martes, 20 de abril de 2021

Mateando...

    

   La verdad, yo nunca he sido de matear. Las pocas veces en la vida que probé un mate cuando niña o adulta, terminé con la punta de la lengua quemada y averiada por un par de días al menos. Así que, consciente de que era una más de mis tantas debilidades imposibles de superar, nunca compré un mate, aunque he visto algunos preciosos en mis viajes. En relación a esto, llega a mi memoria la imagen de mi madre tomando mate durante las mañanas de los días de invierno de mi infancia. Creo que es probable que haya sido sólo los fines de semana, que le permitían una mañana menos atareada y urgente, en las que, además, podía tener algo de ayuda de nuestra parte, toda vez que esas jornadas estábamos libres de concurrir a la escuela. No recuerdo qué yerba utilizaba, sólo sé que era 'mate', 😅. En ese tiempo no había variedades con aromas diferentes y agregados especiales, así que ella le añadía alguna hojita de menta, cedrón o una cascarita de limón. Luego de terminar la mateada, impajaritablemente, venía un cigarrillo en los alrededores de la casa. En el hogar nadie más  fumaba. Sólo en esas ocasiones recuerdo haberla visto fumando y nada más mientras fue una mamá joven. En ese tiempo existía la creencia de que si después de tomar mate se salía de la abrigada cocina, se corría el riesgo que le dé "un aire". Y para que no quedara "chueca" con "el aire" había que fumarse un pucho. Ahora que lo pienso, no sé si realmente creían eso o era para engañarnos, 😅. A veces mi padre estaba de humor (no es que haya sido un malhumorado; es una forma de expresarse, nada más) y contaba con el tiempo necesario para matear con ella. Dos cucharaditas de azúcar, agua caliente, revolver un poco con la bombilla, limpiar con una servilleta de género el extremo de bombilla y pasar al compañero el mate. En ocasiones como ésta, además de la hoja de cedrón, menta o cascarilla de limón, vi verter unas gotas de "malicia"... "para el frío", 😂.     

  Hace unos días, vitrineando por la góndola de tés de un supermercado, me topé con las yerbas y me di cuenta que había una cantidad no menor de tipos y marcas. La curiosidad me ganó y me aboqué a revisar concienzudamente: con naranja, con limón, con menta, con frutos del bosque... ¡Oh!, me dije. ¡Vamos a ver! Tomé un paquete de estos últimos para "catarlo" y debo decir que incluso a través de la mascarilla me llegó el aroma frutal. No pensé en mate en ese momento sino en té. Ya sabrán ustedes lo fanática que soy con los tés aromáticos, especialmente el verde y sus variedades, además de otros adquiridos e inventados, 😋. La ampolleta se me prendió ipso facto y va el paquete de yerba mate con frutos del bosque al bolso de las compras.   

  Ya en casa leí propiedades y contraindicaciones. ¡Chanfles!, era poco recomendable para las personas hipertensas. Yo olía el paquetito y casi me iba directo a los bosques canadienses ...o valdivianos, 💨.  Así  que tomé la decisión de probar con un té suave en mi tetera vidriada. ¡Perfecto! ¡Era un té con sabor a mate y frutas! Sólo una teterada, para no abusar, me ordené. Me hice caso; soy obediente por esencia. Pero al otro día, luego de conversar con mi hermana que me dijo "¿y por qué no te compras un mate mejor?", tomé conciencia de que tenía un bello mate de calabaza, recuerdo del Mar del Plata. Mi amiga Glady de Lanco me lo había regalado hace años luego de un viaje por esos lares y yo lo tenía sólo de adorno. ¡Qué me dijeron! Lanzada la idea, vista la factibilidad, me puse a la práctica. En un dos por tres, puse agua a hervir, lavé el mateciño (que harto  polvo tenía) y casi lo llené de yerba. Un par de cucharaditas de azúcar y el agua caliente. Les aseguro que no me quemé (le había agregado un chorrito de agua mineral), pero estaba muuuyy amaaaargo.😠 ¡Diablos!, me dije, ¡fue mucha la yerba! Le saqué varias cucharaditas como quien saca paladas del hoyo de un entierro (uppss, medio macabra mi comparación, 😶) y seguía amargoso. Seguí "achicando el bote" y probando. Consumí varias mateadas en esa puesta a punto. Al final, comencé con un fuerte dolor de cabeza y con cierto malestar de estómago qué me hicieron desistir de seguir dándomelas de buena p'al mate. Después de almuerzo debí beber unas cuantas infusiones de seste de limón 😳para aminorar los efectos colaterales de la yerba mate.    

   Cuento corto (bastante corto, como pueden ver, 😅), me olvidé del invento por el resto del día y lo retomé a la jornada siguiente. Ya aprendida la lección, ha funcionado a la perfección la degustación (me salió  hasta verso). Así que, aquí me tienen, con otra entretención en mi vida. Claro que no implementaré lo del cigarrillo ni la "malicia" del modus operandi de mi madre. Suficientes con los vicios que tengo, 😂.  Hasta pronto.

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