lunes, 20 de abril de 2020

El Villegas...

  Un poco harta de los Matinales televisivos  nacionales (que estiran hasta el cansancio una nota, si es lo más  lacrimógena mejor, y en cuyas ediciones no hay mucha variedad de caras), sin ánimo de quemar todas mis naves en Netflix, tratando de variar las actividades cotidianas,  descubrí  que Fernando Villegas, el mismo que viste y calza, tenía ahora un programa y/o página en que difundía  un programa no televisivo.  
    No había  sabido de él desde hace más de un año, fines agosto de 2018, cuando fue "sacado" de las pantallas luego de ser  acusado públicamente de acoso sexual y maltrato laboral. En su momento lo lamenté, no sólo  por las posibles víctimas sino también por la pérdida que significaría su participación  en programas de mi agrado. La verdad, no me dediqué a investigar en detalle las acusaciones. Me conformé con la información que entregaron los canales de tv en su momento, teniendo el cuidado de considerar que la acusación algo de base tendría (cuando el río suena...). Tampoco acostumbro a poner las manos al fuego por nadie, ni siquiera por mí (seguro quedarían rostizadas, jajaja), pero no lo crucifiqué mentalmente, no porque acepte su posible actuar, sino porque suele suceder que "del árbol caído muchos hacen leña".  Y como a mí no me gusta ser parte de un "muchos", ni me agradan en  demasía las multitudes, no me iba a unir ni me uní a esa campaña.  

    Hace poco (dos semanas) vi su blanca y desordenada cabellera en las sugerencias de YouTube y la curiosidad me llevó a "clickear" sobre ella. Debo señalar que sigue igual que siempre. Esta vez me parece mucho más clara su postura a favor del gobierno y en contra de la oposición,  aunque él  señala que no está "casado" con nadie, y que apoya lo que le parece adecuado y critica todo lo que es contrario a su punto de vista, venga de donde venga. Esta última aseveración es verdadera, toda vez que le he visto y escuchado también  criticar posturas o acciones de parte del gobierno o de sus representantes frente a hechos relevantes. 
    Creo que en el fondo me gustan de él el conocimiento y manejo de información,  el análisis que hace de situaciones, el bagaje cultural que posee, la "valentía" que tiene para decir verdades incómodas y políticamente incorrectas, aunque hay ciertos términos que yo no usaría.  No obstante, así  lo conocí y me gustó,  así  que,  dentro de mis estrechos límites de tolerancia (jajaja), acepto, por el momento, algunos términos poco académicos y su soberbia intelectual que aflora las más de las veces. 
   [[Entre paréntesis...
   Alguien se preguntará cómo puede gustarme un "tipo como éste" si mi postura política es contraria. Para quienes se pregunten  aquello - y a los que no, igual (jajaja)-, aclaro  que yo no tengo postura política definida. Cierto es que mis simpatías  se orientan  a la izquierda más que a la derecha, pero no me "caso" (ya lo hice una vez, en otro sentido, jajaja) con ningún partido, dogma religioso, club o agrupación.  Precisamente porque el actuar de la mayoría de los integrantes de agrupaciones NO suele ajustarse mucho (a veces, muy poco) al ideario de éstas, lo que supone una inconsecuencia absoluta. Asimismo, al interior de cada agrupación no se suele  aceptar la disidencia y el pensar distintos, y si lo hicieran, al final, igualmente TODOS deben acatar o suscribir una mayoría  aunque no se esté de acuerdo. Y eso no me agrada y me niego a aceptarlo. Por ello, prefiero  ser y estar independiente,  decidir desde mi perspectiva aunque pueda equivocarme y unirme a más  de alguien cuando yo quiera y por el tiempo que desee, sin tener que suscribir y/o pagar una membresía, literal o emocional. Eso no quita que no admire a la gente que cree en algo o alguien  y es consecuente en el decir y hacer. Ante ellos me saco el sombrero, metafóricamente hablando.
   Los que leyeron el anterior escrito en que hablo de Víctor  Jara, aún  pueden estar haciendo "cri cri". Lo que he dicho en el párrafo de más arriba lo explica. Me gusta la música  del cantautor mencionado y más de algunas de sus palabras, pero eso no quiere decir que esté a pie juntillas con todo lo que dijo e hizo. Lo que, sin ninguna duda, repruebo absolutamente,  es lo que hicieron con su persona.
   En síntesis, por si no lo hubieran notado,  debo decir que, mientras en cuestión de credos soy escéptica,  en cuestión  de gustos soy ecléctica. 
  Cierre paréntesis...]]
 
 Para dar el gusto a un mayor espectro de público -y para darse el gusto también,  me imagino- "el" Villegas habla de actualidad, de libros,  de cine y de cultura, bajo los títulos "El Portal del Villegas", "Sábados culturales" y "Matineé, vermouth y noche", los últimos dos sin carga política,  muy entretenidos y amenos.  

 El gusto por este sociólogo "chascón" (jajaja) me viene desde hace años, cuando veía  el programa Tolerancia Cero. Luego, precisamente influenciada por él,  compré algunos de sus libros e, incluso, comenté  uno de ellos (¡qué  atrevimiento!, jajaja). Esto fue hace 14 años, poco antes de venirme a vivir a Rancagua, y lo que dije en aquella ocasión,  lo sigo suscribiendo.  Aunque ya lo había  publicado hace unos años, se los ofrezco a continuación,  no sin antes confidenciarles que, cada atardecer, invito al Villegas al living de mi palacio y me divierto con sus dichos

ACERCA DE…”EL CHILE QUE NO QUEREMOS”
No dejo de sorprenderme que no me sorprenda lo que escribe Fernando Villegas. Lo he visto y escuchado en TV, lo he leído en columnas de “El Mercurio” y, ahora en su obra “El Chile que NO queremos” y sigue siendo el mismo que viste y calza. Parece ser auténtico, parece ser coherente, parece ser consecuente. Digo “parece” porque yo conozco sólo al Fernando Villegas de la Tele y lo demás ya mencionado. No conozco al Villegas (perdón, Sr. Villegas, por “ningunearlo”) de la vida diaria, de la casa de no sé dónde, del supermercado, de la caminata cotidiana; es decir, no conozco al hombre de carne y hueso (tampoco, debo aclarar, me muero de ganas por conocerlo; es más, no está ni dentro de mis más nimias prioridades).
 En fin…
Lo trascendente para este comentario, es que el texto me divirtió. Me pareció una larga conversación (monólogo o clase magistral más bien, un tanto “sui generis”, eso sí, un tanto “parriana” –por Nicanor Parra-) de este personaje de la fauna intelectual “chilensis”. Me sentí testigo de las variaciones y altibajos de los humores y pensamientos de su irreverente  autor, que desde una mirada-reacción ante un hecho concreto sucedido en este Chile querido  -la aparición de la Tesis de un “Chile que queremos” presentada en un Seminario de gente top-, va desmenuzando la idea y haciéndonos saber de su respuesta ante la audacia de esta ponencia, involucrante de la sociedad toda en su autoría.
Parte de la perplejidad para llegar a la esperanza, en un recorrido que pasa por la nostalgia, alienación, rabia y duda;  todas legítimas y valederas desde su perspectiva. Y las diversas razones que fundamentan su actitud vital (casi “vitalicia”, diría yo) frente a todo lo que Chile es, las va desglosando con coloridos exiemplos y anécdotas personales, expresados  en su coloquial lenguaje, que une un extraordinario acervo lingüístico con chilenísimos garabatos, prueba fehaciente de su espontánea manera de expresarse, rayana de pronto en la violencia verbal. Es que pareciera haber una consustancialidad entre cuerpo y expresión verbal, que expulsa a borbotones, aún envuelta en la emoción originaria. Y así va avanzando la lectura, en este divertimento en que no queda títere con cabeza (salvo algunas gloriosas excepciones).
 Pero Fernando Villegas no se cree el cuento de ser él la encarnación del Salvador de Chile. También se lanza diatribas y asume que no está a salvo de los dardos ajenos. Esa claridad es importante, porque a la hora de dar con el “mocho del hacha”, caiga quien caiga, él se incluye entre los que también han caído, aunque sea alguna vez, en la estupidez de entrar  en  el  juego de lo “normal”, de lo  “éticamente correcto”, de  lo buenamente justificable, de lo paternalistamente aceptable, anulando su capacidad de raciocinio por mantener el “status quo”. También ha cerrado más de una vez los ojos, “comprando” lo  que le ofrecen.
Y -como dice  su autor- ¿dónde encontrar la solución o alternativa para salvar este Chile en el que vivimos y no “tragarnos” –a regañadientes-  el que NO queremos?  En las ideas –dice él-. En las ideas originales, descabelladas en primera instancia, pero esperanzadoras una vez que se les da la vuelta y mastica. Sólo en una visión o enfoque nuevo, diferente, incontaminado, está la posibilidad de torcer ese futuro anunciado en otros tantos libros, conferencias de prensa, seminarios y jornadas de los gurúes de turno. Ojalá, que estemos despiertos –o al menos semiconscientes -  para  ver  el viraje de este mundo que nos obnubila, nos aplana, nos vuelve hombre-masa, nos transforma en un  engranaje más de la máquina del  llamado progreso. Será, entonces, el momento en que nos veamos, Sr. Villegas, en ese mundo, o… tal vez….  en el otro ... si existe…

(20 Enero 2006)  

2 comentarios:

  1. .......y hablando de otros mundos,es ahí donde Villega sitúa las entrevistas de su último libro"Grandes invitados". Es una serie de entrevistas,hechas en universos paralelos,a personajes muuuuuy diversos en el tiempo y en el espacio. Un crítico dijo "hilarantes conversaciones"yo agrego "muy profundas".Yo recomiendo leer ese libro ,hacerlo con calma y a veces releer algunas respuestas de "los invitados"

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  2. Trataré de encontrar el libro. Gracias por la recomendación, Anita.

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