta a ésta, en que era libre y formaba parte de una familia "normal" unida por el amor. Ahora está reducida a no más que un "estanque de esperma" con la función de procrear un nuevo ser para el matrimonio al cual ha sido asignada, mientras su hija pequeña que le fue arrebatada seguramente la ha olvidado y su esposo yace asesinado en algún rincón desconocido. Ella no es una "creyente" del sistema, pues tuvo la experiencia de una vida anterior absolutamente distinta. Por ello, su "reeducación" ha sido más difícil y realiza más de una acción "imprudente" frente a una vigilancia 24/7.     

   En este mundo pleno de libertades que tenemos y feminista en extremo, si ya resulta chocante e inaceptable la situación que deben soportar las mujeres en el "imperio" talibán, es aberrante imaginar un futuro como el de la sociedad gileadiana (peor que el de la Inquisición aunque con algunas de sus "virtudes", por ejemplo, las purgas internas). Allí no era posible mirar de frente, casi todo estaba prohibido, los Ojos vigilaban a cada ciudadano, los que eran castigados con la horca si eran hallados culpables y puestos en exhibición para escarmiento de los díscolos. Las mujeres se distinguían por el color de sus vestimentas, de manera que mientras las Esposas usaban el azul, en las Criadas todo era rojo y en las Marthas, el verde predominaba. A las amplias y largas faldas, se agregaban las tocas monjiles, que impedían ver hacia los lados y que hacían poco probable el intercambio de miradas. Todo era silencio o susurros para estas mujeres, en tanto la élite masculina seguía acudiendo discretamente a lugares de "esparcimiento" nocturno. 

  Esta historia tiene una segunda parte, que leeré a continuación. El final de este primer volumen es de carácter sugerente y se agrega unos documentos como anexos, ficticios también, que analizan la veracidad del relato. Novedoso e interesante recurso literario.  

   Luego de leer este "cuento" uno no puede dejar de agradecer la libertad en la que vive y ha vivido, la suerte de haber nacido en este lado del mundo y en este tiempo. Lástima que no todos tienen conciencia de lo que poseen y de lo que pudieran estar echando por la borda con sus fundamentalismos políticos y étnicos. No deja de tener su fondo de razón la expresión aquella de que no valoramos las cosas (las personas, las libertades, etc.) sino hasta que las perdemos (toco madera, ya saben para qué). Hasta pronto.

jueves, 9 de septiembre de 2021

Polvo de estrellas...

    

   Toda una grata sorpresa resultó para mí la lectura a la que recién di término. Para ser más específica, es una saga de ciencia ficción llamada Trilogía de las Tierras de Jordi Sierra, de 658 páginas, ya un clásico español en su género, pues fue escrita entre los años 1982 y 1986. 

    El primer volumen, ...en un lugar llamado Tierra, a grosso modo, gira en torno al juicio de un hombre (asistente de vuelo espacial) por haber asesinado al capitán de la nave, Ludoz 7-521, una máquina. ¡Tal cual! Raro, ¿no? Así me pareció a mí al comenzar a leer e, incluso, algo "tonto". Sin embargo, avanzando en la lectura, todo se tornó apasionante. Hal Yakzuby, un notable y afamado científico en Tierra 2, se ve enfrentado a la tarea de defender a un ya cuasi-condenado, tanto porque se lo solicitaron como por constituir un verdadero desafío de especie. No sólo se trataba de demostrar la inocencia y salvar de la muerte a un ser humano individual, sino a un representante de toda la especie humana frente a las máquinas. Veamos algo de contexto. 

    Han transcurrido varios milenios de paz y felicidad entre hombres y máquinas, iguales ante la Constitución y la Unidad del Sistema. Hace más de nueve milenios que ocupan el planeta Tierra 2 al cual lograron llegar luego de escapar del Gran Holocausto Nuclear que destruyó la vida terrestre. Las máquinas sacaron desde la Tierra verde-azulada, algunos cientos de miles de humanos, los que junto a ellas, tras atravesar un agujero negro, encontraron un lugar habitable y se establecieron en él. Si bien el hombre es el creador de la máquina, ésta se hizo tan indispensable que es quien realmente gobierna el nuevo mundo, con la estabilidad ideal para no volver a repetir los errores y horrores cometidos en el antiguo hogar. Todo va relativamente bien hasta que sucede el primer asesinato "interracial", que da inicio a un descontento generalizado de los humanos. Finalmente, Yakzuby descubre que la muerte del capitán-máquina esconde un suicidio decidido para impedir que se conozca una verdad extraordinaria: que se ha encontrado el camino de regreso a "casa". De esto nada sabe el asistente humano, que permanecía en estado de hibernación mientras su superior aterrizaba en la antigua Tierra y tomaba contacto con humanos. Yakzuby debe comprometer su silencio para salvar la vida de un inocente.  

    En  Regreso a un lugar llamado Tierra han pasado 200 años desde el juicio. La relación entre las dos formas de vida se ha deteriorado absolutamente. Los humanos están en guerra contra las máquinas desde hace ya 40 años (el doble que en Afganistán). Se han rebelado contra la Constitución y falta poco para su triunfo (sólo llegar a la capital, que no es Kabul, sino Ezebel). Una gran cantidad de ciudades están destruidas. Las máquinas sólo se defienden. En su "adn" mecánico no existe el "gen" de la violencia, tan humano. Por tanto, no pueden atacar. Entonces, es el momento en que los dirigentes maquinales buscan la "gran solución" que les permita sobrevivir. Se remontan al inicio y raíz de la acción separatista y analizan el juicio ocurrido hace doscientos años. Ninguno de los humanos que intervinieron existe, pero sí lo hace el dirigente que acordó el pacto secreto con Yakzuby. Se trata de Balhissay 2-15, que ya sobrepasa los 500 años de "vida". Se le enjuicia y se le obliga a buscar una solución perentoria. Éste sabe qué hacer y emprende la tarea, solo (lo acusan de "individualista"). Busca información sobre la Tierra original que hacía 15 años había vuelto a encontrar y se dirige al campo enemigo. El líder y máximo dirigente humano (descendiente del antiguo Yakzuby) no reacciona como él espera, pero sí lo hace una científica, que, además de obtener la información clave, le salva la "vida" (le quedaban apenas seis meses). En poder del gran secreto, los humanos toman la decisión de volver al hogar y abandonan el planeta sin exterminar a las máquinas restantes. La solución ha sido un éxito.     

    El testamento de un lugar llamado Tierra: ha seguido transcurriendo el tiempo. Han pasado 165 años desde la marcha de los humanos y se está ya en el año 10.150. El descontento en Tierra 2 aumenta cada día, junto con los desastres telúricos cada vez más graves en el planeta. Han surgido posturas opuestas frente a este verdadero "cambio climático", que se agudizan cuando la Cúpula del Poder dicta una Ley Fundamental que reniega de sus orígenes (son creaciones del hombre) y que considera a la especie humana como traidora, además de culpable de todos los males, por lo que la solución de sobrevivencia (cada día más compleja por los cataclismos) debe dar por descontado un regreso al pasado. No obstante, las corrientes anarquista y  balhissayista rechazan la Ley. Uno de los líderes, Steinein 6-597, un afamado científico (el alter ego de Einstein), balhissayista convencido (derivado de Balhissay), propone establecer contacto con los humanos con la finalidad de crear un canal de mutua ayuda. Es considerado subversivo y apresado, junto a otros. Una ex alumna (las máquinas son asexuadas pero han descubierto que algunas tienen más componentes femeninos o masculinos que otras), Zil 6-921, establece contacto con él, se hace apresar y luego logran huir del Centro de Aislamiento, acceder a una nave espacial y escapar hacia la Tierra.   Tal como lo explico parece todo muy fácil y simple, casi simplón, pero no es así. En favor de la síntesis sacrifico los detalles interesantes y no mencionaré el desenlace, completamente inesperado.  

   A manera de comentario general, señalo, por ejemplo, que sólo el primer volumen de la historia está planteado desde una perspectiva humana, la de Hal Yakzuby. Los otros dos, son máquinas sus protagonistas y es de su mirada mecánica, llena de luces y circuitos, desde la que somos vistos, descritos, analizados y enjuiciados, dependiendo del grado de afinidad o enemistad que tengan con nosotros. Lo que me resultó absolutamente esclarecedor fue la serie de características humanas distintivas que rechazan o "envidian" las máquinas, según sea el caso. Somos catalogados de emocionales, ilógicos, autodestructivos, insatisfechos, proclives a la violencia y a la desconfianza, absurdos, desconcertantes, imprevisibles. Más de alguna máquina "admira" la capacidad de soñar del ser humano, su creatividad e imaginación de lo que ellas carecen. Se sorprenden por la capacidad humana de equivocarse y empezar de nuevo, por su miedo y su esperanza. En especial las protagonistas, que se han ido humanizando y echan en falta ese eslabón que se ha cortado al separarse de sus creadores y que añoran recuperar.

   Aparte de los detalles argumentales que no dejan de ser entretenidos e interesantes, destaco de esta trilogía la visionaria mirada del futuro de nuestra especie, así como la contrapuesta postura de asombro y de crítica, frente a sus extraordinarios talentos y capacidades, como de sus terribles tendencias y defectos. Es decir, lo que lo eleva al nivel de los dioses al tiempo que lo hace descender al envilecimiento más profundo, que, sin embargo, no hacen más que proclamar la calidad de un ser único en todo el Universo Conocido.